ECONOMÍA DE MÉXICO Y DESARROLLO SUSTENTABLE

ECONOM?A DE M?XICO Y DESARROLLO SUSTENTABLE

Ulises Castro Álvarez

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1. Historicidad de los paradigmas económicos y desarrollo sustentable

El pensamiento económico se ha construido con base a los contextos existentes en cada momento histórico. Las diversas escuelas o corrientes y las teorías que han formulado, se encuentran cargadas de ideología y de influencias derivadas de grupos de interés. Gran parte de las ideas desarrolladas tienen sus raíces en estructuras institucionales, en relaciones entre grupos económicos diferentes y en los intereses opuestos de éstos, lo interesante es que estas ideas han tomado fuerza a lo largo de la historia y muchas de ellas prevalecen y pueden explicar relaciones iguales o similares.

Muchos pensadores involucrados en el desarrollo del pensamiento económico fueron o han sido además de economistas filósofos sociales y le imprimen el sello de la filosofía dominante a sus aportaciones, otros son o han sido políticos dejando en sus teorías las influencias respectivas, sin embargo, han contribuido a conformar estructuras teóricas que buscan explicar los principios que rigen el comportamiento del sistema económico, tanto en su parte positiva como normativa, (Roll, 1973).

La necesidad de teorizar sobre el comportamiento del sistema económico surge cuando se rompe con las formas naturales de satisfacción de necesidades humanas, cuando el hombre tenía control individual sobre ello, no existían problemas económicos o sociales que requirieran el establecimiento de teorías, sin embargo en la medida en que estos procesos se convirtieron en impersonales y las necesidades de optimizar la producción y el intercambio se incrementan, las relaciones sociales cambian se vuelven complejas y entonces se estima que emerge la necesidad de reflexionar y teorizar sobre estos aspectos.

Algunos autores como Eric Roll (1973), consideran que el primer desarrollo sistemático de los conceptos sobre economía se encuentra a fines del siglo XVII y principios del XVIII cuando el capitalismo toma forma como sistema de relaciones para la producción. La propiedad, la iniciativa privada y el intercambio privado constituyeron el espacio donde florecieron los conceptos básicos de capital, trabajo, valor, precio, demanda, oferta, renta, interés, utilidad, ganancia que surgen como elementos de análisis, sin embargo, en la antigüedad se manifestaron juicios que demuestran que las sociedades vigentes en ese contexto histórico contaban con estructuras donde se observaban relaciones similares a las del capitalismo, tales como la propiedad privada, mercados, moneda y división del trabajo. Así tanto en Grecia como en Roma se observa la aparición de juicios sobre las relaciones sociales y económicas realizadas por pensadores como Platón y Aristóteles donde se perfilan aspectos como la división del trabajo, la propiedad, la circulación, el valor de los bienes, capital, acumulación y la moneda.

En la Edad Media comprendida durante el periodo que comprende desde la caída del Imperio Romano en el siglo V hasta mediados del siglo XV, la conformación de las sociedades feudales y la participación de la iglesia cristiana originaron estructuras sociales en donde se observan relaciones sociales donde se percibe la división de clases y del trabajo así como una gran influencia de la filosofía religiosa que determina comportamientos sobre algunas relaciones económicas y sus conceptos, existen registros donde se encuentran juicios sobre el comercio, los precios, la usura y la moneda.

De esta manera, la doctrina económica se desarrolla durante el periodo comprendido por los tres siglos que transcurrieron entre la Edad Media y la aparición de la obra la Riqueza de las Naciones de Adam Smith en la que aparece el sistema clásico de la economía política, (Roll, 1973: 49). La economía política preclásica de acuerdo a Eric Roll se puede dividir en dos partes: la primera, caracterizada por el nacimiento del capitalismo comercial generalmente llamada “mercantilismo” y la segunda, que acompañó a la expansión del capitalismo industrial a fines del siglo XVII y principios del XVIII la cual contiene los fundamentos de la ciencias de la economía política, (Roll, 1973:49).

a) Mercantilismo

El mercantilismo se identifica como un conjunto de ideas que reflejaba los intereses del capital comercial cuando se encontraba unido todavía al capital industrial. Los mercantilistas consideraban que la riqueza se crea en la esfera de la circulación y que la riqueza de las naciones se encontraba en el dinero, esta idea motivaba como una de las metas principales atraer hacia los países la mayor cantidad de oro y plata, esta doctrina avanzó con la participación de los comerciantes de la época, sin que fuera estructurada en un cuerpo teórico.

El mercantilismo implicaba la conformación de estados-nación fuertes y del sistema monetario, el proteccionismo se consideraba una pieza clave para alcanzar las metas del capital comercial, por lo que la intervención estatal se consideraba imprescindible para lograr el proteccionismo tanto de los extranjeros como de las viejas estructuras feudales que prevalecían y entorpecían el desarrollo del capitalismo comercial.

Los mercantilistas le otorgaban al dinero una gran fuerza activa, planteaban que cuando el dinero era abundante el comercio crecía y viceversa, pugnaban por una tasa de interés baja como causa en la generación de la riqueza. Para ellos, mantener siempre una balanza comercial favorable resultaba fundamental por lo que la restricción y regulación era fuerte tanto para el movimiento de mercancías como para el movimiento de metales, de acuerdo a la visión de los mercantilistas, se debería de fomentar las exportaciones y emplear a los pobres en la producción de artículos para exportar, al mismo tiempo desalentar las importaciones especialmente los artículos de lujo, (Roll, 1973).

Los mercantilistas eran partidarios de salarios bajos y controlados con el propósito de alcanzar mejores condiciones de competencia en el exterior.

