BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


DINERO - LA AUTODESTRUCCIÓN DEL SER HUMANO

Antonio Morales Berruecos y Edmundo Galindo González



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• Genocidas.

Conforme a la Ley Internacional, se entiende por “genocidio” cualquiera de los actos mencionados a continuación: perpetrados con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal.

a.- Matanza de miembros del grupo

b.- Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo.

c.- Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial.

d.- Traslado por fuerza de niños del grupo a otro grupo.

La Ley Internacional hace una distinción específica entre intento y motivo. El motivo personal del perpetrador del crimen de genocidio, puede ser por ejemplo: obtener beneficios económicos, o ventajas políticas en alguna forma de poder. Sin embargo conforme a la ley, se considera irrelevante el motivo del genocida.

Aunque el término genocida fue acuñado por primera vez en el año de 1944, el crimen ha sido cometido constantemente en la historia. Este término fue usado inicialmente para describir la campaña sistemática de exterminación de pueblos, llevada a cabo por la Alemania Nazi, en sus intentos en los años de 1930 a 1940 para destruir la totalidad de la comunidad Judía Europea, y para eliminar otros grupos nacionales en la Europa del Este.

1900 Fue el siglo de los genocidas. En el siglo veinte, ocurrieron más matanzas de seres humanos como resultado de violencia política que en ninguna otra época de la historia.

El arresto del ex - presidente de Chile Pinochet, trajo a consideración la cuestión de cuales otros lideres deben o debieron ser juzgados por las atrocidades cometidas durante su tiempo en el poder. Y para su conocimiento, se anexa una lista tentativa de modernos dictadores asesinos y el número de sus victimas {Únicamente civiles, excluyendo sus ejércitos que estaban en guerra}. Se encuentran en esta lista 36 dictadores ex – presidentes como ejecutantes de nada menos que la terrorífica cantidad de 54.5 millones de seres humanos muertos. En los casos de Stalin y Mao fue difícil decidir como considerar los millones de gentes que murieron como consecuencia de sus decisiones políticas.

Cuando Stalin alcanzó el poder en 1924, vio el nacionalismo ucraniano como una amenaza al poder soviético, suponiendo que cualquier insurrección futura pudiera ser generada por los kulaks. Así que decidió aplastarles utilizando los métodos que tan exitosos habían sido en la URSS durante la política de “liquidación de clases”. En 1929, arrestó a miles de intelectuales ucranianos bajo falsos cargos y o bien los fusiló o bien los envió a campos de trabajo en Siberia. Llevó a cabo la colectivización de las explotaciones ucranianas requisando todas las tierras y el ganado privados, lo que afectó aproximadamente al 80% de la población de Ucrania, anteriormente conocida como el granero de Europa. Declaró a los kulaks enemigos del pueblo.

Se han estimado en diez millones de personas las que fueron desposeídas de sus hogares y pertenencias y enviadas a Siberia en trenes de mercancías sin calefacción, condiciones en las cuales pereció al menos un tercio de ellos. Los que se quedaron en Ucrania lo pasaron igual de mal, si no peor. Enfrentándose a la propaganda de guerra y a una ardua batalla, muchos kulaks se rebelaron, volviendo a sus propiedades, e incluso matando a las autoridades soviéticas locales.

Tan pronto como llegó a Stalin la palabra rebelión el pequeño éxito de los kulaks se tornó breve. Los soldados del Ejército Rojo fueron enviados para ahogar la rebelión y la policía secreta inició una campaña de terror con el objetivo de romper el ánimo de los kulaks. En 1932, con la mayoría de las explotaciones ucranianas colectivizadas a la fuerza, Stalin ordenó un aumento en las cuotas de producción de comida. Lo hizo en múltiples ocasiones hasta que no quedó comida para los ucranianos. La cosecha de trigo de 1933 se vendió en el mercado mundial a precios por debajo del mercado. Los historiadores han calculado que dicha cosecha podría haber alimentado a los ucranianos por dos años.

La policía secreta aterrorizó a la población haciendo inspecciones aleatorias de las pertenencias personales y requisando toda la comida que encontraran, ahora considerada sagrada propiedad del Estado.

El efecto fue la hambruna, masiva y prolongada. Murieron millones de personas, simplemente porque no tenían qué comer. El aspecto característico de los niños era esquelético y con el abdomen hinchado. Se cuenta que las madres abandonaban a sus hijos en los vagones de los trenes que iban a las grandes ciudades con la esperanza de que alguien pudiera cuidar mejor de ellos.

Desafortunadamente, las ciudades estaban inundadas de miseria y hambre. Los ucranianos pasaron a comer hojas, perros, gatos, ratas, pájaros y ranas. Cuando esto no era suficiente, incluso pasaron al canibalismo. Se ha escrito que “el canibalismo era tan común, que el gobierno imprimió carteles que decían: comer a tus propios hijos es un acto de barbarismo”

Los kulaks no tienen un museo, mucho menos un memorial. Hoy, nosotros les recordamos.

