DERECHO: ¿CUÁL DERECHO?
DE LA CONSTITUCIÓN BURGUESA A LA CONSTITUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA

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Álvaro Bedoya Salazar

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3. SOBRE LA FORMACIÓN HISTÓRICA DEL ESTADO COLOMBIANO Y SU CAMINO CONSTITUCIONAL

Se hace necesario comenzar analizando los acontecimientos históricos que hicieron posible nuestra existencia como nación, buscando precisar lo atinente al Estado y al derecho. Se mantendrá como guía histórica la obra Historia de Colombia, de Jesús María Henao y Gerardo Arrubla.

Así como hay días que condensan años de historia y progreso, de combate y revoluciones sociales y científicas, también existen años y décadas de reflujo en que parece no ocurrir nada, como si no existieran en las páginas de la historia, porque las desfiguran en las penumbras de las oscuras y largas noches de la opresión. Pasan treinta, cuarenta años, y de repente los pueblos dan saltos gigantescos como los del Coloso de Rodas, y pulverizan a sus opresores, o les imprimen grandes avances al conocimiento y a la ciencia.

Uno de esos días de inmensidad universal y de ganancia para la humanidad es el 3 de agosto de 1492, fecha en que desde el puerto de Palos de Moguer o Palos de la Frontera despega el primer viaje hacia la profundidad del horizonte allende los mares, al espumoso ponto, al mar océano, que luego, desde las Islas Canarias, queda la espera de los vientos alisios que empujaran las naves rumbo a las Indias bajo el mando de Cristóbal Colon, el Almirante, el Capitán de altura. Las tres carabelas, la Niña, la Pinta y la Santa María, navegan al ritmo de los vientos, unas veces raudas y otras tan lentas que llevan a la angustia y la desesperación, la que produce la quietud y la lejanía de la tierra madre que ya no se ve, ni tampoco la tierra de las Indias, objetivo de la expedición. Hasta el día 12 de

Octubre de 1492, en ese amanecer, cuando el grito del marinero Triana, desde el palo mayor de una de las carabelas, cuando dice: ¡Tierra!, la angustia se mantuvo.

Ese fue el día en que se les atravesó América, el novísimo Continente, y así se completó el mapamundi de la casa común de toda la humanidad. Es un hecho revolucionario que destruyó fantasías y creencias, y abrió el campo para el desarrollo de la ciencia, el progreso y la libertad. Como lo canta, más que lo escribe, el historiador y maestro Germán Arciniegas, En su obra – America Mágica (1959) “América es el continente de los mil colores, la Tierra donde se conjugaron todas las razas”. Ello no ceja la confusión, ni materializa la independencia ni mucho menos la libertad de los pueblos que después de mucho errar encontraron la tierra prometida en este nuevo continente. Aun así, la Isla de Guanahaní es la puerta de entrada a un nuevo mundo, el cimiento de la democracia burguesa para los americanos del Norte, y el de la consolidación del feudalismo para los del Sur. Pues apenas pusieron sus pies los españoles sobre esta tierra, impusieron el feudalismo, que ya en la mayor parte de Europa estaba en disolución. Y cuando caló la cruz, hirió gravemente a los dioses de América para imponer su religión.

El descubrimiento de América fue en esencia un hecho positivo, porque rompió el aislamiento bárbaro en que se hallaban incas, aztecas y demás pueblos precolombinos y trajo la cultura y la ciencia del Renacimiento, la lengua escrita, el uso del hierro y demás avances de la civilización. Este hecho permitió que América se integrara al desarrollo general de la humanidad, esa misma humanidad que en nuestros días sigue aprendiendo del descubrimiento de América y del tesón de nuestros pueblos.