EL DESARROLLO EMPRESARIAL DESDE LA PERSPECTIVA LOCAL

EL DESARROLLO EMPRESARIAL DESDE LA PERSPECTIVA LOCAL

Carlos Barrios Napurí

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La gran minería en la Sierra Central del siglo XX

Etapas de la minería en la sierra central

La primera etapa de la gran minería se inicia en el Perú en 1900 en la sierra central. Las tres primeras décadas del Sg.XX fueron de expansión de la Cerro de Pasco Minning Corporation, la cual se convirtió en el símbolo del capitalismo internacional, extrayendo y refinando su propio metal y exportándolo en lingotes. En segundo lugar y muy lejos de la Cerro de Pasco, se encontraba la empresa francesa “Las minas de Huarón”. En esta primera etapa, la expansión de la gran minería significó explotación y violencia en diverso grado para toda la población de su ámbito de influencia.

Una segunda etapa en el desarrollo de la gran minería se da a partir de la gran depresión del sistema capitalista, de 1929, y dura dos décadas. La dominante gran minería reduce su actividad pero mantiene su poder. Los militantes de los partidos de izquierda surgidos en el Perú en la década del 20 (apristas y comunistas), conquistan sólidas posiciones entre los trabajadores pero no tienen mayores posibilidades de organizar sindicatos ni impulsar movimientos, por la represión política que dura hasta 1956. La excepción se da en el trienio 1945-1948, durante el período del gobierno de Bustamante y Rivero, momento donde la organización sindical minera aparece a la luz del día.

La tercera etapa en el desarrollo de la minería peruana viene después de la segunda guerra mundial. Hay dos a tres décadas de expansión de la economía hemisférica donde se reactiva y acelera la demanda internacional de minerales. En 1950 se da en el Perú el Código de Minería, que favorece la inversión extranjera pero también marca importantes limitaciones a los abusos en las minas. El anterior Código, de 1900, había unificado la legislación minera del Sg. XIX y ya había sido modificado de una u otra forma con 63 dispositivos durante su medio siglo de vigencia.

Una cuarta etapa corresponde al período de la estatización de la gran minería, de las décadas del 70 y 80. Centromín existe desde enero de 1974 y la etapa termina con la privatización, iniciada en 1991 con el Decreto Ley 708. Durante esta etapa, el movimiento laboral mantiene su fuerza pero se reducen los precios internacionales de los metales, reduciéndose a niveles no significativos las mejoras en las condiciones de vida y de trabajo.

La etapa actual es de privatización. El complejo metalúrgico fue transferido de Centromín a la empresa norteamericana Doe Run Perú, en 1997. Aquí también se han dado importantes cambios que han afectado las condiciones de vida y de trabajo. Se ha reducido la existencia de campamentos mineros, de sindicatos y la estabilidad laboral; pero han aparecido otro actor social y otro tema relevante. El tema es el medio ambiente y actor es la sociedad civil.

El período de la empresa minera Cerro de Pasco

La propiedad de la empresa o grupo de empresas mineras Cerro de Pasco, abarca desde 1901 a 1974.

 Surgimiento

A inicios del siglo XX, un grupo de inversionistas norteamericanos, de Utah, llamados al inicio Peruvian Mining Sindicate, compraron minas quebradas o estancadas por falta de innovación tecnológica e hicieron las inversiones en gran escala requeridas. Invirtieron 32 millones de soles antes de empezar a fundir. Doce millones de soles costó la compra de minas (cerca de 800 minas en Cerro de Pasco y 300 en Goyllarisquizga), 8 millones las instalaciones de la Fundición Smelter (donde instalaron las oficinas), 6 millones la construcción de los ferrocarriles (a La Oroya 82 millas, a Goyllarisquizga 32 millas y a las minas 20 millas); y otros 6 millones la construcción de las bombas, lumbreras, maquinarias y fortificaciones. Además, había adquirido la hacienda Paria en Cerro de Pasco, de 70,000 acres, dedicada a la industria lechera.

Por su magnitud, la Compañía estaba destinada a revolucionar la vida industrial del país. Los inversionistas locales les vendieron sus propiedades, a los buenos precios que inicialmente pagaban los norteamericanos. El Sindicato de inversionistas, en tres meses, concentró el 80% de las minas de Cerro de Pasco. En 1902 se formó la Cerro de Pasco Investment. Luego la Cerro de Pasco Minning Company. En 1915 se formó la Cerro de Pasco Copper Corporation. Y en 1951, al diversificar su producción, cambió a Cerro de Pasco Corporation.

 Expansión

En un primer momento, los trabajos de la empresa se efectuaron en tres lugares principales: En las minas de cobre y plata de Cerro de Pasco, en la Fundición Smelter y en las minas de carbón de Goyllarisquizga. La Compañía controló al poco tiempo gran parte de la producción regional del mineral, así como el procesamiento metalúrgico y el transporte con ferrocarriles. Los nacionales de la zona de Cerro de Pasco, al no poder competir tenían que venderle sus minas.

En un segundo momento se expande a la otra de las zonas cupríferas conocidas de Junín, hasta la mina Morococha de la familia alemana Pflücker, la que había encontrado agua en sus minas de cobre y no tenía instalaciones de drenaje.

Más adelante, la Compañía se expande a la tercera zona cuprífera de la sierra central, hasta la mina y fundición de Casapalca en Lima, adquiriéndosela a su principal competidor extranjero, la Backus y Johnston. Esta empresa había tenido la misma estrategia de adquisición de propiedades de la Cerro de Pasco.

Desde 1906, para autofinanciar rápidamente su expansión, había adquirido mineral pero, en 1909, el precio internacional del cobre baja de 25 a 12 centavos de dólar la libra. Así la Backus, ante las dificultades económicas, vende sus propiedades a la Cerro de Pasco Investment.

En 1908 la Cerro tenía en la sierra central, 590 hombres empleados en el ferrocarril; 1,600 en la fundición; 1,000 en las minas de cobre y plata y 1,500 en las minas de carbón.

