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EL PROCESO DE SUSTITUCIÓN DE IMPORTACIONES EN AMÉRICA LATINA:
EL CASO DE MÉXICO, 1940-1980

Ana Luisa González Arévalo


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3.1. Desequilibrio externo.

El capitalismo mexicano se ha venido caracterizando en la industria por su incapacidad por su incapacidad para producir internamente bienes de capital para la expansión de la producción. En consecuencia en México su crecimiento económico ha estado impregnado de dependencia del exterior para proveerse de la maquinaria y demás bienes de producción necesarios para el mantenimiento y extensión productiva.

La situación de dependencia externa se refleja en: creciente deterioro del comercio exterior y estancamiento de ramas básicas de la producción, del sector agropecuario y la industria de energéticos. El déficit de la balanza comercial se ha incrementado como resultado de la creciente importación de maquinaria y materias primas industriales. (Ver cuadro 5).

La importación de bienes fue fundamentalmente destinada a la industria, servicios y transporte. En lo que corresponde a la maquinaria, las herramientas y vehículos importados fue orientada una significativa parte, por el contrario en lo que toca a los bienes de consumo su importación es mínima, lo cual marca la dependencia hacia el exterior del desarrollo del país. (Ver cuadro 6).

El impacto del proceso de sustitución de importaciones en su fase compleja en la industria mexicana, condujo a un desequilibrio en la balanza comercial, el cual lejos de corregirse, tiende a aumentar con la industrialización del país. Este desajuste no constituye un límite absoluto a la expansión industrial pero si implica un aumento en el endeudamiento nacional, convirtiéndose en un crecimiento del saldo de la deuda externa. (Ver cuadro 7).

Durante el transcurso de la década de los 70's hubo cambios sustanciales en la economía mexicana, siendo el más importante, desde nuestro punto de vista, el peso de la deuda externa. A partir de este decenio el país transitaba de una economía agrícola y rural, se transformaba en urbana e industrial. La imagen que se tenía al inicio de este periodo era que la nación mantenía una solidez monetaria y una actividad económica con gran dinamismo.

Después de tres años, la depresión se iniciaba en 1973 y llegaba a su mayor grado de profundidad en 1976, con la devaluación del peso mexicano frente al dólar. La recuperación comienza hasta 1979 transformándose en mayor endeudamiento. El fenómeno de la inflación presentó una mayor agudeza y estuvo acompañada de desempleo, subempleo y descenso del poder adquisitivo de la población. (Ver cuadro 8). Además de la insuficiencia en servicios médicos, educación, vivienda, transporte por carretera y ferroviario.

En relación al comercio exterior, continuaba la importancia de bienes de capital, las exportaciones habían alcanzado grandes magnitudes, entre ellas en materia petrolera. También subsistía el atraso en la generación el atraso en la generación de energía eléctrica, siderúrgica y minería. La producción de alimentos que se había sostenido hasta los años 60's, no era posible seguirla manteniendo por la falta de capital, la casi nula expansión de áreas de riego, el ostracismo del agricultor capitalista y el estancamiento del mercado interior.

La tasa de crecimiento del PIB, bajó del 8.1% al 1.7% de 1968 a 1976 y subió a 3.2% en 1977, posteriormente hay una franca recuperación a partir de 1978 y 1979 con 6.6% 8.0%. El incremento anual de la población ha mantenido su tasa alta de 3.4% en promedio, con una ligera tendencia a disminuir a partir de 1976. Sin embargo, el desempleo hacia mediados de la década afectaba a 4 millones de trabajadores (Clausura del Congreso de la CTM, 26 de febrero de 1975), aproximadamente el 26% de la Población Económicamente Activa.

La actividad industrial descendió conforme a los datos del Banco de México, en el Informe Anual de 1974 se habla de un descenso en este sector de forma alarmante. El volumen de la producción en la industria de la construcción disminuyó de una tasa de crecimiento de 22.8% a 0.1% en el cuarto trimestre de 1973 al mismo periodo de 1974, y la de las manufacturas de 12.4% a 3.4% en las mismas fechas. Esta situación condujo a una impresionante masa de desempleados. La desocupación se convirtió en un fenómeno acumulativo. De cada 1 000 personas solamente obtenían empleo 254.

Ante esta situación, el gobierno puso en práctica una nueva política económica, a través de (Echeverría, 1970) la creación de un aparato industrial diversificado y de amplias proporciones que pronto arrojó un producto industrial cuya magnitud llegó a representar una parte considerable del producto global del país. Eso empero pudo conseguirse a costa del bienestar de las grandes mayorías y de posponer o simplemente disminuir el ritmo de expansión de actividades básicas que hubieran dado una mayor solidez al aparato productivo nacional.

