PLANIFICACIÓN Y DESARROLLO REGIONAL Y LOCAL EN VENEZUELA

PLANIFICACI?N Y DESARROLLO REGIONAL Y LOCAL EN VENEZUELA

Alexis Guerra

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EL DESARROLLO REGIONAL Y LOCAL DESDE LA UCLA

Mauricio Iranzo
Sociólogo. (UCV) DEA Planificación del Desarrollo Regional, Sorbonne Nouvelle, París, Francia.
Coordinador del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.
Proyecto VEN-91-04. “Apoyo de la Economía Popular. 1987-1993”.
Coordinador del Programa de Doctorado en Estudios del Desarrollo (Convenio UCLA-CENDES-UCV).
Docente Investigador DAC-UCLA. PPI

Toda la intención de dedicarnos de lleno a través de la formación de profesores, como el apoyo a los que están cursando doctorado, donde la formación de quinto nivel es una oportunidad para vincularse a la temática del desarrollo, específicamente al desarrollo regional y local, pretende poner en práctica la premisa que sostiene la importancia de la ruptura con la concepción tradicional del desarrollo, supeditada exclusivamente al crecimiento económico, ya que es preciso abordar la problemática del desarrollo desde una perspectiva integral.

Es indispensable cuestionar la concepción que asume al desarrollo privilegiando el crecimiento económico, fundamentándose en el pretendido posterior “derrame” de sus beneficios al resto de la sociedad, ya que generalmente lo que ha ocurrido es una mayor concentración del capital y, especialmente en los países en vías de desarrollo, un incremento de la desigualdad.

Filósofos como Edgar Morin nos dejan bien claro que el replanteamiento de este problema exige rehacer los términos de su discusión, centrando su abordaje en el ser humano, es decir, asumir al ser humano como centro del desarrollo implica reconocer que, aunque el crecimiento es necesario desde el punto de vista de la producción y acumulación de riqueza, no hay desarrollo si éste no trae consigo el mejoramiento de los índices de desarrollo humano, la distribución y redistribución de sus beneficios y por lo tanto la disminución de las desigualdades.

Hasta el momento el crecimiento económico en la mayoría de los países de América Latina no ha aportado como resultado la disminución de la pobreza ni una mejor distribución de la riqueza, por lo que puede afirmarse que los modelos de desarrollo aplicados no han efectivamente resuelto una tendencia generalizada hacia el empobrecimiento, a pesar de contar con una mayor disponibilidad de recursos, por lo que la responsabilidad de instituciones como la universidad, fundamentándose en una búsqueda teórico conceptual amplia y en una práctica concreta, se multiplica y se aumenta significativamente en cuanto a la necesidad de aportar propuestas creativas, y se podría sostener que hasta originales, para afrontarla.

Digamos que serviría de referencia a nuestra ubicación real como universidad, reconocer el carácter regional, que en el caso de la UCLA se encuentra explicitado desde su nombre. Pero evidentemente la adscripción regional es una cosa y otra que se actúe con políticas institucionales de carácter regional en cuanto al papel que se puede cumplir en la relación Universidad Desarrollo, como tuvimos la oportunidad de debatir recientemente en un Seminario Latinoamericano organizado por el Centro Universitario para el Desarrollo Académico, CINDA, y la UCLA. Representantes de diez universidades regionales de América Latina coincidíamos en el deseo de reorientar esta discusión, de explicitar nuestro enfoque sobre el tema del desarrollo centrándolo en el papel del ser humano, en la búsqueda del desarrollo humano, actualmente en proceso de construcción.

Entonces como universidad regional tenemos fundamentalmente un mandato regional, nos preocupa lo nacional y el modelo de desarrollo es nacional, pero su dimensión regional y el hecho de considerar sus peculiaridades debe ser un componente fundamental de cualquier reflexión que se quiera hacer. Esa ubicación de lo regional no podemos seguir atendiéndola sobre la base de una visión inmediatista, donde la planificación, en vista de sus fracasos, ha estado relegada de una proyección de mediano y largo plazo, que nos permita visualizar hacia dónde vamos, nos permita construir esa imagen de futuro donde el desarrollo humano sea el planteamiento central.

Estas dos acotaciones que hago me llevan a comentar la frase que encabeza la lámina “la fuerza del cocodrilo es el agua”.

