LA GESTIÓN DE LAS RELACIONES Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

LA GESTI?N DE LAS RELACIONES Y LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL

Emeterio Guevara Ramos

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12.2. Ética y actuación empresarial

En el mundo contemporáneo los negocios o acciones que tienen como objetivo la generación de una rentabilidad o ganancia, se encuentran en el centro mismo, no solamente de la vida social, sino de la propia condición humana, que persigue este objetivo permanentemente. El hombre busca su beneficio personal, ejerciendo quizás, una variable constitutiva de su naturaleza humana. El desconocer la búsqueda individual de beneficios económicos, sería desconocer una fundamental característica de la humanidad.

Es necesario que las reflexiones éticas conduzcan y determinen esta actividad, la de generación de beneficios económicos, para lograr que no se den niveles de acumulación de riqueza que conduzcan a la opresión y el minimizamiento de la condición humana. Es preciso potenciar el respeto a la opinión del otro y la necesidad básica de considerar su criterio, para luego de un adecuado diálogo llegar a interpretaciones válidas en temas de valores o de principios morales.

Sabemos que existe una comprensión negativa del negocio como actividad que genera rentabilidad y beneficios. Podría parecer una contradicción que se teorice sobre los negocios y la Ética. Una explicación histórica de esta concepción se remonta al pensamiento de Aristóteles para quien el lucro personal era contrario a una buena moral. El Cristianismo de igual forma estigmatiza de alguna manera esta actividad. San Pablo habla en igual sentido y también lo hace Lutero.

Sin embargo existe un cambio en la conceptualización del negocio y de la actividad comercial y de intercambio a partir de Calvino. Adam Smith habla de la generación de la riqueza con un estricto respeto a valores y principios éticos. Max Weber escribe sobre la ética protestante y el capitalismo, validando comportamientos como el de la diligencia, la honradez y el trabajo esforzado.

Hoy en día la sociedad acepta de manera positiva la actividad de los negocios, persistiendo sin embargo una sensación de que en este ámbito el aprovechamiento a ultranza es el único objetivo. Al ser la actividad de la producción de bienes y servicios y su intercambio consustancial a la cultura contemporánea, debemos reflexionar éticamente sobre ella y profundizando la comprensión de las instancias valorativas en juego, impulsar el desarrollo simultáneo de la búsqueda del bien común y de la justa rentabilidad o beneficio.

Aunque Max Weber (1984) ligaba el éxito empresarial a la virtud surgida de la religión, la ética no suele ser un elemento esencial en los grandes negocios. Existen innumerables ejemplos de ello fuera y dentro de nuestras fronteras.

A raíz del de una serie continuada de escándalos en el ámbito empresarial, y cuyo origen era fácil detectar en “una importante falta de valores éticos”; es importante destacar el papel que tiene esta pequeña acepción en el comportamiento de las organizaciones. Esto se desprende y trasciende con el hundimiento de empresas emblemáticas como Enron, Global Crossing, Xerox, Arthur Andersen o Worldcom en Estados Unidos y los problemas de otras en Europa, como Vivendi, Parmelat y BBVA, siendo de diversa índole estos, pero teniendo un denominador en común, la falta de transparencia en los procesos de gestión empresarial y la falta de entendimiento de la “ética” reducida a un punto de vista superficial y ambicioso.

Luego de estos desastres corporativos, las organizaciones no gubernamentales y parte de la sociedad llegó a la conclusión casi unánime de que habían olvidado la ética que debe regir los negocios.

La falta de responsabilidad, solidaridad y sentido, provocaron la deblacle de las organizaciones financieras sin alma. Pero en el substrato subyacente y como explicación última de la tragedia, teníamos la debacle del espíritu humano como causa primera y fin lógico.

Pero su caída no hace más que representar una inflexión en las poderosas fuerzas del mercado que buscan reagruparse para evitar la reflexión, el análisis y la toma de conciencia. Los tentáculos del vacío espiritual y de conciencia que significa haber vendido el espíritu al oro, tienen todavía raíces en amplios sectores del mercado.

Por fortuna, y en ello la historia nos demuestra que finalmente el mal no prevalece, existe hoy en día un creciente movimiento al interior de la comunidad empresarial para detenerse y reflexionar sobre lo ocurrido a otros y sobre lo que nadie puede afirmar que no le ocurrirá a él.