No obstante el excedente que se extrajo no se utilizó para el ritmo de acumulación, y éste no fue canalizado para disminuir la tasa de desempleo, lo que sucedió fue el de mantener un alto nivel de consumo suntuario, la distribución del ingreso se hizo cada vez más inequitativa, la concentración del ingreso y la riqueza era apropiada en cada vez menor número de familias.

El panorama presentado en este decenio (Huerta, 1976) y que además era reconocido por el presidente de la República es el siguiente:

No es cierto que exista un dilema inevitable entre la expansión económica y la redistribución del ingreso…si consideramos sólo cifras globales podríamos pensar que hemos vencido al subdesarrollo. Pero si contemplamos la realidad circundante tendremos motivos para muy hondas preocupaciones. Un elevado porcentaje de la población carece de vivienda, agua potable, alimentación vestido y servicios médicos suficientes”.

Al año siguiente, México tuvo que hacer frente a los efectos que sobre la economía del país tuvieron los problemas que eran generados en el extranjero: crisis financiera, tasas inflacionarias, de los países altamente industrializados. Las consecuencias en el país fueron las de sacrificar la ritmo de crecimiento, formación de capital, descenso en el nivel de empleo y del bienestar social de las mayorías.

Al inicio de la década en particular en el año 1972, la actividad económica se reanimó, cuyos factores más dinámicos fueron los siguientes: gasto público, aceleración de los programas de construcción de viviendas, incentivar las exportaciones incrementar el turismo extranjero y el consumo privado; en este año con la recuperación económica se reafirmó el papel rector del Estado. En efecto, (Huerta, 1976), este aparato responde a los intereses de la clase hegemónica del sistema capitalista, que es la burguesía industrial oligopólica. Esta clase incurre en la política económica del gobierno a fin de favorecer su proceso de acumulación de capital, el gobierno, además de promover y estimular tal proceso, realiza la función de legitimar al sistema capitalista.

El estado, a través del sector público realizó obras de infraestructura, proyectos

Industriales complementarios y otros que requieren grandes montos de capital que sólo el sector público puede realizar y estar dispuesto a financiar bajas tasas de rentabilidad.

La actividad del aparato gubernamental, (Tello, 1983) principalmente se encuentra en la producción de servicios públicos y en la producción de algunos bienes intermedios, para satisfacer así de insumos y servicios baratos al sector privado, dejando para éste el control de la producción de bienes de consumo duradero y no duradero, así como una porción significativa de la producción de bienes de capital e intermedios. El gobierno realiza gastos en el sector público que permite la disminución de costos de producción favoreciendo a los capitalistas privados, porque estos son los que deberían de realizar dichos gastos. También este grupo estatal se encarga de abaratar el costo de la fuerza de trabajo mediante el financiamiento de la educación, salud, etc, canalizando recursos que de otra forma deberían de ser realizados por los capitalistas vía mayores salarios. La política del estado ha sido para el beneficio de las grandes empresas nacionales y extranjeras, contribuyendo a acelerar el proceso de concentración industrial.

Otra de las funciones del estado fue la de impulsar a los sectores de mayor potencial de acumulación, ello acentuó las desigualdades de productividad y crecimiento entre los sectores, generó graves problemas de empleo, tensiones sociales, regresividad en el nivel de distribución del ingreso, mayor dependencia externa y otros problemas.

En este década de 1970 el estado aminoró los costos de manera artificial y también aseguró las tasas de ganancia. Entre las medidas que llevó a cabo fue la estabilización de precios en los sectores claves, que a la larga resultó insostenible, así como su capacidad de subsidiar, sofocando la expansión de varios sectores, principalmente, energético, producción de azúcar, transporte ferroviario y productos agrícolas para el consumo doméstico.

Desde los años 60’s había un debilitamiento e incapacidad para llevar a cabo inversiones requeridas en los sectores dinámicos que hubieran sido capaces de romper con el estancamiento. Continuando en esta misma dirección se aplicó en los 70’s la política estatal en la que solamente se invertía en las áreas en las que tradicionalmente lo hacían. Además, se realizó un alto contenido de importaciones, con gran endeudamiento con el exterior, entrando el capital estatal en un acelerado proceso de dependencia tecnológica y financiera, el proceso de sustitución había llevado a la nación a esta situación.

