PROGRESO Y BIENESTAR

PROGRESO Y BIENESTAR

Hugo Salinas

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B. EL POLVORÍN EN LOS CIMIENTOS DEL COMERCIO INTERNACIONAL

Los intercambios son un elemento esencial del proceso artificial de producción, sin los cuales no puede desarrollarse. Pero esta manera de trabajar nace ya dentro de un ambiente de repartición individualista. Es así como el comercio internacional de materias primas, por ejemplo, nace y se desarrolla con todas las técnicas de saqueo en donde hay un solo beneficiario.

El desarrollo del proceso artificial de producción hace que el caudal del comercio internacional se intensifique. Pero, continuando la repartición individualista, continúa también la tendencia de beneficiar a un solo lado de la transacción. De un lado de la frontera, como en el caso del pueblo Inca, mueren por millones en socavones de las minas en donde ingresaron para nunca más volver a salir. Un pueblo de quince millones reducido a menos de cinco. Del otro lado, reyes, virreyes y sus séquitos viven una vida de desenfreno, sin reparar en los gastos, porque los ingresos estaban asegurados sin mayor esfuerzo.

Con las guerras de “independencia nacional” las cosas no han cambiado. En muchos casos se ha agravado. De un lado de la frontera ganan salarios de subsistencia mientras que del otro, toda la riqueza se acumula y los sueldos y salarios son de cien a quinientas veces mayor, por decir lo menos.

“Juan Villalonga [de Telefónica, España] se ha convertido en los últimos años en uno de los ejecutivos mejor pagados del mundo. Este año, por ejemplo, podría cobrar una cantidad que oscila entre los cuatro mil cuatrocientos treinta millones y los seis mil doscientos treinta millones de pesetas [por lo menos 35.4 millones de dólares por año].”

Comencemos por presentar cómo queda definido el salario de subsistencia.

a. De cómo queda definido el salario de subsistencia

El salario de subsistencia del obrero viene condicionado por el nivel de subsistencia de los esclavos y de los siervos. Ellos fueron el factor humano esencial para el desarrollo de las economías agrícolas primitivas. Pero como ellos no son los propietarios de los medios de producción, según la norma de la repartición individualista, no tienen derecho ni a un ápice del resultado neto de la actividad económica.

En toda lógica de gestión individualista, los amos y los señores feudales hacen todo lo posible para disminuir los gastos de producción a fin de contar con un máximo de resultado a su favor. Por ello, no es nada raro saber que el esclavo no fue considerado una persona humana, así como al siervo se le atribuía el hecho de no contar con el alma que poseía todo cristiano. Argumentos “suficientes” para justificar la extorsión de entes que no tenían los atributos de un ser humano. Formas para doblegar su personalidad y obtener el consentimiento de la repartición individualista.

En economías agrícolas primitivas, ello se traducía en un mínimo de gastos en alimentación, vestido y vivienda. Educación y formación profesional ni pensarlo. ¿Para qué? Un rubro de gastos que no tiene sentido puesto que ellos son únicamente bestias de carga. Bajo esos fundamentos, Karl Marx dice que “el valor de la fuerza de trabajo se encuentra formado por dos elementos. Uno de ellos es puramente físico y, el otro, es histórico o social. El límite supremo se encuentra determinado por el elementos físico, que corresponde a los medios de subsistencia estrictamente indispensables para vivir y multiplicarse.”

Diez mil años de esclavitud y feudalismo han servido para moldear los hábitos de consumo mínimos de los esclavos y siervos. Y es sobre estas bases sociales y económicas que nacen los obreros, quienes, como en el caso de los anteriores, son un costo de producción a minimizar. No obstante, con relación a los campesinos, los obreros y empleados se ubican en un peldaño superior en la escalera de remuneraciones a nivel mundial. ¿Cómo se explica esta diferencia?

Dentro de la dinámica “évo-dévo”, el proceso artificial de producción se impone al proceso natural de producción. El empresario es el nuevo maître de la economía y deja en segundo plano a los amos y a los señores feudales. Por estas circunstancias históricas, aunque el obrero sufre las mismas inclemencias de la repartición individualista, se sitúa en un peldaño superior a los esclavos y siervos. ¿Cómo así?

