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HISTORIA DE LA MODERNIDAD EN MÉXICO, SIGLOS XIX -XX (ENFOQUE ESTRUCTURAL FUNCIONALISTA)

Jorge Isauro Rionda Ramírez



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ALEMANIA Y MÉXICO, SIMPATÍA Y CONTIENDAS

México por su vecindad con los Estados Unidos de América, siempre ha sido de interés para potencias del exterior tales como Inglaterra, Alemania, Francia y España. Esto surge del rol internacional que juega la nación norteamericana y de su destacado papel en la configuración económica resultante de la primera y segunda guerras mundiales.

La posición estratégica de México, como vecino de esta potencia y como intermediario entre América del norte y América del sur, causan el interés de Alemania para promover en México un aliado económico e incluso militar.

El imperio Alemán aprovecha el profundo resentimiento de los mexicanos con respecto a sus vecinos del norte, ante el robo de más de la mitad del territorio nacional a raíz de la guerra de 1848 (Texas, Arizona, Nuevo México y al alta California); así como la continua intervención estadounidense en asuntos internos de México, donde destaca la segunda invasión encabezada por Pershing a nuestro país (Witcover, 1989; 201 citado por Martín, 2002; 21). En 1852, cuatro años después del despojo a México, en California se descubren riquísimos yacimiento de oro, lo que es uno de varios indicios de las enormes riquezas que representaban dichos territorios robados a México.

De las potencias europeas es Alemania precisamente aquella que en ningún momento nos ha perjudicado; mientras que España, Francia, Inglaterra y los Estados Unidos de América, en diferentes momentos de la historia se ven como agresores de nuestra nación. De ahí el sentimiento germanófilo de los mexicanos, así como la abierta antipatía hacia estas otras potencias.

Alemania, la descendiente de los Godos, quienes terminaron con el imperio romano en la batalla de Adrianópolis (por los visigodos), es bien vista por los mexicanos. Su éxito económico como militar contra potencias europeas le pone como un poderos aliado del país. Éxitos históricos como la formación del Sacro Imperio Romano Germánico, o la guerra de los siete años donde se posiciona Alemania como la principal potencia europea; la misma que humilla a los franceses en 1870 derrotando a Napoleón III, y donde gracias a ello, Francia retira sus ejércitos del territorio mexicano abandonando a Maximiliano de Habsburgo, lo que posibilita el regreso de Benito Juárez y el grupo liberal al poder. Es en 1871 que Guillermo I se corona en el palacio de Versalles como emperador de Alemania, ante la abierta humillación del pueblo francés (Martín, op. cit.; 26 – 27). Todas estas victorias militares de los alemanes sobre las potencias enemigas de México, son fundamento para que en el país se tenga un sentimiento de abierta simpatía a los teutones.

En el México de la dictadura de Porfirio Díaz la presencia germana se patenta por la inclusión de varias firmas alemanas en el aparato productivo del país. Destacan la Casa Bayer y la Unión Química filial de IG Farben, también se encuentran Electrolux y Ericson (Cedillo, 2007; 26). Asimismo en los estados del sur, especialmente Chiapas, se otorgan concesiones a empresas cafetaleras alemanas, por lo que se fundan haciendas agrícolas administradas por alemanes inmigrantes.

Los alemanes respaldan a México desde los tiempos de Porfirio Díaz. Durante su periodo de gobierno la Academia Militar Prusiana capacita al ejército mexicano. El interés principal para el Imperio Prusiano es, desde luego, que nuestro país cuente con un ejército suficientemente profesionalizado, como para enfrentarse a sus tradicionales enemigos.

Otros intereses económico empresariales promueven el interés de Alemania por México, como lo son las empresas petroleras del Golfo, especialmente en Tampico, que proveían de petróleo tanto a norteamericanos (antes de la primera guerra mundial), como a los propios alemanes (después de la primera guerra mundial).

