PROGRAMA DE FORMACIÓN DE HABILIDADES PARA LA GESTIÓN DE CONTENIDO EN LOS PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD DE CIENFUEGOS

PROGRAMA DE FORMACI?N DE HABILIDADES PARA LA GESTI?N DE CONTENIDO EN LOS PROFESORES DE LA UNIVERSIDAD DE CIENFUEGOS

Raquel Zamora Fonseca

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1.2 Tendencias internacionales de la gestión de contenido en las instituciones educativas.

En la era de la información los nuevos modelos de la gestión de la información adquieren una importancia capital en las instituciones educativas a nivel mundial. Las tendencias en la que se mueve esta temática en el mundo son:

• La evolución hacia la denominada gestión de contenido, que comprendería la gestión de documentos y datos tanto internos como externos.

• La aceptación definitiva de documentos electrónicos en las instituciones como forma válida de documentos.

• La necesidad creciente de gestionar electrónicamente información no estructurada en bases de datos.

• El reconocimiento de la informática como una herramienta y no como base de la gestión de la información.

• La accesibilidad de los contenidos y la previsión de la gestión de la información electrónica a mediano y largo plazo.

La gestión de la información, la documentación y el conocimiento se perfila como un componente estratégico de primera magnitud. La orientación tradicional del carácter táctico de los proyectos de gestión de la información o de la documentación cambia cuando se considera un verdadero componente de la estrategia institucional. Este cambio no sólo afecta a las instituciones que se crean para actuar específicamente en el ámbito del e-business (tan cuestionadas ahora por la crisis de las puntocom), sino que, al menos en el ámbito teórico es una realidad hasta en las empresas más "tradicionales".

La profunda revolución tecnológica que estamos viviendo, y de la que todavía no tenemos perspectiva suficiente para saber a donde nos lleva, ha sido el motor de este cambio. Por esta razón muchas veces las instituciones educativas simplifican su actuación frente a la nueva realidad, centrándola en la compra e instalación de herramientas informáticas de última generación que deberían dar resultados a corto plazo. Esto ha llevado a no pocos fracasos, a directivos desencantados e incluso tecnologías con mala fama que van cambiando su denominación en inteligentes campañas de marketing.Aún así, observamos una serie de tendencias imparables, que van centrando el Compendio de "buenas prácticas" en la gestión de la información en las Instituciones y el cambio de ciertos conceptos tradicionales. Desde nuestro punto de vista es importante que estos cambios se incorporen tanto a las habilidades de los gestores de información como al cuerpo teórico de nuestra disciplina.

Tendencia 1: Hacia la gestión de los contenidos

Cuando impartimos conocimientos sobre la formación de habilidades en la gestión de la información a profesores e investigadores, estudiantes universitarios, especialistas, técnicos en áreas del conocimiento afines a su especialidad en las instituciones educativas, logramos crear un clima suficiente de confianza, que permite preguntar sin avergonzarse ¿Cuál es la diferencia entre gestión de la información, gestión documental, gestión del conocimiento y gestión de contenido?

Siempre existen dos planos en los que situarse para establecer estas definiciones:

a) en un plano totalmente conceptual

b) aplicando estos conceptos a las funcionalidades de las herramientas informáticas.

En el primer plano hay que recurrir a verdaderas sutilezas y matices para diferenciar a unos conceptos de otros o tratar de establecer donde se encuentran las líneas divisorias. Aun si se consigue esta definición conceptual, rápidamente aparecen las contradicciones y confusiones derivadas de cómo se utilizan dichos conceptos tanto en la literatura académica, como en la técnica o la comercial. En el segundo plano, todavía la confusión es mayor, ya que las denominaciones se rigen además por las leyes del marketing. Hay algunas aplicaciones que, realizando sustancialmente las mismas funciones mejoradas en sucesivas versiones, han pasado de venderse como sistemas de gestión documental, a sistemas de gestión del conocimiento y ahora sistemas de gestión de contenido.

