BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


LATIBEX. EL MERCADO LATINOAMERICANO DE VALORES

Lorenzo Jiménez Almaraz



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9. LA INDUSTRIA PETROLERA LATINOAMERICANA: UNA PERSPECTIVA A LARGO PLAZO.

La industria petrolera se encuentra en una difícil coyuntura marcada por cambios estructurales, con importantes desequilibrios en la oferta y todo tipo de fluctuaciones de precios. Este escenario nos hace vaticinar que en los próximos tres años, el incremento de la capacidad productiva, tanto en extracción como en manufacturas, será limitado. La inflación resultante será uno de los causantes del desplazamiento de las curvas de oferta de la industria. Estas condiciones hacen pensar que en el periodo 2007-2013, cuando menos, los precios del petróleo se situarán significativamente por encima del promedio registrado en los últimos seis años, aunque estarán sometidos a una fuerte volatilidad.

Paralelamente, está teniendo lugar un cambio en el reparto de poder entre países productores, consumidores, gobiernos y empresas petroleras internacionales, ya que estamos asistiendo al tránsito de un mercado dominado por los compradores a uno de vendedores. El surgimiento de nuevas e potencias industriales asiáticas, como China e India fortalece la competencia, en la medida en que éstos buscan asegurar suministros.

Estos cambios en el mercado petrolero también están teniendo lugar en el gasífero, y han derivado en consecuencias políticas muy significativas. Los gobiernos han aumentado su participación en la renta económica del petróleo y los requisitos y condiciones de acceso a los recursos del subsuelo lógicamente se hacen más restrictivos. Esta nueva situación ha provocado una respuesta por parte de las empresas e instituciones internacionales, que entendemos no ha sido la más adecuada porque, en las actuales circunstancias, resultaría más productivo buscar nuevas fórmulas de asociación que puedan contener las consecuencias negativas de los ciclos de producción bajistas, en lugar de tratar de actuar individualmente. Es cómo si las empresas extractoras no hayan visto bien la incipiente entrada de los gobiernos en el mercado petrolífero.

Seguridad de suministro

En el marco actual, se han intensificado las preocupaciones por la seguridad de suministro del petróleo y el gas natural en los países consumidores. Estados Unidos, primer país consumidor de petróleo del mundo, cada vez depende más de sus importaciones y la perspectiva de que éstas provendrán de forma creciente del Golfo Pérsico es fuente de serias preocupaciones y foco de atención de la política exterior estadounidenses, dado que la interrupción de suministros por parte de una región productora, ya sea por acontecimientos políticos o por la propia naturaleza, puede tener un impacto significativo sobre los precios. La inestabilidad política en Oriente Medio y la ya de por sí rígida oferta de petróleo han incidido negativamente en la cadena de suministro de petróleo y gas y han dejado al mundo con una capacidad excedente insuficiente

Por estas razones, Estados Unidos prefiere abastecer sus necesidades de petróleo en el hemisferio occidental, y ahí es dónde juega un papel fundamental América Latina. Actualmente, la mitad de sus importaciones de crudo se originan en esta región básicamente en Venezuela, ya que la producción mexicana ha comenzado a declinar. Luego está el caso de Brasil, que no mantendrá su autosuficiencia por muchos años y la madurez de las regiones petroleras argentinas no ofrecen muchas esperanzas, por lo que Latinoamérica también jugará un papel importante como consumidor, abasteciéndose de los países productores importantes de la región. A su vez, las importaciones de gas natural proveniente de Canadá tienden a declinar gradualmente, mientras que tendrán el comportamiento contrario las provenientes de Trinidad & Tobago y Bolivia.

Esta preferencia geográfica también es explicada por factores económicos. La proximidad geográfica y la disponibilidad de medios técnicos en la costa estadounidense del Golfo permiten revalorizar crudos de baja calidad. Estas circunstancias ofrecen ventajas mutuas que estabilizan dichos flujos además de que la política de seguridad energética del gobierno norteamericano incrementará la presión para que México, su fuente de suministro más cercana, facilite la inversión extranjera en su industria del petróleo y el gas natural.

En medio de esta estructura tan singular, formada por el triángulo México-Venezuela-Estados Unidos, se crea una situación de monopsonio, al existir un solo consumidor, Estados Unidos, que se encarga de analizar el investigador mexicano Juan Carlos Boué. En su estudio, ayuda a comprender la conducta de los tres actores. El monopsonista cuenta con refinerías capaces de procesar rentablemente crudos que no son de uso general. A su vez, México ejerce un liderazgo de precios, fijando durante más de 20 años el precio del crudo Maya que sirve de referencia para la valuación de los principales crudos exportados por Venezuela. En la coyuntura actual, estos dos países no compiten entre sí pues la demanda por sus crudos pesados excede a una oferta conjunta que tiende a declinar. Ambos pueden colocar la totalidad de su crudo disponible. En cambio, Estados Unidos no puede prescindir del crudo venezolano. Si decidiera hacerlo provocaría un fuerte aumento de precios, dado el escaso margen de capacidad excedente a nivel global. Venezuela, a su vez, no tendría clientes alternativos para todo su crudo y una diversificación limitada de mercados supone necesariamente fuertes descuentos pues la capacidad de conversión profunda en otras regiones está siendo usada íntegramente.

