ELEMENTOS PARA ENTENDER LA CRISIS MUNDIAL ACTUAL

ELEMENTOS PARA ENTENDER LA CRISIS MUNDIAL ACTUAL

Víctor H. Palacio Muñoz
Miguel Ángel Lara Sánchez
Héctor M. Mora Zebadúa

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2. Comportamiento de la economía mundial

2.1 De la crisis de 1971-73 al capitalismo mundial de fines del Siglo XX

Los rasgos actuales del mundo en que vivimos se delinearon principalmente desde los cam bios políticos y culturales producidos en 1968 y a raíz de la crisis general del capitalismo que se dio en la década de los setenta del Siglo XX.

Hasta ese tiempo, la economía mundial ten ía como principal forma de producir al fordismo y al taylorismo13; las principales ramas económicas se regían por una detallada división del trabajo y la hiperracionalización del modo de trabajo del obrero, de un lado; y de otro, por la constante automatización de los proce sos de trabajo, en particular, de la aplicación de la cadena de montaje y en general de la transportación mecanizada de las materias primas fundamentales, así como del objeto prin cipal de trabajo.

Todo ello, apoyado en la electromecánica como el perfil tecnológico funda mental que regía a la industria y a la agricultura.

Pero como el maquinismo requería cada vez de mayores inversiones de capital así como de una fuerza de trabajo con grandes habilidades no sólo para operar los sistemas integrados de maquinaria, sino además para darles el mantenimiento debido, el mundo capi talista preparó en los años posteriores a la crisis de 1971-1973 las condiciones tecnológicas para arribar a una nueva forma de producir.

En Asia Pacífico la rigidez del sistema taylorista fue siendo sustituida cada vez más por una producción donde se estimuló el trabajo en equi po, mediante los círculos de calidad; en lugar de la rigurosa y casi interminable división del trabajo, la creciente integración de tareas y, sobre todo, la combinación del trabajo manual con el intelectual, es decir, la devolución al obrero de aquellas tareas de diseño, planeación y gestión que bajo la producción taylorista le fueron confiscadas y concentradas en el personal de confianza que se encargaba de la conducción general de la empresa.

Por esos años también en esta misma región del planeta se fueron incubando otras de las innovaciones productivas más significativas de nuestro mundo actual, que iban com pletando el cuadro de la producción actual: nos referimos a la producción justo a tiempo y la consiguiente política de disminuir sensiblemente las existencias en los almacenes y bodegas, teniendo como meta la aspiración capitalista de producir con cero inventarios.14

Sobre el trabajo en equipo, la unión del trabajo manual con el intelectual y otras formas básicas de las nuevas fuerzas productivas asiáticas, se puede consultar a Kaoru Ishikawa.

¿Qué es el control total de Calidad?

Paralelo a estas transformaciones, durante las décadas de los setenta y ochenta del siglo anterior maduró lo que vendría a ser la principal revolución del proceso de trabajo: la aparición de las computadoras y en particular, la aplicación de éstas a la esfera de la producción.

El acicate de estos cambios también lo tenemos en las secuelas que produjo la cri sis general de 1971-1973, pues de ella se desprendió la imperiosa necesidad de integrar las finanzas y el sistema monetario internacionales con sistemas de información y de telecomu nicaciones más eficaces, veloces y confiables.

Asimismo, el encarecimiento de las materias primas durante y después de la crisis se convirtió en una presión importante para que se desarrollaran tecnologías que produjeran nuevos materiales, muchos de ellos sintéticos o cualitativamente mejorados, a un costo menor que los naturales.

Norteamérica, Europa y Asia fueron los centros imperialistas que entraron a esta vertiginosa carrera por disputar los mejores métodos de producción y los mercados, llevándola a un punto tal, que provocaron un cambio sustancial en la fisonomía del desarrollo capitalista: la escala planetaria no sólo de la operación del capital financiero sino además de la producción.

Fue así como vimos florecer a la empresa multinacional como la célula fundamental de la producción burguesa, mercancías de las que ya no se podía decir que eran fabricadas en un solo país, sino que la elaboración de sus componentes, el ensamble y el acabado final eran resultado del concurso de plataformas productivas de varios países, siendo un ejemplo típico de esto la producción de automóviles y poco después también las computadoras.

En el umbral de los años noventa del siglo anterior la expansión del capital a nivel mundial requirió de dos hechos fundamentales: la necesidad del rompimiento de las barreras nacionales que los Estados ponían al libre flujo de la exportación de capitales, tanto en su forma mercantil como financiera, por un lado, y de otro, el golpe decisivo al mundo socialista de ese entonces, en su eslabón más débil: el socialismo europeo y en particular, la antigua Checoeslovaquia y Polonia, lugares donde comenzó a fracturarse.

