AGUAFUERTES II. RESUMEN Y CRÍTICA DE GENTES, CIUDADES Y RIQUEZA
 La transformación de la sociedad tradicional, del neomalthusiano Edward Arthur Wrigley

AGUAFUERTES II. RESUMEN Y CR?TICA DE GENTES, CIUDADES Y RIQUEZA LA TRANSFORMACI?N DE LA SOCIEDAD TRADICIONAL, DEL NEOMALTHUSIANO EDWARD ARTHUR WRIGLEY

Edgardo Adrián López

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7.3. El crecimiento urbano en el continente

Si adoptamos el criterio aconsejado por el demógrafo J. De Vries para clasificar las ciudades, las ordenamos de forma descendente según su tamaño y de acuerdo al supuesto de que el centro urbano siguiente al primero, debe tener la mitad de su población, luego un tercio, etc. (1992: 244-245). Este tipo de jerarquización se corresponde con una gráfica en línea recta en ángulo de 45° respecto a la horizontal (1992: 244). Para el siglo XVI, tenemos una pendiente suave y una pequeña horizontal en las primeras posiciones (1992: 245). Quizá la línea quebrada se debía a que la economía europea estaba muy regionalizada y a que ello impedía la uniformidad de los centros dominantes, en comparación con la parte inferior del segmento (línea tipo I). Luego vino un segundo período (1600/1750) en que la línea-rango se enderezó y se empinó más, dado que hubo un crecimiento global de la población citadina (1992: 245/246). La tercera etapa (1750-1850) se caracteriza por un incremento general, pero las pequeñas urbes se desplegaron más que las grandes. La gráfica así lo demuestra:

A comienzos del siglo XIX Inglaterra estaba muy urbanizada (1992: 246). En contraste, la urbanización en el continente y en el siglo XVII es moderada; en siglo XVIII, retrocede en el norte y oeste de Europa (1992: 247). La población urbana en el continente se abultó a más del doble entre 1600 y 1800; la cantidad de personas creció un 60 por ciento, de forma que el abultamiento de la población citadina fue inducido por el incremento en la población total más que por una elevación de la cantidad de habitantes que vivían en los centros urbanos (1992: 247/249).

Parece que el desarrollo en Europa estuvo limitado a ciudades muy grandes (un 80 % del despegue habría ocurrido en centros de más de 40.000 personas). La mayoría de La mayoría de esas grandes urbes eran capitales o grandes puertos, cuyo despliegue fue estimulado por la complejización de la administración, el ejército y la justicia, tanto en Estados absolutistas cuanto constitucionales, o por el desarrollo del comercio a larga distancia. Las ciudades más pequeñas se estancaron o perdieron habitantes. Al mismo tiempo, algunas ventajas comenzaban a establecerse en el campo a causa de la protindustria.