En relación a la política económica aplicada a la población el papel rector del estado fue en los siguientes términos en la VII Convención Nacional del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se hicieron diversos planteamientos en los cuales se puede destacar: reforma al Artículo IV Constitucional con el propósito de reglamentar en el sector industrial y en el comercio, con el fin de que el estado regulara la inversión privada. Por otra parte, en (Huerta, 1976) el Programa de Acción se incluyen entre otros los siguientes puntos; jornada máxima de 40 horas semanales, escala móvil de salarios, seguridad social para todos los mexicanos, desaparición de los latifundios y lucha contra la nueva gran propiedad, rechazo a toda forma de imperialismo y solidaridad de México con el Tercer Mundo.

Sin embargo, sólo fue implantada la semana de 40 horas en algunas industrias, la escala móvil de salarios no fue llevada a cabo, la gran propiedad adquirió mayor reforzamiento. En este sentido, la acumulación de capital favoreció el proceso de un alto grado de concentración de la propiedad de los medios de producción en las actividades agrícolas e industriales del país, provocando mayor miseria de las masas.

Deducimos que la recesión económica que se presentó en el primer lustro de la década de los 70’s, impulsó el proceso de concentración de capitales, quiebra de la pequeña y mediana industria, falta de inversión en gran escala que proporcionara una infraestructura básica.

A pesar de la política económica llevada a cabo por Echeverría, no fue posible salir de la situación económica y política del país porque sus causas no podían ser solucionadas con reformas al sistema económico, sino eran necesarios cambios muy profundos de la estructura económica. El programa planteado por el presidente Echeverría se puede resumir básicamente en lo siguiente:

*En las zonas rurales impulsar el crecimiento a través de créditos agropecuarios en inversión en infraestructura.

*Elevación de salarios ajustados a los incrementos de los precios, así como la defensa de la economía de las clases populares.

*Desarrollo de la capacidad instalada en las industrias básicas, siderurgia, petróleo, etc.

*Aumentos en los precios de los bienes que son proporcionados por el sector público.

*Solidez en la política exterior.

*En los sectores populares tendrían una mayor participación en las decisiones de la política del país.

*Cambios en la actitud del sector público hacia el sector privado.

*Aumento del gasto de educación y vivienda.

No obstante todos los esfuerzos que se realizaron no fue posible llevar a la práctica dicho programa, hubo elementos que pusieron de manifiesto la crisis, cuyos testimonios fueron: incremento en el endeudamiento con el exterior, desempleo, inflación, devaluación del peso, pérdida del poder adquisitivo por parte de la población. También se detecta una reducción en la inversión privada y por ello fue necesario buscar mecanismos para elevar las tasas de ganancia por vía de la inflación y la especulación, todo lo cual recayó sobre la clase trabajadora.

La política económica llevada a cabo en el sexenio de Echeverría, (Corichi, 1976) explícitamente a mantener la paridad cambiaria y supuestamente a combatir la inflación, tuvo como resultado el estancamiento económico, la quiebra masiva de pequeñas y medianas empresas y la reproducción ampliada del desempleo, la devaluación no puede aceptarse de ningún modo es la constatación rotunda del fracaso de una política financiera pro-oligárquica y pro-financiera.

La devaluación del año de 1976 tuvo como causa el orden estructural por el patrón de acumulación. El Desarrollo Estabilizador se había venido caracterizando por alcanzar altas tasas de crecimiento de la economía a través del impulso otorgado al proceso de industrialización en el territorio. Las instituciones gubernamentales habían venido desarrollando una política de gasto en inversiones en infraestructura, otorgar subsidios de impuestos a las grandes empresas, endeudamiento crediticio, contracción salarial y de protección al mercado, dando estímulos suficientes para el desarrollo del sector industrial. Ello condujo a que en el estado hubiera déficit presupuestal cada vez más elevado. Por ello recurrió a incrementar la deuda interna y externa para su financiamiento, producto de que el régimen impositivo estaba orientado para llevar a cabo y estimular la acumulación de capital de la gran industria. El crecimiento de este rubro de la economía, provocó mayor dependencia tecnológica, y llevó a que la tasa de crecimiento de las importaciones creciera en mayor proporción que las exportaciones, originando un grave déficit o desequilibrio en la balanza comercial, siendo estos factores financiados por recursos externos.

La reforma fiscal también jugó un papel muy importante en la devaluación correspondiente a 1976. La recaudación de los impuestos no recayó sobre las ramas altamente monopolizadas que obtenían utilidades excedentes por arriba de la media de los demás. El alto costo de los artículos importados fue otro factor que estimuló el acrecentamiento interno de los precios adquiridos fuera de México.