Esta reflexión se está dando en torno a la "ética" como una nueva forma de situarse en los movimientos del mundo del mercado. Quedó visto que su ausencia trae consecuencias inimaginables. En Enron se defraudó, hasta agotarlo, el sentido de la confianza como síntesis de todo lo noble y bueno que pueda haber en el ámbito de la comunidad empresarial. Destruida la confianza, se destruyó todo. Porque sin confianza no hay acuerdo, contrato ni institución que prevalezca: quedó clarísimo que la pérdida de confianza hace efímero cualquier monto de ganancia y se convierte en el peor de todos los negocios.

Hoy, el desafío consiste en reconstruir el Sistema de Confianzas a través de un nuevo Sistema de Compromisos. No sólo al interior de la comunidad empresarial, sino a todos los escenarios y entornos que la rodean. Este sistema y este acuerdo tienen un solo nombre: la Ética.

La corrupción, la irresponsabilidad, el egoísmo, la falta de compromiso y de solidaridad demostraron sin duda que sin importar dónde -a la larga- son un mal consejero. Su puesto en cualquier consejo, junta directiva o nivel de la organización de negocios, transforman la corporación o empresa en un frágil "castillo de naipes".

El creciente escrutinio de la sociedad, la democratización acelerada de los pueblos y la nueva era de la información y del conocimiento global, hacen cada vez más difícil la sobrevivencia de corporaciones y empresas que no se sustenten sobre los principios del respeto, la honestidad, la congruencia y el compromiso. Los consumidores de hoy no son los de ayer. Los ciudadanos y las sociedades han madurado, reflexionan más y deciden mejor.

Por tanto, "La Cuestión Ética" (con mayúsculas) hace su arribo en un momento particular de devastación, de desencanto y de escándalo. No debe convertirse en una moda ni vaciarla de su contenido al etiquetarla en un eslogan terriblemente reductivo: "la ética es un buen negocio" (con minúsculas). La Ética no puede ser reducida al cliché de "buen negocio": eso sería sencillamente pervertirla y vaciarla de su más esencial fuerza y contenido.

La Ética debe ser nuevamente el "alma" de la empresa y la que contribuya a "aportar significados" a la tarea que se emprende dentro de la corporación o de la empresa. Crear o transformar con responsabilidad, solidaridad y sentido -con compromiso basado en la confianza- es el otro nombre de la Ética en el mundo del mercado.

Y para un mundo global, con un mercado global sin duda tendremos que tener de vuelta entre nosotros la idea de una "ética global", que nos recuerde - "después de mucho tiempo de olvido"-, que existen "Valores y Principios Universales" (con mayúsculas) que aún cuando se puedan vivir y expresar de maneras diferentes en las distintas culturas, son comúnmente aceptados por todos.

Este "capitalismo con conciencia" o "espíritu en los negocios" y más precisa y puntualmente para nosotros "ética en los negocios" debe volver a ocupar el primer plano en las decisiones que se toman en el mundo del mercado para que el vacío de alma generado por el oro y la ambición humana, no devoren lo que finalmente es lo más preciado que tenemos, el único capital que verdaderamente nos llevamos al morir: todo lo que no puede ser ni vendido, ni comprado ni explicado por el mercado. Es decir, el valor trascendente de la vida humana, de toda vida humana y de sus significados.

La comunidad empresarial requiere de un liderazgo que contribuya sustancialmente a la reconstrucción del sistema de confianzas en el mismo ámbito de la comunidad y que contribuya a la construcción de significados por medio de los cuales los valores y los principios universales puedan de nuevo tomar una preeminente carta de ciudadanía en los consejos, las juntas directivas y todos los niveles de la empresa o la corporación, a fin de que los miembros puedan encontrar en ellas un claro "sentido de vida", es decir transformar el empleo en un "trabajo".

Finalmente, es importante destacar que la ética es importante tanto en la vida personal del profesional como principio moral dentro de la organización, ya que dependerá de esta si este obtiene una satisfacción consigo mismo y no una especulación incierta de su comportamiento que afecte la integridad de la entidad en la revelación oportuna de sus operaciones, promoción de decisiones y comunicación para una mejora continua, que beneficie a toda su entorno para que el resultado o fin sea de calidad y suficiente que transmita la eficacia y eficiencia de lo que es parte y de quien realiza el servicio.

Con este proceso y el involucramiento de la sociedad en varios países de todo el mundo, empieza a nacer el movimiento de la Responsabilidad Social Empresarial.