FRONTERAS, IDENTIDAD, CONFLICTO E INTERACCIÓN. LOS PRESIDIOS ESPAÑOLES EN EL NORTE AFRICANO

FRONTERAS, IDENTIDAD, CONFLICTO E INTERACCI?N. LOS PRESIDIOS ESPA?OLES EN EL NORTE AFRICANO

Francisco José Calderón Vázquez

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CAPITULO III. Los Presidios Menores en el Siglo XX

III.1.- Nuevos Tiempos, Nuevos Roles: De Presidios a “Pueblos” y Puertos Francos

Con la llegada del siglo XX y la perdida de las posesiones americanas y asiáticas, nuevamente África y los Presidios allí establecidos, volverán al punto de mira de las aspiraciones españolas. Si bien, en esta ocasión se plantean nuevos elementos en la concepción funcional de los mismos, introduciéndose un sesgo “colonial” ciertamente distinto de la tradicional visión de “frontera africana” de los mismos. Ahora ya no se vera a los viejos presidios como una mera empalizada para frenar las actitudes agresivas u hostiles hacia el territorio peninsular, su misión ya no será la de “contener y controlar” a berberiscos y turcos, sino servir como soportes para la expansión de las actividades mercantiles y de la presencia hispana en suelo magrebí.

Siguiendo a Mariñas Otero tales nuevas visiones vendrán de la mano de la creciente presión francesa en la zona, presión en auge desde la conquista de Oran (1831) y Argel por los franceses y la conversión de Argelia en el núcleo duro de lo que posteriormente, en plena fiebre colonial por el reparto de África, seria el África Colonial Francesa.

Aunque la debilidad y agotamiento de la España del XIX frenaran tales designios expansionistas, a pesar de las carencias, comenzarán a darse una serie de pasos con tal fin, el primero de los cuales será la toma del control por una expedición militar de las islas Chafarinas (1848) , territorio históricamente vinculado a Melilla en la desembocadura del rió Muluya. Si bien la posesión de tan pequeño archipiélago no reviste mayor importancia , simbólicamente representa el inicio de una nueva fase de la presencia española en tierras africanas, aunque se tratase fundamentalmente de limitar las pretensiones francesas.

A la toma de las Chafarinas, seguirán la expedición contra Tánger y Tetuán que desembocará en la Campaña de África, culminando con la victoria de Wad Ras (1859) y sus secuelas: el Tratado de Paz de Tetuán (1860) y el Tratado Comercial de Madrid (1861).

Tratados que van a constituir pasos decisivos, puesto que sus estipulaciones dan origen a un régimen comercia de “puerta abierta”, similar al disfrutado tradicionalmente por Inglaterra, en la zona, aunque más restrictivo. En virtud del nuevo tratado los productos españoles podrán acceder libremente y sin cortapisas al mercado marroquí, gracias a unos muy reducidos o nulos aranceles. Ello junto a la instauración de un régimen de puertos francos en los presidios mayores (Ceuta y Melilla) y en los menores significará que estos quedaran en disposición de actuar como tal cabeza de puente comercial para la penetración de bienes y servicios españoles en el mercado magrebí.

El régimen de puerta abierta suponía claramente fomentar las importaciones a través de la limitación de los derechos de entrada sobre los productos extranjeros , con lo que de facto, se abría el mercado marroquí a las mercancías extranjeras. Ello significaba por una parte, impedir el desarrollo de una industria ligera de bienes de consumo (textiles, transformación, manufacturas básicas, alimentos) base para posteriores desarrollo industriales. Por otra, la entrada de mercancías baratas podía conllevar la ruina del artesanado y la manufactura tradicional magrebí, al copiar la industria europea los patrones y diseños, produciéndolos en serie.

De esta manera Marruecos, a trabes de los Protectorados francés y español y de las zonas internacionales existentes (Tánger) se configura como una suerte de “colonia”, importando manufacturas industriales y exportando materias primas, especialmente telas, azúcar y velas con el subsiguiente déficit comercial endémico.

Igualmente, en el Tratado de Tetuán, se establece el ensanchamiento de los límites de Melilla, a costa de los tierras cabileñas fronterizas , lo que provocará un conflicto armado de envergadura entre la “Confederación Guelaya” y los españoles en su intento de controlar el "Campo" de Melilla (1893).