ELEMENTOS PARA ENTENDER LA CRISIS MUNDIAL ACTUAL

ELEMENTOS PARA ENTENDER LA CRISIS MUNDIAL ACTUAL

Víctor H. Palacio Muñoz
Miguel Ángel Lara Sánchez
Héctor M. Mora Zebadúa

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2. La flexibilización del trabajo

Pero menos ruidosamente, durante casi tres décadas los trabajadores de todos los rincones del mundo asistimos a un drástico cambio en las relaciones sociales, a partir de la modificación de la organización del trabajo al interior de las empresas.

En este sentido el final del siglo pasado fue dramático; hasta los años 70 los trabajadores tenían más o menos asegurado su trabajo, el retiro y una vida modestamente ascendente; ser técnico u obrero califica do, era valioso y útil.

Pero a finales de los años 70 y principios de los 80 los trabajadores y ciudadanos del mundo nos enteramos que vivíamos en crisis.

En el mundo del trabajo se dio un proceso de reorganización, reconversión o reestructuración de las actividades; se introdujeron nuevas tecnologías, nuevos sistemas de organización del trabajo y nuevas estrategias administrativas en las empresas.

Las empresas, sometidas a los procesos de modernización y competencia, encontraron como opción, además de la actualización tecnológica y la reorganización administrativa, “flexibilizarse” para adaptarse a los vaivenes del mercado, pues creyeron que la etapa fundamental del ciclo económico es la circulación, es decir, el mercado, y no la producción.

Crearon sistemas como el justo a tiempo, para producir únicamente lo que es posible vender o lo que ya se ha vendido.

Para ello, es necesario que la empresa acelere, frene, agrande o disminuya su producción, de acuerdo a los mandatos del mercado.

En esa lógica, las empresas requieren trabajadores que se adapten con rapidez a los cambios, pero que no pidan mayores retribuciones; que acepten desarrollar las actividades correspondientes a varios puestos de trabajo.

En Mc Donald’s, por ejemplo, sus jóvenes empleados realizan funciones de cocina, aseo y administración; tareas tradicionalmente realiza das por personal especializado en cada actividad.

También en los servicios públicos se aprecia la flexibilización del trabajo.

Los docentes, desde los que se desempeñan en primaria hasta los que lo hacen en las universidades, trabajan prácticamente a destajo; los ingresos son magros e incluyen estímulos por “productividad” (con montos totales limitados, que los profesores deben disputarse), atienden a demasiados alumnos en jornadas extenuantes, variables y discontinuas.

Se les convierte en trabajadores polivalentes: las labores administrativas son crecientes y se les pide especialización técnica (generalmente en el dominio y desarrollo de varios programas de dos o tres asignaturas simultáneamente), capacidad didáctica, psicológica y conocimientos en informática (Mora, 2002).

Las empresas modernas necesitan agrandar y reducir su plantilla de personal con agilidad: contratar y despedir trabajadores de acuerdo a los requerimientos del mercado; contratar personal si crece la demanda del producto o servicio de la empresa y despedirlo cuando la demanda decrece.

Pero esto es económicamente provechoso sólo si los costos de contratación y despido son mínimos o nulos y si se reducen los gastos en capacitación del personal.

Por ello, los empresarios promueven e imponen reformas laborales en casi todos los países, para reducir las cuotas a pagar por seguridad social, por indemnizaciones por despido y hacer contrataciones libres de esos gastos; contrataciones eventuales sin derecho a prestaciones de ningún tipo, en las que la capacitación y actualización sean responsabilidad del trabajador.

Esta situación laboral se conoce como trabajo precario o contratos basura.

En todo el mundo “las empresas se reestructuran, de las formas verticales y jerárquicas del pasado (llamadas tayloristas o fordistas), a las formas flexibles descentralizadas, en red (la empresa plana); pero manteniendo el paquete de control, la dirección corporativa central, las finanzas, el diseño, la investigación (y por tanto, los centros educativos estratégicos) y la distribución en la retaguardia, es decir, en el país de origen o en algunos paraísos fiscales.

Las demás funciones de la empresa se descentralizan o subcontratan a terceros (del centro o la periferia)”.

A la par que “se reestructuran los procesos productivos: los de mayor tecnología se quedan en el centro y los procesos más simples, de ensamble, de uso intenso de mano de obra, se trasladan a las zonas de bajos costos” (Gómez, 2002).

Lo que estable ce que la reestructuración del trabajo y la flexibilidad se globalizan o generalizan de manera diferenciada entre los países ricos y en los económicamente subordinados.

Algunos investigadores y sindicalistas afirman que la flexibilización de los métodos y relaciones de trabajo no son más que una fachada para cubrir la verdadera intención del capital (que por perversa no puede ser confesada en público), que es abaratar la fuerza de trabajo al reducir sus ingresos (salarios y prestaciones) y aumentar las cargas e intensidad del trabajo, con objeto de inflar la ganancia del empresario: “flexibilización, es ante todo una lucha de poder.

Tiende a quitar el poder acumulado por los trabajadores como consecuencia de sus luchas históricas y de la conformación del “bloque socialista”; se busca debilitar a los trabajadores y sus sindicatos; proceso de sometimiento que en los últimos años ha aumentado su velocidad…” (Amescua, 2002).

Los sistemas justo a tiempo, trabajo en equipo, círculos de calidad, trabajo polivalente, de rotación de puestos, etc., tienen por objeto comprometer a los trabajadores, haciéndolos sentirse miembros del equipo, parte de la familia, corresponsables del futuro de la empresa, para salvaguardar su empleo y corresponsables de su propia explotación, y con el proceso de reestructuración de los sistemas de producción, para reducir el costo del trabajo y aumentar la productividad, en beneficio de la empresa y en detrimento de las condiciones de trabajo y nivel de vida de los asalariados.

La productividad es el incremento relativo (respecto a otros sectores económicos o a las condiciones de producción anteriores) de la cantidad y/o calidad del trabajo realizado.

Se logra mediante la introducción de nuevos equipos (maquinas, aparatos, computadoras), nuevos métodos de trabajo, de organización, de administración o reingeniería de procesos.

El incremento de la cantidad y calidad del trabajo generalmente no se remunera de manera proporcional a la ganancia que genera, pero jamás en su valor total (porque precisamente en eso consiste el negocio).

La productividad puede medirse por rama económica o por empresa, pero no es aplicable a los individuos, porque de acuerdo a las funciones de cada uno, su contribución a la generación de valor es diferente.

Los tres aspectos estructurales de los sistemas flexibles de producción son: la reinvención discontinua de los sistemas de trabajo, la producción flexible (discontinua en tiempo y espacio) y concentración del poder sin centralización funcional.

Esto es, el trabajo se reorganiza y divide frecuentemente, por el uso de nuevos métodos y equipos basados en tecnologías de reciente aplicación; la producción se acelera o desacelera en función la capacidad de consumo del mercado y se realiza de manera parcial en plantas ubicadas en distintos países; los sistemas de organización del trabajo en cada fase de producción (realizadas en plantas diferentes) se hacen más horizontales y a todas se les da la misma importancia relativa.