Lo primero condujo a lo que hoy llamamos genéricamente como neoliberalismo y lo segundo devino en el colapso de la URSS y del llamado eurocomunismo.

Cada cual movido por su lógica y contradicciones internas: las de la acumulación de capital y la ganancia, por un lado, y las del estancamiento en el desarrollo de las fuerzas productivas y de la concen tración del poder político y social, por otro lado.

En la segunda mitad de los años ochentas del Siglo XX se dieron cita, casi en forma simultánea, estos dos acontecimientos históricos.15

Habiéndose sacudido al principal enemigo, la victoria del capital sobre el proyecto socialista más desarrollado hizo que al centro hegemónico del imperialismo, los Estados Unidos, se le olvidaran momentáneamente las heridas y secuelas de su derrota en la aventura político militar en Vietnam.16 Derribado el poder que le hacía contrapeso, pronto se convirtió en el gen darme político-militar a escala planetaria y creó las condiciones para arribar a una nueva fase en el desarrollo capitalista, que unos llaman globalización, otros mundialización, etc., pero que independientemente del nombre con el que se le refiera, es indudable que en la última década del Siglo XX entramos a un nuevo episodio económico y social de la Humanidad.

En el terreno productivo, con la automatización creciente del trabajo mental mediante la computación en las principales ramas económicas, las más dinámicas y las que generan la mayor riqueza excedente, con la producción flexible y la precarización de la clase obrera y de sus condiciones laborales.

En el ámbito de la circulación del capital, con una nueva realidad en donde es tan grande la producción de capital financiero en los dos siglos y medio de vida que lleva el capitalismo, tan gigantescas sus proporciones, que ya no puede ser absorbido por el aparato productivo sino apenas en una pequeña magnitud; el capital financiero se ha convertido en una densa nube que periódicamente ahoga la esfera de la producción mundial y que imprime con mayor fuerza los estragos de sus crisis periódicas.

Colapsada la URSS, pronto se sucedió la lucha por el reparto del botín: las principa les potencias europeas absorbieron a los países exsocialistas del Continente, en franco de safío a la Federación Rusa.

Esta reagrupó a la mayoría de las exrepúblicas socialistas asiáti cas y junto con ellas formó la Comunidad de Estados Independientes, manteniendo el control sobre las reservas de gas y la producción de petróleo más importantes del planeta.

Por su parte, el imperialismo norteamericano exportó sus capitales con mayor acento hacia la región de Asia Pacífico, que ya para entonces se había convertido en la región más dinámica del planeta, y se lanzó a un control casi total de Medio Oriente y de sus recursos energéticos, desatando en principio la Guerra del Golfo a principios de los noventas, apropiándose de Kuwait al separarlo del territorio de Irak.

Sobre los países de América Latina desató una nue va contraofensiva política y económica hasta obligarlos a abrir las puertas casi en su totali dad a los flujos del capital, mediante la propagación de las políticas neoliberales, acabando virtualmente con la producción estatal, desarticulando numerosas cadenas productivas y apropiándose de gran parte del capital financiero de la región.

Tras el derrumbe de la URSS se produjo, por tanto, un nuevo reparto de una fracción importante del planeta entre las grandes potencias.17

De este suceso brotó una nueva fisonomía del capital: la centralización de capital ya no entre empresas o grupos de ellas, sino de países enteros localizados regionalmente, has ta conformar los bloques económicos.

Igualmente, la economía de posguerra así como la crisis general del capitalismo de 1971-1973 aceleraron este proceso, hasta tener en la actua lidad la existencia de los bloques de la Unión Europea y de Asia Pacífico, que junto con Nor teamérica, conforman los tres grandes centros imperialistas.

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte que agrupa a Canadá, Estados Unidos y México no llegó a conformarse como un bloque económico, sino tan sólo alcanzó los niveles de una integración comercial, debido a que siendo los Estados Unidos la potencia hegemónica del planeta, no le interesa evolucionar hasta la conformación del bloque, ni en este nivel ni mucho menos en todo el Continente, pues su lógica gira más bien hacia el sometimiento de la región bajo los esque mas neocoloniales y/o la dependencia financiera y tecnológica.

Este es el entorno mundial en sus rasgos fundamentales que teníamos comenzado el Siglo XXI.

Veamos ahora las condiciones de la economía mundial desde el año 2000 hasta la fecha para comprender de una manera más integral las causas de la crisis que vivimos actualmente.