DERECHO: ¿CUÁL DERECHO?
DE LA CONSTITUCIÓN BURGUESA A LA CONSTITUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA

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Álvaro Bedoya Salazar

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6. CONCLUSIONES Y PROPUESTAS

Al llegar a este punto es donde necesariamente debemos extraer jugo del tanto senderear, por tantas vías, llenas de hermosas rosas y mil colores, y cuando estiramos las manos para acariciarlas nos atrapan en los garfios de sus espinas, y es ahí donde nos toca combatir para liberarnos. Y es ahí mismo donde nos corresponde abrir trocha en medio de este oscuro y tupido berenjenal.

Puede asegurarse en síntesis que el objetivo del trabajo está fundamentado en la búsqueda de la verdadera democracia y la defensa de los derechos individuales y colectivos de la nación colombiana, y en especial, los derechos de la clase obrera, de los trabajadores de la ciudad y del campo, y además, en defensa de los despojados y desarraigados de su heredad, para devolverles la patria, para que pueda ejercerse a plenitud la potestad de la patria, viviendo en una sociedad de hombres libres que tengan la facultad de hacer lo no prohibido, y que se legisle garantizando plena justicia, basados en los derechos que emanen de una nueva Constitución, de nueva democracia, obrando y definiendo con igualdad lo que permite el verdadero derecho y poniendo en pleno juego la firmeza y la razón. Ya desde el año1515, Nicolás Maquiavelo, en su obra El príncipe, de teoría política sobre el Estado, dice: “Todos los Estados, todas las dominaciones que han ejercido y ejercen soberanía sobre los hombres han sido o son repúblicas o principados”.

Lo que se propone no es un principado, sino la fundación de un verdadero Estado que respete y haga respetar en pie de igualdad los derechos fundamentales del pueblo y la nación.

Una Constitución es la ley suprema que rige para un pueblo en todo Estado nacional. Y para que esa ley tenga alma, debe significar y contener la voz del pueblo. Y el derecho es que esa ley pertenezca a todos, con independencia y democracia.

¿Por qué se necesita independencia y democracia? Porque carecer de ellas es esclavitud y desgracia. La esclavitud es una imposición engendrada en la Casa Blanca, con el Banco Mundial y sus cipayos. Es por ello que debe ejercerse a plenitud la resistencia civil, para asegurar la independencia y la liberación del pueblo y del territorio.

Se considera que existe ya un camino para que el pueblo colombiano corone la segunda independencia y goce de una patria libre y democrática. Esta propuesta hace parte de un proceso histórico en el que se conjugan varios hechos, y que en este ensayo (trabajo de grado) se propone ponerlo a disposición de todos como herramienta para el debate.

El 30 de junio de 1949, el presidente Mao Tsetung pronunció su conferencia Sobre la dictadura democrática popular, que en uno de sus apartes dice:

De este modo, la civilización burguesa occidental, la democracia burguesa y el proyecto de una república burguesa han caído todos en bancarrota a los ojos del pueblo chino. La democracia burguesa ha cedido el lugar a la democracia popular dirigida por la clase obrera, y la república burguesa, a la república popular. De ahí la posibilidad de llegar, a través de la república popular, al socialismo y al comunismo, a la extinción de las clases y al mundo de la Gran Armonía. Kang You-wei escribió el Tatung Shu (Libro de la Gran Armonía), pero no encontró ni podía encontrar el camino que conduce a la Gran Armonía. La república burguesa, que existe en el extranjero, no puede existir en China, porque China es un país oprimido por el imperialismo. El único camino es el que pasa por la república popular dirigida por la clase obrera.

Todos los demás medios se han probado y han fracasado. Entre quienes se apegaban a ellos, algunos han caído, otros han despertado y otros están cambiando sus ideas. Los acontecimientos se desarrollan con tanta rapidez que muchos sienten lo repentino del cambio y la necesidad de aprender de nuevo. Es comprensible este estado de ánimo y saludamos este buen deseo de ponerse de nuevo a aprender.

La vanguardia del proletariado chino aprendió el marxismo-leninismo después de la Revolución de Octubre y fundó el Partido Comunista de China. Entró de inmediato en las luchas políticas y sólo ahora, después de recorrer durante 28 años un camino sinuoso ha logrado la victoria fundamental. De nuestra experiencia de veintiocho años hemos extraído una conclusión igual a la que Sun Yat-sen extrajo, según dijo en su testamento de la ‘experiencia de cuarenta años’; es decir, estamos profundamente convencidos de que para conquistar la victoria ‘debemos despertar a las masas populares y unirnos en una lucha común con las naciones del mundo que nos traten en pie de igualdad’. Sun Yat-sen tenía una concepción del mundo distinta de la nuestra y partía de otra posición de clase al examinar y abordar los problemas. Sin embargo, en la década del 20 de este siglo llegó a una conclusión en lo esencial idéntica a la nuestra sobre el problema de cómo luchar contra el imperialismo.

Este gran aporte de Mao Tsetung, sobre la Revolución de Nueva Democracia, le abrió el camino a nuestra propia revolución, como lo vislumbró Francisco Mosquera Sánchez, en los albores de la década de los 60 del siglo XX, al redactar los Estatutos y el Programa del Partido de la clase obrera colombiana, lo cual nos permitió dejar de ser una clase en sí, para empezar a convertirnos en una clase para sí.

