ELEMENTOS PARA ENTENDER LA CRISIS MUNDIAL ACTUAL

ELEMENTOS PARA ENTENDER LA CRISIS MUNDIAL ACTUAL

Víctor H. Palacio Muñoz
Miguel Ángel Lara Sánchez
Héctor M. Mora Zebadúa

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Introducción

En el mes de octubre de 2008 presenciamos el estallido de una crisis financiera en la economía norteamericana que por su intensidad tuvo una propagación mundial inmediata.

Tanto los gobiernos capitalistas como los medios de difusión masiva le dieron este carácter, es decir, la limitaron a la esfera de las finanzas, escondiendo que también nos encontrábamos en una crisis de tipo productivo, es decir, de la reproducción del capital en su conjunto.

La razón principal que los lleva a esconder este hecho la tenemos en la contención del pánico que se desataría en los medios financieros y económicos en general si, en pleno estallido de la burbuja especulativa, se supiera que la economía ha entrado en su fase de crisis y estancamiento, sobre todo en su elemento clave: la producción.

Sólo hasta fines de noviembre de 2008 las entidades gubernamentales que se supone regulan las finanzas en Norteamérica, reconocieron abiertamente que su aparato productivo no sólo había entrado en crisis, sino además, que se encontraba desde hace meses en la fase de estancamiento, la más grave de todas.

Sólo hasta entonces, cuando ya había pasado lo peor del colapso financiero a nivel mundial, cuando el mayor ataque de pánico ya había pasado, fue que reconocieron esta verdad.

Las crisis financieras que se produjeron en 1982-84, en 1997 y en 2000-01 no se comparan con la magnitud de la crisis actual.

Hoy la especulación y el aliento del capital ficticio alcanzaron niveles extraordinarios, sólo comparables con las grandes crisis del sistema capitalista de los años 30 y 70 del siglo XX.

Al igual que éstas, la crisis mundial que vivimos en la actualidad también es una crisis del sistema de reproducción del capital en toda su extensión, pues el proceso de acumulación ha excedido sus capacidades y con ello ha obligado a poner freno a la producción de mercancías y servicios a escala planetaria; asimismo, es una crisis que se manifiesta en prácticamente todos los elementos que componen el capital financiero.

Bancos, sociedades de inversión, sociedades de ahorros, aseguradoras, bolsas de valores, hipotecarias, fondos de cobertura y derivados en general, todos ellos colapsaron entre el tercer trimestre de 2007 y octubre-noviembre de 2008.

Y de ahí pasaron a erosionar el frágil sistema monetario internacional que, en aras de salvar el dólar a como diera lugar, hizo caer las monedas de otros países, provocando un gran desorden en sus equivalencias y en los valores de las mercancías que se realizan en el mercado mundial.

Es, en suma, una crisis que sacude todos los componentes de la reproducción a escala mundial; es una crisis sistémica, al igual que las otras dos citadas líneas arriba.

Pero no en el mismo sentido.

La crisis actual se propaga en un tiempo mucho menor; es casi simultánea en los centros financieros e imperialistas más importantes del planeta, a diferencia de las crisis de los años 30 y los años 70.

Hoy el capitalismo cuenta con mecanismos económicos y financieros de corte planetario tales como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Grupo de los Ocho, que tienen tiempos de respuesta mucho más breves a las crisis de este perfil.

Cuando en situaciones como estas la velocidad de las medidas anticrisis es crucial, para el capital es una bendición contar con este tipo de órganos, pues ello también les permite homologar y sincronizar tales medidas, situación que no había en las crisis anteriores. 

Por otra parte, una de las diferencias cualitativas entre lo que vivimos en 2008 y las experiencias sistémicas anteriores es la magnitud que ha cobrado el capital financiero.

La dinámica capitalista en toda su existencia ha logrado acumular una enorme masa de plusvalía que asume la forma de capital financiero en grandes proporciones, mucho mayor al comprometido en la producción de mercancías, que periódicamente daña a esta última, pero que también al mismo tiempo se convierte en uno de sus resortes para sacarla del estancamiento.

Como los capitalistas y especuladores en general se retiran de la inversión productiva en las fases críticas del ciclo económico, son los gobiernos quienes ocupan su lugar volcando grandes sumas de esa plusvalía bajo la forma de “rescates”, tomados del erario público y de las reservas internacionales.