Un hecho favorece a la ya denominada Cerro de Pasco Copper Corporation. Luego de la Primera Guerra Mundial, para abaratar costos, el gobierno de los Estados Unidos prohíbe importar concentrados de cobre con bajo contenido metálico; y la Cerro es la única empresa en el país que puede producir las barras de cobre con altos concentrados.

 Estrategia espacial: Traslado de la fundición a La Oroya

Una vez que la Compañía lideró la actividad minera en la sierra central, planeó construir una nueva fundición mejor ubicada y que eleve su capacidad productiva, cerrar la fundición Smelter de Cerro de Pasco y además expandirse territorialmente, elevando su capacidad ganadera.

Para localizar la nueva fundición elige al pueblito de La Oroya, creado en 1893, por su estratégica ubicación en la intersección de las principales vías de la sierra central. En 1922, la Fundición de la Oroya produce la primera barra de cobre con la tecnología más sofisticada del momento. A fines de 1923, todas las fundiciones ajenas a la Corporación habían desaparecido y la industria de procesamiento se había concentrado en La Oroya.

Para dimensionar su tamaño puede compararse la producción de la Oroya con el record productivo de la Fundición Smelter, que se había tenido en la ciudad de Cerro de Pasco en 1911, donde había sido de 20,640 TM de lingotes de cobre. En 1928 en la Fundición de La Oroya se produjo más de 52 mil toneladas y el descenso de los años siguientes no fue por falta de capacidad instalada sino por la depresión de la economía mundial iniciada en 1929.

 El impacto ambiental

La escala de la gran minería provocó muy serios problemas ambientales en la sierra central. No ha sido el único lugar que a la fecha nos ha dejado enormes pasivos ambientales, como herencia. No el único pero sí el más contaminante.

Para el drenaje de aguas subterráneas que aparecían principalmente en los meses de lluvia, la solución rápida y de bajo costo fue extraer el agua de las minas y expulsarla a las lagunas aledañas y así las contaminaron.

Por otro lado, a la Corporación le interesaba el cobre. El oro y la plata se recuperaban de las barras de cobre. No le interesaba en esos años el hierro, plomo, cromo, arsénico, zinc y había gran cantidad de sustancias químicas reactivas de los procesos de concentración y flotación. Estas se desecharon a los ríos, lagunas y a la atmósfera.

Con las chimeneas de la Fundición de La Oroya se repitió la experiencia de la Fundición Smelter en Cerro de Pasco, pero en mayor escala. Se arruinaron los pastos. Violentamente cayó la producción ganadera. En amplias extensiones desapareció toda forma de vida. Y las haciendas y comunidades campesinas adyacentes quedaron destruidas y con terrenos desvalorizados que, en esas condiciones ventajosas, eran adquiridos por la misma empresa.

En 1924, los desechos de los humos de la recién construida Fundición de la Oroya, ascendieron a 32,500 toneladas de gases tóxicos. En 1925, los humos de La Oroya originaron la muerte de unos 8,500 vacunos y más de 10 mil ovinos. Se contaminaron las principales lagunas y los tres ríos de la sierra central, San Juan, Mantaro y Rímac. Y peor aún, con la construcción de las represas para obtener energía eléctrica, se embalsaron los lagos en las épocas de lluvias y se dispersaban los tóxicos a más terrenos ganaderos.

Recién en 1936, cuando a la corporación le interesó diversificar su producción para aprovechar el plomo y otros elementos, se iniciaron los trabajos de reducción (no de eliminación) de la contaminación atmosférica.

La dinámica social en el período de la Cerro de Pasco

En 71 años hubieron no menos de 59 huelgas y el clima laboral, en esos últimos años, fue de tensión permanente.

 Las iniciales condiciones de trabajo

Si en el Siglo .XIX, las condiciones de trabajo de los mineros de la sierra central fueron infrahumanas, en el Siglo .XX, los inversionistas norteamericanos muy prontamente replicaron los métodos de explotación que encontraron, aprovechando la facilidad de corrupción de las autoridades y extendiéndola a la escala de Gran Empresa.

La Dra. Dora Mayer, fallecida en 1959, al encontrar esas condiciones de trabajo en el Perú, escribió un libro destinado a los inversionistas de los Estados Unidos donde, entre muchas otras denuncias, señalaba lo siguiente.

♦ Los 52 kilómetros entre Goyllarisquizga y Cerro de Pasco, el tren lo recorre regularmente entre 7 y 8 horas cuando un tren del Sg.XVII lo haría en 4 horas. Llevan de 28 a 50 carros en curvas, con desprecio temerario de los seres vivientes. Y los vagones de 2da.clase son una pocilga inmunda, donde se hacinan a los operarios en la suciedad más asquerosa y casi sin luz.

♦ Todas las tardes recibe el operario, al salir del trabajo, una ficha de metal, la que debe canjearse en la mañana siguiente por otra ficha de cartón. Muchas veces los indios no entienden este arreglo de fichas o las pierden. Junta las fichas para cambiarlas por un vale para adquirir artículos en “La Mercantile”. Y el vale de una semana no se recibe en la siguiente (Fíjese el lector en la ingeniosidad del sistema de explotación que implica esto)

♦ “La Mercantile” es el nombre de la famosa bodega de la Compañía. Casi todos los artículos son importados de los Estados Unidos y sus precios exceden hasta en 30% a los que se pagan en otros almacenes de la localidad. Los operarios están obligados ha hacer las compras ahí, por que los vales no se aceptan en otra parte. La empresa está en un departamento con gran desarrollo en la cría de ganado, donde la carne es buena y relativamente barata y las legumbres son de gran variedad. A pesar de esto, la población minera está condenada a sufrir privaciones en medio de la abundancia, por el régimen mopolizador de la Compañía.

♦ Los accidentes en las minas no son debidos a hechos imprevistos e inevitables. Ocurren por el descuido e inhumanidad de los explotadores. La empresa viene como avalancha de conquistadores a un país primitivo. En Goyllarisquizga, antes de salir de las minas 310 trabajadores, se prendió un tiro de dinamita y se salvaron de morir de 50 a 60. Contra todo lo dispuesto, se tienen los depósitos de dinamita al interior de las minas. La vigilancia de las labores por parte de los superiores es casi nula. Ni una camilla hay a disposición. Existen máscaras que producen aire por dos horas, para entrar a rescatar en sitios invadidos por gases dañosos pero en las minas no había ninguna.