En realidad se trata de la articulación de dos procesos de trabajo diferentes, uno más evolucionado que el otro. Mientras que el proceso natural de producción provee mayormente productos alimenticios, el proceso artificial de producción va más allá. Por su intermedio el patrón de la fábrica provee bienes de confort. De esta forma, él se convierte en el nuevo amo de la economía.

Como en toda economía a repartición individualista, el empresario busca maximizar los beneficios, para lo cual minimiza sus gastos de producción. Por consiguiente, el salario de sus obreros es un rubro a minimizar. El obrero, en su afán de conservar el poder adquisitivo de su salario ya disminuido al extremo, busca hacer economías. Y el rubro, en donde más posibilidad tiene para hacerlo, es en el de los alimentos que provienen de la finca del campesino.

Es así cómo, el obrero transfiere una parte de sus dolores en las espaldas de los campesinos. Y es así igualmente cómo se define el salario de subsistencia de los obreros: ocupa un peldaño superior al de los campesinos de una agricultura primitiva.

En los países en donde no existe más la agricultura primitiva, el salario de los obreros es el más bajo de la escalera de remuneraciones. Pero hay obreros y obreros, a nivel mundial. Veamos la diferencia.

b. La trampa de la escalera de remuneraciones a nivel mundial

Si dos países efectúan intercambios de dos productos, al mismo precio, y que han sido fabricados por un trabajador en cada país, los cuales tienen las mismas competencias, utilizan el mismo tipo de máquina, los mismos insumos y durante una jornada de dos horas cada uno, diríamos que nos encontramos en un caso de figura de comercio equivalente, justo.

Los acuerdos internacionales, como los tratados de libre comercio, suponen esa equivalencia. Tramposos los que suponen ello e ingenuos los que creen en la equivalencia, porque en la práctica y sobre todo en economías a repartición individualista, como las nuestras, las dos economías no se encuentran en igualdad de condiciones. Veamos.

i. La articulación campo / ciudad

Supongamos intercambios entre el campo y la ciudad. En este caso nos encontramos frente a la articulación de dos procesos de trabajo diferentes. Supongamos igualmente que se realiza en repartición individualista del resultado neto. Se efectúa, entonces, una articulación entre el proceso artificial de producción y el proceso natural de producción, en repartición individualista.

De esta forma, dos horas de trabajo de un obrero no son equivalentes, en términos de valor monetario, a dos horas de trabajo de un campesino, a pesar de que ellos hacen el mismo esfuerzo. La diferencia radica en el hecho de que el salario de subsistencia del obrero es superior al nivel de subsistencia del campesino. Si tomamos únicamente los salarios para realizar el intercambio, el campesino deberá trabajar muchos mas tiempo (horas, días…) que el obrero para que los ingresos se igualen.

Pero, además, el patrón de una fábrica tiene un poder de negociación mucho mayor en el precio de venta de su producto que el gamonal o el campesino en el suyo. Es decir, en términos relativos, los beneficios que conlleva el precio de un iPod es largamente superior a los beneficios que conlleva el precio de venta de un kilo de papas, producida por campesinos sobre la base de una agricultura primitiva.

En base solamente a esas dos consideraciones, los intercambios comerciales son completamente desfavorables para el campo con relación a la ciudad. Sin embargo, en el momento mismo de la transacción no se resiente dicha diferencia, porque el intercambio se efectúa en completa “igualdad”: digamos, veinte soles de papas contra veinte soles de camisas.

Se podría argüir que en este caso no se está considerando la diferente calidad de trabajo que desarrolla el obrero fabricando camisas con relación al campesino produciendo papas, o que uno utiliza medios de producción mas sofisticados con relación al otro. Aun cuando nuestro supuesto fue comparar solamente tiempos de trabajo, aceptemos momentáneamente la replica. No obstante, en los últimos tiempos es muy corriente trasladar completamente una fábrica, digamos, de los Estados Unidos hacia un país del sudeste asiático.

Comparado el mismo producto fabricado con el mismo estándar de calidad, las camisas de Taiwán son mucho más baratas que las fabricadas en los Estados Unidos. La diferencia de precio se encuentra en el valor monetario de reproducción de la mano de obra tanto en un lugar como en el otro. Con más precisión diríamos que la diferencia se encuentra en las diferentes canastas de consumo tanto del obrero taiwanés como del americano. Esas diferencias, tanto de salarios como de ganancias de los empresarios de uno y otro país, se transfieren automáticamente hacia la casa principal instalada en los Estados Unidos

Lo que, aparentemente, es la apropiación solamente del total del resultado neto, en realidad es la apropiación de casi la totalidad del valor agregado por la periferia que, en un movimiento centrípeta, se orienta hacia el centro del país-centro.