El pensamiento mercantilista se puede sintetizar a través de las nueve reglas de Von Hornick :

1. Que cada pulgada del suelo de un país se utilice para la agricultura, la minería o las manufacturas.

2. Que todas las primeras materias que se encuentren en un país se utilicen en las manufacturas nacionales, porque los bienes acabados tienen un valor mayor que las materias primas

3. Que se fomente una población grande y trabajadora.

4. Que se prohíban todas las exportaciones de oro y plata y que todo el dinero nacional se mantenga en circulación.

5. Que se obstaculicen tanto cuanto sea posible todas las importaciones de bienes extranjeros

6. Que donde sean indispensables determinadas importaciones deban obtenerse de primera mano, a cambio de otros bienes nacionales, y no de oro y plata.

7. Que en la medida que sea posible las importaciones se limiten a las primeras materias que puedan acabarse en el país.

8. Que se busquen constantemente las oportunidades para vender el excedente de manufacturas de un país a los extranjeros, en la medida necesaria, a cambio de oro y plata.

9. Que no se permita ninguna importación si los bienes que se importan existen de modo suficiente y adecuado en el país.

b) Los clásicos

El desarrollo del capitalismo industrial modificó las estructuras sociales, surgieron contradicciones que limitaban su crecimiento originando nuevas formas de pensamiento que abonaron a la doctrina económica.

Se designa bajo el nombre economistas clásicos a los economistas ingleses, durante el período que va desde la Riqueza de las Naciones, publicada por A. Smith en 1776, a la de los Principios de J. S. Mill, en 1848. Los primeros veinte años de esta época no están marcados por ningún progreso teórico importante; es un tiempo de descanso. Después se produce una ascensión vertiginosa que llega a su punto culminante con los Principios de Ricardo en 1817, más tarde aparece la obra de J. S. Mill.

En los últimos años del siglo XVIII se dieron unos cambios que llegaron a modificar las relaciones económicas del mundo capitalista y consecuentemente las doctrinas económicas fueron evolucionando en la búsqueda de explicaciones a los nuevos fenómenos que se desarrollaban, tales como: el avance de la Revolución Industrial que modificó radicalmente la forma de producción con la invención y desarrollo de la maquinaria; la Independencia de Estados Unidos de América, -que cambió las relaciones tradicionales del Colonialismo-, y la Revolución Francesa.

Estos acontecimientos hicieron que el capitalismo comercial del mercantilismo, evolucionara hasta convertirse en un capitalismo industrial; esto dio lugar al surgimiento de economistas que desarrollaron una doctrina económica basada en el análisis económico.

Los protagonistas de este período son las teorías y no las personas. Sólo para marcar un camino van a citarse los nombres de los economistas que por sus aportaciones a la economía sobresalieron en esta época.

ADAM SMITH.- Su principal contribución fue el desarrollo del primer modelo de economía de mercado, que tenía consistencia lógica, además ofrecía ciertas posibilidades de predicción. Estos conocimientos se escribieron durante el mercantilismo, cuando las opiniones más importantes de la economía, equiparaban la riqueza con el oro y señalaban la concesión por el gobierno central; estas opiniones eran radicales. Smith hizo hincapié en definir la riqueza, en lugar de equiparar la riqueza al oro, afirmó que el dorado metal sólo es valioso como medio de intercambio y depósito de valor, pero, en sí mismo carece de él; llegando a concluir que las verdaderas fuentes de la riqueza son sólo los bienes y los servicios. Después señaló que la riqueza debe ser para todos, no sólo para los privilegiados, y mostró como debería funcionar ese sistema.

La Riqueza de las Naciones es la obra principal de A. Smith, publicada en 1776, en este libro sobresalen los conocimientos: filosofía naturalista, dice que la ley natural es superior a la ley humana; afirma que la economía está regulada por una mano invisible y que el Estado no debe intervenir en los aspectos económicos; recomienda que el Estado aplique la filosofía política del laissez faire y el laissez passer; el equilibrio natural se consigue en la sociedad porque cada individuo al buscar su beneficio, ayuda a los demás; encontró que los intereses personales coinciden con los generales, piensa que el sistema es armónico y que la división del trabajo conduce al aumento de la productividad; la teoría del valor habla del valor de uso y del valor de cambio; formula la teoría de la renta diferencial antes de Ricardo y desarrolla una teoría del capital.

El sucesor más importante de Smith, quien realmente le superó en una dirección determinada, buena o mala, es David Ricardo; a su lado hay que citar a E. West con su libro “Ensayo en la Aplicación del Capital a la Tierra” en 1815, y a otros contemporáneos que estaban en la misma línea de pensamiento. A. Smith, D. Ricardo y John Stuart Mill elaboraron la Teoría Clásica del Comercio Internacional en 1776.

DAVID RICARDO.- Su trabajo de investigación lo condujo a llevar más adelante las aportaciones económicas de Smith. Su principal obra es “Principios de Economía Política y su Tributación”, donde desarrolla sus primeras ideas acerca de la teoría del valor y la distribución. David Ricardo fue amigo y crítico de R. Malthus, también realizó una contribución al desarrollo de la doctrina económica, enfrentándose al razonamiento de Adam Smith.

Las ideas más sobresalientes del trabajo económico de D. Ricardo son: la teoría de los costos comparativos, la teoría cuantitativa del dinero, tenía la idea de que la Economía Política debe determinar las leyes que rigen la distribución de la riqueza entre las clases que contribuyen a formarlas, la teoría Ricardiana considera el trabajo como mercancía y afirma que el trabajo es mercancía. Postula el libre comercio para lograr la mejor asignación de recursos mediante la libre movilidad de los factores lo cual generará crecimiento, señala que las naciones deben especializarse en producir aquello donde tienen mayor potencialidad lo que permitirá las mejores resultados económicos, esto es lo que se conoce como teoría de las ventajas comparativas.