Todos dirán, la fuerza del cocodrilo está en sus fauces, sus colmillos, su boca. Este proverbio Bantú dice una cosa tan cierta que nos permite establecer una analogía con el comportamiento del hombre con su medio, su localidad. Hoy en día la interrelación del ser humano, hombre o mujer, con sus circunstancias, sus condiciones, su ambiente, es lo que le permitirá identificar sus capacidades reales, sus fortalezas, obteniendo su fuerza del aprovechamiento de sus oportunidades, pero respetándolas. De su relación con aquello que le favorezca para transformar es donde puede radicar la fuerza o la fortaleza suficiente para lograr cambios y en definitiva, más que sobrevivir, planificar el futuro.

Pensar una sociedad distinta pasa por identificar, como el cocodrilo, que la fuerza no es la cantidad de agua, por ejemplo, sino la forma en que “me muevo” en el agua, en mi entorno, y lo aprovecho para potenciar posibilidades, desarrollar capacidades y superar la adversidad convirtiéndola en oportunidad.

Esta analogía sirve también para insistir en cuanto al problema de la relación global – local, donde se asume la localidad, pero con una inserción en un entorno, nuestra agua es la globalización, nuestra realidad es lo que estamos compartiendo y de lo que somos parte a nivel local y regional. Si la universidad logra identificar esta vía, este intercondicionamiento con propiedad, desde las funciones que se ejercen como investigadores, académicos, extensionistas, y se va asumiendo una propuesta (en este caso me apoyo en la que viene desde el Programa de las Naciones Unidas, basada fundamentalmente en los planteamientos del economistaAmartya Sen, premio Nóbel de Economía), y buscamos la expresión local y regional del desarrollo humano, la pregunta sería ¿Estamos en la universidad en capacidad de asumir el reto de ponernos al servicio de esta búsqueda, de orientar nuestra razón de ser en función del desarrollo humano? La conclusión preliminar a la que uno llega es que la universidad tiene que transformarse, la universidad no tiene las condiciones, las características, no cumple los requerimientos y requisitos necesarios para efectivamente producir cambios en la sociedad en este sentido, ya que impulsar un proceso de transformación exige transformarnos nosotros mismos, así sea simultáneamente, conjuntamente.

Por otra parte, para que podamos hablar de sociedad es preciso establecer un criterio básico en cuanto a las implicaciones de ubicar lo local dentro de lo global, no como realidades independientes, o subordinadas, sino interdependientes, desde un enfoque sistémico, donde la representación reconoce el juego de fuerzas y lo que significa la preeminencia de alguna de ellas en un momento histórico concreto. Es decir, lo local adquiere vigencia en la medida en que se reconoce a sí mismo y, aunque las reglas de juego no lo favorezcan, dinamizasus potencialidades y define el desarrollo que pretende con la participación de los actores que lo integran, en un accionar permanente que no puede hacer concesiones sobre aquello que asume como su identidad y sobre la forma en que, con ella, se inserta en los proceso globales.

Abordando la cuestión más allá de las relaciones básicas y saliendo de su entrabamiento limitado a la relación capital – trabajo o a la consideración sólo del movimiento económico como criterio definitorio del mejoramiento de las condiciones del bienestar general, debemos ubicarnos en las relaciones sociales en sentido amplio, entre las que destacan las que dan lugar a las expresiones organizadas de la sociedad civil. Reconocer la existencia de un tejido social peculiar a una zona determinada, donde las asociaciones se mueven y retroalimentan en su relación con lo público, con el Estado y sus instituciones, con características novedosas ajenas a los intereses partidistas, rompe el esquema acostumbrado de identificar, por ejemplo, a las organizaciones comunitarias como instancias que pretenden sólo beneficios particulares que entran en contradicción con el interés público.

Esto quiere decir que, más frecuentemente de lo que se pensaba, existe un sustrato de soporte de formas organizativas locales que trasciende el afán inmediatista de la resolución de problemas momentáneos, que permanece y se puede fortalecer independientemente del éxito o fracaso de las demandas, ya que depende del respeto que se tenga de él. Generalmente este sustrato se manifiesta en la relación y es lo que garantiza que el colectivo asuma y defienda una identidad, pero desde una perspectiva dinámica, que sólo se debilitará al aparecer una intensidad ascendente de su aprovechamiento en función de beneficios particulares.