A fines de 1917 se da un evento de especial interés para las potencias que se enfrentan en la Primera Contienda Mundial (1914 – 1918). Es la recepción por parte del Gobierno de Venustiano Carranza de un telegrama enviado desde Berlín por el Ministro de Relaciones Exteriores del entonces Imperio Alemán, Zimmermann, donde se le propone a México, en la alianza con Japón, declare la Guerra a los Estados Unidos de América. El interés es restarle fuerza militar a los Estados Unidos ante su inminente participación en la Primera Guerra Mundial. Hecho de principio atractivo, no sin antes considerar que, por otra parte se sabe que el ofrecimiento de Zimmermann a Japón era el entregarle la Baja California en pago de su participación.

Se sabe también que en costas de la Baja California existió una base militar nipona durante la primera guerra mundial, así como que México recibió vía barco armamento para fortalecer al ejército mexicano, ante la posibilidad de una intervención norteamericana. Otro hecho importante que debe mencionarse es el que se tiene del texto de Franz von Rintelen (1933), quien en 1917 era agregado militar de la embajada alemana en Washington, donde se deja en claro que la misma Alemania desde territorio estadounidense, había promovido una intervención norteamericana en México (Moreno, idem; 453). Al parecer, el interés de Alemania es enfrentar a ambas naciones para restarle fuerza a los Estados Unidos en su inminente participación como su enemigo en la Primera Guerra Mundial.

Este telegrama es interceptado por el gobierno estadounidense debido a que los ingleses, a través del barco Telconia, en 1914 habían cortado la línea de comunicación trasatlántica del Imperio Alemán, por lo que las comunicaciones a América, como al resto del mundo, se hacian mediante servicios telegráficos de empresas inglesas y norteamericanas.

Este telegrama (hay quien afirma), causa el ingreso de los Estados Unidos de América a la primera contienda mundial en 1917, lo que marca finalmente el fin y resultado de la Primera Contienda Mundial.

Por su parte en nuestro país, Carranza se muestra renuente y dudoso a formar dicha alianza con Japón, pues cree que incluir a la nación mexicana en una contienda que escapa a los intereses de ordenamiento interno del país, implica un costo social, político y económico insustentable para la situación que en dicha época impera en México. Por lo mismo, los alemanes procuran como su agente a Victoriano Huerta para quitar del poder a Venustiano Carranza y contar con un incondicional a su causa (Meyer, 1980; 211 – 226 y Rintelen, 1933; 175 – 177. Citados por Martín, idem; 93). Ya antes Carranza había desterrado hacia España a Huerta. Se puede ver el interés alemán en el país en cuanto el auto exilio de Porfirio Díaz, como el destierro de Victoriano Huerta, los barcos de donde zarpan del puerto de Veracruz, ambos son de insignia alemana: el Ypiranga y el Dresden, respectivamente (Martín, idem; 51).

Otro hecho importante es que en 1915 Venustiano Carranza promueve con respaldo de Alemania, el llamado Plan de San Diego (Richmond, s/f; 276 citado por Martín, idem; 453), el cual trata de organizar a los mexicanos residentes en la Unión Americana, junto con otros grupos como negros, sudamericanos y grupos indígenas norteamericanos, para que el gobierno de los Estados Unidos les regrese sus tierras en Arizona, formando con ello la República del Sur de Texas, que integra los territorios perdidos por México en 1848 (Harris y Sadler, agosto de 1978; 381 – 408, citado por Martín, idem).

Durante el periodo de entreguerras (de 1919 a 1938), Alemania aumenta sus esfuerzos por establecer con México una alianza estratégica favorable para ambas naciones. Para ello, sigue promoviendo sus intereses mediante grupos internos de ultraderecha, alemanes residentes en México, mexicanos descendientes de alemanes, grupos empresariales, así como medios masivos de comunicación. Periódicos, revistas y frecuencias de radio son propiedad, bajo “prestanombres”, de alemanes. La XEW llegó a ser la radiodifusora con mayor cobertura en América, llegaba a los radioescuchas de Sudamérica y desde luego, promovía los intereses teutónicos en la región.