ROBERTO MALTHUS.- Publicó en forma anónima su libro titulado Ensayo sobre el Origen de la Población y sus efectos en el Progreso Futuro de la Sociedad. El Ensayo sobre el Principio de la Población, contiene la afirmación de que la población crecía geométricamente y la producción aritméticamente; concluyendo que estaba cerca el momento en que la población moriría por inanición. Este pensamiento para su tiempo (1817) era aceptado, para el futuro la idea no tenía validez debido al desarrollo de la Ciencia y la tecnología. Su obra más importante fue “Principios de Economía Política”.

El principio del crecimiento poblacional de Malthus ha ejercido gran influencia en la discusión de los problemas económicos de los países en vías de desarrollo, y ha promovido el resurgimiento de medidas encaminadas al control del crecimiento poblacional por medios artificiales.

JOHN STUART MILL.- En 1844 escribió “Ensayo Sobre Alguna Cuestión Inestable de Economía Política” y otras obras que le dieron prestigio hasta nuestros días. Sus actividades e investigaciones realizadas le dan el calificativo de reformador social. La obra de J. S. Mill se divide en cinco grandes libros: La Producción, la distribución, el cambio, Influencia del progreso de la sociedad sobre la producción y la distribución, y sobre la influencia del gobierno.

Eric Roll (1973) escribe en su historia de las doctrinas económicas: para muchas generaciones de estudiantes, sus “Principios de Economía Política con algunas de sus aplicaciones a la Filosofía Social”, fueron la Biblia indiscutida de la doctrina económica. Representaba la síntesis final de la teoría clásica y de los perfeccionamientos introducidos por los escritores postricardianos. La aparición de la escuela marginal en el último cuarto del siglo, desalojó a J. S. Mill. La economía de los clásicos, alcanzó su importancia en el momento que sus conocimientos descubrieron el valor de uso y valor de cambio y además demostrar que los bienes y los servicios tienen capacidad de satisfacer una necesidad. Determinándose que la economía clásica es objetiva.

De manera sintética se puede mencionar los principales planteamientos de la escuela clásica del pensamiento económico de la siguiente manera:

• Competencia perfecta en todos los mercados.

• El estado no debe intervenir en el funcionamiento de los mercados, ya que los agentes económicos en su acción individual, como por medio de una "mano invisible", son dirigidos al equilibrio y a la eficiencia. Esto es, Laissez faire-Laissez passer. En consecuencia, las políticas fiscales, monetarias y los subsidios, obstaculizan el funcionamiento del mercado.

• Precios flexibles al alza y a la baja, incluidos los salarios, lo que va a permitir que todos los mercados (de bienes y servicios, de dinero, de trabajo, etc.) estén siempre en equilibrio (si hay demanda u oferta insatisfecha el ajuste de precios se encargará de que el mercado vuelva a recuperar el equilibrio).

• El mercado de trabajo está siempre en situación de pleno empleo. No hay paro, el desempleo que pueda existir es de carácter friccional (debido al tiempo que la gente tarda en localizar un trabajo acorde con su capacitación) o voluntario (gente que no quiere aceptar el salario que le ofrece el mercado).

• La producción ofrecida por las empresas viene determinada por el nivel de pleno empleo (a través de la función de producción). Por tanto, la oferta domina sobre la demanda. La curva de oferta es vertical y es la que determina el nivel de producción de equilibrio: variaciones en la demanda tan sólo producen variaciones en los precios.

• La política monetaria es ineficaz (neutralidad del dinero): variaciones en la oferta monetaria sólo afectan al nivel de precios, sin que tengan ningún efecto sobre las variables reales (cantidad demandada, producción de equilibrio, salarios, etc., una vez depurado el efecto de los precios).

• La política fiscal tampoco sirve ya que la economía se encuentra siempre en una situación de pleno empleo, por lo que estas medidas al final sólo se traducen en subidas de precios.

• El valor de un bien está dado por la cantidad de trabajo empleado en la producción de ese bien.

c) La escuela Histórica Alemana

Dado el marco económico y político de Alemania en ese entonces los economistas alemanes comenzaron a considerar que la teoría clásica no era la respuesta a los problemas en los cuales se encontraba el país.

La teoría clásica, originaria de Gran Bretaña, denominada Manchesterismus, fue considerada por los economistas alemanes como excesivamente abstracta. Proponía teorías que pretendían ser universales, pero que fueron desarrolladas en base a la sociedad británica bajo un contexto económico, político y social determinado. No tenía en cuenta las variables culturales y sociales y su efecto en lo económico. Se basaba en el mercado y en la idea de un “actor económico racional”: el homo económicus (hombre y mujer dominados por consideraciones egoístas y completamente absorbidos por la búsqueda de ganancia material.). Esta idea tampoco es correcta ya que el hombre no siempre se comporta de esta manera y hay factores sociales, culturales y políticos que lo condicionan. El modelo económico inglés utilizaba proposiciones teóricas (modelos preestablecidos) para la resolución de problemas y se basaba en un gran número de supuestos sin verificación empírica. Este modelo era muy poco aplicable a Alemania debido a las grandes diferencias contextuales que había entre los dos países.

De esta manera surge un interrogante: ¿Debería ser la economía una disciplina abstracta, ahistórica, basada en una serie de supuestos no demostrados acerca de los fenómenos y del comportamiento económicos, sobre todo del actor “actor económico racional”, o bien una ciencia histórica, concreta, empírica y particular, inductiva y descriptiva antes que deductiva y explicativa?