La gran masa de capital financiero en la actualidad ha servido para contrarrestar casi de inmediato los efectos más nocivos de la crisis, a diferencia de las presentadas en el siglo anterior.

La crisis de 1929-33 acentuó la caída de Inglaterra como el centro hegemónico del imperialismo; la crisis actual de igual forma acelera el hundimiento de los Estados Unidos como la primera potencia mundial.

Su sistema monetario basado en el dólar ha sufrido un gran revés y la guerra que mantiene contra Europa en diferentes planos hoy la encara con una mayor debilidad, pues a la crisis económica se suma la caída de su fundamentalismo neoliberal y la pérdida gradual de la aventura militar desatada en Medio Oriente.

A diferencia de los años 30 y 70 del siglo XX, hoy las oligarquías imperialistas de Europa y Asia le cuestionan la centralización del poder económico y financiero a los Estados Unidos; hablan no sólo de una nueva estructura financiera mundial sino incluso de una “refundación del capitalismo” por medio del vocero en turno de la Unión Europea, el Presidente de Francia, lo que significa que ya no están dispuestas a someterse a la voluntad de los grandes capitales norteamericanos.

Se reclama, en suma, la hegemonía planetaria, situación que no se presentó en las crisis generales anteriores.

Los caminos de la recomposición del funcionamiento económico a escala mundial también son diferentes.

Anteriormente tenían como centro a los Estados Unidos; por el contrario, hoy están centrados en las economías asiáticas que han presentado el mayor dinamismo en los últimos diez años: la economía china, la hindú y las economías de Asia Pacífico, principalmente.

Y si bien están soportadas por fuertes inversiones de capitales norteamericanos y europeos, no obstante ser el espacio donde se incuba la recuperación del sistema productivo y por consiguiente de la valorización del capital, les asigna un rol determinante que anteriormente no tenían las economías no imperialistas.

Esto desplaza más aún a Norteamérica como centro fundamental de la creación de riqueza y como potencia hegemónica.

Al igual que en las otras dos grandes crisis generales, el mayor impacto negativo se producirá en las regiones subdesarrolladas y dependientes más débiles: África y Latinoamérica, pues los capitales migrarán hacia aquellas naciones y hacia los centros imperialistas

La gran diferencia es que en la actualidad el vértice de la lucha de clases y de la lucha contra las políticas neoliberales se encuentra justamente en América Latina, lo cual ha permitido la construcción no sólo de espacios políticos, sociales y culturales alternativos sino también económicos bajo una lógica un tanto distinta a la ganancia fácil y en un entorno de construcción de relaciones de producción regionales que pretenden una integración que siente las bases de un bloque económico con el cual se puedan enfrentar los estragos de crisis como la que vivimos en la actualidad con un costo social mucho menor y con una dependencia cada vez más reducida frente al mayor de los imperialismos.

Analizar lo específico de la crisis actual, su dinámica, las fases que ha atravesado, la propagación mundial tanto geográfica como en el conjunto del sistema económico, es lo que nos proponemos en el apartado de Antecedentes.

Asimismo, habremos de exponer las características principales de las crisis generales del capitalismo que se presentaron en el siglo anterior para comprender de mejor manera lo específico de la actual.

Posteriormente, en el siguiente Capítulo estudiamos más a detalle las condiciones de la economía norteamericana; se analizan tanto sus componentes productivos como financieros, poniendo acento en el proceso de acumulación y en determinantes esenciales como la generación de plusvalía y de ganancia.

En el siguiente capítulo nos dedicaremos a estudiar las condiciones de la economía mexicana al momento de la crisis y la manera en que ésta incide sobre nuestro entorno económico y social, para finalmente en el último capítulo abordar las características de la lucha de clases en nuestro país y de ellas vislumbrar los posibles escenarios de la respuesta al impacto de la crisis mundial en nuestro acontecer.

La reflexión crítica sobre la crisis actual apenas empieza.

Esperamos, por tanto, que este material contribuya a una valoración objetiva de los acontecimientos que vivimos, así como a la definición de la táctica del proletariado mexicano de la ciudad y el campo, así como de los sectores sociales en lucha, en la coyuntura que se abre con esta nueva crisis general del capitalismo.