La revolución cultural China, causo la muerte de 30 millones de seres, pero muchos de ellos murieron por hambre. Stalin es responsable por la muerte de 17 millones de Rusos, pero solo medio millón fueron muertos por sus ordenes directas. Khomeini envió niños a morir en la guerra contra Irak, pero como se trato de una guerra, ellos no cuentan. Se hace una gran distinción entre matar soldados y matar civiles. Los EE.UU., mataron tres millones de gentes en Vietnam del Norte o del Vietcong. Oficialmente no se cuentan estas muertes como victimas de enormes atrocidades sin embargo esas muertes deben contar como genocidios.

De la larga lista de genocidios del siglo veinte, descontando los cometidos por Hitler, Stalin y Mao, deseamos comentar un caso posiblemente el peor genocidio en tiempos recientes, singular por sus características de ejecución premeditada a sangre fría por un grupo de gente en el poder en un país Africano, que solo por mantenerse en el poder, tomaron la decisión de asesinar rápidamente a centenares de miles de inocentes civiles miembros del mismo país, mediante una macabra planeación digna de mejor causa. Esta matanza se llevo a cabo ante la total indiferencia del mundo civilizado que se concretó a cerrar los ojos y los oídos, como ha sido la actitud tradicional en este tipo de acontecimientos de vergüenza sin nombre. “Meter la cabeza en la arena no exculpa a nadie de crimen alguno”.

La historia ocurrió en Rwanda país del continente Africano que a mediados de 2003, contaba con 7.8 millones de habitantes.

“No dejar a ninguno para que cuente la historia”.

Cuando desperté, no había pájaros, dijo un sobreviviente que se mantuvo escondido durante el genocidio. “Había sol y el pegajoso olor a muerte”.

El nauseabundo aroma a cuerpos en descomposición flotaba sobre muchas partes de Rwanda en el mes de Julio de 1944; en Nyanza en el camellón con vista de la capital Kigali, había cráneos y huesos, ropa desgarrada y desperdicios desperdigados entre los arbustos; en Nyamata, había cuerpos retorcidos y amontonados en bancas y en el piso de una iglesia; en Nyarubuye al este de Rwanda, estaba el cadáver de una pequeña niña que había sido apisonada por los vehículos que pasaban, hasta dejarla tan delgada como un papel carbón enfrente de los escalones de la iglesia; en las costas del idílico Lago Kivu al oeste de Rwanda había restos de cuerpos humanos que habían sido lanzados desde la empinada colina; y en Nyakazuzi en el sur de Rwanda, estaban fragmentos de huesos aclarados por el sol en la arena del patio de la escuela; y en una colina cercana, un pequeño suéter rojo sostenía juntas las costillas de una niño decapitado.

Durante las trece semanas después del 6 de Abril de 1994, por lo menos medio millón de gentes perecieron en el genocidio de Rwanda, tal vez tantos como tres cuartas partes de la población Tutsi. Al mismo tiempo, miles de Hutus fueron asesinados porque se oponían a la campaña de matanza y de las fuerzas que la dirigían.

Los asesinos atacaron con una velocidad y devastación tal que sugería una aberrante fuerza de la naturaleza “el pueblo se ha vuelto loco” dijeron algunos observadores “otro ciclo de violencia tribal”, dijeron otros.

La nación de unos siete millones de habitantes encerraba tres grupos étnicos: Los Twa, que eran tan pocos que no tenían ningún rol político, dejando solo a los Hutu y Tutsi para enfrentarse entre ellos sin intermediarios. Los Hutus muy superiores en número, rememoraban años de opresión de los Tutsi, y muchos de ellos no solo resentían pero temían a la minoría. El gobierno en poder de los Hutu, estaba en guerra con los RFP [Rwanda Patriotic Front], rebeldes que eran predominantemente Tutsi. En adición, Rwanda una de las mas pobres naciones del mundo y creciendo en pobreza, con muy poca tierra para su numerosa población y decrecientes precios de sus productos en el mercado mundial. La producción de alimentos había disminuido debido a la sequía y a los desgarres de la guerra. Se estimaba que 800,000 personas necesitarían ayuda alimentária para sobrevivir en 1994.

Pero este genocidio no fue un incontrolable arranque de furia de un pueblo consumido por antiguos odios tribales, ni era el resultado predestinado de fuerzas impersonales, pobreza y sobre –población; Este genocidio resulto de una élite que deliberadamente fomentaban el odio y el miedo solo para mantenerse en el poder. Este pequeño y privilegiado grupo primero situó la mayoría frente a la minoría para contar con una creciente oposición dentro de Rwanda. Entonces enfrentados con el éxito del RPF, en el campo de batalla y en la mesa de negociaciones, estos pocos detentadores del poder, transformaron la estrategia de la división étnica en genocidio. Ellos creyeron que la campaña de exterminio restauraría la solidaridad de los Hutus, bajo su liderazgo y los ayudaría a ganar la guerra, o por lo menos mejorar sus oportunidades de negociación a favor de la paz. Ellos se apoderaron del control del estado y usaron su maquinaria y autoridad para llevar a cabo la carnicería.