Como respuesta ante este interrogante surgieron dos importantes economistas que se contradecían. Por un lado Schmoller, quien fue considerado creador de una nueva Escuela Histórica Alemana. Este grupo resaltaba la importancia del método inductivo y del razonamiento a partir de datos concretos, y la relación entre las motivaciones humanas y las ciencias sociales. También mencionaban que las sociedades se encuentran en un continuo proceso de evolución y cambio, por lo tanto una ciencia social basada en la noción de conceptos “abstractos”, atemporales, estaba destinada a perder rápidamente su contacto con la realidad social y económica. En respuesta al concepto de Homo Economicus la Escuela Histórica sostenía que el hombre como ser social es el producto de la civilización y de la historia. Sus deseos, su perspectiva intelectual, su relación con los objetos materiales y su conexión con otros seres humanos no han sido siempre los mismos. La geografía influye sobre ellos, la historia los modifica, y el avance de la educación puede modificarlos por completo.

Schmoller intentó demostrar, mediante una serie de estudios especiales históricos, el desarrollo de los acontecimientos económicos en relación a los hechos históricos y sociales. Pero a la vez reconocía la necesidad de añadir a esta descripción histórica, teorías en el sentido de hipótesis explicativas, pero no podía admitir reducir el flujo histórico. Su opinión fue, que era necesario sustituir las generalizaciones apresuradas de los economistas británicos por una esencia económica realista con más estadística, más historia y más recopilación de material. Así, a partir de los resultados de dicha investigación, los economistas del futuro desarrollarían nuevos conocimientos por inducción (elaborar una teoría partiendo de los hechos).

Como característica esencial en los economistas de esta Escuela es destacable el papel que asignaron a la Política Económica, en cuanto a su no aceptación de los principios de libertad económica de la economía clásica, y al Estado, al situarlo no sólo como instrumento que sustenta ley, sino como elemento necesario en las diversas ramas de la vida económica. Se aconsejaba la intervención estatal para alcanzar objetivos de la política económica en las diversas áreas. En este sentido, se puede afirmar que la Escuela Histórica resultó airosa, pues la economía alemana logró su desarrollo económico a través de políticas intervencionistas y proteccionistas. Por otro lado, su ataque al método lógico y deductivo de la teoría ricardiana y neoclásica estaba plenamente justificado como se ha podido comprobar, pues muchas de sus hipótesis estaban planteadas de forma arbitraria.

d) Marxismo

A mediados del siglo XIX apareció un escritor que con sus teorías iba a influir en todo el mundo; su nombre Karl Marx (1810-1883). Su postulado esencial fue que el capitalismo contiene ciertas contribuciones básicas inherentes que inevitablemente conducirían a su fin. Sus conclusiones se basan en dos supuestos fundamentales de la economía clásica: que la fuente de todo valor es el trabajo y que la fuerza impulsora del sistema capitalista es la inversión del capital que hace que la economía siga creciendo.

Marx utilizó también un análisis de clases, que redujo el concepto de tres clases utilizado por Ricardo, a dos clases principales: los capitalistas y los trabajadores. Decía que era el conflicto básico entre estas dos clases y que las conduciría a la destrucción del sistema.

Los estudios de Marx dieron nivel de madurez al pensamiento socialista del siglo XIX, la estructura teórica se presentó mejor desarrollada. Por tal intuición que poseía, logró construir un modelo donde se trata de demostrar que las sociedades están sujetas a una constante transformación histórica y que los clásicos se equivocaron al admitir que el orden natural del sistema capitalista, una vez establecido, conduciría a la estabilización y al crecimiento económico, ya que las fuerzas que crearon ese ordenamiento impiden el crecimiento de nuevas formas que lo amenazan.

Los principales representantes de la escuela Marxista son: Karl Marx, F. Engels y V. I. Lenin; aunque otros pensadores contemporáneos han seguido la escuela Marxista, entre ellos Maurice Dobb, Paul Sweesy, Paul A. Baran, Ernest Mandel, Teohtonio Dos Santos. La obra de Marx fue la más penetrante que la de todos los precursores del socialismo. Además del Manifiesto Comunista escrito por él y Engels, publicado en 1848, Marx publicó en 1847 “Miseres de la Filosofía”, pero su libro principal “El Capital”, salió a la luz pública en 1867.

La escuela Marxista no es sólo una doctrina económica, sino que se considera una concepción del mundo que implica conocimientos filosóficos, sociales, económicos y políticos. Sobresaliendo por su importancia: la filosofía materialista dialéctica; analizan críticamente a la Sociedad capitalista; desarrollan la teoría valor-trabajo; determinan que la fuerza del trabajo es una mercancía; estudian la teoría de la plusvalía y afirman que el régimen económico es la base de la sociedad.

e) Escuela neoclásica

La economía clásica partía del principio de escasez, como lo muestra la ley de rendimientos decrecientes y la doctrina malthusiana sobre la población. A partir de la década de 1870, los economistas neoclásicos como William Stanley Jevons en Gran Bretaña, Léon Walras en Suiza, y Karl Menger en Austria, imprimieron un giro a la economía, abandonaron las limitaciones de la oferta para centrarse en la interpretación de las preferencias de los consumidores en términos psicológicos. Al fijarse en el estudio de la utilidad o satisfacción obtenida con la última unidad, o unidad marginal, consumida, los neoclásicos explicaban la formación de los precios, no en función de la cantidad de trabajo necesaria para producir los bienes, como en las teorías de Ricardo y de Marx, sino en función de la intensidad de la preferencia de los consumidores en obtener una unidad adicional de un determinado producto.

El economista británico Alfred Marshall, en su obra maestra, Principios de Economía (1890), explicaba la demanda a partir del principio de utilidad marginal, y la oferta a partir del coste marginal (coste de producir la última unidad). En los mercados competitivos, las preferencias de los consumidores hacia los bienes más baratos y la de los productores hacia los más caros, se ajustarían para alcanzar un nivel de equilibrio. Ese precio de equilibrio sería aquel que hiciera coincidir la cantidad que los compradores quieren comprar con la que los productores desean vender.