Entonces esas organizaciones, que por sus procesos de perversión en el manejo de las cuotas de poder no nos es posible incluir a los partidos políticos, son más bien las cooperativas, las ONG, las fundaciones, las asociaciones civiles, las juntas comunales, todas esas instancias definidas como sociedad civil, pero especialmenteen la medida en que gestionan y/o producen bienes públicos y que existen como producto de la vida colectiva a partir de un tejido social que les sirve de fundamento. Y todo aquello que se origina en nexos a través de los cuales fluyen y se trabajan aspiraciones y necesidades con sentido de pertenencia y respeto mutuo, gracias a la confianzayalasolidaridad, ha sido llamado Capital Social.

La expresión de todo aquello acumulado como fortalezas efectivas en las vidas de las comunidades en términos de confianza, asociatividad, redes reproductoras de opciones para avanzar hacia proyectos de carácter común, trascendiendo lo estrictamente familiar pero con valores y principios duraderos y positivos, compartidos en ámbitos asociados a las culturales locales, se ha venido agrupando bajo el concepto de Capital Social. Este concepto, manejado por el Dr. Kliksberg en la oportunidad de su visita a la ciudad de Barquisimeto al otorgarle la UCLA el Doctorado Honoris Causa, tiene también muchas acepciones, lo que dificulta su comprensión, especialmente cuando nos preguntamos hasta dónde la solidaridad humana pudiera capitalizarse.

Sin embargo, lo estamos usando como referencia, como un recurso para comunicar el hecho de que hay una realidad de relaciones entre las comunidades y las personas que se traduce en un factor de cohesión que puede estar fundamentado en valores como confianza, apoyo mutuo, etc., pero que todavía tenemos que determinar, especificar en nuestra sociedad. Aquí en el estado Lara hay muchísimo capital social desde esta perspectiva, cuando hablamos de cooperativas, asociaciones civiles y todo tipo de organizaciones que han venido surgiendo para resolver problemas, atender necesidades, tramitar demandas, en prácticamente todos los sectores de la sociedad.

El planteamiento que nos interesa ahora destacar es que, dicho esto, el problema básico sería establecer en qué medida nosotros estamos hablando con una propuesta hacia el futuro, en algo que pudiera pensarse como realizable. En ese sentido, la propuesta va a tener un marco de tipo teórico, ya que hablar de desarrollo regional supone un reconocimiento importante a la división territorial, al problema del territorio, que puede ser mencionado como algo que es inevitable, es decir, que nadie puede dudar que existe, que es obvio, porque el territorio es el lugar donde estamos ubicados, pero asumirlo como catalizador, como medio a través del cual se expresan esas relaciones que comentaba, como una región en concreto y con un territorio en particular donde además se comporte y se vive una cultura específica, significa admitir nuestra diversidad, aun al interior de Venezuela. Muchas veces hacemos referencia, de forma totalmente válida, a características, por ejemplo, de los larenses o de los maracuchos, cuando decimos que los primeros se expresan bien musicalmente o que los segundos son regionalistas.

Esos rasgos están demostrando unas peculiaridades que se expresan en un territorio, pero no es que un maracucho cuando viene a Barquisimeto deja de ser maracucho, pero es evidente que el tiene que sacrificar parte de su forma, mentalidad y manera de ver las cosas si quiere convivir con nosotros, porque hay cosas que quizás los larenses no toleramos y otras las apoyamos abiertamente, y eso se expresa en un territorio, en ese territorio se tiene esa forma de ver las cosas, lo cual es un producto social que se ha logrado dependiendo del reforzamiento o rechazo a las conductas compartidas e intercambiadas, procesadas y reconocidas, por quienes habitan ese territorio, de tal manera que al observarlas, al vivirlas, nos sintamos parte de ellas.

Nuestras funciones en ese territorio también se alimentan de lo reconocido, lo validado por esa manera de ser y de hacer que permite y facilita la comunicación, la fluidez que puede dar la confianza, por ejemplo, de saber que cumplirás los acuerdos en los términos en los que aspiro se cumplan. Es así que cuando soy estudiante, la obligación no sólo consiste en estudiar, sino también en identificar mis potencialidades, reconocer la condición, características y relaciones del espacio que ocupo en mi comunidad y tomar de ellas lo que me defina colectivamente para incrementar mis oportunidades.

