DERECHO: ¿CUÁL DERECHO?
DE LA CONSTITUCIÓN BURGUESA A LA CONSTITUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA

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Álvaro Bedoya Salazar

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4.3 1886: una Constitución conservadora

Una vez definido el marco internacional prevaleciente en las postrimerías del siglo XIX, se pasa ahora a analizar el contenido y las secuelas de la Constitución colombiana de 1886.

Aunque ya se ha hecho referencia profusa al acontecer histórico en la formación de nuestro Estado nacional, en los sucesos internos que precedieron el nacimiento del régimen constitucional de 1886 se debe remarcar que fue el remate de una guerra civil en extremo sangrienta y que decidió, mucho más que la Guerra de los Mil Días, la contienda entre los dos bandos, el burgués y el terrateniente. Fue, en esencia, una Constitución conservadora, cuyo único mérito fue el haber conformado una República unitaria, poniendo fin al federalismo que amenazaba con disolver nuestra nacionalidad.

La Constitución de 1886 fue redactada por una Comisión de Delegatarios compuesta por dirigentes como José María Samper, Rafael Reyes, Miguel Antonio Caro, Felipe Paúl y otros.

El preámbulo señala el ámbito unitario de la nación:

La nación colombiana se reconstruye en forma de República Unitaria. Destaca que la soberanía reside esencial y exclusivamente en la nación, y de ella emanan los poderes públicos, que se ejercerán en los términos que esta Constitución establece.

La fórmula primordial fue centralismo político y descentralización administrativa.

La Constitución de 1886 sufrió varias reformas, pero estuvo vigente como norma de normas durante ciento cinco años. Los actos reformatorios más destacados son los de 1910, 1918, 1836, 1945, 1958, 1968,1977, 1986 y 1991.

En 1899 estalló la Guerra de los Mil Días, canto de cisne del radicalismo liberal, que fue aplastado por el gobierno unionista. La contienda terminó el 21 de noviembre de 1902 con la firma de la paz a bordo del Wisconsin, navío militar de la armada norteamericana que por mañosas asechanzas se encontraba anclado en el puerto de Colón, departamento colombiano de Panamá. Con la derrota, fracasaba otro intento de revolución democrático-burguesa.

Desde entonces, muchos dirigentes liberales e históricos –tal como eran conocidos los conservadores opuestos a Caro y a Holguín– no cesaron de alertar sobre el creciente peligro que representaba el intervencionismo norteamericano. Uno de ellos, el general liberal Lucas Caballero, actor en el conflicto y firmante del armisticio. Le escribía al general Benjamín Herrera, cabeza de los revolucionarios:

Y sobre todo reflexione usted respecto a lo mermada que está la soberanía nacional de Colombia con la intervención americana aquí, en Panamá, donde con estos o los otros pretextos nos impiden decidir de nuestros destinos en nuestro propio territorio. Este debate bélico nuestro va ya largo para la impaciencia de los yankees y con cualquier desliz, como usted me lo anunció, Panamá viene a ser dependencia americana.

Puede calificarse este periodo como uno de los más oscuros de nuestra historia, por la forma tan cipaya y vendepatria como los gobiernos unionistas, entre ellos el de Marroquín, entregaron la soberanía de la nación a un gobierno extranjero al ceder sin lucha y bajo soborno, hoy comprobado, el departamento de Panamá.