Este equilibrio también se alcanzaría en los mercados de dinero y de trabajo. En los mercados financieros, los tipos de interés equilibrarían la cantidad de dinero que desean prestar los ahorradores y la cantidad de dinero que desean pedir prestado los inversores. Los prestatarios quieren utilizar los préstamos que reciben para invertir en actividades que les permitan obtener beneficios superiores a los tipos de interés que tienen que pagar por los préstamos. Por su parte, los ahorradores cobran un precio a cambio de ceder su dinero y posponer la percepción de la utilidad que obtendrán al gastarlo. En el mercado de trabajo se alcanza asimismo un equilibrio. En los mercados de trabajo competitivos, los salarios pagados representan, por lo menos, el valor que el empresario otorga a la producción obtenida durante las horas trabajadas, que tiene que ser igual a la compensación que desea recibir el trabajador a cambio del cansancio y el tedio laboral.

La doctrina neoclásica es, de forma implícita, conservadora. Los defensores de esta doctrina prefieren que operen los mercados competitivos a que haya una intervención pública. Al menos hasta la Gran Depresión de la década de 1930, se defendía que la mejor política era la que reflejaba el pensamiento de Adam Smith: bajos impuestos, ahorro en el gasto público y presupuestos equilibrados. A los neoclásicos no les preocupa la causa de la riqueza, explican que la desigual distribución de ésta y de los ingresos se debe en gran medida a los distintos grados de inteligencia, talento, energía y ambición de las personas. Por lo tanto, el éxito de cada individuo depende de sus características individuales, y no de que se beneficien de ventajas excepcionales en el sentido que hablaba Marx. En las sociedades capitalistas, la economía neoclásica es la doctrina predominante a la hora de explicar la formación de los precios y el origen de los ingresos.

f) Keynesianismo

Los planteamientos de la escuela clásica y neoclásica se vieron cuestionados cuando aparece la primera gran crisis del capitalismo en el siglo XX. La gran Depresión puso de manifiesto la dificultad de alcanzar el equilibrio mediante el mecanismo de precios en los diversos mercados: mercancías, financieros, laborales, dejando claro que los ajustes no se presentan de manera automática, surgiendo de esta manera el Keynesianismo, llamado así por su autor John Maynard Keynes quien en su obra denominada Teoría General sobre el empleo, el Interés y el dinero; estructura sus planteamientos teóricos.

Keynes refutaba la teoría clásica en la que la economía automáticamente tiende al pleno empleo, se regula por sí sola. Keynes postuló que el equilibrio al que tiende la libre interacción entre los diversos factores económicos no conlleva al pleno empleo de los medios de producción, (Calva, 2006). Una baja del empleo o de los salarios puede llevar a una baja en la demanda, y por lo tanto en una baja en la producción, llevando a su vez a más desempleo, por lo que la economía establece un punto de equilibrio nuevo donde convive perfectamente con una alta tasa de desempleo. Para contrarrestar esta espiral negativa, Keynes proponía que en momentos de estancamiento económico, el estado tiene la obligación de estimular la demanda con mayores gastos económicos. Muchos Estados europeos basaban sus políticas económicas en esta teoría en el periodo de la postguerra, hasta que en los años 70, la crisis del petróleo hizo que se volviese insostenible para los Estados.

Dentro de la coyuntura histórica, económica y política, el keynesianismo -y sus proyectos consecuentes como el Estado de Bienestar y el Desarrollismo- dio a los dirigentes mundiales la oportunidad de salvar el capitalismo que se hallaba sin base ideológica que lo justificara luego del fracaso del liberalismo del libre comercio capitalista en las crisis de los años veinte, razón por la cual, fue aplicado de una u otra manera en gran parte de los Estados occidentales desde el final de la segunda guerra mundial hasta el resurgimiento del liberalismo en los años 70.

g) Estructuralismo Latinoamericano.

En los países en subdesarrollo latinoamericanos, surge una corriente de pensamiento de corte keynesiano, que le otorga gran importancia a la participación del Estado en la economía, esencialmente en lo referente a las políticas activas para el desarrollo, (Calva, 2006a).

A mediados del siglo pasado, bajo el liderazgo de Raúl Prebisch, pensadores sociales de América Latina formularon una teoría del desarrollo. La misma respondía a una interpretación estructural, histórica y sistémica de las causas del atraso, predominante en nuestros países.

Sobre estas bases, se formuló una estrategia de crecimiento asentada en la industrialización y la modificación del estilo de inserción en la división internacional del trabajo. Uno de los componentes originales de la teoría era la interpretación del funcionamiento del sistema económico mundial y la dinámica de la relación entre un centro desarrollado y una periferia atrasada. El modelo centro-periferia explicaba como la distribución desigual de los frutos del progreso técnico, entre ambos componentes del sistema, sancionaba el rezago periférico y la reproducción de las causas que lo determinaban.

Sobre estas bases, Celso Furtado y Helio Jaguaribe, entre otros, enriquecieron la teoría contraponiendo las causas exógenas, derivadas del comportamiento del orden mundial, con las endógenas, resultante de la propia realidad de nuestros países. El subdesarrollo latinoamericano resultaba así de una compleja madeja de relaciones entre los intereses dominantes en el orden mundial y las elites domésticas, beneficiarias del modelo e incapaces de conducir a sus países por el sendero del desarrollo económico y social. La teoría de la dependencia fue un importante subproducto del estructuralismo latinoamericano.