Nuestro territorio es singular en tanto que regional y local, circunscrito por unos recursos, unas riquezas humanas y materiales, pero sobre todo contentivo de unas capacidades que todavía no conocemos suficientemente, sea porque las ignoramos o despreciamos, sea porque creemos que sacrificarlas nos permitirá parecernos más al modelo globalizante, como si no pudiéramos tener nuestro propio modelo, nuestra propia fuerza, aún asumiendo lo global como marco.

Ese proceso en el que aparece nuestra región y se expresa nuestro territorio, ese conjunto de aspiraciones donde nos identificamos como actores, donde si no tenemos una oportunidad clara de ser parte de quienes disfrutan un determinado grado de bienestar, de ciertas condiciones de vida, quiere decir que estamos ubicados en un estrato o nivel socioeconómico menor, pero que sea cual sea esa ubicación, siempre existe la posibilidad de ser parte de un proceso que nos es propio, a través de las redes de articulaciones que seguramente han formado parte de la historia de nuestra región y que no se han aprovechado suficientemente, identificadas y potenciadas como capital social.

No obstante, la identificación o reconocimiento de elementos que emergen como oportunidades distintas, las formas de su aprovechamiento para superar dificultades y crisis, tiene interpretaciones diversas según el autor al que hagamos referencia, ya que el manejo de este concepto, lo que es parte del reto que representa, es todavía incompleto y hasta difuso, ya que hay desde quienes creen que en el capital social se pueden vislumbrar las bases de un nuevo modelo de desarrollo, hasta quienes simplemente le asignan la virtud de poder abaratar los costos de transacción.

Por lo tanto, hay mucho que investigar, que indagar y se podría decir que hasta que escudriñar, pero desde parámetros no convencionales, ya que pareciera que abordar la realidad y las experiencias con los mismos métodos ha impedido el encuentro de nuevas soluciones, al someternos a pautas que impiden el surgimiento de posibilidades distintas a las que hemos venido manejando.

Es preciso acercarnos al entorno de otra manera, basados en la búsqueda de conocimiento de forma distinta, y esto vale la pena tratarlo hoy, ya que estamos aquí mayoritariamente entre estudiantes y profesores, y se puede hacer un mayor énfasis en problemas de la academia. Estamos acostumbrados a estudiar la realidad de una manera hipotético deductiva, de una forma positivista, cuantitativista; nos interesa el número, la ponderación, la calificación de la cantidad, y hemos dejado muy de lado lo cualitativo, la búsqueda del sujeto, aquello que se piensa, lo que hace que se actúe de determinada manera.

Hay que encontrar al sujeto, porque se nos ha venido diciendo y se sigue diciendo que pensamos por la boca de otro, otros que son los que dominan en la sociedad económica, política; socialmente nos dicen lo que debemos pensar y nos lo dicen a través de los medios de comunicación, en la universidad. Elplanteamiento está en que pareciera que hay que prestarle mayor atención al sujeto, como yo colectivo, sobre lo que piensa en relación a lo que debe ser la sociedad de la cual forma parte, qué quiere transformar, dónde construye relaciones, establece nexos y detenta valores. En ese sentido, ubicarse en esa construcción de conocimiento, desde una perspectiva constructivista, en la que se asume la realidad con toda su complejidad, supone el reconocimiento de que el sujeto vive la realidad como resultado de su interacción constante tanto con lo económico como con lo político, lo cultural; sobre la que reflexiona, la explica e interpreta, y por supuesto la comunica, con sus conceptos, su lenguaje, sus referencias.

Esto implica que el encuentro con las vivencias del sujeto por parte de sus interlocutores, atraviesa en su camino con una dificultad crucial: no nos sirve aislar cada dimensión, impedir que nos hable de las otras, tenemos que tomar el conjunto de las dimensiones y trascender y relacionar cada una, las cuales a su vez son y han sido estudiadas a través de las disciplinas, de lo que se suele llamar las áreas de conocimiento.