El proceso de sustitución de importaciones estuvo muy limitado; no se logró que el país tuviera la capacidad de fabricar bienes de capital que cubriera los requerimientos necesarios demandados por la industria, pero en cambio se obtuvieron, por un lado, altos niveles de crecimiento de deuda externa e interna y un déficit comercial en expansión.

Hacia 1973 se registra un crecimiento de las importaciones en específico en el sector de alimentos, energéticos y a su vez descendió el nivel de las exportaciones, agravando así el déficit en cuenta corriente, junto con fugas de capital provocadas por una evasión de las diferenciales tasas de interés respecto a las que prevalecían en el extranjero. La especulación y “desconfianza” por parte de los ahorradores ocasionaron que el sector público y privado se endeudase con el exterior.

La creciente deuda pública favoreció la especulación con el peso, las inversiones no crecían porque los capitalistas privados recurrían al mercado exterior para financiar mayor capital. Si bien es cierto hay una reanimación en la actividad económica a partir de mediados del 72’, existe una falta de oferta de alimentos, a pesar de las importaciones de bienes básicos, paralelamente el acaparamiento y la especulación que aunados a una política restrictiva, inflación a escala mundial, desembocaron en elevadas tasas de interés e inflacionistas.

Es importante destacar que las importaciones de bienes de capital, materias primas y bienes de inversión representaban aproximadamente las tres cuartas partes del total de las compras que realizó el país en el extranjero. (Ver cuadro 39). Dentro de este marco de dependencia hacia el exterior, algunos autores plantean como (Padilla Aragón, 1981) que en estos años las presiones económicas de Estados Unidos a México, fueron más profundas y se sintieron con mayor severidad, cuando la magnitud de la deuda externa fue aumentada de manera vertiginosa.

El déficit comercial, (Echeverría, 1970) desde los años 60’s se ha venido incrementando como consecuencia de un patrón de industrialización basado en producir sólo para sectores de alto ingreso. Este tipo requiere de un alto contenido del insumo de importación que sigue siendo una de las razones principales del desequilibrio comercial.

Las compras en el exterior provocaron una gran exigencia de divisas, ello se obtuvo mediante corrientes de inversión extranjera directa trasladando un creciente endeudamiento con el exterior. Traduciéndose finalmente esta situación en la devaluación del 76’, que significó una disminución del poder adquisitivo de la población. El estado mantiene el control de la dinámica de precios-salarios, debido a la sujeción que tiene sobre el movimiento obrero, el aparato estatal tiene más poder sobre los salarios que los precios. El reajuste que se otorgó al salario resultó menor que el alza a los precios; es decir, éstos se siguieron incrementando, como consecuencia del alto grado de monopolio de la industria mexicana.

El sostener el tipo de cambio con el dólar ayudó a empeorar el conjunto de desequilibrios, al alentar las importaciones y alentar la expansión industrial. Sin embargo, todos los desajustes acumulados no se superan por una devaluación, si ella no va acompañada de medidas de política económica adecuadas y de transformaciones en la estructura económica.

La devaluación al encontrarse unida la déficit presupuestal, lento crecimiento de la oferta de productos agropecuarios, desató una espiral inflacionaria, cuyo resultado es el empobrecimiento de las grandes masas populares, la construcción del mercado interno, y el aceleramiento de la destrucción de empresas medianas y pequeñas, incremento del desempleo, subempleo, y por tanto, un desequilibrio comercial y mayor devaluación.

En la década de los 70’s, las inversiones extranjeras, créditos del exterior, remesas enviadas fuera de la nación e intereses sobre las deudas oficiales crecieron de manera significativa, los financiamientos recibidos de los países altamente industrializados rebasaron los 4 000 millones de dólares en el 78’. Los intereses sobre la deuda aumentaron 5 veces de 1974 a 1979.

En particular, las importaciones del sector público alcanzaron magnitudes considerables. Una de las características centrales de la economía mexicana es este periodo era el aumento de la inversión extranjera, paralela a un dilatado nivel de concentración de la propiedad de los medios de producción. (Ver cuadro 9).

