Desde que comencé a estudiar el consumo en el mundo me encontré con una definición altamente aceptada que no concuerda con la realidad: que para medir el consumo de la familias se usaba el ingreso per capita y en algunos casos más sofisticados el famoso purchasing power parity, desarrollado inicialmente en 1.920 y ya comúnmente asimilado.
Pero como es lógico y con un poco de estudio de cuentas nacionales y de las finanzas personales que hacemos cada día, que el consumo no es igual al ingreso. A nivel racional y matemático es muy simple de comprender:
(1) Ingreso (Y) = Consumo (C)
(2) Ingreso (Y) = Consumo (C) + Ahorro (A)
(3) Crédito (Cr) + Ingreso (Y) = Consumo (C) + Ahorro (A)
En el primer escenario una persona gasta lo mismo de lo que gana, lo cual es muy poco probable hoy en día, y conllevaría a una economía de crecimiento exactamente igual al crecimiento poblacional ; en el segundo escenario, la persona gasta menos de lo que gana, permitiéndole ahorra parte de su ingreso, lo cual es más probable sobretodo en países de altos ingresos o personas pensionadas ; más el tercer escenario es el más común en el mundo, donde según el momento del año o las circunstancias hacemos uso del ahorro o del crédito para consumir lo que en ese momento deseamos o necesitamos.
Por esto es que la decisión de consumo es la que impone la definición del stock de dinero: Un crédito es un gasto presente sacrificando consumo futuro, y el ahorro, es el sacrificio presente de consumo para un gasto futuro. El ejemplo más claro de esto, es una persona que gana mensualmente US$1.000, y por efectos de las retenciones sociales y los impuestos al ingreso, su ingreso real puede ser de US$800 mensuales, y cuando compra un bien, nuevamente el estado (bien sea local o nacional) le impone un impuesto de consumo, recudiendo aún más su capacidad de compra, pero en el momento de pagar en un supermercado puede usar su tarjeta de crédito; Por esto el consumo no es lo mismo que ingreso.
Bajo esta premisa revise los datos de Penn State University con el fin de saber cuánto dinero realmente se destina a consumo, ya que la ecuación macroeconómica de demanda, incluye el gasto del gobierno, la inversión y la balanza comercial ; y me lleve una sorpresa más interesante de lo que esperaba: la participación del consumo en las economías (C/Y) es diferente por países y por bloques culturales y políticos. Y más interesante aún, desde la década de los noventa la capacidad de compra comparada del mundo mejoró mucho, demostrando que el libre comercio ayuda mucho a la calidad de vida de las naciones.
Los datos de Penn State permite llegar dos simples conclusiones que ocurren en nuestros hogares: cada vez gastamos menos en consumo, pero cada vez compramos más. Esto conlleva implícitamente un aumento del ingreso del mundo y un aumento en las oportunidades de elección de productos, lo que aumenta la cantidad de bienes comprados a menor precio, como consecuencia del libre comercio. El libre comercio, es quizá la máxima expresión de la libertad de elegir, ya que en su mejor escenario permite a las personas escoger bienes y servicios de todo el mundo . Escenario que llevará al mundo a un equilibrio global de costos y precios, donde inicialmente la diferencia fundamental serán los fletes marítimos; gracias este precepto global entre los economistas, es que se espera que a medida que China aumente su economía y su consumo per cápita, por ende aumente el salario y los costos de producción aumenten a niveles de competitividad global.