Superar esta dificultad no es fácil, porque ya no hay duda que se acabó la época de las disciplinas, hay que procesar esas áreas de forma interrelacionada. Ya los economistas no tienen solos la solución, ni los abogados, ni los ingenieros; las disciplinas tienen que encontrarse, buscar el diálogo, compartir en función de trascender a las visiones disciplinarias que se han agotado, no son suficientes, ya que el economista tiene que ver el impacto que tiene en lo social, lo cultural, lo que propone como modelo económico. Y todo esto lo estamos viendo desde la universidad, que tiene que asumir su proceso en forma distinta; nosotros no podemos estar jugando a la imposición, la universidad es un actor más que piensa lo que pudiera ser, propone investigar, y al investigar hay que decidir un camino y en consecuencia una interpretación de lo que surja al recorrerlo.

Por otra parte, también nuestro papel puede ser como convocante, quizás debe orientarse más hacia la concertación, hacia la construcción de opciones, y así posteriormente tener los elementos para el monitoreo, la evaluación. Si estamos diciendo que el enfoque de lo regional y local debe darse en función del desarrollo humano y ese enfoque requiere conocer nuestro capital social, adquiere sentido establecer que la preocupación no radica en “tener cosas” para obtener un nivel adecuado de bienestar, por más que acumule bienes materiales, ya que lo que valora mi condición humana, según la definición que comentábamos del PNUD, es aspirar a la equidad, la sostenibilidad, la productividad y la participación, conceptos que trascienden el ámbito universitario y que competen a toda la sociedad, por lo que toda ella debe sentirse involucrada, siendo la universidad una institución que presta su concurso para fomentar, crear las condiciones, para este involucramiento.

Aunque estos conceptos aparecen de forma recurrente y podrían nuevamente ser definidos, desde la universidad será posible una convocatoria que reconozca que hoy en día no hay conceptos rígidos, depende de la ubicación de cada quien. Cuando alguien está en el gobierno y define participación, por ejemplo, lo hace desde lo que le parece la participación y si él prefiere ejercer el poder unilateralmente, va a procurar que no participes sino hasta cierto punto, de tal manera que no afecte su decisión de orientar al país hacia donde él quiere.

En ese sentido, el que admite que participemos ¿Hasta dónde realmente quiere que participe? ¿Con qué cuento para participar? Es ese planteamiento de la participación y hasta dónde se quiere llegar, lo que anima el proceso de creación de condiciones para poder elegir adecuadamente aquello en lo que tenga la oportunidad de participar; teniendo en cuenta desde donde parto para hacerlo.

¿Tengo las capacidades o debo construirlas? Si la capacidad se queda sólo en la transformación de la información, no se están construyendo realmente las capacidades, ya que esta propuesta supone que asimilo e incorporo como parte de mi manera de razonar, de explicar mi realidad, aquellos contenidos, más allá de la lógica de las necesidades, que se manejan técnicamente, por ejemplo, en la formulación de proyectos.

Por lo tanto, el esquema para procesar mi realidad que me traigan, tengo que adaptarlo, considerarlo dentro de las condiciones peculiares y provocando en mí los cambios necesarios que permitan una incorporación que le de permanencia a esos aprendizajes, para potenciar mis capacidades y elegir adecuadamente las oportunidades que se me presenten, y en esto hago énfasis porque aquí se puede parar cualquiera diciendo “hay que crear simplemente oportunidades”, y este es un enfoque, en mi opinión, libre o neoliberal, ya que hay ciertos dirigentes que lo expresan y lo limitan, insistiendo en una supuesta sociedad de oportunidades sin considerar si estamos capacitados para elegirlas adecuadamente.

No es aquí está la oportunidad y por lo tanto síguela, ya que de repente esa oportunidad no es la mía, debo elegir aquella que me corresponde como actor, por lo que soy y tengo para aprovecharla en función de la colectividad de la que formo parte. En esta dirección, las oportunidades que podemos asumir van asociadas entonces, nunca de manera exclusiva, a lo que representen e impacten sobre el desarrollo regional y local.

Se han manejado muchas cosas, muchos conceptos, nosotros vamos a decir que una manera de no sólo aprovechar sino también construir oportunidades, es la que se viene reflejando un poco en experiencias que muestran una cierta y diferente manera de entender el desarrollo. Pudiera plantearse entonces que una vía más adecuada para construir oportunidades es producirlas asociadas al desarrollo local, en cuanto lo que representa su incidencia en lo sociopolítico, a través de decisiones que comprometan el futuro de una localidad determinada y en esas decisiones tiene que estar presente el poder político, social, económico, construyéndola como el resultado del encuentro de actores que definen una visión prospectiva, sin inmediatismo ni posición utilitaria exclusivista.