Para nosotros el tema de la definición es tan complejo porque toda forma parte de una misma realidad. La información que se puede registrar es, mientras no se demuestre lo contrario, la única que se puede gestionar. Y la información sólo se puede registrar de dos formas: en bases de datos o en documentos. Si hablamos de contenidos no puede ser otra cosa que bases de datos y documentos. Si nos referimos al término conocimiento, se sitúa en un nivel superior de trabajo intelectual que implica que la información haya sido procesada por un sujeto pensante, pero cuando se trata de “gestionar conocimiento” todavía no hemos visto una sola experiencia que no pase en mayor o menor medida por que los conocimientos sean volcados en documentos o bases de datos para que puedan ser compartidos.

Parece que ahora se impone la "gestión de contenido" que, en parte, está sustituyendo a la "gestión del conocimiento" tan en boga en los dos últimos años. La tendencia es la búsqueda incesante de nuevas denominaciones, que permitan presentar de forma atractiva a las instituciones educativas, proyectos que de otra manera serían difíciles de vender, pero que sustancialmente se asientan en los mismos principios. La solidez de estos principios, en nuestra opinión, debe basarse en las aportaciones de la archivística, la biblioteconomía y la documentación, convenientemente adecuadas a los nuevos entornos tecnológicos, y marcando un camino de integración imparable de todo tipo de información. Y en este camino, la denominación "gestión de contenido" demuestra lo que desde hace años muchos venimos predicando que es la necesidad de tratar de manera global y sistemática distintos tipos de información:

• La información interna que se produce en el ejercicio de la actividad

• La información que proviene de fuentes externas

• La información pública que la institución quiere trasmitir a su entorno

Tendencia 2: Hacia la aceptación de los documentos electrónicos

Aunque la tan mencionada "oficina sin papeles" esta lejos de ser una realidad, lo que tenemos es la "oficina con menos papeles". En esto ha influido mucho la rápida aceptación del correo electrónico como medio de trabajo, y las facilidades o incluso imposiciones de ciertas administraciones. En muchas organizaciones documentos que se guardaban y utilizaban hasta hace poco en papel ya no existen físicamente.

Esta realidad imparable a abierto no pocas dudas sobre cómo deben manejarse los documentos electrónicos y sobre su validez y autenticidad. El primer frente se aborda estableciendo normas y procedimientos claros, que forman parte de la planificación estratégica del sistema de información, y sin duda con las herramientas informáticas más adecuadas a cada caso. El segundo tiene una tendencia clara a solucionarse definitivamente con la regulación y aplicación de las firmas digitales y la aceptación como documentos probatorios de los registros informáticos que se pueda demostrar que no han sido manipulados.

En este contexto cualquier práctica de gestión de la información debe tener en cuenta la realidad mixta (documentos papel/electrónicos) en la que todavía debe moverse durante bastante tiempo. Esto es una carrera sin fin y cuando apenas se había conseguido vislumbrar como manejar con los documentos electrónicos más comunes, (entendidos como documentos estáticos), la tecnología nos permite la creación de documentos virtuales o compuestos, que son entidades cambiantes que se van actualizando según las necesidades o las personas que los consulten. Todavía no existe una tendencia clara hacia como incorporar esta nueva realidad, pero será otro reto más a dilucidar en los próximos tiempos.

Tendencia 3: Hacia la necesidad de proceso de información no estructurada

En muchas organizaciones la gestión de la información se ha entendido tradicionalmente como la gestión de los datos. Los departamentos de informática estaban volcados hacia la construcción de grandes bases de datos corporativas en las que se registraba toda la información de las organizaciones: contabilidad, facturación, recursos humanos, producción, y clientes. En el mundo de las grandes organizaciones el mantenimiento y explotación de estas bases de datos es uno de los pilares de la gestión de la información y probablemente el capítulo que mayor inversión requiere. En este sentido tienen una gran popularidad los sistemas Enterprise Resource Managemenet (ERP), que pretenden unificar en un solo sistema toda la información que se maneja, y que se han implantado en casi el 100% de las grandes organizaciones. Actualmente, también tienen una gran popularidad los sistemas Customer Relationship Management (CRM), que recogen en bases de datos toda la información relacionada con los clientes.