Sin embargo, en el día a día de las transacciones, al obrero taiwanés le han pagado, por lo menos, un salario igual o mayor que al de sus congéneres. El industrial taiwanés igualmente se encuentra contento porque sus utilidades han aumentado. Es la magia de la Configuración Mundial, en donde la extorsión se efectúa con el beneplácito de los extorsionados. No hay ni dolor ni color. En estas condiciones, son los empresarios americanos quienes han duplicado, triplicado, y mucho más, sus utilidades. ¿Fue una cuestión de superioridad de inteligencia, de conocimientos, de tecnología, de productividad? No es por placer o acción filantrópica que trasladan sus fábricas a Taiwán.

Y no es una cuestión de costumbres o de hábitos tampoco. No porque el obrero taiwanés consume McDonald’s todos los días o se viste Yves Sain Laurent que su salario va aumentar.

ii. La articulación entre dos etapas del mismo proceso de trabajo

Existe otra articulación, aquella que se efectúa entre dos etapas diferentes del mismo proceso de trabajo. Se trata por ejemplo del abastecimiento de materias primas para la fabricación de un producto final. El patrón que fabrica el producto final es el que tiene más posibilidades de imponer el precio de venta de su producto, que los abastecedores de materias primas, entre quienes existe una competencia feroz.

De esta forma, el patrón fabricante del bien final tiene todas las posibilidades de concentrar la casi totalidad del valor agregado por toda la cadena de producción. De donde se infiere que el salario del obrero, proveedor de materias primas, sufrirá todo el peso de la presión de minimización de costos de producción. La escalera de salarios comienza a construirse. El obrero que fabrica el producto final gana más que aquel que produce el bien intermediario y, éste, más que el campesino.

Pero el desarrollo del proceso artificial de producción crea articulaciones no solamente entre el campo y la ciudad o entre dos centros de producción en la misma ciudad. Ella articula también centros de trabajo ubicados en provincia con aquellos de la capital del país, a través, por ejemplo, de una cadena producto final / producto intermediario / materias primas.

Sabiendo que el proceso artificial de producción genera una economía-mundo, las articulaciones no se circunscriben solamente al interior de un país. Ellas desbordan las fronteras. Así tenemos articulaciones entre países, a través de las mismas cadenas anotadas o entre aquellas más clásicas como las que un país se encarga de ensamblar las partes de un producto final que fueron fabricados en otros países, mientras que es un tercero el conceptor de la cadena de producción.

En esta cadena, quien tiene una mayor posibilidad de apropiarse el mayor porcentaje del valor agregado de toda la cadena no es precisamente quien ensambla o quien fabrica esas partes, sino aquel que concibe el producto final y diseña todo el proceso de fabricación para luego distribuir el trabajo a cada una de las etapas de la cadena.

Indudablemente que el salario de los obreros varía igualmente en función de su ubicación en la cadena. El ensamblaje se realiza en los países en donde los salarios son los más bajos, la producción de partes, que requiere mayores competencias y una infraestructura adecuada, exige de salarios un poco más elevados. Y, por supuesto, la concepción del bien se efectúa en el centro del país-centro a nivel mundial. Es allí en donde se concentra la casi totalidad del valor agregado de toda la cadena de producción a nivel mundial.

Esta es la dinámica de las grandes empresas transnacionales y multinacionales como, por ejemplo, Coca Cola, Nestlé y McDonnald’s en productos alimenticios, Nike en los vestidos y zapatillas, Boeing en los productos aeronáuticos, Windows en los productos informáticos, Exxon Mobil Corp., BP, Chevron y Shell en el refinamiento del petróleo, etc.

Lo que queremos decir, en definitiva, es que alentar la producción de procesos de trabajo atrasados o en plena concurrencia a nivel mundial es simplemente lanzar nuestros salarios cuesta abajo para beneficio de un reducido número de personas que, para colmo, ni siquiera viven en nuestro país. Las alcachofas son agradables, su exportación es importante ¡pero no hagamos de ellas la panacea para salir del Tercer Mundo!

