Para la economía convencional, llámese clásica o neoclásica, el libre comercio internacional es benéfico para todos los países involucrados; independientemente de lo que produzcan y exporten, materias primas o manufacturas, se beneficiarán todos por igual. ¿De qué manera? A través de la especialización a que da lugar.
Si los países pueden comerciar libremente, se especializarán en la producción de aquellos bienes en los cuales tienen ventajas absolutas (Adam Smith, 1776) o ventajas comparativas (David Ricardo, 1817); como resultado de la especialización, ¡la producción mundial de todos los bienes aumentará ampliando las posibilidades de consumo!
No obstante, para el estructuralismo latinoamericano el libre comercio internacional sólo beneficia a los países del centro en detrimento de los países periféricos productores de productos agrícolas y de materias primas.
En los puntos que siguen, se presentan de manera más o menos somera los enfoques clásico, neoclásico y estructuralista del libre comercio internacional.