♦ Nadie ignora que el alcohol y la miseria se acompañan siempre. No queda otra compensación por los míseros salarios y el clima insoportable, que la copa de aguardiente. Y la Compañía la brinda, por supuesto, con ambas manos, a su peonada, para que no se rebele contra sus extorsiones.

♦ Se formó una población llamada Alto Perú, de no más de 600 habitantes, frente al pueblo de “Smelter”. La empresa, para evitar la competencia a La Mercantile, aisló a la villa de Smelter con un muro de 8 pies de alto, alambre de púas, una fosa profunda al pie y pocas puertas severamente vigiladas, para evitar que los 2,000 empleados y operarios puedan comprar ni un centavo de pan en el Alto Perú. La meta de la empresa era que todo dinero que saliese por remuneraciones, regresase por la Mercantile.

♦ El uso de esta moneda provisional, las fichas, ya se había prohibido por Ley desde 1879. La costumbre se había mantenido con tenacidad por algunos años, como en los casos de los tranvías de Lima o de Trujillo, que habían emitido fichas de caucho; y varias negociaciones agrícolas del norte. Pero la Corporación Cerro de Pasco no cedía en este abuso, pese a las resoluciones de la Cámara de Senadores, tal como la del 27 de Diciembre de 1911.

♦ En las minas del Perú se trabaja de noche y de día. Por lo general, 9 jornadas por semana. Al inicio, los operarios tenían los siguientes jornales: el barretero ganaba entre 1 sol y 1.40, el peón entre 0.60 y 0.90 centavos y el muchacho 0.40 centavos. De ahí se descontaba 0.20 centavos para el enganchador. Del saldo se descontaba el pago del adelanto que le había hecho el enganchador que por lo general era entre 50 y 160 soles. Con el resto sobrevivía, comprándole a La Mercantile. Además, en forma arbitraria, la empresa le ponía multas según el capricho de los vigilantes de trabajo, con lo que su contrato de 2 o 3 meses se prolongaba en algunos casos hasta 3 años. Y pasados los años, en vez de aumentar, bajaron las remuneraciones.

♦ En caso que el operario se diera a la fuga y fuera apresado, debía trabajar gratis por el 70% del adelanto que le había dado el enganchador siendo el 20% por multa y el 50% por los gastos de persecución.

 El control del entorno

Sin resistencias, la Cerro de Pasco se diversificó en el entorno hacia la actividad ganadera y el acaparamiento de tierras

A los años de haber trasladado la fundición, los pastizales de Cerro de Pasco y de las Pampas de Junín, libres de la contaminación de los humos, recuperaron su capacidad productiva y la Corporación organizó una de las más grandes haciendas ganaderas del Perú. Se exportaban pieles y se abastecía de carne.

La Corporación compró, en Yauli, Jauja y Tarma, durante 5 años, más de 230 mil hectáreas. Y así continuó la expansión. En 1914 la Corporación había comprado la hacienda San Juan de Paria en Cerro de Pasco, con una extensión de 900 hectáreas y, con el acaparamiento, esta hacienda creció alcanzando una extensión de más de 100 mil hectáreas en 1960.

Cuando la Cerro de Pasco Corporation adquiría concesiones mineras que le entregaban sólo el usufructo del subsuelo, recurría al abuso de cercar estas zonas, anexando muchísimas tierras comunales. Los reclamos de las comunidades ante las autoridades por las tierras perdidas, no tenían éxito. En 1929 se les había reconocido una eximia indemnización que prácticamente no se hizo efectiva, Se les exigía los títulos de propiedad y como estos tenían litigios desde la época colonial, no se hacía efectivo el paupérrimo pago. En otros casos se dieron litigios que duraron 20 años.

De 1920 a 1950, la Cerro de Pasco tuvo una consolidación progresiva, haciéndose más poderosa y multimillonaria. Continuó adquiriendo minas y terrenos, pero no las ponía inmediatamente en actividad por los problemas de los precios internacionales de sus productos. La ventaja la obtenía por otro lado. Al haber desplazado a las comunidades campesinas de sus tierras, se obtuvo la mano de obra abundante y barata que, en otras condiciones, se había resistido al trabajo asalariado en las minas.

 Las luchas de los trabajadores - 1920

Luego que entre diciembre de 1918 y enero de 1919 la clase obrera obtuvo la jornada de las 8 horas diarias de trabajo, hubo una siguiente lucha que fue violentamente reprimida, deportándose a los máximos dirigentes anarcosindicalistas. Aprovechando el momento, el gobierno de Augusto B. Leguía, a pedido del gerente de la Cerro de Pasco y de los principales capitalistas nacionales, promulgó en 1920 una nueva ley antihuelgas. En la Oroya se apresa a los dirigentes mineros y más de 1,500 trabajadores se enfrentan a la policía, dando como resultado a dos dirigentes muertos, varios heridos, el comisario decapitado y con su cabeza puesta sobre una pica y concluyendo todo con la represión por la tropa.

 Las luchas de los trabajadores - 1930

A raíz de que en 1929 se desplomó la bolsa de New York y bajaron los precios de los metales, la empresa decide reducir costos de producción a como de lugar. Hay despidos y rebajas de salarios y en 1930 también hay otro importante enfrentamiento. La policía y la guardia urbana disparaban, casi a quemarropa, a los mineros armados de piedras, palos y cartuchos de dinamita. Igualmente hubo varios muertos, cientos de heridos y la acción de la tropa decidiendo el enfrentamiento a favor de la empresa.

Esto da más fuerza a la organización del Primer Congreso Minero, en noviembre de 1930. Hay marchas. Se tiene la masacre de Malpaso, reprimida con bayonetas y se extiende el conflicto a escala nacional, interviniendo las principales organizaciones patronales y pro patronales de “las fuerzas vivas del país” e incluso el embajador de los Estados Unidos.

