LAS MATEMÁTICAS DE LA CIENCIA REGIONAL

LAS MATEM?TICAS DE LA CIENCIA REGIONAL

Andrés E. Miguel Velasco y otros

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c. Fundamentos conceptuales: complejidad y conflicto

Se entiende por “conflicto” la tensión que los elementos regionales o las regiones mantienen o generan al estar sometidos, compararse o interactuar con otros elementos o regiones que se excluyen mutuamente. El conflicto surge cuando las respuestas de la inclusión de nuevos elementos o relaciones en las regiones manifiestan incompatibilidad. Esta cualidad delimita las regiones complejas en armónicas e inarmónicas. En éstas últimas se manifiesta el conflicto y el caos, en tanto que en las primeras puede manifestarse la complejidad sin conflictos serios o definitivos (Miguel 2002).

Los tipos de conflictos derivan de la “simbiosis regional” (del griego, symbioun, 'vivir juntos'), es decir, de la interdependencia de la diversidad regional. No existe conflicto cuando en esta relación existe el “mutualismo”, el cual es el tipo de simbiosis en la cual los elementos o regiones obtienen un beneficio mutuo de su cooperación. Un ejemplo es la relación de intercambio de bienes complementarios existentes en las regiones. Tampoco existe en la simbiosis del tipo “comensalismo”, la cual ocurre cuando los elementos o regiones comparten algunos aspectos como intercambios económicos. Estas relaciones generan una “complejidad armónica”, es decir, una complejidad donde el conflicto es superable. En cambio en la “simbiosis antagonística”, un elemento o región satisface sus necesidades a costa de perjudicar a otros elementos o regiones. Este tipo de asociación es la que acciona el conflicto y el caos en la región.

El mundo de las regiones entraña un gran número de conflictos. Estos conflictos pueden ser solamente a nivel de ideas (lo cual se denominará “conflicto suave”), o en operaciones económicas de competencia (“conflictos operativos o intermedios”), hasta “conflictos declarados” (cuando las regiones entran en franca confrontación por la lucha de los recursos naturales, mercados, etcétera). Lo peor que de esto deriva es cuando los conflictos internos y externos de las regiones degeneran en conflictos legales, agresiones físicas, e incluso en “guerra”.

La visión metodológica de la complejidad proporciona la visión de una región que cambia permanentemente, cambio que puede ser turbulento e impredecible en su magnitud y en su manifestación temporal. En este proceso el conflicto es una propiedad de la “complejidad inarmónica”, y es esta cualidad la que acciona los “atractores”, “activadores” y “receptores” de caos en la región. Los “atractores” y “activadores de caos” juegan un papel preponderante, pues actúan como reguladores del comportamiento armónico o inarmónico del sistema regional. Efectuando una analogía puede decirse que el atractor corresponde al escenario -a lo estático-, y el activador al actor -a lo dinámico- de la trama socioeconómica. Ambos se requieren para originar el caos, ya que un activador sin atractor no logra operar, pero pueden existir atractores esperando un activador para manifestarse, pues un “atractor de caos” es un conjunto de desórdenes económico-sociales arraigados, que pueden llegar a operar o no en el sistema económico-social del cual depende, dificultando su operación normal. Se entiende por “activador de caos” el agente o conjunto de agentes dinámicos de carácter económico, social, político, cultural o ambiental que tienen la propiedad de poner en acción un atractor de caos. Los atractores son resultado de la acumulación de experiencias, situaciones, conocimientos y actitudes consecuencia de la interacción de la sociedad, la economía, la cultura, la ecología y el territorio de las propias regiones. Se convierten en “sistemas referentes” para ser puestos en operación por los “activadores de caos” de la propia región. A través de los atractores y activadores en interacción, las regiones confirman su carácter complejo, oscilante entre el orden y el caos.

El desarrollo puede verse afectado por los problemas y conflictos de las regiones, articulados como “turbulencias sociales”. Estas constituyen conjuntos de desórdenes que se manifiestan en la región, articulando los “atractores y activadores de caos”, dificultando la actividad normal del sistema económico-social, ocasionando el deterioro de la economía, pero sobre todo, afectando los “receptores de caos”, en ocasiones la población civil ajena a los actores políticos, otras el territorio y sus recursos naturales, o los grupos vulnerables de la sociedad, aparentemente ajenos al conflicto pero que de pronto se ven involucrados, a veces involuntariamente, en los conflictos desatados por los atractores y activadores de caos de la región.