Pero nuevamente, tener una visión prospectiva, definir escenarios, requiere reconocer lo que soy y pienso, establecer mis potencialidades para alcanzar una sociedad diferente, basada en la equidad y por lo tanto contrapuesta a la desigualdad, conociendo mis componentes de capital social. Si mi disposición consiste en contribuir a la construcción de equidad en un proceso de participación, en la relación gobierno – sociedad la institucionalidad pasa a ser vital, para lo cual la universidad puede tener capacidades, o al menos relaciones y experiencias capaces de generárselas, en las que los actores locales puedan ver reflejadas sus opciones.

Desde lo local, el reconocimiento de la relación gobiernoactor-territorio, podrá incidir más decididamente en la aparición de opciones integrales sostenibles, dinámicas, donde el elemento participación es consustancial al impulso del desarrollo como proceso.

Paradójicamente, en lo local se ha reflejado la reproducción de relaciones dominantes, cuando se transfiere al encuentro entre los actores la potestad de asegurar fundamentalmente a los actores políticos, quienes se apropian la sinergia y la utilizan para fines personales o lo que es peor, exclusivamente individuales. Este desprendimiento de las conexiones, de las redes, auspiciado por un enfoque positivista que tiende a considerar los componentes aisladamente, fomentando que el individuo puede llegar a ser persona sin los otros, deja de ser desarrollo local, en todo caso es desarrollo individual. Es preciso romper el esquema positivista neoliberal, tenemos que sacudirnos esa concepción que limita el desarrollo a un problema de los individuos, con un énfasis exagerado en el individuo, lo cual ha dado la impresión y ha creado la fantasía al individuo que puede ser persona sin necesidad de los otros. Desde este enfoque estamos diciendo que en esos términos no hay posibilidad de ser persona, y por lo tanto de desarrollarse como ser humano.

Redes, sustentabilidad y capital social en el desarrollo local Digamos que aquí queremos insistir en que el individuo existe porque se relaciona, y se relaciona y construye redes de todo tipo, pero básicamente redes familiares y sociales, por supuesto regionales y locales, como las que conocemos aquí en el estado Lara, de cooperativistas, de asociaciones civiles, de voluntarios (en salud y educación pero también en asociaciones microempresariales no formales) que se movilizan por la satisfacción de apoyar a los otros.

Esta construcción “espontánea” de redes aquí en Lara, es un valor a rescatar, potenciar y hacerlo presente a la hora de establecer su repercusión en la familia y en la sociedad como planteamiento clave para hablar de desarrollo humano. Tenemos redes en la universidad, en las empresas, en las comunidades, la mayor parte de ellas informales y no suficientemente reconocidas y quizás excesivamente localizadas y parciales, pero en la que se da algún tipo de representación así sea de manera tácita o implícita.

Las condiciones existentes en nuestro campo profesional también alimentan el manejo subrepticio delas redes, como cuando se habla de lo formal y lo informal, con un planteamiento despectivo de la informalidad como propuesta manejada por muchos sectores formales. Todo indica que la informalidad llegó para quedarse y debe ser estudiada para entender hasta dónde existe una transformación del concepto hoy en día al hablar de la economía popular, de la economía social, y parece interesante porque lo estamos ubicando en una conceptualización distinta, hay que buscar términos que rompan con ese criterio que cataloga lo informal como al margen de la ley, y por lo tanto lo descalifica, sin reconocer la complejidad de los factores que la generan. Las transformaciones tecnológicas están propiciando la descentralización productiva y buena parte de la “informalidad” está amarrada a la producción formal abaratando el costo de la mano de obra, la cual opera, se comunica y se adapta a las nuevas exigencias gracias, en gran medida, a redes informales.

No me puedo detener en esto, pero buena parte de la realidad que vivimos tiene que ver con procesos que se fundamentan en la descentralización de la actividad productiva, que va a seguir generando empleos informales, y este empleo que se va a generar en los próximos decenios, va a ser un empleo inestable, reactivo, sometido a procesos específicos, flexible, y a esa forma de trabajar y entender la relación laboral tenemos que responder en cuanto a la forma en la que está impactando lo social, lo político, lo cultural, al operar instancias y procesos de carácter informal.

