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ECOURBANISMO

Leonardo Fernández



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Regulación hidrológica

La “inundación” (regulación hidrológica*) es un servicio alterado en la cuenca. A lo largo del tiempo, se ensayaron diferentes soluciones. Durante una primera etapa se optó por reconducir las aguas y agilizar su escurrimiento por medio de canales y entubamientos. Una segunda hipótesis optó por retener las aguas en los momentos críticos promoviendo la construcción de embalses y lagunas de retención (como en el caso de la cuenca del Río Reconquista donde se construyeron las presas Roggero, La Choza y el Durazno). Más recientemente se señala el interés por tratar las cuencas altas, reteniendo los escurrimientos a través de tratamientos ambientales (forestación) y la defensa de los usos agrícolas optimizando la recarga de napas a través del suelo absorbente (Provincia de Buenos Aires, 2007: 178).

Los sitios de emplazamiento tienen diferentes características desde el punto de vista topográfico. Si bien la mayoría de las mismas se encuentran en cotas de más de 15 metros de altura, algunos desarrollos inmobiliarios, y en particular los de comercialización más reciente, han sido localizados en las cotas inferiores de 15 metros, en zonas inundables tal como se ve en el Figura 16 donde se halla superpuesta la localización de los emprendimientos privados junto con el valle de inundación del río Luján y de los demás cursos de agua que atraviesan el partido (Miraglia, 2001).

En ocasiones se han verificado la aparición de miles de peces moribundos en las contaminadas aguas del Río Luján a la altura de la Reserva Natural del Pilar, que han motivado diversas campañas de voluntarios de la Asociación Patrimonio Natural, para su salvataje. La contaminación es producida por industrias de la zona que descargan sus vuelcos clandestinos en el río. También se puede comprobar que de los 6 km. de ribera del río Luján que ocupa la Reserva, casi un kilómetro se encuentra con basura domiciliaria de todo tipo.

Otra cuestión de la cuenca refiere a la ocupación de los bordes de ribera (valores de uso sociales y culturales) por los sectores más carenciados de la población. La lógica de la necesidad, lógica de la “penuria de la tierra”, de los sectores postergados, indujo la urbanización, ocupando tierras vacantes, muchas veces públicas, localizadas a la vera de las principales cuencas. Pero también hay que señalar, que la lógica rentabilidad, lógica de la mercancía “urbanización de las elites” dirigido a sectores con alto poder adquisitivo, también han ocupado en muchas áreas los bordes de la ribera a lo largo del tiempo, fundamentalmente por los valores paisajísticos de localización. La urbanización de estas tierras (que en la mayoría de los casos han sido objeto de importantes trabajos de acondicionamiento), supone el desarrollo de grandes obras hidráulicas, no solamente costosas, sino que además imponen alteraciones al comportamiento natural de los cursos de agua cuyos efectos impactan sobre otras áreas.

La modificación ambiental que genera la expansión en la Región es el rediseño topográfico e hidrológico, e incluso la configuración de nuevas modalidades de presentación espacial de pulsos en sistemas anegadizos. Muchas urbanizaciones se desarrollan sobre fragmentos forestales en las costas de ríos y canales artificiales, y también con el avance de loteos en áreas inundables. Una característica es la atenuación de inundaciones en algunas áreas debido a la construcción de defensas y sistemas de rellenos, e intensificación de inundaciones en otras (Morello, 2000).

Figura 20. La fotografía muestra el movimiento de tierras y destino final: traza visual de lo que fue el refulado en la Sección 1 del Delta a continente, para el relleno de la Urbanización Cerrada, cruzando el cauce del río Luján.

Como resultado se observa una dilapidación de suelo descomunal: un cálculo muy global del sistema metropolitano de Pilar revela que el suelo urbano hoy de casi 135 km2 albergaría, con una densidad baja, digamos 100hab/ha, y descontando un 35% de la superficie promedio para espacios públicos, a 800 mil habitantes; territorio donde en la actualidad viven 275 mil. Es decir, esa tierra vacante absorbería las necesidades de crecimiento poblacional en un horizonte de planeamiento de 30 ó 40 años aproximadamente.


 

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