Surge la Federación Minera y las mujeres de los mineros y las obreras de la Cerro de Pasco también tienen un papel destacado, gestionando por la libertad de sus presos y organizando la olla común. Se llena la cárcel de La Oroya con los dirigentes de la Federación Minera, a quienes se tortura. Se traslada el conflicto a Lima, a la plaza San Martín, al Club de la Unión, al hotel Crillón, siendo al final reprimido por “las fuerzas del orden” que logran recuperar y dominar toda la zona minera.

Los efectos de la huelga de 1930 fueron duraderos en la moral de los trabajadores. Habían demostrado que podían mantener funcionando todo un complejo minero, sin necesidad de los gerentes norteamericanos.

En mayo de 1931 reduce de golpe en 30% al personal de Morococha. En junio y julio se despide a centenares de trabajadores de La Oroya y de Cerro de Pasco. En agosto se paraliza Malpaso. En los siguientes meses se suspenden las labores en Casapalca, Rellavista y Yauliyaco. Las cárceles de Lima y El Frontón están repletas de dirigentes mineros. Se despiden trabajadores y recontratan con menores salarios, culpando la empresa a los dirigentes por la desocupación.

Hasta finales de la década de los 40, fue poco lo que la empresa hizo para mejorar su imagen general en el Perú. La política laboral seguía siendo dura, explotadora, inflexible y antisindical en extremo, a menos que fuese absolutamente imprescindible hacer algunas concesiones.

 Las luchas de los trabajadores - 1945-48

Durante el período de 1944-1947 se habían ido estableciendo sindicatos en todos los campamentos. La legislación obrera del período de Bustamante y Rivero (1945-1948), obligó a la empresa a prestar más atención a los problemas laborales; aunque la naturaleza fuertemente represiva de la política laboral de la empresa, se mantuvo hasta la década de los 70.

 El comportamiento sindical de post guerra

Después de la segunda guerra mundial, en la sierra central, los sindicatos afloran de nuevo.

Desde el régimen civil del presidente Manuel Prado, instaurado en 1956, las empresas están en la obligación de reconocer a los sindicatos de trabajadores. A partir de ahí, los trabajadores tienen ocasión de medir sus fuerzas con los patronos, cada año, con la discusión del convenio colectivo.

Los sindicatos tienen una tradición reivindicativa antigua y un estilo duro en la negociación y, con la Cerro de Pasco se llega a un comportamiento rutinario. Las negociaciones son más o menos largas. El Ministerio de Trabajo interviene inicialmente como mediador y luego como árbitro; y hay episodios de huelga y violencia antes de llegar a un arreglo. Así, durante todos estos años, aumentan los conflictos en el sector.

 La policía privada y el tratamiento elitista al trabajador minero

A principios de los años 50, la fuerza policial de la empresa se transformó en la primera fuerza parapolicial uniformada que se formó en el Perú, Plan Protection. Moldeada a partir de los ejemplos de las principales industrias extractivas norteamericanas, integró a exoficiales de las fuerzas armadas y de la guardia civil y, entre sus facultades no solo daba seguridad sino además multaba a los trabajadores.

Simultáneamente se desarrollo una política de relaciones industriales, que buscaba conseguir “buenas relaciones entre el empresariado y los trabajadores, investigar los problemas laborales a medida que fuesen surgiendo; y desarrollar medidas adecuadas para prevenir las situaciones que pudieran perturbar la producción de la empresa. Los niveles de ingresos eran más elevados en la gran minería que los de las poblaciones rurales de la sierra. Se inició la evaluación y ascensos de todos los trabajadores. La empresa otorgó préstamos y adelantos hasta por el 50% de la indemnización, que eran muy solicitados y considerados como un favor especial. Se incentivaba la lealtad a la empresa y la política de despidos era muy selectiva, despidiéndose a los activistas políticos, a los trabajadores claramente incompetentes y a los que tenían riesgo médico.

Al Plan Protection y al Departamento de Relaciones Industriales, se agregó el Departamento de Asuntos Sociales, para identificar los casos sociales y dar orientación formativa y moral a las familias de los trabajadores. En 1971 se contaba con 54 empleados en el servicio social y una oficina en cada campamento, que funcionaba como la parte local de la oficina de Relaciones Industriales. En la práctica, cualquier actividad “desviada” desde el punto de vista de los empleados de Asuntos Sociales, era clasificada como “problema social”, incluyendo “alcoholismo” o “inasistencia a la iglesia”. Estos problemas eran tratados con 48 películas y charlas educativas.

También se creó el Departamento de Asuntos Laborales, que conducía las negociaciones colectivas con los sindicatos, con fuerte énfasis en la cooperación y armonía entre las clases sociales. Y el Departamento de Relaciones Públicas, que buscaba aumentar la productividad, evitar conflictos y mejorar la imagen externa de la empresa en las áreas de reclutamiento de mano de obra.

 La política de segmentación laboral

De esta manera y por varias vías, buscó controlarse a la masa laboral. Se adoptó un régimen similar al sistema de castas para segmentar a los trabajadores en obreros, empleados y funcionarios. Prácticamente, era imposible que un obrero pase a ser empleado y, definitivamente imposible que cualquiera de ellos pase a ser funcionario.

No sólo ello, se les súper estratificó. Había 61 escalas salariales con 121 tareas y 338 categorías ocupacionales. Y de acuerdo a ellas, se diferenciaba a los trabajadores con viviendas separadas, diferentes calidades en las casas, en la recreación, en las condiciones de trabajo, en la atención médica, el transporte, los centros de reunión, la disponibilidad de artículos de lujo, el prestigio y todo lo demás.

 Las ciudades mineras

Las primeras generaciones de trabajadores mineros procedieron del campo. Fueron campesinos varones que combinaron el trabajo agropecuario con el trabajo en la mina. Pese a la lejanía de la mina a su hogar en el campo, cuidaban sus tierras y sus viviendas, a la vez que mantenían una relación sostenida con su comunidad o pueblo. Tenían una migración golondrina. Con el desarrollo de la gran minería en la sierra central iniciada en el Sg.XX, esta situación desapareció.