El papel que jugaría el capital extranjero había sido claramente establecido en el discurso de toma de posesión de Echeverría, (Padilla Aragón, 1981) su penetración no debía de desplazar al mexicano, sino complementarlo, asociándose con él cuando sea útil; y el capital mexicano es todo caso, dirigir el encuentro con sagacidad, señorío y patriotismo, encauzándolo para modernizar las empresas. Recibiremos por ello preferentemente a inversionistas de diversos países que se establezcan, orientados por mexicanos, que establezcan nuevas industrias y contribuyan a la incesante evolución de la tecnología y fabriquen artículos para la exportación que enviemos también a sus propios mercados.

En este contexto, se destacaron los 10 puntos que debía adoptar el gobierno mexicano con relación a la inversión extranjera:

1. Ajustes a las leyes del país.

2. Ser complementarias del capital nacional, y en consecuencia no desplazarlo o dirigirse a campos que estén siendo adecuadamente cubiertos por las empresas nacionales.

3. Orientarse, por tanto, hacia nuevos campos de actividad o el establecimiento de nuevas industrias.

4. Asociarse con capital mexicano en proporción minoritaria como regla general.

5. Dar ocupación preferente a técnicos y personal administrativo de nacionalidad mexicana y cumplir con las disposiciones legales relativas a la capacitación de personal mexicano.

6. Aportar una tecnología avanzada y contribuir a la evolución y creación de aquellas técnicas que mejor se adapten a nuestras necesidades.

7. Producir artículos destinados a la exportación que podemos enviar a sus propios mercados.

8. Integrarse a la economía del país incorporando hasta el máximo posible de insumos y componentes nacionales.

9. Financiar sus operaciones con recursos del exterior y no acudir al crédito interno que es limitado y que está formado por el ahorro de los mexicanos.

10. En general, apegarse y coadyuvar al logro de los objetivos y políticas de nuestro desarrollo.

El papel de la inversión extranjera era el de canalizarse hacia la actividad manufacturera más dinámica principalmente la participación de las transnacionales.

Al lado de los recursos foráneos se colocaron las empresas transnacionales, que en general se ubican en la última fase de elaboración de un producto, dando origen a un incremento de las importaciones, agudizando el desequilibrio comercial y obligando a la existencia de mayores corrientes de inversión y crédito.

Esta forma de actuar frena el crecimiento del mercado interno, pero las fuertes corrientes de crédito permitieron que la economía se sostuviera. Esta forma artificial de funcionamiento llegó a su límite debido a las magnitudes alcanzadas por la amortización de la deuda, por el lento crecimiento de las exportaciones, y en general porque la mayoría de las empresas públicas han dejado de ser sujetos de crédito.

Otro elemento que estuvo presente fue la descapitalización en la industria nacional la compra por parte de los grupos transnacionales de unidades económicas que operaban con utilidades.

El comportamiento del financiamiento externo en los años 70’s ha sido el siguiente:

1. De 1962 a 1975, las inversiones extranjeras directas han crecido 4 veces, mientras que las remesas lo han hecho cerca de 6 veces.

2. En cambio de 1976 a 1978 disminuyeron de 299.1 a 293.6 millones de dólares, lo mismo sucedió con las remesas.

Este descenso (Santa Cruz, 1979) o disminución se sumó a la baja de inversión privada nacional acentuando la depresión de 1979. Además se registró una fuerte huida de capital.

Sin embargo, el comportamiento en el ritmo de crecimiento de la inversión extranjera en el país le ha permitido duplicar cada 5 años sus reservas en el exterior. Otro elemento importante a mencionar, es que aproximadamente el 50% de las industrias mexicanas dependen de las transnacionales. Ellas juegan un papel decisivo en el desequilibrio externo, por ejemplo, la magnitud gigantesca de envíos por conceptos de dividendos, intereses, y otros pagos, subraya la crisis económica del país. (Ver cuadro 10).

En términos generales el país en la década de los 70’s continuaba con la política de sustitución de importaciones, originando una estructura de crecimiento anárquico, orientándose fundamentalmente hacia aquellas ramas en donde la recuperación de la inversión y la rentabilidad fuera más segura. Ello dio lugar a la concentración industrial en las ciudades mas importantes, (ver cuadro No. 11) monopolizando así la infraestructura en su propio beneficio, concentrando el empleo, el ingreso y favoreciendo al oligopolio.

Este tipo de crecimiento ha tenido como consecuencia el interior de las ramas industriales, en particular en la manufactura, su evolución ha sido extremadamente limitada en ciertos subsectores productivos. (Gómez Urrutia, 1975) Así el carácter desigual y combinado de la estructura socioeconómica de México se refleja particularmente en la estructura industrial: entre las ramas y al interior de cada una de ellas, por cuanto a la naturaleza de su producción, proceso de trabajo, tecnología, tasa de productividad, etc. Así al interior de cada rama encontramos fuertes diferencias tecnológicas que impiden generalizar la situación de atraso o modernización que prevalece en la rama.