Este surgió en un momento de vacío en el pensamiento hegemónico de los centros. La crisis de los años treinta demolió la visión neoclásica e instaló, en su lugar, el paradigma keynesiano. La intervención del estado inherente al pensamiento estructuralista latinoamericano, apareció, así, legitimada por la misma política de los centros. Pero, además, el sistema mundial estaba a la deriva como consecuencia de la crisis y, enseguida, la Segunda Guerra Mundial.

Librados a sus propias fuerzas, nuestros países no solo tuvieron que mirar hacia el mercado interno sino, además construir, un paradigma de desarrollo alternativo y emplear nuevos instrumentos, como el control de cambios. Raúl Prebisch había comenzado a hacer esto en la Argentina en la década de 1930 y, terminada la guerra, las condiciones estaban maduras para propagar el mensaje en América Latina y aún más allá. Pero el nuevo paradigma tenía bases vulnerables. No sobrevivió las limitaciones emergentes del estado desarrollista coexistiendo con las mismas raíces del privilegio y la concentración de la riqueza del pasado histórico.

Cuando el poder céntrico se reconstituyó en torno de la hegemonía norteamericana y las nuevas fuerzas de la globalización operantes en los mercados financieros, las corporaciones trasnacionales y las comunicaciones, otra vez, el pensamiento hegemónico en América Latina pasó a ser formulado de los centros y, por las mismas causas, fundadas en la debilidad de la densidad nacional de nuestros países. Vale decir, las fracturas sociales, liderazgos internos asociados a la relación de dependencia, la fragilidad de las instituciones y, como síntesis, visiones de la realidad importadas de los centros e incapaces, por lo tanto, de formular políticas eficaces de desarrollo.

Con el tiempo, economistas heterodoxos del Norte, es decir, del centro, como Rodrik, Stiglitz y Krugman, profesaron la misma aproximación teórica de la realidad, cuestionaron la racionalidad del enfoque neoliberal y concluyeron con interpretaciones muy semejantes a las formuladas por Prebisch y sus seguidores. Mucho más importante que esto es que las políticas propiciadas por el estructuralismo latinoamericano fueron ejecutadas, hasta sus últimas consecuencias, en los países de Oriente que vienen asombrando al resto del mundo por su extraordinario proceso de crecimiento y transformación. Tales los casos de Corea, Taiwán y Malasia, antes Japón y, actualmente, también China e India.

En todos ellos, la ciencia y la tecnología son la base de la transformación y la industrialización su respaldo, las mayorías participan de los frutos del desarrollo, el mercado interno y las exportaciones se expanden simultáneamente, los líderes acumulan poder reteniendo el dominio de las cadenas de valor y el proceso de acumulación, los equilibrios macroeconómicos y la competitividad se mantienen a raja tabla, las filiales de empresas extranjeras complementan y no sustituyen el ahorro interno ni el liderazgo de los emprendedores locales y la inversión pública. Ninguno de estos países profesa el culto neoliberal ni las propuestas del Consenso de Washington. Todos operan con visiones propias de su realidad y relaciones internacionales, con una concepción del desarrollo endógena, autocentrada, abierta al mundo, (Ferrer, 2007).

h) Monetarismo

En los años 70, sin embargo, aparecieron fenómenos de estancamiento con inflación y de crisis fiscal del Estado (a los que se sumó la crisis de la deuda en nuestra América Latina) que rebasaron el análisis keynesiano y estructuralista convencionales, surgiendo entonces el monetarismo, (Calva, 2006a).

El monetarismo como teoría fue formulada por Milton Friedman en la década del ‘60 (Universidad del Chi¬cago). Se basa en el liberalismo y es una reacción al Keynesianismo. Su preocupación máxima es la inflación la cual, dice Friedman, es un problema estrictamente monetario.

La inflación se produce, según el monetarismo, porque hay más dinero en circulación (en la calle, en manos de la gente) del que debería haber de acuerdo a las reservas del Banco Central y a la actividad económica en general. Por ejemplo: Si existen reservas por 10.000 millones de dólares, la cantidad de dinero circulante por el país en pesos no debería superar tal cifra. Si hay más, ese dinero no tiene respaldo y vale menos.

Para evitar que exista más dinero circulante que las reservas, propone que la oferta monetaria crezca un porcentaje fijo, constante e inamovible, que sea bajo para evitar la inflación pero que se ajuste al crecimiento del país a largo plazo (ya que no se puede controlar la circulación monetaria día por día de acuerdo a la actividad económica real).

Además, el monetarismo sostiene que se debe eliminar el déficit público y evitar, con una buena legislación, a los monopolios, oligopolios y a los sindicatos porque interfieren en el funcionamiento del mercado de trabajo (que debe ser libre y sin intervención estatal).

La contrarrevolución monetarista es el retorno a la vieja ortodoxia del liberalismo económico clásico, que anuncia eufórica su grito de guerra “volvamos al mercado libre” muera el Estado leviatán, (Villarreal, 1986).

i) Neoliberalismo

El neoliberalismo se convirtió en la ideología económica dominante hace unos veinticinco o treinta años. El sistema anterior, que duró aproximadamente desde finales de los años 1930 hasta finales de los 70, fue formado en gran parte por las ideas del economista inglés John Maynard Keynes, y por su influencia se llama el "Keynesianismo". Sin dejar de ser capitalista, Keynes decía que el Estado debería de tomar un papel activo en el manejo de la economía de su país. En el Keynesianismo, el Estado imponía reglas y supervisaba el mercado para dirigir la economía hacia las prioridades que determinaba. No intentaba suplantar el mercado; más bien lo regulaba. Por ejemplo, los Estados podían requerir que una parte de las ganancias de los inversionistas extranjeros se volvieran a invertir en el país; o imponer aranceles a productos extranjeros para proteger a productores nacionales; o podían intervenir en sus mercados nacionales para promover objetivos públicos. En conclusión: en el Keynesianismo, el mercado estaba subordinado al poder del Estado.