Ello no significa tampoco impedir la fabricación de esos productos. Lo que debemos alentar, en cambio, son las formas de trabajo más evolucionadas y la fabricación y elaboración de bienes y servicios en donde seamos capaces de tener un alto poder de negociación en su precio de venta.

“Decir que el capitalismo ha condenado o condena tal región (las colonias o la periferia, por ejemplo) al estancamiento, es necesariamente ir contra un verdad esencial: el dinamismo propio del modo de producción capitalista. Pero, según mi punto de vista, dice Samir Amin, jamás nadie ha dicho eso seriamente. En cambio, lo que se puede decir, es que en una tal fase del capitalismo, tal región cumpliendo tal función específica, puede, de ese hecho, ser momentáneamente y efectivamente condenada al estancamiento e incluso a la decadencia.”

Volveremos sobre este tema en el capítulo siguiente. Entretanto vamos a ocuparnos del saqueo, padre del comercio internacional.

c. El saqueo, padre del comercio internacional a interés individualista

La extracción de materias primas destinadas al comercio internacional sería una actividad lucrativa si el país, propietario de esos recursos, no se encontrara en el peldaño inferior de la escalera de remuneraciones a nivel mundial.

Es muy sintomático que son los “países pobres” que abastecen de materias primas (petróleo, oro, esmeraldas y otras piedras preciosas) a los “países ricos”. ¿Acaso ellos no cuentan con dichos recursos naturales? Por supuesto que sí, y en muchos casos en mayores cantidades que los países del Sur. Sin embargo, prefieren extraerlos de los países pobres. ¿Por qué?

“El Informe sobre el Desarrollo Humano 2005, del Programa de las Naciones Unidas para el desarrollo señala lo que ellos llaman la ‘maldición de las materias primas’: ‘Cuando se trata del desarrollo humano algunas exportaciones son mejores que otras. La riqueza generada mediante las exportaciones de petróleo y los minerales puede ser mala para el crecimiento, mala para la democracia y mala para el desarrollo’.” Andrés Oppenheimer continúa comentando el Informe: “La mitad de la población conjunta de los 34 exportadores de petróleo del mundo en desarrollo vive en la pobreza absoluta, y dos terceras partes de estos países no son democracias.”

En el caso de la exportación de materias primas, nos encontramos frente a una articulación entre dos etapas de producción correspondientes al mismo proceso de trabajo, en donde se acumulan varios aspectos desfavorables. Primero, la articulación se efectúa dentro del cuadro de la repartición individualista. Segundo, los países ricos prefieren extraer las materias primas en países pobres dado la abismal diferencia de salarios. Tercero, los países ricos se cuidan de establecer convenios internacionales para cerrar las fronteras de todos los países. Con ello, se aseguran que los salarios se mantendrán con sus grandes diferencias. Cuarto, los convenios y autorizaciones para la instalación de las empresas de exportación de materias primas son respaldados a sangre y fuego por gobiernos corruptos y venales que cuentan con el apoyo político y militar del país rico. Bajo estas condiciones, casi todas las materias primas son exportadas a precio de regalo.

Se podría argumentar que los países del Sur, en forma unilateral, no tienen ningún poder de negociación contra los países del Norte para imponer sus precios de venta. Un ejemplo que confirmaría esta aseveración es precisamente el caso del petróleo. La exportación de petróleo es un caso de escuela en donde los países abastecedores logran asociarse para defender el precio internacional de su producto. En realidad el resultado final no es muy cierto. Ninguno de los países exportadores de petróleo ha escapado de la pobreza y del desempleo. Al contrario, existen evidencias que se han agravado dichos fenómenos.

Es cierto que los exportadores de petróleo logran “imponer” su precio de venta. Sin embargo no olvidemos que la Configuración Mundial es un mecanismo flexible y que utiliza todos los elementos del proceso de trabajo y aquellos que ella misma ha creado en el transcurso del tiempo. ¿Quiénes realmente ganan de las alzas del precio de petróleo?

En principio habría dos bloques de ganadores. El primero serían las refinerías de petróleo que, en volumen de producción, se encuentran en suelo americano, inglés y francés. El segundo serían los países productores de petróleo. No obstante, las evidencias indican que las ganancias del país productor, en su mayor parte vuelven al suelo americano, esencialmente, a través de todos los contratos que firman las empresas americanas con cargo a esos ingresos. El resto es dilapidado por un gobierno corrupto que compra bienes y placeres ofrecidos por los países del Norte. En fin de cuentas, aparte de los bajos salarios de los obreros y profesionales, con respecto a los estándares internacionales, la naturaleza de los países exportadores de petróleo quedará por un buen tiempo completamente destrozada.