Numerosas comunidades perdieron importantes territorios, sea por la expansión territorial de la empresa minera o sea por su impacto ambiental, que destruyó el potencial agrícola, ganadero y las formas de vida en ríos y lagos. Poblaciones enteras tuvieron que desplazarse y otras se crearon o crecieron aceleradamente, como localidades minero-metalúrgicas.

La principal ciudad minera de la sierra central fue Cerro de Pasco, en el departamento de Pasco, donde se concentran los mejores y más variados yacimientos polimetálicos de América del Sur. Y la principal ciudad minero-metalúrgica fue La Oroya, en el departamento de Junín.

 Los campamentos mineros

La necesidad de tener trabajadores en las minas ubicadas geográficamente en zonas muy altas, a más de 3,500 metros sobre el nivel del mar, inhóspitas y alejadas de las tierras aptas para la agricultura y de las poblaciones rurales, propició la creación de campamentos. Estos eran lugares de residencia junto a la mina, para los trabajadores y sus familias, que integraron las actividades productivas y reproductivas.

Se integró la parte de la producción minera (preparación, extracción, concentrado, fundición y refinación del mineral) que se realizaba en la mina; con la reproducción de la vida en los hogares mineros (mantenimiento de la fuerza de trabajo, cuidado y mantenimiento de la familia, educación de los hijos).

Los centros mineros cambiaron la forma de vida de la población rural andina. Acostumbrada a la vida de comunidad y de trabajo en el campo, pasó a relaciones laborales estratificadas dependientes de empresas de explotación minera. El contrato laboral y las convenciones legales para la actividad minera, generaron un marco de respaldo que procuraba la estabilidad. La empresa minera se comprometía a pagar un salario y a garantizar las condiciones de vida mininas para la subsistencia de la familia: Vivienda, escuela, hospital, transporte y abastecimiento alimentario (mercantiles).

Así, la empresa se aseguraba cierta estabilidad de su mano de obra y la continuidad del proceso productivo; y los trabajadores garantizaban cierto bienestar y seguridad para sus familias, mientras mantuvieran el vínculo laboral. En su gran mayoría los trabajadores mineros eran casados, llevaron a sus familias al campamento y vivían con su esposa e hijos.

Pero la frontera entre lo productivo y lo reproductivo fue muy débil, desarrollándose competencias institucionales y prácticas indiferenciadas. Los campamentos mineros quedaban controlados por la empresa y regidos por la dinámica de la producción. Para el uso de la energía eléctrica, por ejemplo, se priorizaban los requerimientos de la planta y no los de la población. Y, desde el lado de los hogares, las demandas sobre las condiciones de vida de las familias fueron parte de las demandas laborales, convirtiéndose el sindicato en la instancia representativa ya no solo del trabajador sino también del hogar, como interlocutor con la empresa.

El Estado o las instituciones públicas visibles, tuvieron poco que ver con el bienestar de las familias y con las condiciones de vida del campamento, salvo en el caso del sistema de Seguridad Social, por lo general supeditado a los servicios de salud de la empresa. Y los gobiernos o autoridades locales se desempeñaban más como gendarmes o árbitros parcializados a favor de la empresa, por tener esta más poder.

De esta manera, toda la vida de los trabajadores se encontraba bajo la dependencia de la empresa. La empresa era el poder local y se expresa, no sólo en la creación de empleo e ingresos, sino en la administración interna de la vida local al interior del campamento.

La empresa intervenía también en la vida social y familiar agrupando a las mujeres en club de madres para brindarles servicios educativos que reforzaban su rol doméstico de ama de casa. Les enseñan costura, nutrición, manualidades, salud, cuidado de la higiene y orientaciones para la planificación familiar. Por otro lado, segmenta a la población de acuerdo a su categoría laboral: Funcionarios y profesionales, empleados, obreros, creando en cada segmento diferencias importantes con relación a las condiciones de vida. De esta manera se establecen círculos de amistad, de pertenencia y cercanía al interior de cada segmento y totalmente diferenciados entre ellos, acentuándose las distancias culturales.

 Las luchas de los trabajadores - 1969-1971

Hubo una serie de huelgas que culminan con Cobriza, 1971. Desde antes, en la época del primer gobierno del Presidente Belaúnde los sindicatos de la Cerro de Pasco Corporation habían firmado un pacto de ayuda mutua para casos de conflicto; que llevó a la formación de la poderosa Federación de Trabajadores Mineros y Metalúrgicos de la Cerro de Pasco.

En 1969 los sindicatos de La Oroya y Cobriza organizan una marcha de sacrificio a Lima que es reprimida violentamente. En abril del 70 la Federación organiza otra marcha a Lima, que permanece 15 días en la capital. En julio una huelga de protesta dura 30 días.

En setiembre hay otra paralización casi total. En diciembre hay 71 huelgas locales, En el 1er trimestre de 1971, Morococha y Cerro de Pasco inician otra marcha pero es reprimida. Los pliegos de reclamos tienen 141 puntos y en julio la empresa rompe el trato directo con los trabajadores. A fines de octubre del 71 la gran minería del centro está paralizada. En noviembre del 71 el superintendente de Cobriza y otro norteamericano tomados como rehenes, se suspenden de las garantías, ante el boicot de la empresa de trasladar la maquinaria ligera y pesada la Federación convoca a una Asamblea en la Oroya que no se realiza al ingresar la policía especial, los Sinchis, y matar a los dirigentes.

El período nacionalista y la estatización de la Cerro de Pasco

 El gobierno nacionalista 1968-1975

En la evolución política peruana el gobierno de Juan Velasco Alvarado fue atípico. Ideológicamente, con una vocación participatoria, propuso implementar una democracia directa o con el mínimo de intermediación y, sin identificarlo con estos nombres, planteó un socialismo autogestor. Su enfermedad impidió que tuviese un gobierno más amplio por lo que la mayoría de sus medidas resultaron reversibles.

Se tuvo una reforma agraria que eliminó al poder latifundista, implantando Cooperativas Agrarias de Producción. Se reformaron las empresas privadas creándoles comunidades laborales, integradas por el colectivo de trabajadores que crecientemente asumían la copropiedad, la cogestión y la distribución de excedentes. Para evitar las brechas internas, se crearon las comunidades de compensación, donde la rentabilidad de unas empresas debían permitir recursos que se canalizasen a las menos rentables. Se controló el sector financiero ampliando la intervención de la banca de fomento. Se creó un sector de propiedad social planteado como el modelo a aspirar en una economía autogestionaria.