El nacionalismo de los recursos naturales no renovables.

El resurgimiento del nacionalismo en torno a recursos no renovables se manifiesta de diversas maneras en los principales países productores. Las ganancias sin precedente obtenidas en los ejercicios 2005 y 2006 y la alta liquidez acumulada por las grandes empresas petroleras internacionales han traído como consecuencia importantes incrementos impositivos, y el objetivo de retomar el control de sus recursos naturales ha hecho que muchos gobiernos incrementen su participación en proyectos extractivos.

Ante esta situación, los propietarios originarios de los recursos tienen que fortalecer su posición en el mercado conforme toman conciencia de los tremendos retos de producción que plantean los nuevos activos petroleros, y los países exportadores deben ser prudentes en sus actuaciones para manejar de forma eficaz este cambio de escenario y mantener objetivos realistas. La irresponsabilidad y la avaricia política pueden dañar sus propios intereses a largo plazo. Paralelamente, las empresas petroleras internacionales y los países consumidores han de reconocer la desaparición del dominio que han ejercido hasta ahora y mostrarse más flexibles. Lo que tratamos de explicar es, que ante la entrada en el mercado de nuevos agentes como los gobiernos, productores, petroleras y consumidores han visto tambalear su posición y tienen que mover ficha, siendo de sentido común mover para buscar la cooperación y flexibilidad, y no la codicia y el buscar una posición dominante.

Este tipo de nacionalismos se dio por primera vez en México y está profundamente instalado en Latinoamérica, donde se ha desarrollado de formas muy diversas, pero el denominador común de todas ellas ha sido, que ningún país ha sabido o ha podido dar un contenido actualizado que le permita estructurar e instrumentar las reformas que el sector energético exige. Así, varios países productores de petróleo y gas natural en la región persiguen políticas energéticas incompatibles, por ejemplo, un gobierno no puede promover la inversión y al mismo tiempo, imponer controles de precios internos, como se está dando en algunos países de la región, porque esto deriva en una caída de la producción y tensiones sociales, que en regiones productoras donde prevalece la extrema pobreza (Ecuador o Bolivia) se profundizan e intensifican. La presencia de una industria moderna de gran dimensión en áreas rurales pobres y agrícolas, plantea serias dificultades a las administraciones locales, y pone de manifiesto una vez más el fracaso de los gobiernos centrales latinoamericanos como árbitro en estos conflictos, que han transferido a las empresas petroleras responsabilidades que no les corresponden y para las que no están preparadas. En no pocas zonas de la región estas disputas se convierten en una lucha por los derechos de poblaciones indígenas.

La aparición de estas disputas se ha dado en el contexto del florecimiento de gobiernos populistas en América Latina. Surgen como una respuesta a las reformas económicas liberales de los años noventa llevadas a cabo por la política exterior estadounidense, que integraban el llamado Consenso de Washington. El unilateralismo de Estados Unidos y su intervención militar en el Medio Oriente son vistos como una amenaza por gobiernos de la región, aunque, bajo el mandato del último presidente George W. Bush, los norteamericanos se han centrado más en sus preocupaciones y compromisos estratégicos en otras regiones.

Situación energética latinoamericana.

México y Venezuela son los principales productores de hidrocarburos en Latinoamérica. El devenir de su producción determina las condiciones del mercado de la vertiente atlántica. México es el segundo suministrador más importante de crudo de Estados Unidos y Venezuela el cuarto, pero las exportaciones mexicanas a España, aun siendo significativas, tienden a declinar. El gas natural de Trinidad & Tobago juega un papel esencial en la formación del mercado del gas natural líquido en esta misma cuenca.

La producción de otros países latinoamericanos tiene un impacto sobre todo regional. El gas boliviano se transporta a Argentina, Brasil, e indirectamente, a Chile. El caso de Ecuador es cuanto menos paradigmático. En mayo de 2006 este país confiscó los activos de Occidental Petroleum, por lo que dicha compañía se vio obligada a abandonar el país, sin que aun haya quedado del todo clara la postura asumida por el gobierno del presidente Rafael Correa frente a este litigio y en relación a temas más generales de política petrolera. Este es un ejemplo claro de la situación a la que aludíamos anteriormente, de qué ocurre cuando entran en el negocio petrolero gobiernos formados por líderes populistas: provocar la salida de una empresa multinacional que generaba empleo y riqueza al país, por un comportamiento absurdo y codicioso. Pese a que Venezuela y México son los principales agentes, las actuaciones en los demás países de la región tienen serias consecuencias en la industria petrolera latinoamericana.

La situación actual y las perspectivas de la industria petrolera en Latinoamérica ilustran algunos de los principales problemas que enfrenta la industria petrolera global. Destacan, entre muchos otros, la madurez de las reservas convencionales, las dificultades que supone ampliar las fronteras de la exploración, la entrada de gobiernos populistas que dificultan constantemente el asentamiento de importantes petroleras o los dilemas del acceso a las reservas en países con una amplia dotación de hidrocarburos. Se trata de cuestiones geológicas y cuestiones de naturaleza política o institucional presentes en el entorno en el que se desarrolla la industria petrolera, así como de la compleja interacción entre ambas.


 

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