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LA COLABORACIÓN EN PROYECTOS DE INVESTIGACIÓN- DESARROLLO EN BIOINFORMÁTICA. DE LA DISPERSIÓN A LA INTEGRACIÓN

Delly Lien González Hernández y otros


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1.3.2. El caso cubano

La universidad cubana actual tiene puntos de comunión con la universidad latinoamericana del presente siglo, caracterizada por los autores antes referenciados (Arocena y Sutz, 2001a; 2001b). En tal sentido pudiera mencionarse que en Cuba la enseñanza superior también tiene entre sus grandes objetivos la docencia o formación, la investigación y la extensión universitaria.

Sin embargo, las propias características del proyecto social cubano y el desarrollo científico y tecnológico alcanzado en todos los órdenes, durante los últimos 49 años, han propiciado que la universidad cubana de estos tiempos sea reflejo y, a su vez, protagonista de dicha realidad, y su alcance y proyecciones sean mucho mayores que los objetivos ya señalados. Dígase que la “política del conocimiento” implementada por más de cuatro décadas, con génesis en la campaña de alfabetización (Núñez-Jover et al. 2007) ha permitido, en la medida de lo posible, hacer accesible para todos el conocimiento y uso de las nuevas tecnologías.

En el período comprendido entre los años 1990 y 2002, según García-Cueva (2006), la universidad cubana ha constituido centro de investigaciones con una gran componente científica, tecnológica y productiva que ha devenido en nuevo paradigma: la nueva universidad, donde continúan primando la docencia e investigación en una universidad de masas, diversificada, con una nueva universalización y cuya divisa es “vivir de producciones intelectuales”.

En Cuba la “nueva universidad”, concepto necesitado de mayores precisiones, alude a la etapa actual de la universalización de la educación superior cubana, expresada, entre otras cosas, en la creación de Sedes Universitarias Municipales (SUM), la localización de espacios de formación superior en los más diversos escenarios (hospitales, bateyes, prisiones) y la posibilidad del acceso pleno a los estudios universitarios de todos los jóvenes, con notables implicaciones para los propósitos de justicia y equidad social que caracterizan este proyecto social.

Los autores coinciden con Núñez-Jover et al. (2007) respecto a que el concepto de “nueva universidad” debe considerarse una idea en proceso de construcción porque forma parte de las transformaciones revolucionarias en curso, sistemáticamente incorpora nuevas dimensiones y es aún prematuro concederle el carácter de paradigma constituido.

En el modelo actual, la universidad cubana se caracteriza por ser (García-Cueva et al., 2006):

 Moderna, humanista y universalizada

 Científica, tecnológica y productiva

 Altamente pertinente e integrada a la sociedad y de alto impacto económico, social, ambiental, científico, tecnológico y cultural

 Profundamente comprometida con el Proyecto Social de la Revolución

En Cuba, se ha experimentado un vertiginoso desarrollo del vínculo universidad –empresa (aunque en el contexto cubano este es el término generalizado, los autores de esta investigación son partidarios de hablar del vínculo “universidad-sector productivo”, por considerarlo más abarcador) desde la década de los 80 del pasado siglo debido a: la revolución productiva basada en la ciencia, donde el valor agregado está en el conocimiento, y a la revolución en la estructura económica internacional orientada a una mayor competitividad (Gómez, 2004).

Desde los primeros años de la Revolución el país ha dado una serie de pasos en cuanto a la innovación tecnológica y a la vinculación de la investigación con la práctica, que son elementos de indiscutible valor y que constituyen formas específicas que en la sociedad cubana han contribuido al desarrollo tecnológico. La organización del Sistema de Ciencia e Innovación Tecnológica (SCeIT), los Polos Científico-Productivos, el movimiento del Forum de Ciencia y Técnica, así como el trabajo de la ANIR (Asociación Nacional de Innovadores y Racionalizadores) y las BTJ (Brigadas Técnicas Juveniles) son elementos, cuyo aporte a la integración de la ciencia y la producción y a la estimulación de la actividad innovativa es incuestionable.

En los años 90 se dieron pasos encaminados a una organización y planeamiento más ágiles y flexibles de la actividad científica, introduciéndose el concepto de Programa a ciclo completo, desde la investigación científica, hasta la utilización de sus resultados. Además, el resultado científico pasó a ser el objetivo principal de planeamiento y evaluación de cada programa (Codorniú, 1999).

Ello vino acompañado de un importante esfuerzo inversionista del país en instituciones científicas, especialmente en el área de la Biotecnología y la Industria Médico-Farmacéutica, creándose un conjunto de centros de excelencia que han sido protagonistas principales del salto cualitativo experimentado por la ciencia cubana en ese período.

Junto al proceso gradual de recuperación de la economía del país que ha tenido lugar a partir de 1994, también la actividad científico-tecnológica ha venido experimentando un proceso de recuperación en los últimos años. Un paso importante en este sentido fue la creación a fines de ese año del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA), lo cual representó un cambio cualitativo en la atención a la ciencia y la tecnología. Una de las tareas fundamentales del CITMA desde su creación ha sido la introducción en el país de nuevas formas de organización de las actividades científico tecnológicas, que por un lado potencien aún más el proceso de generación de conocimientos científicos en determinadas áreas y que por otro eleven a planos superiores el proceso de innovación tecnológica para garantizar la rápida y eficaz conversión de conocimientos - tanto los generados en el país como en cualquier parte del mundo - en nuevos productos, procesos y otros elementos que contribuyan directamente al desarrollo económico y social (Codorniú, 1999).