Este fue un período de importantes nacionalizaciones de empresas. El símbolo fue la empresa petrolera International Petroleum Company (IPC), filial de la Standard Oil of New Jersey (USA), expropiada al día siguiente del inicio del gobierno de Velasco; pero no menos importante era la Cerro de Pasco Corporation, que llegó a ser en el Perú la empresa con más trabajadores, luego del Estado.

 El tejido institucional minero

El 1° de enero de 1974 se estatizó el complejo minero-metalúrgico perteneciente a la Cerro de Pasco Corporation, creándose la empresa estatal Centromín, la cual incluía seis minas, ocho concentradoras, el complejo metalúrgico de la Oroya y acciones en el sector industrial y agropecuario.

Paralelamente, el Estado formó la empresa MINERO PERU S.A., que fue depositaria de las acciones de las empresas estatizadas, a la cual se adjudicó los yacimientos de minerales que habían revertido al Estado por Ley.

Asimismo, el gobierno de ese entonces formó la comercializadora de minerales, Minero Perú Comercial (MINPECO S.A.), para toda la gran minería del país.

Por otro lado, para canalizar los beneficios de las empresas a los trabajadores se crearon las Comunidades Mineras, que introducían la copropiedad y la cogestión; y para equilibrar la distribución de los beneficios entre las empresas mineras de heterogénea rentabilidad, se creó la Comunidad de Compensación Minera.

En la década del 70 los metales tenían buenos precios internacionales y ello permitió favorecer a los trabajadores mineros. Se mejoraron los campamentos y la mercantil estuvo bien equipada.

 El salto tecnológico

En el ámbito mundial, la década del 80 tuvo un desarrollo tecnológico que, a diferencia de los anteriores, no repercutió ahora favorablemente en las economías primario exportadoras. Entraron al mercado productos con más eficacia pero más pequeños, que requerían menos volumen de insumos minerales para fabricarlos. También se inventaron insumos alternativos a los minerales.

Ello cambió la estructura del mercado. Bajaron los precios internacionales y aparecieron otros rubros que demandaron minerales a los menores precios. Como resultado para la producción nacional, aumentó el volumen de las exportaciones mineras pero, por los cambios de precios, se redujeron los ingresos por ventas. También hasta este sector llegó el deterioro de los términos del intercambio.

 Las luchas de los trabajadores 1982-1985

Los trabajadores, organizados en sindicatos y en la Federación Minero Metalúrgica, tenían como eje de sus pliegos de reclamos, a la canasta familiar. En 1982 se tuvo la marcha a Lima de Minas Canaria, Río Payanga, que tuvo 4 meses de marchas de sacrificio.

En 1985, el movimiento minero estaba bien organizado, con pliegos por base. Había adquirido mayor nivel de organización desde el paro nacional de 1977. Tenían legitimidad en las bases. En ese año hay una nueva marcha a Lima de Río Payanga, empresa que tenía 1500 trabajadores.

 El nuevo actor social: La mujer minera

La primera protesta de las mujeres mineras data de la masacre de Malpaso en la década del 50. Y el primer Comité del que se tiene referencia fue el de La Oroya, fundado el 7 de setiembre de 1969, que sienta presencia en la marcha de sacrificio del gremio.

El trabajo de los centros mineros es básicamente desarrollado por varones. Cuando se habla de mujer minera se hace referencia a la mujer esposa de un trabajador minero, que generalmente vive en el campamento, dentro de su vivienda familiar, dedicada principalmente al trabajo doméstico para el sostenimiento y mantenimiento de su esposo e hijos.

No existen otras fuentes de empleo dentro de la actividad minera al que las mujeres, esposas de los mineros, pudieran acceder. El escaso trabajo femenino minero -casi siempre ubicado en el área de servicios- no estuvo abierto para ellas.

La familia minera del campamento usufructúa de un sueldo que les genera ingresos económicos estables, tiene acceso a servicios de salud del seguro social, una vivienda otorgada por la empresa minera durante la permanencia del minero en el trabajo, escuela para la educación de sus hijos. Las condiciones en que se otorgaban estos servicios para los obreros mineros, muchas veces eran deficientes, inadecuadas. Las viviendas no alcanzaban, se vivía en pequeñas habitaciones con hacinamiento que no permitía la privacidad. Los materiales, techo de calamina, y el diseño, con servicios fuera de la vivienda, no daban suficiente protección.

Entre las mujeres existía la opinión de que los sindicatos conducidos por los trabajadores hombres, no veían las reivindicaciones de vivienda y de condiciones de vida en general. Son las mujeres mineras las que sugieren individual y colectivamente la necesidad de reivindicar mejores condiciones de vida en el campamento. En los pliegos de reclamos orientados antes básicamente a mejoras del salario y mejores condiciones de trabajo en la mina, se incorporan estas nuevas demandas.

Es la defensa de mejores condiciones de vida de los obreros mineros y sus familias en el campamento al nivel de la educación de los hijos, la salud, alimentación, la vivienda, lo que motiva y origina la organización de las mujeres en Comités de Amas de Casa

Dedicadas al cuidado de su hogar, a la protección de la vida de sus hijos, la mujer minera se interesa por mantener y mejorar el nivel de vida familiar, y canaliza sus preocupaciones a través de los gremios sindicales. Se integra a la lucha sindical para mejorar el salario minero, y para tener una presencia organizada y vigilante sobre los servicios básicos (vivienda, hospital, escuela, lavanderías, mercantil)

Así, las mujeres intervienen en las épocas del pliego salarial y colectivo, en las demandas para el cambio de profesores, para las mejoras en la atención de la mercantil, de la salud, para mejorar las viviendas. Y la ampliación y mejora de los servicios en muchas minas, llega a ser resultado de tensas negociaciones y huelgas con participación de la mujer.