Pero mientras dominaba el Keynesianismo en la economía global, otro economista muy influyente, Milton Friedman, proponía un modelo económico basado en principios prácticamente opuestos a los de Keynes, un modelo que forma la base de lo que ahora se llama el neoliberalismo. Friedman propuso que el Estado no interviniera casi nada en la economía nacional, es decir, que el control de la economía estuviera en manos del capital privado y ya no en manos del Estado. Criticaba los gobiernos nacionales por sus burocracias enormes e ineficientes que impedían el funcionamiento óptimo del mercado. Como asesor a los Presidentes de los EUA Richard Nixon y Ronald Reagan, llegó a tener una influencia decisiva sobre la estructuración de la economía global. Este último, acompañado por su contrapartida Margaret Thatcher, Primera Ministra del Reino Unido, empezó a aplicar las teorías económicas de Friedman a la práctica. Con el objetivo de permitir a las corporaciones e inversionistas operar libremente para maximizar sus ganancias en cualquier parte del mundo, estos dos mandatarios promovieron políticas de comercio libre, desregulación, privatización de empresas públicas, baja inflación, el movimiento libre de capital, y presupuestos equilibrados (se gasta lo que se recauda en impuestos).

El neoliberalismo llegó con fuerza a los países del sur con la crisis financiera de 1982 aprovechándose de la posición vulnerable de muchos países del Sur, el FMI y el Banco Mundial empezaron durante los 80 a obligar a los países pobres a hacer grandes cambios en las estructuras de sus economías. Estos cambios se llaman políticas de ajuste estructural y han traído consecuencias profundamente perjudiciales para millones de personas en los países afectados.

El neoliberalismo sigue siendo la ideología dominante en los gobiernos de muchos países, tanto ricos como pobres; en las corporaciones transnacionales; y en organizaciones multilaterales como el Banco Mundial, el FMI, y la Organización Mundial del Comercio.

Se puede sintetizar en los siguientes puntos los aspectos clave del neoliberalismo, (Romo, 1997):

1. El crecimiento máximo del producto nacional bruto es lo esencial para el desarrollo de la economía, y en la medida en que esto se logre de modo continuado se van a resolver todos los problemas económicos y sociales del país.

2. Este crecimiento depende, fundamentalmente, del dinamismo del mercado -el más eficiente asignador de los recursos disponibles- y de la actividad del sector privado. El gobierno sólo tiene a este respecto un rol subsidiario.

3. El gobierno, ineficiente por naturaleza para manejar actividades productivas, debe privatizar todas las empresas que todavía controla e incluso numerosos servicios en los que tenía anteriormente una gran responsabilidad: salud, seguridad social, educación, obras públicas, agua potable, correos, etc.

4. Hay que abrir al máximo las fronteras para mercancías, capitales y flujos financieros del exterior. Todo ello conducirá a que las empresas que subsistan sean competitivas y de alta productividad, y a que las empresas ineficientes y caras desaparezcan o se reconviertan.

5. La atracción de capital extranjero es crucial, dada la insuficiencia del ahorro y el capital nacionales. Esto permitirá aumentar la inversión y el empleo y modernizar con nuevas tecnologías toda la actividad productiva de bienes y servicios. Se logrará así la mayor prosperidad para todos.

6. Para que el crecimiento continuado y estable pueda proseguir, es fundamental el equilibrio de las grandes variables macroeconómicas: reducir la inflación, equilibrar la balanza de pagos, controlar el gasto y el déficit fiscal y tener una tasa de interés razonable y un tipo de cambio apropiado.

7. También es preciso, para activar la economía, incrementar las tasas de ganancia a fin de incentivar la inversión privada. Esto requiere flexibilizar y suprimir las rigideces de origen político e institucional que distorsionan la asignación eficiente de los recursos. Estas rigideces son el excesivo poder de los sindicatos, las legislaciones proteccionistas, la intervención gubernamental y los costos excesivos de los programas sociales que -además de generar presiones inflacionarias- desincentivan el empleo y socavan la disciplina laboral.

8. El dinamismo del crecimiento está ligado indisolublemente al aumento de la capacidad exportadora.

9. No se aprueban abiertamente, pero se toleran con facilidad, las grandes diferencias en la distribución del ingreso. Las desigualdades que existen en toda sociedad con consideradas como algo positivo porque constituyen una fuente de dinamismo económico. No se dice en público que es partidario de la desigualdad, pero se cree firmemente que ayuda al crecimiento económico, y que este crecimiento -en un momento de la historia, cuando sea suficientemente importante resolverá por rebalse la situación de los más pobres y los inconvenientes de quienes hoy se ven excluidos de sus beneficios.

10. En general, el Estado es considerado como una carga de cuyo peso aplastante hay que liberar a la sociedad, sobre todo en materia de impuestos y de reglamentaciones. Pero cuando se ven afectados los intereses de los privilegiados, el Estado ya no es mirado como una carga, sino como una entidad que tiene que desempeñar un papel activo para ayudarlos a salir adelante. Ha sido el caso de bastantes bancos privados de diversos países, cuya cartera vencida tuvo que comprar el Banco Central para evitar la quiebra, lo que a menudo ha causado al Estado un serio problema de deuda subordinada (ejemplo: en 1983, para evitar el naufragio de 22 bancos privados, el Banco Central de Chile compró su cartera vencida por un total de 5.700 millones de dólares).