En este decenio el sector manifestó altas tasas de crecimiento y su dinamismo se debió principalmente a la fabricación de bienes de consumo duradero, por ejemplo, automóviles, refrigeradores y en menor medida a la producción de bienes de capital, como maquinaria. En relación a las ramas de consumo no duradero fueron las que menos crecieron y disminuyeron su participación en la industria.

Este crecimiento en la industria es producto de la política de industrialización del Estado, la modernización del sector financiero y la disponibilidad de créditos externos, la penetración de las transnacionales a la actividad económica secundaria, el patrón de distribución del ingreso muy concentrado da lugar a la existencia de un mercado para el consumo de la gente de elevados ingresos.

El dinamismo del sector industrial tuvo su expresión en esta década en el elevado incremento de la productividad, es el resultado de enormes inversiones requeridas por la renovación tecnológica y de equipos

El acceso al mercado de dinero y de capitales resulta más fácil para los grupos de mayor capacidad productiva y eficiencia, hay una tendencia a la absorción o eliminación paulatina de la pequeña empresa, a pesar de que el gobierno creó un fondo auxiliar. La compañía tiene una posición de mayor ventaja por la disposición de recursos que no fueron utilizados para ampliar sus plantas y modernizarlas, sino recibir crédito comercial a sus productos publicitarios y obtener una distribución más eficaz.

Este sistema de finanzas operó en vinculación muy estrecha con las grandes empresas de carácter monopólico, ello garantizaba el pago de préstamos , formaba parte de grupos poderosos financiero, que actuaron con la posibilidad de eliminar a los competidores, fortalecieron su posición de carácter monopolista en perjuicio de los consumidores. La asociación de las finanzas con la gran industria, ocasionó que las empresas no controladas presentaran la tendencia a la creación de los monopolios, liquidando la escasa competencia de las décadas anteriores.

El desenvolvimiento del sector industrial se vio favorecido por:

a) las actividades agrícolas, que lejos de beneficiarse han apoyado a éste rubro, al ser objeto de succión de recursos financieros y humanos, la migración del campo a la ciudad le fue útil, porque contó con una mano de obra abundante. Los ingresos de las exportaciones de los productos agropecuarios fueron utilizados para pagar las importaciones;

b) el gobierno ha estimulado a la iniciativa privada para llevar a cabo inversiones, además, la industria, fue protegida del exterior, apoyado en lo interno con una política fiscal moderada, subsidios, excensiones de impuestos y contó con el soporte financiero.

En el crecimiento de este sector secundario, ha jugado un papel fundamental el sector público, al rebasar su función de protección de la competencia del exterior y promotor de grandes empresas. En consecuencia, esta progresión, recibió también un fuerte apoyo por el (Huerta, 1977) rápido aumento de las obligaciones del sistema bancario y su eficiente asignación. En 1970, los créditos totales a la industria aumentaron 16.3%, frente al 19.6% en 1969...En 1970, 50% del financiamiento total se destinó a la producción (principalmente a la industria manufacturera), mientras que la agricultura sólo recibió el 8.8%, a pesar de su enorme importancia.

Cómo se ha visto la industria se benefició por medidas y prácticas proteccionistas, así como el refuerzo de las instituciones financieras públicas y privadas. Este sistema permitió y promovió el desarrollo de grandes corporaciones monopolistas con una estructura de costos muy elevada e ineficiente, produciendo aumentos en los precios, ello realzó la concentración en este campo. También favoreció a este fenómeno, el control de la oferta monetaria, el cual no pudo disminuir por las presiones inflacionarias, que son propias de la naturaleza del capitalismo, si bien es cierto se registra un crecimiento del 7% del sector industrial, se detecta, en algunos años que dicho incremento esta acompañado de una creciente deuda externa y desequilibrios en la distribución del ingreso.

La acumulación de capital en este sector ha sido impulsada en las dos últimas décadas anteriores a las años 70’s a favor de las grandes compañías. El incremento industrial ha tenido como puntal políticas financieras, privadas y públicas, cubriendo las necesidades monetarias. En este proceso se ha acrecentado el aglutinamiento del capital en un menor número de grupos. Ello ha dado como resultado un mercado de capitales típico de un país subdesarrollado, porque el sistema financiero ha propiciado una excesiva dependencia hacia las corporaciones.


 

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