 La organización de los Comités de Amas de Casa

Los Comités de Amas de Casa (CAC) están muy ligados, en su origen, a la intervención de las mujeres en las acciones gremiales reivindicativas; las huelgas, movilizaciones y marchas de sacrificio conducidas por los sindicatos mineros.

Las organizaciones de mujeres en la Provincia recién se constituyeron en la década del 80. En la época en que en Lima surgen los comedores populares como estrategia de sobrevivencia en respuesta a la hiperinflación y pérdida de capacidad adquisitiva de las familias, en La Oroya se crean muy pocos comedores populares autogestionarios. Sólo 4 existían en el 2000. En vez de ello, surgen los Comités de Amas de Casa, articulados a la lucha minera por los pliegos mineros y contra el cierre de empresas y despidos masivos.

El Comité que dio presencia a la mujer minera al nivel nacional fue el CAC de Minas Canaria en 1982, con la marcha de sacrificio realizada desde la mina en Ayacucho hasta la ciudad de Lima Estas organizaciones eran de mucha utilidad en las movilizaciones y marchas. Apoyaban en las comisiones de piquetes de huelga, en la recolección de ayuda económica, en la atención de la salud, la preparación de la olla común, saliendo al frente para proteger a los trabajadores contra la represión y participaban en las asambleas integrando el "comité de lucha". Se movilizan y desarrollan presencia activa demandando la mejora de un servicio, en los períodos de presentación y negociación del pliego sindical. En algunos campamentos, sus dirigentas participan en las reuniones semanales que sostiene la empresa con el sindicato. Intervienen en la preparación del convenio colectivo y participan en las reuniones del sindicato y la empresa.

El Comité se constituye en la práctica en una organización funcional del sindicato. Depende de las decisiones que se asuman en las asambleas del sindicato, donde los que participan con voz y voto son sus esposos en su calidad de trabajadores mineros y afiliados al gremio. Al mismo tiempo, al interior del hogar, la mujer minera depende de las decisiones del esposo. Muchos mineros no permitieron a sus esposas intervenir asumiendo cargos de liderazgo, limitando su libertad y anulando el potencial de muchas de ellas que pudieron desarrollarse más como ciudadanas y líderes.

A inicios de la década del 80, la presencia de la mujer minera fue más visible en el movimiento nacional de mujeres y en el movimiento minero. Se apoya así a la centralización del movimiento de mujeres mineras. Su intervención en la lucha gremial, le permite salir del hogar a la escena pública. El reconocimiento de su rol destacado en el movimiento reivindicativo favoreció su valoración y auto estima como mujer y permitió el desarrollo de una generación de dirigentas líderes en su localidad. Sin embargo, los hombres aceptaban esta presencia en los momentos de enfrentamiento con la empresa pero la rechazaban en épocas de calma y cuestionaban su intervención con derecho a voz y voto, negando la representatividad de la mujer minera organizada.

En 1985, el Congreso de la Federación Minera reconoce la importancia de apoyarlos, acuerda impulsar una Convención de Comités de Amas de Casa y la formación de la secretaría de asuntos femeninos. Progresivamente, los Comités se mantienen activos y dinámicos y caminan de manera paralela al movimiento sindical. Las integrantes dedican un tiempo para sus reuniones, para capacitarse. Organizan talleres sobre metodología de trabajo con mujeres, liderazgo y auto estima. Las delegadas que participaban en las asambleas sindicales ya habían logrado el derecho a voz y voto y, en algunas bases, las mujeres proponen puntos y negocian los pliegos de reclamos.

En 1989 se constituye la Central Nacional de Mujeres Mineras con la asistencia de más de 20 bases. Esta central participa de manera plena en las asambleas de la Federación Nacional.

En la zona centro, el 14 de febrero de 1990 se forma el Comité Directivo de la Mujer Minera de la Federación de Trabajadores de Centromín Perú, que significó un salto cualitativo en la influencia de la mujer dentro del sector minero, lográndose una actitud más permeable de los sindicatos y federaciones mineras hacia la organización de mujeres, dándoles más libertad para las reuniones.

No obstante, en la década del 90, con el repliegue del movimiento minero se repliega también la participación de la mujer minera. Se da un proceso de reinserción de las familias mineras en la sociedad, propio del nivel tecnológico de una actividad minera que no requiere ahora tantos trabajadores directos. Se inicia un proceso de cierre de campamentos.

A esto se une el cierre de centros mineros de empresas que se declaran en crisis. Y además, a inicios de esta década se anula la estabilidad laboral.

Todo esto hizo que las mujeres no levantaron su voz por el temor a los despidos de los esposos. Y los comités de amas de casa existentes se desorganizaron y desaparecían. En poco tiempo, su número disminuyó de 80 a 34 comités de amas de casa activas, con lo que el movimiento de mujeres perdió su fuerza movilizadora.

Las empresas, amparadas en el marco legal de la minería (DS.01 4/92/EM), abandonan paulatinamente las responsabilidades sociales. Dejan de intervenir en educación, en alimentación, salud, Buscan ahorrar costos invirtiendo menos en el mantenimiento del campamento y motivan a las mujeres a asumir funciones que antes hacía la empresa, tales como cuidar la limpieza de su cuadra, adquirir pintura para pintar las viviendas. Y también promueven a que se trasladen de los campamentos a los centros poblados. Las condiciones de vida en las poblaciones mineras pasan a ser un problema de la familia y de las instituciones del Estado.

 Las luchas de los trabajadores 1990

Baja el salario real minero y las empresas reducen servicios de los campamentos. Esta situación se agudiza presencia de los grupos alzados en armas, específicamente Sendero Luminoso y el MRTA, dándose un clima de violencia que afecta al movimiento minero con la muerte de dirigentes y campamentos militarizados. La sierra central fue la zona minera con situación más crítica. Este fue un año de intenso movimiento minero, con huelgas y marchas de sacrificio a Lima que, de enero a mayo, sumaban 6.

Cambia la legislación laboral. Las nuevas leyes permiten el despido de más de 40,000 trabajadores mineros, lo cual profundizó el alejamiento de los trabajadores de sus organizaciones sindicales ante el temor de ser despedidos. Con la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo, vigente desde el 3 de julio de 1992, la negociación colectiva es ignorada por los empresarios que se valen de la Ley de Productividad y Competitividad.