Lo señalaba muy bien hace un par de años, a propósito de Estados Unidos, el gran economista norteamericano John Kenneth Galbraith: en el pensamiento neoliberal "los gastos sociales que benefician a los ricos, los salvavidas financieros, los gastos militares y, por supuesto, el reembolso de intereses acumulados -gastos todos que constituyen la parte más importante del presupuesto federal- son perfectamente aceptados.

Pero los otros gastos sociales, los que favorecen la vivienda popular, los gastos médicos para quienes no gozan de ninguna protección, los destinados a la enseñanza pública y a las diversas necesidades de las grandes zonas urbanas deprimidas, eso constituye el peso inaceptable de los gastos públicos".

11. Finalmente, cabe señalar que en el pensamiento neoliberal no existe ninguna preocupación, o casi ninguna, por las consecuencias y los costos indirectos del sistema productivo en materia de impacto ambiental, agotamiento de los recursos naturales y efectos sociales y ecológicos. Todos estos son problemas del futuro y del largo plazo, y lo que interesa al neoliberalismo es la rentabilidad inmediata. No existe tampoco ninguna preocupación por el conjunto de políticas que podríamos englobar bajo el título de defensa del patrimonio nacional.

Estas son, en síntesis, las principales creencias o principios neoliberales que hoy dominan el pensamiento económico mundial y latinoamericano, por supuesto con matices desde un neoliberalismo puro y duro -que se cree ciencia económica- hasta otro que trata de corregir algunos de sus impactos en lo social. Esta ideología, que es casi una teología, ha penetrado de manera significativa la mentalidad de nuestros países, aun entre aquellos que se dicen de centro o de izquierda.

j) Las respuestas al neoliberalismo.

Desde fines de los 80 se está registrando una verdadera revolución en el pensamiento económico internacional: la macroeconomía friedmaniana -incluso bajo su seductora figura de "teoría de las expectativas racionales", de Robert Lucas- se eclipsó y la macroeconomía keynesiana realizó su retorno triunfal. La nueva teoría del comercio internacional cuestionó consistentemente los postulados de la teoría clásica y neoclásica del comercio; la nueva teoría del crecimiento ha restaurado el papel de las políticas activas en el crecimiento económico de largo plazo, a través de sus efectos en la inversión y el cambio tecnológico, (Calva, 2006).

El neoestructuralismo está cobrando fuerza, se han realizado propuestas alternativas que vengan a responder a las necesidades actuales de las economías en vías de desarrollo, Osvaldo Sunkel señala que las economías latinoamericanas deben de moverse de la política económica tradicional del neoliberalismo hacia una posición menos extrema, donde mantenga el equilibrio de variables macroeconómicas, equidad y provisión de bienes públicos. Esta nueva estrategia considera que ni el enfoque neoliberal que prevalece, ni una reedición del estructuralismo de la posguerra o los ensayos más recientes constituyen una base adecuada para enfrentar los severos problemas que aquejan a la América Latina.

Plantea la estructuración de una estrategia de desarrollo hacia “Dentro” que pueda considerar los siguientes retos, (Sunkel, 1995):

• Facilitar un consenso amplio en tono a una nueva inserción dinámica en la economía mundial.

• Promover una mayor equidad que propicie la reducir la pobreza.

• Rescatar las transformaciones de América Latina en su propuesta original por los Cepalinos.

• Revalorar el esfuerzo realizado para lograr un proceso industrializador que impulse a la modernidad y la acumulación de recursos productivos.

El propio Banco Mundial ha venido cambiando la visión sobre la economía, recientemente ha publicado el documento: Poverty reduction and growth: virtouos and vicious circles, en el que ya menciona que para alcanzar los círculos virtuosos el desafío más grande es transformar al Estado en un ente capaz de promover la igualdad de oportunidades, (Calva, 2002). Situación que implica el diseño de políticas de desarrollo integrales, generalmente herejes al Consenso de Washington que promuevan el crecimiento con equidad, las cuales deberán tener por lo menos los siguientes elementos, (Calva, 2002):

Primero: políticas macroeconómicas contracíclicas para minimizar la volatilidad en el crecimiento del producto nacional y del empleo.

Segundo: políticas de fomento económico general y sectorial que amplíen y mejoren la infraestructura, impulsen el desarrollo de las ramas productivas estratégicas y estimulen los encadenamientos productivos. Esto permitiría mejorar la calidad de los empleos, diversificar nuestra planta productiva y elevar su eficiencia, permitiendo mejorar el nivel de vida de la población de manera sostenible.

Tercero: políticas educativas, de desarrollo científico-técnico, capacitación laboral e inducción de la innovación, que contribuyan a la elevación general de la productividad y al desarrollo de industrias del conocimiento, constituye una poderosa palanca para elevar la productividad y generar empleos cada vez mejor remunerados; y es la clave para ir cerrando las brechas -de productividad, ingreso y calidad de vida- que nos separan de los países industrializados o de altos ingresos.

Cuarto: políticas sociales de cobertura universal (además de la educación, sistemas eficaces de salud, seguridad social, nutrición, vivienda digna, etcétera), combinadas con una estrategia claramente orientada a mejorar gradualmente la distribución del ingreso.

Quinto: programas orientados a la atención de los grupos sociales más vulnerables y rezagados (ergo, marginados), cruciales para romper los círculos viciosos de la desigualdad, a través del acceso integral -acelerado- a los satisfactores básicos de alimentación, vestido y vivienda, así como a los servicios de salud, educación, infraestructura, pero también a través de programas microeconómicos y microrregionales que impulsen la productividad, la innovación y los encadenamientos productivos locales.

La plena incorporación de todos los segmentos sociales a las tareas y los beneficios del desarrollo no sólo es palanca fundamental para una sociedad más equitativa y cohesionada, sino también para lograr un crecimiento económico acelerado y una inserción digna en la economía internacional.