Por otra parte, la nueva realidad económica del país y su inserción cada vez mayor en un mundo globalizado exigen revisar detalladamente cuáles son aquellas áreas de máxima prioridad en la investigación científica y cuál debe ser la política de asimilación y transferencia de tecnologías.

Las universidades y otros centros de educación superior son elementos esenciales dentro de la actividad científico-técnica, no sólo por la formación y recalificación de profesionales para el sistema, sino también por su alta participación en las actividades de investigación científica e innovación tecnológica que tienen las mismas.

Las empresas de producción de bienes y servicios juegan cada día un papel mayor en el SCeIT, pues es en ellas donde se concreta la innovación. Deben destacarse como parte integrante del Sistema, aquellas que han incorporado la innovación a su estrategia de desarrollo y a su actividad cotidiana, y que se distinguen, por tanto, como empresas innovadoras. La tendencia debe ser que paulatinamente todas las empresas y entidades de producción de bienes y servicios sean innovadoras (Codorniú, 1999).

En este orden, el carácter sistémico de la actividad científica y tecnológica nacional ha permitido la integración de universidades con empresas, centros de investigación y otras organizaciones. Existen casos como el de la Universidad de Oriente (Gómez-Luna, 2006) con varios centros del Polo Científico Productivo de Santiago de Cuba y el de la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas cuyo vínculo a través del Polo Científico Productivo de Villa Clara, se extiende a muchos centros de la región central del país. Asimismo, puede destacarse la integración de la Universidad de La Habana con diversas instituciones del Polo Científico del oeste de la capital. Y uno más reciente es el caso de la UCI cuya relación con el sector productivo se materializa ya en decenas de proyectos de I+D con empresas como SOFTEL, SYS COPEXTEL, PROCYON Soluciones, y con centros de investigación capitalinos como CQF, CIM, CIGB, CNGM y CNC.

Con ello se ha participado de manera singular en lo que Etzkowitz y Leydesdorff (1997, citados por Núñez et al., 2007a: 171) han denominado como “segunda revolución académica”, caracterizada por una mayor intervención de la universidad en los procesos económicos y sociales.

En una visión prospectiva para el país, en todas las tecnologías avanzadas y de punta, la principal fortaleza de Cuba radica en la calidad y la cantidad de los recursos humanos necesarios para desarrollarlas y/o aplicarlas (García-Cueva, 2002).

Por otra parte, llama la atención que el país ha proyectado consecuentemente el progreso científico y tecnológico, considerándolo una premisa y no una consecuencia de desarrollo, y cuenta con un buen potencial en las direcciones principales. En estos perfiles tan determinantes para el desarrollo de un país, en los cuales la brecha entre los países ricos y pobres se hace cada vez más grande, Cuba tiene fortaleza humana y tecnológica para aprovechar las oportunidades que brinda el progreso científico y tecnológico mundial, en función del desarrollo del país y la elevación de la calidad de vida de su pueblo. A tales efectos, considerando las limitaciones económicas del país, resulta imprescindible diferenciar (García-Cueva, 2002):

1. Las áreas de excelencia en que es posible mantener o alcanzar competitividad internacional a partir de productos y tecnología novedosa, mediante la investigación estratégica y el desarrollo tecnológico a ciclo completo con patentes propias. Por ejemplo, el desarrollo de la industria biofarmacéutica, la ingeniería biomédica y la ingeniería informática.

2. Las áreas clave más tradicionales donde son necesarios cambios tecnológicos importantes para alcanzar competitividad de los productos, incremento de la producción, sostenibilidad ambiental, etc. Fundamentalmente mediante procesos de transferencia y asimilación tecnológica. Por ejemplo, la industria de generación de electricidad, de las comunicaciones, la automática y la electrónica.

3. Áreas científicas y tecnológicas en las que es necesario alcanzar o mantener un determinado nivel que facilite el avance de las áreas y garantice la continuidad del desarrollo económico del país. Por ejemplo, la Nanotecnología, la Bioinformática, o los nuevos materiales.

“En toda esta estrategia de desarrollo científico y tecnológico, las universidades desempeñarán un papel fundamental, estableciendo compromisos y trabajando como un gran centro de investigación en integración estratégica con otros centros de investigación de excelencia y el sector empresarial de base tecnológica avanzada (García-Cueva, 2002). “

En opinión de los autores de este trabajo, es fundamental que el vínculo de las universidades cubanas con el sector productivo en general, continúe afianzándose y ganando en el desarrollo y aplicación de nuevas formas de integración. Una nueva vía para lograrlo pudiera ser la utilización del potencial académico y científico que representan las SUM en todo el país. El alcance de la universalización de la educación a través de las SUM pudiera entonces materializarse en cada territorio donde la universidad está, hoy, más cerca que nunca antes, de los grandes centros productores, de empresas innovadoras y emprendedoras, estaciones experimentales, centros de investigación y otras entidades de la producción de bienes y servicios, cuya relación con la educación superior es imprescindible para la formación y superación constante de sus recursos humanos.


 

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