En el artículo escrito por Mosquera, en enero de 1971, para el periódico Unidad, del Sindicato de Trabajadores de las Empresa Municipales de Cali, con el título Cuestiones fundamentales de la revolución colombiana, dice:

Profunda e irreversible es la crisis de la sociedad colombiana. Los acontecimientos de los últimos años demuestran que el pueblo colombiano está decididamente en contra de las instituciones, ideas, valores, organizaciones y personas que mantienen el estado actual de cosas. Cada día se ve más claro el hecho de que el régimen se sostiene sobre la base de la represión, recorta progresivamente los derechos de las masas populares a la vez que aumenta las cargas, los impuestos, la explotación.

Una de las expresiones más claras de la crisis actual es el caos y la descomposición de los llamados partidos tradicionales que han gobernado durante siglo y medio la vida del país. Las soluciones que plantean estos partidos no resuelven los grandes problemas de Colombia. Por el contrario, los problemas que padece el pueblo colombiano son fruto precisamente de la política antinacional y antidemocrática que han venido defendiendo y aplicando tradicionalmente el Partido Liberal y el Partido Conservador.

Muchas son las explicaciones que salen de las mentes de los ideólogos de la burguesía sobre la quiebra en que se encuentra el régimen, pero ninguna de tales explicaciones va al meollo del asunto y en lugar de arrojar luz oscurecen totalmente el panorama. Dos son los males principales de Colombia: el primero y más grave, es la dominación y explotación del imperialismo yanky, y el segundo es el mantenimiento de los rezagos feudales en el campo. Estos dos males son a la vez causa directa del atraso de la producción nacional y de la miseria y explotación en que se encuentra la inmensa mayoría de la población colombiana.

Por eso la política oficial, orientada a mantener la dominación neocolonial del imperialismo y el atraso del país, con la consiguiente explotación y miseria de las masas, no puede contar nunca con el respaldo popular y en la actualidad está en completa bancarrota.

Pero la crisis que vivimos es buena. Los revolucionarios no tenemos por qué lamentarnos de ella. Las cosas tienen que dañarse para que puedan ser arregladas. En una situación como la que vive Colombia, las ideas y soluciones revolucionarias tienen que abrirse camino inevitablemente. Una política revolucionaria dirigida a eliminar la explotación y opresión del imperialismo yanky sobre el país y a romper todas las trabas internas que impiden el desarrollo nacional, suprimirá la dominación de las clases explotadoras y sacará al pueblo del actual estado de miseria y atraso, y por lo tanto esta política gozará del respaldo decidido y entusiasta de las inmensas mayorías nacionales. Una política nacional y democrática es lo que necesita la Colombia de hoy. Esta es la única solución posible a la crisis, solución que no ven o que no pueden ver las clases dominantes ni los pensadores seudocientíficos de la pequeña burguesía.

De las clases que sufren la opresión y explotación del imperialismo, de los terratenientes y de la burguesía, es el proletariado la clase más revolucionaria de la sociedad colombiana. Por la situación internacional y nacional es el proletariado quien puede llevar adelante consecuentemente esta política revolucionaria nacional y democrática, y por consiguiente organizar y dirigir al resto del pueblo en la batalla contra el imperialismo y sus lacayos colombianos. Esto hace que la revolución nacional y democrática que necesita Colombia sea una revolución de nuevo tipo, una revolución de nueva democracia dirigida por el proletariado. Esta característica es la que determina que la actual revolución de nueva democracia culmine, en una segunda etapa, en una revolución socialista. Sólo el proletariado como máximo dirigente de la revolución colombiana puede garantizar los dos pasos: el de la revolución de nueva democracia (contra el imperialismo y sus lacayos colombianos) y el de la revolución socialista (contra toda forma de explotación capitalista). De esta grandiosa misión histórica se concluye la necesidad de la creación y fortalecimiento del partido del proletariado de Colombia, capaz de convertirse en el estado mayor de la revolución colombiana.

Ante estas apreciaciones sobre la realidad interna y externa de nuestra patria, y como se acepta conscientemente que las cosas no son estáticas ni eternas, sino que se transforman y cambian, fundamentados en la definición dialéctica de que la materia no se crea, ni se destruye, sino que se transforma: Entonces, lo enseñado por Mao Tsetung, maestro del proletariado mundial y desarrollado por Francisco Mosquera Sánchez, está en pleno movimiento en nuestro suelo, en nuestra patria y cada día se fortalece más la unidad de las grandes mayorías del pueblo colombiano, en la lucha diaria por la segunda independencia de Colombia, de las garras del imperio norteamericano y sus lacayos. Y sobre la base de la independencia nacional, fundar un nuevo Estado popular y democrático, con una Constitución y un gobierno de nueva democracia, para que podamos expresar ante todos los pueblos de la Tierra que en Colombia sí hay derecho.

¿Cuál derecho? No ya el viejo, el caduco, el actual, asentado sobre la Constitución de 1991, que reconoce en abstracto los derechos y los niega en la práctica, sino el nuevo derecho, el constitucional de la nueva democracia, que represente el querer del 95% o más de la nación. Y que ésta sea la propuesta de éste trabajo, a manera de conclusión.