PROGRESO Y BIENESTAR

PROGRESO Y BIENESTAR

Hugo Salinas

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A. LA NATURAL PARTICIPACIÓN DEL SECTOR PRIVADO DE REPARTICIÓN INDIVIDUALISTA

A lo largo de los capítulos precedentes hemos mostrado que la actual gestión privada de la economía se funda únicamente en la repartición individualista del resultado neto de la actividad económica, la misma que genera necesariamente pobreza y desocupación de la mayor parte de la población, quiebra las relaciones entre el trabajador y su trabajo, entre los mismos ciudadanos de una organización social y, entre estos y la naturaleza.

Sin embargo, hemos terminado el capítulo III diciendo que, aun cuando en la economía se instale la repartición igualitaria del resultado neto, debería continuar existiendo la repartición individualista. ¿Cómo debemos entender este aparente contrasentido? ¿Es todavía necesaria la existencia de la repartición individualista del resultado neto de la economía?

La respuesta es afirmativa, si tomamos en consideración los argumentos que surgen de la historia y de la realidad cotidiana. El objetivo no es destruir sin fundamentos, sino construir con fundamentos. Así tenemos que el proceso artificial de producción facilita la puesta en práctica de la repartición individualista de una manera natural. Igualmente sucede con el proceso de trabajo de concepción quien promueve mucho más intensamente las creaciones, invenciones y descubrimientos. Y de esta manera surge, de una manera natural, el sector privado, de interés individualista, de la actividad económica. Son evidencias que no pueden ser eliminadas por un simple decreto Ley. Es la realidad que se impone.

No comprender esta realidad histórica, hace que, con un aire de amargura, V.I. Lenin acepte su fracaso: “Suprimir las clases, no es solamente desalojar los terratenientes y los capitalistas, - lo que nos ha sido relativamente fácil – es también eliminar los pequeños productores de mercaderías […]. Es mil veces más fácil vencer a la gran burguesía centralizada que ‘vencer’ a los millones de pequeños patrones.”

Para completar el sector privado, de interés individualista, que surge de la realidad cotidiana y de una manera natural, es necesario tomar en cuenta las inversiones y empresas extranjeras quienes, actualmente, se rigen por la repartición individualista del resultado neto de la actividad económica. Y dentro del cuadro de una economía abierta no podemos olvidarnos del resto del mundo que se rige, igualmente, por la repartición individualista.

a. Las fuerzas naturales del sector privado de repartición individualista

El sector privado, de repartición individualista, nace paralelamente a la insurgencia del ser humano. Su primera fuente de vitalidad lo extrae precisamente de la naturaleza misma del ser humano. En el devenir de la evolución económica se van adicionando nuevas condicionantes que facilitan el desarrollo de la individualidad, de la autonomía y del trabajo en equipo. Son los cimientos de una actividad económica que, en gran número de casos, se desarrolla para provecho de sus mismos creadores. Es el origen de la repartición individualista de la actividad económica.

i. La característica de la naturaleza humana es de siempre buscar respuestas a sus preguntas

El profesor Milton Friedman pone en relieve algo que se encuentra en la base de la insurgencia totalmente natural de la repartición a interés individualista. El ser humano desde sus orígenes siempre ha buscado y encontrado respuestas a sus preguntas, inquietudes, sufrimientos, necesidades, etc, Es a partir de estos elementos que él da inicio a una actividad de la cual, en un buen número de casos, lo puede desarrollar solo y puede, al mismo tiempo usufructuar en solo. Es la repartición individualista que está poniendo en práctica, en muchos casos, sin ser consciente de sus implicancias.

“Los grandes avances de la civilización, ya sea en arquitectura o pintura, en ciencia o literatura, en industria o agricultura, nunca vinieron de un gobierno centralizado. Colón no inició la búsqueda de una nueva ruta hacia China como respuesta a una directiva del Parlamento, aún cuando posteriormente fue parcialmente financiado por un monarca. Newton y Leibnitz, Einstein y Bohr, Shakespeare, Milton y Pasternak, Whitney, McCormik, Edison y Ford; Jane Addams, Florence Nightingale y Albert Schweitzer, ninguno de estos inauguradores de nuevas fronteras en el conocimiento y comprensión humana, tanto en la literatura como en posibilidades técnicas o en auxilio ante la miseria humana, actuaron como respuesta a directivas gubernamentales. Sus logros fueron el producto de una genialidad individual, de sostener vigorosamente puntos de vista minoritarios, o de un clima social que permitía variedad y diversidad. Ningún gobierno, nunca ha sido capaz de competir con la variedad y diversidad de la acción individual,” concluye Milton Friedman, Premio Nobel en economía.

ii. El proceso artificial de producción hace aflorar la individualidad y la autonomía

Al facilitar la creación de “n” empresas, todas en plena independencia una de la otra, el proceso artificial de producción condiciona la autonomía no solamente de las empresas sino también de las personas, dando a cada uno su propia individualidad. Este comportamiento es imposible que aparezca con los procesos de trabajo precedentes.

