BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


CONSIDERACIONES TEÓRICAS ACERCA DE LA ECONOMÍA INFORMAL, EL ESTADO Y LA GERENCIA

Alexei Ernesto Guerra Sotillo



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1.7.4 El enfoque de la Economía Popular: conciencia de la dimensión política.

Parece quedar claro que las corrientes conceptuales en revisión hasta ahora, plantean una clara identificación del término “economía popular” no sólo con las tesis contemporáneas del marxismo o la izquierda, sino también el realzamiento del contenido político del término, y su ubicación en el territorio de la lucha de poder, en tanto reclamo de legitimidad ante el Estado o ante la gran empresa privada, a su quehacer, lógica y dinámica.

Existen por supuesto, riesgos latentes y manifiestos, al asumir interpretaciones mecánicamente benevolentes, al querer definir lo popular como la suma de todo lo bueno, ingenuo, legítimo, excluido y solidario. Este riesgo teórico y metodológico, se corre por igual al no valorar con equilibrio, la clasificación sectorial de la sociedad civil, el tercer sector, o el mundo cooperativo.

En este sentido, Bergesio (2004) manifiesta esta preocupación:

Es importante (…) separar la propuesta de los autores presentados de la fascinación moral por la comunidad (presente en las que idealizan la cultura popular, lo cotidiano, lo local) ya que en esta postura se piensa en el modelo de la comunidad aislada, mientras que, (los autores citados) están pensando en una relación dialéctica entre pueblo y capital o considerando las múltiples relaciones entre el mercado, el Estado y lo popular. (2004:33)

Señala esta autora, que la economía popular definida por la diversidad de actores y prácticas que puede abarcar, es un concepto unificador, y que este rasgo entraría en contradicción con una postura marxista clásica, interesada más bien a identificar puntos de división, pero que al aplicarse a la economía, demostraría el matiz mistificador del concepto popular, ya que se puede mostrar al pueblo como comunidad, pero difícilmente como clase.

Ahondando en la perspectiva del poder, Bergesio expresa que el término popular indica así una relación un tanto desplazada entre la cultura y las clases. La cultura de los oprimidos, las clases excluidas: este es el campo al que remite el término popular. Y el lado opuesto a éste, a decir de la autora (el lado que dispone del poder cultural para decidir lo que corresponde y lo que no corresponde) es, por definición, no otra clase entera, sino esa otra alianza de clases, estratos y fuerzas sociales que constituye lo que no es el pueblo y tampoco las clases populares sino la cultura del bloque de poder.

Plantea Bergesio, que cuando un objeto se define como popular o perteneciente al pueblo, es un poco condenado a la indefinición. Pero la decisión que toman estos autores es la de servirse de estas palabras a pesar de todo, sabiendo que al unirlas así, pueblo y popular, son herramientas políticas.

Al analizar otras posturas dentro del campo teórico que defiende la pertinencia de lo popular como dimensión conceptual-valorativa de lo económico, Iranzo (1993) ha manifestado, en relación a la economía popular, que referirse a ella solamente a través de su supuesta condición informal, nos ubica en la perversa dicotomía formal-informal que tiene su origen conceptual en una pretendida ilegalidad como causa que es en realidad una consecuencia: el cumplimiento de la Ley no es posible, porque de acatarla la actividad económica fracasaría.

Plantea dicho autor, que las microempresas han sido generalmente identificadas como los esquemas de organización más usuales de la Economía Popular, porque ésta no se limita a aquellas, y que deben mencionarse además a las cooperativas, entre las múltiples maneras de organización para el trabajo y la producción.

La generalizada y limitada asociación que muchos hacen entre buhoneros y economía informal, es criticada por este autor, “como si los que se ven obligados a enfrentar sus dificultades de acceso al capital solamente tuvieran la posibilidad de dedicarse a ser vendedores ambulantes.” (2003:5).

Iranzo argumenta así, a favor de lo popular como denominación, sustentado en la tesis de que enfocar las iniciativas y estrategias de autogeneración de empleo e ingreso como manifestaciones de la Economía Popular, permite hacer el esfuerzo por captar todo su significado de manera más integral, incorporando sus componentes dentro de lo que podrían llegar a representar como alternativa de desarrollo, ya que son expresión de generación de riqueza que, a pesar de su baja productividad, están resolviendo la satisfacción de necesidades y están organizando a vastos sectores de la población buscándole salidas a la crisis.


 

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