VIAJANDO: UNA APROXIMACIÓN FILOSÓFICA

VIAJANDO: UNA APROXIMACI?N FILOS?FICA

Maximiliano Korstanje

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El viaje y el Extrañamiento

El siguiente ensayo filosófico versa sobre la relación entre los viajes y el conocimiento como formas de apropiación material e inmaterial. En esta línea de pensamiento, el trabajo de campo se ha constituido como uno de los elementos distintivos de la antropología como disciplina. Esteban Krotz en su trabajo viaje, trabajo de campo y conocimiento antropológico, sostiene “en cierta acepción, hacer trabajo de campo se refiere sencillamente al hecho de que el objeto de estudio no se encuentra en el espacio de cotidianidad del antropólogo, por lo que éste debe trasladarse a otro sitio para realizar su pesquisa.” (Krotz, 1994:51)

Según la perspectiva del autor, el viaje es el elemento central por el cual una persona puede entrar en contacto con otras comunicando sus observaciones y experiencias una vez regresado. En su comentario de la obra de Ernst Bloch, Geist der Utopie, Krotz considera (acertadamente) que todo viaje implica un desplazamiento espacial y además que persigue un motivo, un sentido y un significado. “Pero el viaje no es sólo movimiento en el espacio, es siempre también movimiento en el tiempo” (ibid: 52). Esta relación dialéctica se conjuga con la escritura y los legados escritos sobre la experiencia en los viajes, como formas utópicas de comunicación. El segundo, elemento que compone el viaje, es el asombro como forma y lugar de anticipación práctico-teórico. En este sentido, Krotz citando a Bloch, sostiene que en todo viaje, no sólo cambian los espacios sino el viajero mismo. En otras palabras, la duda en el interior es respondida por medio de un “pasar por el otro” histórico. (Krotz, 1994:53)

Claro que luego, Krotz se cuestiona e intenta sustentar los motivos que los llevaron a usar un modelo metafísico-filosófico en un problema que corresponde en el sentido de Kant al juicio sintético. Recordemos, Kant proponía dos tipos de juicios bien distintos: uno analítico cuya naturaleza es exacta pero carente de experimentación como por ejemplo la fórmula de 1+1= 2; y por otro lado, uno sintético, cuya dinámica es experimentada por el sujeto y plausible de sumar en el conocimiento por validación o refutación pero que a la vez no es ni exacto ni verdadero; es decir quedaría sujeto a nuestra percepción. (Kant, 2004)

Retomando el desarrollo de Krotz y su justificación epistemológica para explicar su problema con respecto a la etnografía y el viaje como formas de producción de conocimiento, confirmamos que “el viaje antropológico tiene usualmente un propósito claro y definido: a través de él se quiere conocer un determinado aspecto de la realidad socio-cultural, una problemática, un sector poblacional, los habitantes de una región, un grupo social, una cultura o como se quiera decir” (Krotz, 1994:54). ¿Pero es plausible, un viaje científico como experimentado en el pensamiento kantiano?.

Este dilema, en Krotz no va a tener una resolución favorable. Para el autor de referencia, el viaje evoca una experiencia personal, hacia lo desconocido donde se cruzan diversas identidades en la constitución de la mismidad y la alteridad. No sólo cambia, el viajero sino también el huésped por medio del asombro y el reconocimiento. “Resulta interesante ver que el asombro producido por el reconocimiento de esta alteridad se enciende después nuevamente con respecto a lo que anteriormente le había sido familiar al viajero antropológico. En la medida en que la intensidad y/o duración de la investigación, se produce en el antropólogo una alteración con respecto a la percepción de su punto de partida: empieza a ver en la retrospectiva, en el recuerdo de su cultura de origen de otro modo, con relieves, facetas y relaciones antes no percibidas o vistas de otra manera” (ibid: 55). En consecuencia, el viajero se adapta como parte de esos procesos a las condiciones socio-ambientales y a un diálogo entre investigado e investigador. El problema que Krotz intenta resolver se orienta a la definición propia de la antropología como disciplina de conocimiento y su campo de estudio.