El desarrollo de la economía agrícola primitiva, a producción extensiva, por ejemplo, exigía un gran número de personas para hacer frente a la exigencia de mano de obra. Esta fue la época en donde estuvo admitida la norma de procrear por lo menos una quincena de hijos. Y cuando la finca tenía une superficie importante, incluso los nietos y tataranietos, con sus esposos o esposas, permanecían al interior de la familia ampliada y bajo el mismo techo. La producción agrícola extensiva lo exigía.

Es por ello que, en el trabajo agrícola primitivo no hubo un desarrollo individual de las familias, en el sentido moderno, ni de los miembros de cada familia. Todos debían orientar sus esfuerzos hacia un solo objetivo: la finca familiar. Porque era ella la que les prodigaba todo lo necesario para subsistir. Era misión imposible supervivir fuera de la finca familiar en las mismas condiciones que facilitaba la producción agrícola.

Además, aparte de la conservación de las semillas para el ejercicio siguiente, casi toda la producción era destinada al consumo del conjunto de la familia ampliada. Es una economía de autoconsumo que deja muy poco espacio al desarrollo de la individualidad de la persona. El trabajo en conjunto, de todos los miembros de la familia ampliada, se imponía al trabajo autónomo e individual.

Este tipo de organización social y económica ya era practicado por los grupos sociales basados en los procesos de trabajo a mano desnuda y luego con herramientas. Ellos fueron igualmente de autoconsumo y exigían la participación de todos los miembros de la familia ampliada (tribu). Todos los miembros del grupo social, en edad de trabajar, participaban en la recolección, caza y pesca de bienes alimenticios.

Estos son procesos de trabajo que hacen inimaginable el trabajo en solo, como la forma predominante de supervivencia. En esos tiempos, el trabajo individual se destinaba a actividades menores, aunque poco a poco dejan sentir su influencia como, por ejemplo, en la producción de las herramientas para la pesca, la caza e incluso para la agricultura primitiva; el descubrimiento del fuego y en la conservación de los alimentos. Sin embargo, ese trabajo individual representó una proporción menor con relación al total de la actividad económica. El trabajo individual se supeditaba al trabajo en conjunto de la comunidad.

Pero con el desarrollo y, sobre todo, la evolución de los procesos de trabajo, las cosas cambian. Es la entrada en fuerza del proceso artificial de producción quien hace explosionar el trabajo individual. Las transacciones ya no se efectúan solamente entre tribu y tribu. Ellas se dan esencialmente entre empresa y empresa, entre consumidor y productor, entre persona y persona. Con el proceso artificial de producción se abren las compuertas para dar paso al desarrollo individual e igualmente a la empresa individual, sin que por ello el tejido social se resienta. Al contrario, el ser humano dio un gran salto hacia adelante en el desarrollo de su propia personalidad y el de su economía.

La individualidad se afirma cuando se deja a un lado la economía de autoconsumo para integrarse en otra de intercambios. De un lado, la persona es un consumidor con una gran variedad de bienes a escoger en función de los precios y de sus ingresos. De otro lado, la persona es también un productor con plena autonomía y en interconexión con los otros. Esta autonomía e individualidad se consolidan por el hecho de contar con su propio presupuesto de ingresos y de gastos.

iii. El proceso de trabajo de concepción afirma la individualidad, la autonomía y el trabajo en equipo

Una nueva manera de trabajar se hace sentir de más en más, actualmente. Se trata del proceso de trabajo de concepción. Sus orígenes remontan a los primeros procesos de trabajo. Es con el proceso de trabajo con herramientas que nítidamente comienza a desarrollarse la individualidad y el sentido creativo de las personas. Cada herramienta, como el mazo, la lanza, la flecha, es el resultado de un acto de imaginación como respuesta a una necesidad. Todavía en pequeña escala pero las personas ya desarrollan un trabajo individual.