Pero el asunto no termina ahí. El acuerdo de países del Tercer Mundo, así sean exportadores de petróleo, no puede afectar permanentemente a los países del Norte, menos aún si se trata de los Estados Unidos. Siendo un bien básico para casi todas las industrias americanas, el gobierno de los Estados Unidos busca un pretexto sin fundamento para invadir el país que quiera quebrar las reglas de juego. Fue el caso de Irak. Los americanos se posesionaron de Koweit y amenazaron Irán y los Países Árabes Unidos; todos ellos los más grandes exportadores mundiales de petróleo.

d. La inmigración, un negocio redondo de los países ricos

El señuelo del “sueño americano”, que se va convirtiendo paulatinamente en el sueño europeo, es el aliciente de primer orden para emigrar a los países del Norte.

Dichos países, en cambio, se defienden de los millones de “invasores” que pisan su suelo y saquean, según ellos, sus economías. Firman acuerdos internacionales como el Acuerdo de Schenghen para impedir la llegada de todo nuevo “narcotraficante o inmigrante” (Para estos señores, los dos son iguales, de baja calaña, no hay diferencia entre uno y el otro). Todos son indeseables y merecen la muerte o, en el mejor de los casos, la prisión. ¿Cuántos miles o millones de inmigrantes han quedado en el camino, en las barreras, o en los mares por el solo deseo de vivir una vida digna de ser humano?

Ese es el trato que merecen los inmigrantes, según Mr. Bush, presidente de los Estados Unidos. Olvidándose que su país es sobre todo un país de inmigrantes sobre el suelo de los indios, los verdaderos propietarios, decide la construcción de cientos de kilómetros de muros infranqueables, como la muralla de los chinos. Pero ante el hambre y la desocupación no hay ninguna barrera que sea infranqueable.

Lo que pretenden ignorar los países “altamente desarrollados” es que el rubro “inmigración” es un negocio redondo para ellos. Consiguen una mano de obra altamente calificada al precio más miserable que país alguno puede pagar. Pero eso no es todo. Esos inmigrantes no llegan recién nacidos. Todos ellos llegan con competencias, conocimientos y experiencia requerida para inmediatamente ponerse a trabajar.

Veamos lo que testimonia la Organización Internacional del Trabajo: “La mitad de todos los migrantes, es decir unos 86 millones de adultos, son personas económicamente activas. […] Si todos vivieran juntos, formarían el quinto país más poblado de la tierra. Y durante las próximas décadas se espera un aumento acelerado en el número de personas que migran y cruzan las fronteras en busca de empleos y seguridad, debido a que la globalización no ha logrado producir suficientes oportunidades laborales y económicas.”

El costo de mantenimiento y preparación de ese trabajador lo ha pagado el “país pobre”, y la utilización gratuita de ese trabajador lo hace el “país rico”. Esa es la forma cómo los países ricos “ayudan” a los países pobres. Les quitan toda su materia gris sin costo alguno. Y las fronteras, barreras, muros y controles aduaneros no son tanto para protegerse sino más bien para mantener los salarios bajos en los países de la periferia.

Hagamos un pequeño ejercicio aritmético. Multipliquemos los millones de inmigrantes (legales e ilegales), que anualmente llegan a los “países desarrollados”, por los 25 años en promedio de cada inmigrante y por el costo anual de mantenimiento, educación y formación profesional de cada uno, obtendremos que ¡los países ricos reciben en regalo de la parte de los países pobres miles de millones de dólares anualmente! Y esto sin contar que el salario que les pagarán por el resto de sus vidas serán los más bajos de su escala de remuneraciones. Más todavía, los países ricos ganan otros miles de millones de dólares anualmente por el no uso de la seguridad social de aquellos inmigrantes que, llegada la hora de la jubilación, regresan a sus países de origen sin gozar de la seguridad social por los años trabajados.

Si los mentores de la “globalización” fueran honestos en sus intenciones, lo primero que deberían exigir, en concordancia con el postulado de globalización y de libre empresa, es la eliminación de las fronteras nacionales.