BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


ECOURBANISMO

Leonardo Fernández



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SE ACELERA EL METABOLISMO URBANO

La ciudad requiere, para mantener su organización, una entrada de materiales y energía (recursos naturales) que obtienen de la explotación de otros sistemas en la naturaleza. La explotación de los ecosistemas supone – por la segunda Ley de la Termodinámica* – una simplificación de estos que ven mermada su capacidad para mantener estadios más elevados de la sucesión. La capacidad de control de la ciudad sobre ciertos “flujos” de materiales y energía, también de información, en cualquier parte del planeta permite que estos se mantengan organizados a expensas de la explotación de otros ecosistemas, que se verán simplificados. Los flujos de recursos naturales: materiales y energía, circulan desde cualquier parte del mundo hasta los sistemas urbanos y sus modelos de organización del territorio, de movilidad, de residuos, de gestión del agua, etc. Pero dependen de los modos de organización urbanos que la explotación de recursos aumente o disminuya con el tiempo, es decir de los flujos de información. Pero los flujos no van en una única dirección, o sea, desde los sistemas explotados a la ciudad, sino que los materiales y la energía una vez han entrado en los modelos de organización urbanos salen de ellos en forma de residuos contaminantes que impactan sobre los sistemas que nos soportan, de nuevo, una simplificación de estos que viene a añadirse a la simplificación provocada por explotación (RUEDA; 1995). Aquí incorporamos un segundo plano diagnóstico para Pilar: el metabolismo urbano*.

La ocupación territorial dispersa del urbanismo difuso tiene consecuencias en la movilidad aumentando no sólo el consumo de suelo, sino el consumo de energía, materiales y agua. La división en usos y funciones en el territorio supone que la mayor parte de los desplazamientos deban hacerse en medios motorizados, especialmente en vehículos privados. Esta ocupación del suelo dispersa complica a sus residentes para que puedan tener una adecuada movilidad, generando una gran dependencia al auto. Por este motivo, el consumo energético del transporte va creciendo, manifestándose actualmente como el principal consumidor de energía del conjunto de consumidores: industria, comercio y residencia.

Energía

El incremento de la importancia del gas como fuente energética, produjo un notable incremento de la demanda que no fue acompañado con el incremento de la producción ni tampoco con la construcción de infraestructura que lo transporte a los centros de consumo. En un contexto de recesión económica, la caída de la demanda de energía compensaba los problemas de aprovisionamiento, pero en el nuevo contexto de expansión económica, donde crece tanto el consumo domiciliario como el industrial, la cuestión energética se ha convertido en uno de los principales cuellos de botella del desarrollo de la región. Debe a esto agregarse que en términos relativos, el costo de la energía se mantiene muy por debajo de la mayor parte de los países de la región, existiendo un sistema de subsidios que desalienta la producción de energías alternativas, manteniendo pautas de consumo domiciliarias y de movilidad que no consideran la precariedad del sistema energético.

En los hechos, en verano el incremento de las temperaturas amenaza la capacidad de producción de electricidad que se sostiene en gran parte por la quema de combustible en las usinas termoeléctricas, imponiéndose de este modo la necesidad de programas de contención del consumo que implican restricciones a la industria, el comercio y los servicios. La aparición de eventuales cortes del suministro da cuenta del nivel de movilización con que la comunidad expresa su descontento frente al problema. En el invierno, el incremento de la demanda de calefacción pone en crisis el suministro de gas, estableciendo cupos al suministro para actividades industriales, e induciendo la utilización de combustibles alternativos en las usinas termoeléctricas (Provincia de Buenos Aires, 2007). A su vez, el consumo de gas de los hogares, en ocasiones genera el desabastecimiento de combustibles para el transporte privado. Muchas veces pone en crisis la movilidad del parque automotor muy extendido que funciona con GNC, verificándose largas filas de vehículos en las estaciones de servicio, que son claras señales del problema de abastecimiento de combustibles.

Un aumento de los desplazamientos en vehículo privado en detrimento de otras modos más sustentables. La dispersión de los flujos, el alargamiento de las distancias, la individualización de los desplazamientos junto con una oferta deficiente de transporte público han provocado un aumento de la cuota del modo privado de la movilidad tanto de personas como de mercancías. Este urbanismo difuso en la Región impone cada vez más el uso del auto como el motor de desplazamiento diario en relación al resto de los modos de transporte, especialmente en aquellos grupos de renta alta y media. Estos desplazamientos suponen el 36% de los viajes diarios y transporta más de 2.000 millones de personas al año. Realizar cualquier tarea propia de la vida urbana en auto (consumo exosomático), supone un consumo energético varios cientos de veces superior a la realizada a pie (consumo endosomático). La potencia energética de un auto mediano es de unos 73 kW, lo que representa una potencia 600 veces superior a la potencia de una persona que no supera los 150 W (Rueda, 2001). Además, la energía utilizada yendo a pie es energía renovable que no aumenta la entropía, mientras que la energía del auto es no renovable (combustible fósil) y de impacto considerable en los sistemas de la tierra. Por eso es necesario encontrar modelos y estrategias de movilidad que busquen la proximidad de las estructuras y funciones urbanas de modo que los viajes a pie aumenten en relación a los porcentajes actuales. Por otro lado, la energía que consumen las viviendas unifamiliares aisladas supone estar expuesta a cuatro vientos, lo que representa mayor consumo energético tanto en el período invernal como estival. También, el aumento del techo edificado por unidad de hogar, lo cual implica un aumento del volumen de calefacción o refrigerador respecto a otras tipologías (Rueda, 2000).

El aumento y mantenimiento de las infraestructuras crece en la medida que aumentan las restricciones energéticas de este urbanismo difuso. Por otra parte, es un tipo de crecimiento con altos costos de urbanización (luz, agua, cloaca, gas, recolección de residuos, parques, etc.). Los costos crecen, y si bien es factible pagarlas con las plusvalías de la expansión, ¿qué pasará cuando se sature el territorio apoyado en los combustibles fósiles que se agotan?


 

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