No obstante, otros descubrimientos como el fuego y las formas de conservación de los alimentos, que no se encuentran formando parte del proceso de trabajo en curso, son ya corrientemente utilizados en la vida cotidiana de las personas. Todos ellos contribuyen a afianzar la individualidad de la persona. El descubrimiento de la tierra cultivable agrega un elemento más en el trabajo individual.

Sin embargo, una vez más, es el proceso artificial de producción quien acelera esta característica de la persona, ya que cada bien económico es la aplicación de un trabajo científico o técnico. La mayor parte de esos bienes provienen de trabajos de innovación, y un gran número es el fruto de un descubrimiento, de una creación o de una invención. Así, el trabajo individual se amplifica y toma toda su importancia. Ya no solamente el trabajo es autónomo, sino que paulatinamente se va acentuando el trabajo en equipo.

Es el proceso de trabajo de concepción que va afirmar el trabajo autónomo dentro de un trabajo en equipo. Es el desarrollo de la individualidad dentro de un trabajo en equipo. Sucede que dicha forma de trabajar utiliza los conocimientos y competencias de las personas para actuar sobre los conocimientos acumulados hasta el presente, de donde nacen nuevos conocimientos y afirman nuevas competencias.

Cada uno de los bienes que nace con este proceso de trabajo es fruto de una investigación científica. Ya no es simplemente la aplicación de un descubrimiento. Es el descubrimiento mismo. Por esta razón, ningún bien es ni siquiera duplicado. No tiene sentido hacerlo. De tal forma que la producción rutinaria del mismo bien no existe ni puede existir en este proceso de trabajo de concepción.

Es la era de la individualidad, de la autonomía y del trabajo en equipo. Con ello supera al proceso artificial de producción. No solamente porque sus bienes son inmateriales en comparación de los bienes materiales del proceso artificial de producción, sino porque necesariamente es un trabajo interdisciplinario. De ahí que no solamente exige individualidad y autonomía como en el proceso artificial de producción, sino también un trabajo en equipo.

Cabe de todas maneras hacer la observación. El trabajo cotidiano de toda actividad económica ya no es solamente la zona reservada a los trabajadores. Es toda la población que se encuentra inmersa en este nuevo proceso de trabajo. Los trabajadores y el resto de la población, todas las personas, de una manera individual o en equipo, en tanto que utilizadores o elaboradores, participan en el desarrollo del proceso de trabajo de concepción. Y la individualidad, autonomía y equipo se consolidan.

El proceso de trabajo de concepción se encuentra en sus inicios. Y es muy probable que en su desarrollo va a asimilar a aquellas actividades tales como la pintura, el dibujo, la escritura; en suma, a todas las actividades artísticas, inmateriales por esencia, que no encuentran todavía el proceso de trabajo que les pertenece.

Es evidente que en el contexto de todas estas formas de trabajo individual y autónomo, la repartición individualista del resultado neto de su actividad económica se desliza de una forma natural.

b. Los componentes del sector a repartición individualista

El sector económico, a interés individualista, estaría compuesto por todo el sector privado actualmente existente, y por las empresas extranjeras. A ese sector económico, al interior del país, se debe agregar el resto del mundo para contar con la globalidad del sector económico privado, de interés individualista.

i. El sector privado actualmente existente

Decíamos que tanto el proceso artificial de producción como el proceso de trabajo de concepción propician un trabajo autónomo e individual reforzando la individualidad de las personas. El fundamento de ese comportamiento, tanto de las empresas como de las personas, se encuentra en que los dos procesos de trabajo se desarrollan por intermedio de intercambios, con un gran número de mercados de compra y venta, cada uno con sus propias particularidades. El proceso de trabajo de concepción agrega un plus precisamente porque el resultado de su actividad es inmaterial mientras del otro es exclusivamente material.

Dentro de ese laboratorio de ideas y de pasiones nace un sinnúmero de empresas y actividades individuales, a tamaño variable. Una parte de ellas presentan una particularidad muy especial. Estas facilitan, de una manera muy natural, la repartición individualista del resultado neto de la actividad económica.

Es el caso, por ejemplo, de los mototaxistas, de los remendadores de zapatos, de los canillitas, gasfiteros o vendedores ambulantes, entre otros. Sería irracional integrar sus “ganancias” en la repartición igualitaria del resultado neto de la actividad económica. Incluso si quisiéramos e impusiéramos todas las medidas políticas y administrativas sería casi imposible integrarlo, además de ser ineficaz. Los costos de las medidas impositivas serían mucho más elevados que el monto de los ingresos recaudados.

