DERECHO: ¿CUÁL DERECHO?
DE LA CONSTITUCIÓN BURGUESA A LA CONSTITUCIÓN DE NUEVA DEMOCRACIA

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Álvaro Bedoya Salazar

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2.3 Crítica a la teoría pura

Debe mirarse dónde está situado ideológica e históricamente Hans Kelsen, y para ello se sigue al profesor Nelson Saldanha, de la Facultad de Derecho de la Universidad Federal de Pernambuco, Recife, Brasil, en su tesis Sobre la obra de Kelsen: breves anotaciones criticas. Dice el profesor Saldaña:

Se puede hablar ahora del ‘caso Kelsen’ un tanto como Nietzsche –hablo del ‘caso Wagner’, una ocurrencia cultural de mucha importancia que entre tanto, por eso mismo, tiene que ser comprendida en un contexto histórico. En el caso de Kelsen, un contexto bastante representativo, como son las coordenadas del liberalismo maduro y en crisis, el cosmopolitismo vienés y las sofisticaciones teóricas de la fenomenología, del neokantismo y del neopositivismo.

Saldaña sitúa a Kelsen dentro del neokantismo, una corriente multicolor donde juegan los intereses de distintos sectores burgueses y pequeño burgueses, cuya política es el del mimetismo de los camaleones liberales, las concesiones y la reforma, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda. En conjunto sus ataques están dirigidos contra el marxismo, y su misión es refutar teóricamente la doctrina marxista. Como lo dice Friedrich Albert Lange, en su libro El problema obrero .

El pedido social de la nueva corriente es demostrar que el problema obrero y con él, en general, el problema social, puede ser resuelto sin revoluciones.

Pero el profesor Saldanha también sitúa a Kelsen como neopositivista, aquella escuela que sostiene como objeto de su filosofía que todo lo que sabemos del mundo es obra de las ciencias empíricas concretas y que la filosofía no puede decir del mundo ni una palabra más de lo que dicen de él las ciencias particulares, así no ofrezcan una visión panorámica del cosmos. Su tarea consiste en analizar lógicamente los postulados de la ciencia y del sentido común con los que puede expresarse nuestro conocimiento del mundo. Los idealistas se valen de la falta de palpabilidad para negar la realidad objetiva de los microobjetos, para convertirlos en símbolos matemáticos. Aquí ocurre lo que decía Lenin: “La materia desaparece, quedando solo las ecuaciones”.

Existen semejanzas, desde luego, pero también enormes diferencias entre las ciencias físicas y sociales. Mientras que el objeto de estudio de los científicos físicos exhibe una estoica indiferencia con respecto al paradigma en curso, el objeto de estudio de los científicos sociales no puede mantenerse indiferente ante él.

No puede haber una ciencia social pura en el mismo sentido en que existe una ciencia física pura. Es inútil tratar de hallar leyes sociales que los seres humanos vayan a obedecer al igual que los planetas obedecen las leyes de Newton. En buena medida, lo que ha de guiar a los científicos sociales a la hora de optar entre programas de acción e investigación diferentes es su opción con respecto al futuro, reforzada por criterios éticos y políticos. Al intentar privar a la sociedad contemporánea de todo nexo con respecto a las alternativas del futuro, la teoría pura de la ciencia social no solo resulta intelectualmente embrutecedora, sino también tremendamente peligrosa.

Por lo tanto, lo que se ha tratado en este capítulo aclara con toda suficiencia que el derecho independientemente de una realidad social determinada, en la que juegan derechos e intereses contrapuestos, y, concretamente, en la época moderna, los del capital financiero internacional, por un lado, enfrentados a los de las naciones y pueblos. Por mucho que los exponentes de la elite impositiva del imperio traten de presentar las ideas jurídicas como puras y sin manchas, lo hacen en contra del mismo derecho y la razón. Como es precisamente la visión de Kelsen, que es tan pura que esclaviza, con las cadenas de la limpieza social de sus normas.