Tal como los organizadores, los matones que ejecutaron este genocidio no fueron demonios o autómatas que respondían a fuerzas ineluctables; fueron gente que escogió hacer el mal.

Decenas de miles, inducidos por el miedo, el odio, o la esperanza de lograr ganancias, se decidieron rápido y fácilmente. Fueron los primeros en matar, robar y destruir. Atacando a los Tutsi frecuentemente, y hasta el final, sin dudas ni remordimientos. Muchos gozaron haciendo sufrir horriblemente a sus victimas.

Cientos de miles escogieron participar en el genocidio a regañadientes, algunos bajo coacción o temiendo por sus propias vidas. Contrario a los fanáticos que nunca cuestionaban su decisión original. Esta gente tenia que decidir repetidamente si participaban o no, en cada ocasión sopesando el tipo de acción planeada, la identidad de las victimas propuestas, las recompensas de su participación y los costos por no participar. Debido a que los ataques eran incitados por supuestas autoridades legitimas, aquellos sin escrúpulos encontraron fácil cometer crímenes y creer o pretender que creían que no estaban haciendo nada malo.

Los dirigentes de Francia, Bélgica, y los EU así como las Naciones Unidas, todos sabían de los preparativos para esta carnicería humana en Rwanda, habiendo fallado en tomar las medidas necesarias para prevenirla o evitarla. Conociendo desde el principio que los Tutsi eran el blanco de la eliminación, los líderes extranjeros se negaron a reconocer el genocidio. El detener a los líderes y a sus simpatizantes hubiera requerido fuerza militar en las primeras fases, una relativamente pequeña fuerza. No solamente los líderes internacionales rechazaron esta medida, sino que también declinaron por semanas utilizar su autoridad política y moral para rechazar la legitimidad del gobierno genocida. Evitaron declarar que un gobierno culpable de exterminar a sus ciudadanos, nunca recibiría ayuda internacional, No hicieron nada para callar a la radio que hacia llamados para la matanza. Estas simples medidas hubiesen minado las fuerzas de las autoridades inmersas en asesinato en masa y animado a la oposición en Rwanda en contra de la campaña de exterminación.

Cuando los líderes internacionales finalmente declararon su desaprobación, las autoridades genocidas escucharon con atención y cambiaron sus tácticas, aun que no su meta final.

La causa de tanto crimen por genocidios, es común a todos los perpetradores: conservar, ampliar y conquistar el poder, la riqueza y el efecto de estos crímenes es también común a todos ellos; el asesinato en masa de millones de disidentes reales o imaginarios, todos ellos civiles pertenecientes a grupos nacionales, étnicos, raciales o religiosos.

Sadam Husein llegó al poder de la mano de su tío Jairallah, admirador de Hitler y dirigente del partido Baas, implantación del partido Nacional Socialista alemán en la zona. Llegado al poder, tras el golpe de Estado de 1968 del partido Baas, Sadam Husein se afianzaba en el mismo al encargarse de una de las ramas de la construcción del Estado Socialista en la que ya había destacado, apuntando una capacidad que luego iba a alcanzar su apogeo: la represión de sus enemigos. Más tarde se vería abocado a la rama económica, implantando un sistema de planificación que impidió progresar a una población que miraba absorta la aparatosa riqueza de la clase dirigente.

Por un lado buscó la ayuda de Moscú en 1970 y 1972 para acabar eficazmente con la oposición kurda, lo que el Kremlin aceptó a cambio de que acabara con la dura persecución de los comunistas. Por otro contó con la ayuda de Francia que, a cambio de participar en el negocio del petróleo, recientemente nacionalizado, renunció a tomar represalias por este hecho. Ambos pactos permitieron a Sadam Husein duplicar el tamaño del ejército entre 1970 y 1975, con armamento principalmente procedente de las dos naciones señaladas. Estos movimientos fortalecieron la posición de Husein, hasta que el 17 de julio de 1979 logró alcanzar el poder y crear un régimen a su gusto. Según el responsable de la ONU para los Derechos Humanos en Irak, hasta poco antes de la guerra que lo derrocara, la de Sadam era "la dictadura más cruel que se haya visto en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial"

Conclusión:

Solamente una ideología infame puede planear y ejecutar un plan de exterminio de todo un pueblo." -Juan Pablo II

El papa se refiere a ideologías infames que planean y ejecutan planes de exterminio de todo un pueblo, sin embargo, el genocidio no se practica solamente por diferencias ideológicas sino extorsión, por razones políticas, económicas, odios raciales, falta de comida, diferencias territoriales, avaricia, robo, y otros más. Esta cobarde e inhumana práctica antigua y moderna se espera desaparezca durante la instauración de la Unión Mundial que pugnará por la permanencia de países y fronteras pacíficas adonde cada raza, grupo religioso y demás vivan en paz bajo la nueva ley Mundial de paz y respeto irrestricto a los demás y a la extirpación de tiranuelos indecentes y por supuesto a la muerte del “dinero”, causa real y de fondo de todos estos increíbles desordenes sangrientos.


 

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