En estas actividades tratar de separar, de una manera clara y consistente, el beneficio del salario de quien lo ejecuta es más que imposible. Todo cálculo es bastante arbitrario. De ahí que, entre ellos, la repartición individualista se realiza de una forma muy natural. Todo (salario + beneficios) pertenece al que ejecuta la actividad económica y que, al mismo tiempo, es el propietario de los medios de producción del bien o servicio. Por consiguiente, la continuidad del sector privado, de repartición individualista, se impone como una realidad. Ellos constituyen la casi totalidad de los micro-empresarios.

Existen otras actividades en donde la repartición individualista es un aliciente a la creación, innovación e invención de nuevos bienes y servicios. Es el caso, por ejemplo, de una buena parte de artistas y escritores. Pero existe igualmente de aquellos que se dedican a la innovación, invención y descubrimiento, en donde la apropiación de las ganancias viene mezclado con el salario.

Dentro de ellos existe, igualmente, la posibilidad de crear micro-empresas, y en condiciones de monopolio, las mismas que durarán el tiempo que tome ese descubrimiento o invención en banalizarse o en aparecer otro bien con muchas más ventajas que su precedente.

Existen también otras empresas que se constituyen no en base a competencias y conocimientos sino al aporte personal de capital. Estas empresas pertenecen de facto al sector privado, con una repartición individualista del resultado neto de su actividad. Impedir la creación de estas empresas es limitar el desarrollo personal y profesional de una gran parte de la población.

Pueden existir igualmente las empresas constituidas en base a créditos otorgados por el sistema financiero. Si éstas piden una licencia de funcionamiento es sencillamente porque existe una carencia de iniciativa en la producción o elaboración de bienes que necesita la población.

Todas estas empresas, en su conjunto, constituirán el sector 1, sector privado de interés individualista, de la economía nacional. Este sector, en tanto que una de las partes de la economía de mercado, será completado por las empresas extranjeras.

ii. Las empresas extranjeras completan el sector a interés individualista al interior del país

En el país no existen solamente las empresas creadas por los nacionales, existen igualmente las empresas extranjeras, cuya administración es estrictamente privada, a interés individualista. Ellos se rigen por la repartición individualista del resultado neto de la actividad económica.

Las empresas extranjeras instaladas en suelo nacional merecen una atención especial en tanto que respeten las leyes y la soberanía nacional. Si ellas se han instalado o piden instalarse es simplemente porque existen en el país condiciones favorables para su desarrollo. El país necesita de la participación extranjera para desarrollar sectores de la economía que no son atendidos por las empresas nacionales. Ellas no se instalan por un acto filantrópico, y nosotros las aceptamos no porque son amigos, sino simplemente porque contribuyen al desarrollo nacional en las áreas que los nacionales han desestimado o están en inferioridad de condiciones tecnológicas o financieras.

En resumen, el conjunto de empresas nacionales y extranjeras constituyen el sector 1, sector privado de interés individualista, teniendo como denominador común la repartición individualista del resultado neto de la actividad económica.

A fin de que nuestro cuadro del sector privado, de interés individualista, sea completo, no podemos olvidar al resto del mundo.

iii. El resto del mundo

El resto del mundo se encuentra conformado por empresas privadas y públicas que se encuentran afincadas en otros países del mundo y no son propiedad de nuestro país. A ello debemos agregar los individuos, ciudadanos de otros países del mundo. Todos ellos actúan con un régimen privado, de interés individualista. Es decir, todos ellos buscan maximizar los beneficios de sus empresas, inversiones y actividades, los cuales evidentemente son apropiados integralmente por quienes son sus gestores, propietarios y/o accionistas.

El resto del mundo no puede ser desestimado porque el proceso artificial de producción ha condicionado una economía-mundo desde hace cinco siglos. Es decir, la productividad, los precios, las monedas, el trabajo, el capital y otros elementos de esta manera de trabajar se equilibran a nivel mundial.

