COOPERACIÓN Y CONFLICTO EN EL MERCOSUR

COOPERACI?N Y CONFLICTO EN EL MERCOSUR

Coordinadora: Noemí B. Mellado

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6. Consideraciones finales

La integración, aunque es muy mencionada en los periódicos y documentos, aparece como estrategia política en el plano discursivo general.

Aunque muestre continuidad en este plano y como tema resulte convergente, no implica que los Estados miembros adhieran a ella desde la misma conceptualización.

En el discurso de los actores políticos expuesto en la información periodística y en los documentos, existen convergencias sobre dos ejes temáticos: la proyección mundial del bloque del Cono Sur y el desarrollo regional.

El primer aspecto, en cuanto a la proyección internacional como motivación política-estratégica sobre la base del eje Argentina-Brasil y su extensión a América del Sur (materializada en la CSN, hoy UNASUR), origina expectativa.

No obstante, al asumir Brasil el liderazgo regional y reafirmarlo externamente -tratando de ocupar cargos en los foros y organismos internacionales-genera desconfianza en Argentina y competencia por parte de Venezuela, quien muestra aspiraciones en este aspecto aunque su mira se centra en el ALBA.

En el juego de lealtades, al predominar las nacionales sobre las colectivas, se resiente la reciprocidad naciendo sospechas mutuas que dan paso a la conflictividad, impidiendo mejorar la capacidad de negociación externa.

A pesar de ello, el MERCOSUR se muestra como el eje estratégico al que aspira asociarse el resto de América Latina.

En cuanto al desarrollo, los gobiernos nacionales se han encaminado a cuestionar las estrategias emprendidas por América Latina en general y particularmente por el MERCOSUR, en los años noventa, por sus efectos en términos de marginación y exclusión social, otorgándole importancia a la dimensión social que comienza a percibirse en las últimas Cumbres de los mandatarios.

Sin embargo, las medidas que a veces adoptan, para paliar los efectos devastadores de las políticas neoliberales, limitan profundizar las vinculaciones dentro del propio bloque, en virtud de los conflictos de intereses dom
ésticos y subregionales que plantean, ante las disparidades estructurales entre los Estados miembros y hacia el interior de cada país.

La reiteración de falencias históricas actúa como fuente de divergencias, acrecentando la fragmentación hacia su interior.

Se expresa particularmente en tres materias: una, vinculada a la insuficiencia de su estructura institucional que condiciona el avance del proceso; otra, refiere al trato inexistente de las asimetrías y diferencias estructurales entre los miembros, que conduce a negociar desde posiciones y bases socio-económicas diferentes, con implicancias de impactos diversos y costos de ajuste.

Por último, las limitaciones derivadas de la naturaleza comercial del MERCOSUR por las restricciones que le imprimen los propios gobiernos.

Esto aleja cada vez más a las poblaciones de un proyecto que les resulta ajeno a sus expectativas, restando legitimidad e impidiendo que sus poblaciones se sientan parte del mismo.

El perfil político progresista de algunos gobiernos de América del Sur no influye como una variable positiva para la integración latinoamericana, ya que las discrepancias comerciales, las diferencias en materia de inversiones, el disenso en materia de seguridad y las divergencias con relación al objetivo estratégico del proyecto regional, están presentes en cada acto de gobierno, sin mencionar los hist
óricos y nuevos conflictos fronterizos.

Prima el interés nacional sobre el regional, los intereses domésticos sobre las necesidades de desarrollo de la región.

Todo ello nos lleva a una última reflexión: la necesidad de .reinventar el proceso de integración, que por cierto no se limita únicamente a la economía y los mercados, sino que es un amplio proceso político y cultural77 .