El otro planteamiento clave es el desarrollo sustentable, sostenible, concepto incorporado en la idea de desarrollo humano, pero ya inevitable de asumir. Lo ubicamos en el ámbito sociocultural, ya que lo sustentable no es sólo un problema de aprovechamiento de los recursos y que se exploten racionalmente, también es un concepto de productividad, una productividad agroecológica o lo que se llama el ecodesarrollo, que precisamente está en la interiorización, en el asumir como parte de nuestros valores culturales lo sustentable.

El énfasis que aparece como necesario es considerar a lo sustentable como parte de lo que en un momento dado se incorpora para decidir determinado aspecto, cuando lo que está planteando es un problema de supervivencia general de la sociedad, un problema de valor, ya que, por ejemplo, tienes que buscar la manera de reciclar, es un mandato de tu propia conciencia, de tu posibilidad de tener desarrollo humano. Por eso colocamos el problema de la sostenibilidad en el ámbito sociocultural, y las definiciones que se manejen nos permiten ver lo que eso significa en la práctica. La sustentabilidad como problema sociocultural está estrechamente asociada al capital social, y el capital social tiene que ver con todas las realidades. Su posibilidad de arraigo como componente muy importante de los valores generales de nuestra cultura, ser expresión en nuestra cultura, requeriría la identificación de esas condiciones desde nuestras capacidades, es decir, encontrar los valores que soportan la sustentabilidad en nuestro sistema de creencias y reforzarlos para que su vigencia pueda ser el resultado de la convicción y no de la imposición.

Por otra parte, para determinar la importancia del papel que pudiera cumplir el capital social, a través de manifestaciones que refuerzan la argumentación anterior, encontramos por ejemplo las que nos indican su aporte, como comentamos anteriormente, a la posibilidad de disminuir el costo de las transacciones. El capital social hay que conciliarlo en el caso del estado Lara, por ejemplo, a su nivel de presencia en las comunicaciones, como una vía para determinar hasta dónde puede detectarse realmente. En ese sentido, es frecuente la afirmación sobre la condición confiada y espontánea del larense, que cuenta sus cosas y se explaya en suministrar datos de su experiencia comercial hasta a los desconocidos, facilitando información que en otras partes del país hay que pagar por ella.

Esta idiosincrasia comunicacional podría ser de gran ayuda para establecer la presencia mencionada, en cuanto valores, creencias y principios, hasta el punto que facilita la búsqueda que hemos propuesto que le correspondería fomentar y canalizar a la universidad.

Por último, lo que se ha venido considerando identificado como desarrollo endógeno, lo ubicamos en el ámbito socioeconómico, en cuanto formas de expresión de la relación capital-trabajo y sus manifestaciones locales asociadas a la vocación regional, (agrícola, comercial, turística, minera) especialmente considerándola sectorial y territorialmente, pero más en función de las variables sociodemográficas, socioproductivas y tecnológicas asociadas a los recursos humanos y materiales existentes para el momento presente.

En resumen, si el enfoque sistémico consiste en relacionar los sistemas y subsistemas con los que me estoy manejando, si me concentro en uno la energía global cae. Si no resuelvo, si no atiendo la problemática desde una perspectiva de conjunto, entonces es difícil que el sistema en sentido amplio pueda asimilar las propuestas de solución.

En nuestro caso, no podemos atacar sólo el aspecto sociopolítico, o el sociocultural, o el socioeconómico o sólo dos de ellos en cualquier combinación. Tenemos que buscar la manera de hablar y proponer un desarrollo local integrado y complementario, capaz de producir nuevas posibilidades y estando claros de sus implicaciones, a qué estoy contribuyendo en cada ámbito cuando propongo tal opción en desarrollo local. En la universidad hemos estado procurando, en cada uno de los aspectos mencionados, que exista un profesor-investigador responsable, un coordinador, un enlace entre actores locales y regionales con estudiantes de pre y postgrado y profesores interesados, para que se asuma, alrededor de estos ámbitos, la investigación, la docencia y la extensión.