Sin embargo, el texto reseñado posee dos incongruencias claves las cuales nos parecen interesantes resaltar; en primera instancia, la antropología como disciplina de acopio de conocimiento no puede considerarse “científica” ni mucho menos para de una Ciencia, desde el momento en que como acertadamente afirmo Kant, sus postulados no pueden constituir principios ni leyes. Al construirse sobre una base de juicios sintéticos (a posteriori), es decir recibidos y experimentados por el sujeto, son falsos pero plausibles de ser mejorados (Kant, 2004) (Korstanje, 2008b). Segundo, es imposible que existan conocimientos ajenos al sujeto (como sugería Bloch) pero que a la vez puedan ser comprendidos en cuanto a un estar en una cultura determinada. Todo conocimiento ajeno al individuo comprende al juicio analítico cuya característica principal es una imposibilidad de ser mejorado (a priori). Por lo tanto, concluimos que el uso de la filosofía de Bloch en el tema propuesto por Krotz es en parte desafortunado. No obstante, ello plantea un tema por demás interesante: el significado y la importancia para la investigación antropológica del extrañamiento.

¿Cuál es la génesis del desplazamiento como forma de concepción moderna y que papel juega el extrañamiento como forma de relación?.

El aporte de Ruiz Doménec se orienta al Mediterráneo europeo y el mito helénico de Ulises como una de las formas que han despertado en Occidente y sobre todo en Europa esa necesidad de conocer por medio del viaje como construcción capitalista moderna. A tal punto, los viajes de Marco Polo no sólo en la vida política de Europa sino en el Arte y la literatura ha producido una apertura temporal de Europa hacia el mundo creando verdaderos lazos comerciales entre los diferentes pueblos que conformaban el mundo. “Consideremos ahora la recepción de las descripciones de Polo en el ambiente de negocios italianos…la imposibilidad de negar los recuerdos de polo…significaba que la existencia de mundos diferentes debía entenderse como una realidad más. La fecundidad de estos planteamientos se distingue en seguida por la rápida acumulación de conocimientos y por la singularidad de un proceso en el que entraron los grupos más creativos de las sociedades de negocios italianas” (Ruiz Doménec, 2004:166-167).

Esta necesidad, de explorar el mundo para conocerlo (según el autor) es producto del arquetipo mediterráneo o mejor dicho de su “espíritu” en el mundo medieval europeo. Si seguimos atentamente su desarrollo teórico llegaremos a la conclusión inevitable de que la creación de la Ciencia moderna (conjunto de saberes) se encuentra estrechamente relacionada al viaje como forma de comercialización y apertura cultural. A diferencia de otros autores, para Doménec, el capitalismo es un legado de la cultura greco-romana y ha sido reforzado por la colonización de América. El asombro que en Krotz, no se cuestiona más que como una forma universal, en Doménec tiene un desarrollo histórico cultural específico y es concebido como un fenómeno cultural; en consecuencia no filosófico. De todos modos, la postura de Doménec se encuentra con una paradoja cuando intenta explicar el comportamiento de la Europa moderna con respecto a la alteridad. En efecto, el supuesto “amurallamiento” europeo con respecto a la migración y/o valores culturales del mundo circundante contrastan con esa necesidad de apertura e imperium propia de las sociedades greco-latinas. El autor intenta resolver este problema, aduciendo una pérdida del espíritu mediterráneo en los sistemas de representación de los Estados capitalistas modernos; aunque uno diría han sido una producción propia de ese arquetipo mítico fundado en los viajes y las aventuras de Ulises. ¿Qué otras opciones de conocimiento despierta o genera el desplazamiento?,

¿Por qué suponer que el conocimiento esta fuera de nuestro entorno?.