Querer escapar a esta realidad es condenarse de antemano al fracaso. Querer poner su propio precio al capital, al trabajo y otros es una muerte anticipada. El ejemplo más reciente lo tenemos en la experiencia soviética. No podemos olvidarnos del resto del mundo con quienes se mantiene una interacción permanente, y no porque esas empresas lo demanden sino porque esas son las características esenciales del proceso de trabajo en curso.

c. El peso de la Historia y la primera experiencia de Propiedad Social

Para terminar de ilustrar sobre la natural participación del sector privado, de repartición individualista, notemos el peso de la Historia en el consentimiento de dicho sector y, luego, la experiencia más cercana sobre la Propiedad Social.

i. Un consentimiento de diez mil años

No perdamos de vista dos hechos. Primero, existe un consentimiento de diez mil años. Es muy probable que en la mayoría de los casos, la instalación de la repartición individualista ha sido el resultado de una imposición, pero durante diez mil años la sociedad lo ha aceptado, consciente o inconscientemente. Ella se convirtió en una regla de juego de la economía. Incluso muchos condados, sobre los cuales surgieron o surgen nuevos países, nacieron o nacen ya con el principio de la repartición individualista.

Segundo, dentro de una economía de mercado (intercambios), el producto que se impone es aquel que cuenta ya sea con un mejor precio, una mejor calidad o, simplemente, la preferencia del público. De igual forma, si se trata de introducir un nuevo tipo de repartición, es la sociedad que debe decidirlo y, enseguida, ese tipo de repartición deberá hacer sus pruebas en la actividad cotidiana. Y es el resultado de esa confrontación que decidirá finalmente la supervivencia y duración del nuevo tipo de repartición.

Si tomamos en consideración estos dos elementos de juicio, el puente a crear no debe cimentarse ni sobre una nacionalización de empresas, ni sobre la expropiación o confiscación de activos de terceras personas. El puente debe crearse sobre una decisión de la sociedad y apoyarse en los recursos de la Nación para nacer como una alternativa creíble en una economía de mercado.

Indudablemente que ello no quiere decir avalar todas la irregularidades cometidas por los políticos y dirigentes “empresariales” en el manejo de la economía. De ninguna manera. Lo que se acaba de notar es bajo el supuesto de que el desarrollo del sector privado de interés individualista se efectuó bajo las reglas de una economía de mercado y no en función de favoritismos políticos.

ii. La experiencia más cercana sobre la Propiedad Social

En el querer eliminar las enormes e injustificadas desigualdades económicas y sociales, las generaciones pasadas, y la presente, han desarrollado una serie de aproximaciones. La mayoría viene cargado del peso de la Historia. Antes que atacarse a las reales causas del mal, se han atacado a sus efectos. Antes de identificar el origen del problema se ha querido eliminar, digamos, a la persona que porta el mal.

Pero, caminando se hace el camino. A fuerza de insistencia, siempre se ha terminado por encontrar respuestas a las preguntas y a los problemas. O como dice el Premio Nobel, Friedrich Hayek: “Si la primera tentativa para crear hombres libres ha fracasado, debemos recomenzar.”

Recientemente se ha llegado a concebir un intento serio de propiedad social, dentro de una economía de mercado. Es la experiencia que más se aproxima, en términos de conceptualización, por lo que en el párrafo siguiente propondremos como alternativa de solución. Se trata de la Propiedad Social practicada bajo el gobierno del general Velasco en el Perú. Sin embargo, es necesario notar los puntos débiles que probablemente determinaron su fracaso.

En efecto, la experiencia parte del la noción de propiedad social que, en nuestro lenguaje lo calificamos como propiedad colectiva. Sin embargo, la Ley de Empresas de Propiedad Social se aleja de su doctrina y dispone la distribución de utilidades de las empresas de propiedad social entre los trabajadores de cada empresa y un fondo de desarrollo de la propiedad social. La ley no reconoce la evidencia histórica de que las utilidades de las empresas de propiedad social corresponden a todos los habitantes del país, y en igualdad de condiciones, puesto que los activos sobre los cuales se crean estas empresas pertenecen a todos los habitantes del país, y en igualdad de condiciones.

El otro punto frágil de esta experiencia es que nace como consecuencia de una nacionalización de empresas ya existentes. Se olvida el peso de la Historia. El consentimiento de la sociedad, por más de diez mil años, a la repartición individualista del beneficio de las empresas. No debemos cometer ese error contra-natura, mientras respeten la soberanía nacional.

Con la experiencia de este ejercicio de propiedad social, de las prácticas ejercidas en otros tiempos y países, de los esfuerzos intelectuales de renombrados escritores y con la enseñanza de la evolución y desarrollo de la actividad económica, presentamos la estructura del puente que liga la empresa a la sociedad y, con ello, se renovaría la estrecha relación que siempre existió entre la economía y la sociedad.