LA ECONOMÍA DEL FIN DEL MUNDO
CONFIGURACIÓN, EVOLUCIÓN Y PERSPECTIVAS ECONÓMICAS DE TIERRA DEL FUEGO


Miguel A. Mastroscello

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CAPÍTULO 2 - LA ESTRUCTURA SECTORIAL

2.1. EL MARCO TEÓRICO

La riqueza generada por un país en un período determinado constituye lo que la teoría económica llama ingreso nacional; en muchos textos, en especial los redactados o traducidos en España, se utiliza de manera equivalente el término renta. Su contrapartida, denominada producto, es el conjunto de los bienes y servicios finales elaborados por la sociedad. Si en el cálculo del producto se dedujo el desgaste (o amortización) del equipo de capital, se le agrega la denominación neto; en el caso contrario, se lo llama bruto. Por último, se lo designa interno, cuando se han considerado todas las actividades realizadas fronteras adentro (sin importar la nacionalidad de los propietarios de los recursos que participaron de su conformación) o nacional, cuando del producto interno se restan los ingresos obtenidos por los residentes extranjeros en el país y se le adicionan las rentas que residentes nacionales obtienen en el exterior. Las estimaciones más utilizadas en la Argentina por los analistas económicos son las del producto bruto interno, conocido por su sigla PBI.

El PBI es un indicador fundamental, ya que proporciona una medida de la capacidad económica de los países: suele decirse popularmente que representa el tamaño de la torta. Cuando se llevan a cabo estudios que pormenorizan sobre la capacidad económica de las provincias, aún teniendo en cuenta ciertas particularidades de orden técnico en el procedimiento de cálculo, el concepto se asimila al llamado producto bruto geográfico, ó PBG.

Uno de los criterios utilizados por los economistas para analizar tanto el PBI como el PBG consiste en enfocar su distribución sectorial, de manera de determinar la participación que las distintas actividades económicas tienen en su generación. Para ello las agrupan en tres grandes sectores productivos, a saber: primario, secundario y terciario, cada uno de los cuales está formado de la siguiente manera:

 El sector primario comprende a la agricultura y la ganadería, y también a las actividades extractivas tales como la silvicultura, la caza, la pesca y la minería, donde se incluye la explotación de hidrocarburos.

 El sector secundario abarca a la industria manufacturera, la de la construcción, la distribución de gas (por redes y envasado), la producción y distribución de energía eléctrica, y la provisión de agua y servicios sanitarios.

 Dentro del sector terciario se clasifican el comercio mayorista y minorista; el transporte y el almacenamiento; las comunicaciones; las actividades inmobiliarias, financieras y de seguros; y los servicios, tanto sociales (incluyendo los del gobierno en sus distintos niveles) como personales (profesionales, domésticos, etc.).

Para determinados propósitos de estudio, también se suele agrupar a las actividades primarias y secundarias bajo la denominación de sectores productores de bienes, describiendo a las terciarias como sectores productores de servicios.

Muchos economistas, en particular los que adscriben al enfoque ortodoxo de la disciplina, sostienen que los países que presentan un alto grado de primarización de su estructura económica (es decir, con una participación relativa muy importante de las actividades primarias) se encuentran subdesarrollados o atrasados. Por cierto, este no es el único criterio usado para determinar el grado de desarrollo de un país. Los estudiosos del tema también analizan la distribución funcional así como la personal, familiar o por niveles del ingreso, junto con un conjunto de otros indicadores económicos, sociales y demográficos.

Asimismo, otras corrientes de pensamiento económico, como la estructuralista, rechazan esta concepción, afirmando que el supuesto atraso está originado en la relación de dependencia que existiría entre los países avanzados —a los que denomina centrales— y el resto de las naciones, que integrarían la periferia.

Más allá de este debate, se puede afirmar que en la mayoría de los países africanos, así como en muchas naciones de Asia y América Latina, coinciden estructuras económicas con elevada proporción de actividades primarias, junto a un alto grado de insatisfacción de las necesidades de la población.

Las naciones cuyos pobladores disfrutan de mejores condiciones de vida, como las de Europa y el Japón, poseen sectores secundarios muy importantes, por lo cual se les da también el calificativo de países industrializados. Por cierto, en los últimos años y al ritmo marcado por las nuevas tecnologías informáticas y de comunicaciones, está creciendo en ellos la participación de los sectores productores de servicios, que ya desde principios de los sesentas eran los predominantes en los Estados Unidos, que como hemos dicho es la primera economía del planeta.

Mientras que para el conjunto de la Argentina, el aporte del Sector Primario a la formación del PBI ha crecido de 7% en 2001 a 15% en 2004 , en la economía fueguina su participación ha venido oscilando en torno al 20% . Ello está determinado en particular por la importancia de la minería, y dentro de esta división, por la influencia de la extracción de petróleo y gas, actividades que conforman las tres cuartas partes del total sectorial; a considerable distancia le sigue en significación la pesca y, en una medida bastante menor, la ganadería.

Por su parte, el Sector Secundario en los últimos años ha representado alrededor de un tercio de la riqueza generada en la Provincia, composición que resulta llamativa incluso en el contexto nacional, donde el producto bruto sectorial oscila en torno al 25% . La industria manufacturera provincial, y en especial las ramas que colocan su producción fuera de Tierra del Fuego, configuran la mayor parte de esta oferta de bienes.

Aproximadamente la mitad del producto provincial proviene de los sectores productores de bienes; la parte restante es generada por los sectores productores de servicios, lo que incluye a las actividades estatales.

La estructura sectorial presenta, pues, rasgos peculiares. El grado relativamente alto de primarización induciría prima facie a diagnosticar cierto atraso; sin embargo, la relevancia de las actividades industriales y del sector terciario contribuye a darle a la estructura un rasgo más equilibrado. Además, mientras que por un lado se destaca el fuerte sesgo exportador (por ende, generador de divisas para el país) de la explotación hidrocarburífera, también es llamativa la significación del sector fabril, lo cual explica que, pese a sufrir pronunciados altibajos, la economía provincial haya mantenido en los últimos treinta años un comportamiento dinámico. Este atributo, además, diferencia de una manera muy marcada a Tierra del Fuego dentro del contexto económico surpatagónico, donde prevalecen las actividades primarias y de servicios.

Junto a estas características, que pueden ser identificadas como fortalezas, corresponde señalar aquí una debilidad, como lo es la dependencia de esas ramas manufactureras dinámicas respecto de un sistema fiscal de promoción cuyo mantenimiento, modificación o supresión es resorte de las autoridades nacionales, asunto sobre el que abundaremos en otros tramos de este trabajo.


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