Esta Ley ha permitido que los empresarios de centros mineros acondicionen comedores al interior de la mina, debiendo ingerir sus alimentos en medio de un alto grado de contaminación.

Con todos estos cambios se da un paulatino proceso de separación entre el centro laboral y los hogares mineros, antes integrados en los campamentos mineros.

La reprivatización y situación de la minería al término del siglo XX

 En la década de los 80

El cambio en el mercado internacional afectó seriamente a la economía primario exportadora. Hacia los años 90 el panorama de la minería había cambiado. Bajaron los precios de los minerales. Quebró buena parte de la pequeña y mediana minería (incluso hubo 35 centros mineros medianos paralizados). Hubo despido de trabajadores mineros dependientes en el sector (de un total de 80,000 trabajadores se pasó a 38,000) y se incrementó la minería informal del oro. Todo esto en momentos internos de crecimiento de la guerra subversiva que se inició en 1980.

La guerra subversiva se definió a favor del Estado en 1992. Después de este momento fue posible plantear la reprivatización de la actividad empresarial del Estado (14 centros mineros privatizados y otros por vender). A fines de esa década, las expectativas de la minería cambiaron.

 En la década de los 90

La política peruana de la década del 90, para favorecer la inversión privada, garantizó la propiedad. La expropiación sólo procede, previa compensación, en casos que lo amerite la seguridad nacional o la utilidad pública. Tanto la inversión extranjera como la nacional gozan de los mismos derechos y obligaciones. Al inversor foráneo le está permitido realizar transferencias de divisas al exterior que incluyen el íntegro de sus capitales, las utilidades provenientes de sus inversiones en el país, todo tipo de pago por regalías y contraprestaciones por el uso y/o transferencia de tecnología. Asimismo, puede acceder al crédito y celebrar contratos de transferencia de derechos de propiedad industrial o tecnológica. No existe un tratamiento discriminatorio en cuanto a precios, tarifas, aranceles, tributos, ni tipo de cambio.

La privatización en el sector empezó en el año 1991, con la venta de las acciones que CENTROMIN tenía en la empresa Compañía de Minas Buenaventura S.A. Venta de acciones que se hizo antes de promulgarse la ley de privatización de la actividad empresarial del Estado, Decreto Legislativo 674 del 27 de septiembre de 1991.

En la última década, más de 50 inversionistas extranjeros se establecieron en Perú, algunos con gran liderazgo en la minería mundial. Entre ellos se encuentran, procedentes de USA: Phelps Dodge, Cyprus, Doe Run, Asarco. De México: Grupo México. De Canadá: Teck, Barrick Gold, Inmet, Rio Algom, Noranda, Cominco. De Australia: BHP, Pasminco. De Inglaterra: Billiton. De Reino Unido: Río Tinto. De Sud África: Anglo American.

Los nuevos proyectos mineros tienen un alto nivel tecnológico. Estaban a más de 400 mil dólares de inversión por puesto generado, en un momento en que para generar un puesto de trabajo en el sector informal de la economía, la inversión requerida era de cerca de 3 mil dólares. Obviamente, en estas condiciones, la dinámica del sector minero ampliaba la brecha de la distribución de ingresos medida por el índice de Gini.

 Crecimiento de la minería

Actualmente la minería sigue siendo uno de los sectores más importantes de la economía peruana. El potencial geológico califica al país en el segundo lugar en el mundo, después de China. Las exportaciones mineras hoy son más del 60% del total de las exportaciones. Hace 15 años eran el 45%. El boom de las exportaciones mineras ha permitido al acumular reservas internacionales superiores al tamaño de la deuda externa.

Se aprovecha ahora más el potencial minero peruano, lo cual se expresa en la presencia en los mercados globales. El Perú, en plata, es el primer productor en el mundo. En zinc y en estaño, es el 3ro en el mundo y 1ro en América Latina. En cobre y bismuto, es el 3ro en el mundo y 2do en América Latina. Es el 1ro en América Latina en oro y en plomo.

La minería multinacional es 4 veces más productiva que la minería local formal y 40 veces más que la minería local informal.

Los ingresos totales por privatización en el sector minero, a diciembre de 1997, ascendieron a más de US$ 1,241 millones de dólares y los compromisos de inversión fueron por un total de US$ 5,943 millones de dólares. Pero, los mayores montos de inversión debían hacerse durante los años 1998, 1999, 2000 y 2001 y, estos han sido los años donde se dio recesión en el sector como impacto de la crisis asiática. Asimismo, la inversión hasta el año 2003 se proyectaba según el Ministerio de Energía y Minas, a 10,500 millones de dólares, monto que también ha estado afectado por la recesión.

Según el cuadro “Exportaciones por grupos de productos 1996 – 1999”, el total nacional de las exportaciones en 1996 fue de US$ 5,897.9 millones de dólares, de los cuales US$ 2,654.3 millones de dólares correspondieron al sector minero. En términos porcentuales, esta cantidad representó el 45% de las exportaciones mineras respecto a las exportaciones nacionales. En 1999, las exportaciones del país aumentaron a US $ 6,113.9 millones de dólares y las exportaciones mineras fueron de US$ 3,009 millones de dólares. En términos porcentuales ésta cantidad representó el 49% de las exportaciones nacionales. Aumentó la participación de la minería en las exportaciones nacionales, pero fueron años donde por la corriente marina de El niño, se redujo significativamente la exportación de la harina de pescado.

Vista la evolución de las exportaciones mineras por productos, en 1996 el cobre era el que lideraba las exportaciones, con ingresos de US$ 1,052.2 millones de dólares. En 1999, las exportaciones mineras son lideradas por la producción de oro, con ingresos de US$ 1,192.5 millones de dólares. Este cambio se debió a la baja en la cotización del cobre y, principalmente, al aumento de la producción del oro que, en el mismo período, pasó de 62 a 128 toneladas de anuales. En términos porcentuales el aumento de la producción de oro ha sido de 106.5% de 1996 a 1999.