Una producción concreta de conocimientos a través de la investigación, vinculados y soportados en la búsqueda de un nuevo modelo de desarrollo, con una Constitución que nos amplía el horizonte y nos ofrece opciones institucionales de concreción del proceso, basados en la interrelación con el entorno y ubicados en campos heterogéneos y complementarios con sus expresiones regionales y locales, tiene en este momento una prioridad fundamental.

Aunque se puede decir que apenas estamos empezando, existen dimensiones como planificación territorial, economía social y desarrollo local, con una propuesta a nivel de cooperativismo, que aquí en el estado Lara tiene especial vigencia. Sobre capital social tenemos algunos elementos, sobre todo de los municipios rurales, sobre ciudadanía y participación también hay trabajos, tesis de doctorado, proyectos de investigación, con lo cual le queremos decir a los interesados que hay donde anotarse, en cuanto una ubicación para canalizar su deseo de investigar en un conjunto de áreas sobre las cuales existe alguna producción concreta.

Ahora bien, esa producción concreta tiene un marco valorativo, para que uno no pierda el norte tiene que saber hacia dónde va, en términos colectivos. Es preciso asumir la importancia de unos principios o valores y la forma como ellos se expresan en dinámicas locales, asumiendo unos vínculos que nosotros podemos resumir en lo siguiente: lo primero es que la universidad tiene que estar ajena a las mezquindades localistas, es decir, que puede haber la necesidad de manejar propuestas que en un momento dado expresen diferencias con determinados actores y favorezcan a otros.

No es posible construir consensos si no establecemos la unidad en la diferencia, tenemos cosas diferentes, esas cosas diferentes que podemos discutir pueden ser de un momento a otro complementarias, entonces el enfoque clave que estamos manejando es que lo sociopolítico, sociocultural, se complementan entre si, en esa línea puede ocurrir que el desarrollo local no se atenga estrictamente a los límites municipales y hay que buscar los acuerdos de mancomunidad municipal. En muchos casos los territorios cuando se definieron desde el punto de vista político – administrativo, no tuvieron estrictamente en cuenta la distribución de los recursos naturales, ni siquiera las cuencas hidrográficas, pero esta división es un punto de referencia clave para planificar posibilidades de desarrollo.

¿Cuál es la propuesta? Elevar la capacidad de análisis municipal para que lo mancomunado surja si es el caso, pero también para que lo endógeno se vincule con lo exógeno. Hablar de desarrollo endógeno no es hablar solamente de lo mío o sólo de lo nuestro y no me importa lo de afuera. Precisamente nos hemos ubicado en un marco global, pero no para decir sólo me interesa lo que tengo aquí y lo global nos está arrasando, hay una realidad global que no puede venir a imponerme en tal medida cosas que impidan el desarrollo de mis propias características y que mis valores se anulen porque haya un criterio predeterminado de cómo producir, cómo generar conocimiento o cómo convivir.

Igualmente, tengo que procurar que las decisiones tomadas estén vinculadas a los distintos niveles, lo local sino se asocia con lo estadal y lo nacional pierde vigencia, porque no se trata de generar autonomía aislacionista, es un problema de articularse, buscar el enfoque integrado del desarrollo humano.

Y por último nos ubican en una condición más específica de la universidad, es decir, nosotros tenemos que manejarnos en una realidad marcada por tendencias internacionales en las que la universidad tiene que asumir un compromiso con el humanismo, el pensamiento crítico, que debe incidir de alguna manera en la formación profesional, como pudiera ser el Proyecto de Licenciatura en Desarrollo Humano (UCLA), actualmente en tramitación ante el Consejo Nacional de Universidades, con la cual se quiere romper con el esquema disciplinario y que pudiera ser una opción para una transformación transdisciplinaria, pero eso no quiere decir que esta idea no se pueda dar en otras carreras existentes.

El problema de un desarrollo integral, competitivo y sustentable, con equidad y participación, tiene que asociarse al territorio, a las redes locales, a los actores, pero sobre todo al papel de instituciones como la universidad, la cual puede consolidar los vínculos con el desarrollo regional y local y contribuir como agente, facilitando procesos, investigando, promoviendo y hasta incentivando la condición contralora de la sociedad. La universidad no busca protagonismo, busca generar procesos de bienestar y tiene que estar por encima de las polarizaciones políticas, para construir un pacto, de tal manera que se acepte y reconozca al ser humano como centro del desarrollo.