Las antiguas redes de contrabando establecidas por los chinos que llegaron al país con las compañías ferrocarrileras norteamericanas, son aprovechas para infiltrar en México un comercio de insumos para pertrechos de guerra con Alemania. Dichas redes se entrelazan desde la Baja California y el occidente del país, hasta el Golfo, por Tampico o por el Puerto de Veracruz. Redes de contrabando que se nutrirán del comercio de estupefacientes durante la primera y la segunda contienda mundial, dado el mercado de morfina que es un psicotrópico que permite más tolerancia al dolor de los heridos, como de otros narcos que alientan y dan valor a los soldados en el frente de batalla. Las redes de contrabando como del narcotráfico, previamente establecidas por los trabajadores chinos venidos a México como obreros contratados para establecer las líneas ferroviarias, durante las dos contiendas mundiales se fortalecen y crean los primeros cárteles de la droga, de donde se benefician entre muchos, políticos, tales como lo fueron los gobernadores de Veracruz y Puebla: Miguel Alemán Valdés y Maximino Ávila Camacho (hermano de Manuel Ávila Camacho, 1897 – 1955). Los alemanes posteriormente impulsan la candidatura para la presidencia de la República de Maximino Ávila Camacho.

Algunas iniciativas destacables en pro de Alemania son la fundación en 1933 del Partido Nacional Socialista, cuyos integrantes eran bien ciudadanos germanos, ciudadanos cuya ascendencia era alemana o bien por simpatizantes de los alemanes. También destaca el Colegio Alemán, en el Distrito Federal, donde se forma la liga de las Juventudes Hitlerianas que funge como espía del gobierno en México.

Así como Alemania promueve en México un golpe de estado con Huerta durante la Primera Guerra Mundial para imponer a un títere de los intereses. Durante la segunda contienda mundial, las fuerzas que mueve Alemania en México proponen al Gral. Juan Andrew Almazán como candidato a la presidencia por parte del Partido de Acción Nacional, (recientemente fundado -1936- por Manuel Gómez Morín) contra Manuel Ávila Camacho. Los comicios no le son favorables, Almazán desconoce los resultados y organiza, con respaldo alemán y de grupos de ultraderecha del país, un golpe de Estado, el cual finalmente es fallido.

Durante la segunda contienda mundial, en mayo de 1942, tratando de presionar a México para que ingrese a la Segunda Guerra Mundial, como su aliado, Alemania hunde dos embarcaciones bajo insignia mexicana: el Potrero del Llano y el Faja de oro. La inteligencia mexicana descubre el ardid y México declara la guerra a Alemania como aliado de los Estados Unidos de América.

Del rol que toma México como aliado de Alemania, es evidente que de 1946 en adelante, todos aquellos movimientos que respaldaron en el país, ven pronto su ocaso, así es como la ultraderecha en el país pasa por un aletargamiento de postguerra que no terminará hasta el segundo lustro de los años 80, donde Carlos Salinas de Gortari, con un nuevo pacto entre empresarios, Iglesia y Gobierno, le da nueva vida. Para esto ya está abonado el camino de la reacción política ante las instituciones social demócratas con la formación de grupos de choque tales como el grupo MURO que operó especialmente en la UNAM, y los Yunques cuyo movimiento nace en Puebla, en los años 50, pero se extiende por todo el occidente y norte del país, alentado más que por la Iglesia Católica, por grupos empresariales de Guadalajara, Monterrey y del Distrito Federal. La Iglesia Católica, sabia, se sacude de responsabilidad alguna respecto a la creación de estos grupos, puesto que más que procurar la evangelización de las instituciones del país, lo que promueven realmente son intereses de poder político.


 

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