Es cada vez mayor la necesidad por parte de las organizaciones de gestionar también la información no estructurada, es decir, la que se contiene en los documentos. En la mayor parte de los casos, después de una implantación de un sistema ERP o CRM, se crea la necesidad de gestionar los documentos en los que se constata una determinada operación o la relación con un cliente, y que deberán enlazarse con sus respectivos datos de la base de datos. Cuando se trata de negar esta necesidad, se cae en lo que llamamos familiarmente la "capturitis", en la que se pretende reflejar en campos de la base de datos todos los aspectos de la información contenida en los documentos, cayendo en la contradicción de que se tarda más en capturar la información de un documento que en hacer el propio proceso de trabajo.

Esta tendencia también se observa en la implantación de proyectos de comercio electrónico, en los que los datos recogidos en las operaciones realizadas se almacenan en bases de datos, pero de alguna manera deben "congelarse", para poder consultar, por ejemplo, la "orden de compra" del cliente.

La frontera entre datos y documentos es cada vez más difusa y cualquier sistema que pretenda abarcar una gestión completa de la información y/ los contenidos debe abarcar ambos aspectos de forma integrada e interrelacionada.

Tendencia 4: Hacia el reconocimiento de la tecnología como herramienta

De todas las crisis se pueden sacar conclusiones positivas para afrontar el futuro. En este momento existe un pensamiento bastante unánime de que la tecnología no se puede convertir en el único pilar de un proyecto. En gestión de la información es cada vez más frecuente encontrar voces autorizadas, que conceden una importancia relativa a las herramientas utilizadas, en comparación con la importancia de la planificación estratégica, el componente humano y la cultura institucional.

Esta tendencia tiene consecuencias positivas en la necesidad y el reconocimiento de los profesionales de la gestión de la información que, en algunos casos, se habían visto desplazados o sustituidos por los informáticos, que ejercen sus conocimientos sobre la herramienta tecnológica. La tendencia que se observa es doble, por un lado, los propios desarrolladores de herramientas cuentan cada vez más con expertos que les ayuden a poner en marcha nuevas funcionalidades o adaptaciones; y, por otra, las empresas empiezan a establecer nuevas funciones "informacionales" que no están en manos de los informáticos.

Tendencia 5: Hacia la máxima importancia de la accesibilidad

En la gestión de la información y/o contenidos cada vez tiene menos importancia la gestión de los soportes o los medios en los que se recoge la información, pasando a primer plano la accesibilidad de la misma. No importa donde este físicamente la información, lo que se requiere es que sea accesible en el momento que se necesita.

Por lo tanto, en la gestión de la información aparece una faceta nueva que es la gestión de la accesibilidad, que se convierte en el foco principal de atención y que puede cambiar muchas aproximaciones metodológicas utilizadas en la era del papel.

Solo en este contexto se pueden entender proveedores de aplicaciones Aplications Server Provider (ASP) que ofrecen sus máquinas y programas para gestionar la información de una organización. Los usuarios tienen acceso directo a una información que no se gestiona físicamente, pues esta alojada en otro lugar geográfico, en máquinas que pertenecen a nuestro proveedor.

Tendencia 6: Hacia los planteamientos medio y largo plazo

En muchos casos la implantación de tecnologías de gestión de la información se ha realizado sin tener en cuenta el ciclo de vida de la misma. A los documentos electrónicos o los registros de bases de datos no se les aplicaba ninguna política de conservación y/o eliminación, similar a las que se podían aplicar a sus paralelos en papel. Se establecían las fórmulas para que la información formase parte del sistema y estuviese accesible, pero no se pensaba en otros aspectos de futuro. ¿Tiene esa información caducidad? ¿Es una información de tipo vital? ¿Puede tener consecuencias legales? De esta forma muchos sistemas se convirtieron en sacos sin fondo, que crecían hasta convertirse en verdaderos dolores de cabeza para sus administradores informáticos.

A la necesidad de buscar solución al crecimiento infinito de la información electrónica que puede generar una organización, se suma la certeza de que algunos documentos electrónicos tienen valor a largo plazo bien sea de tipo legal, probatorio o informativo. Todo esto lleva a la búsqueda de soluciones que no se queden en el corto plazo, y que sean capaces de prever de forma lógica la gestión de la información a medio y largo plazo. La visión global del estado de la cuestión presenta dos realidades que pueden parecer contrapuestas, pero que en realidad son complementarias:

Por un lado, se vuelve la cabeza a los principios, disciplinas y profesionales que se han encargado de la gestión de la información tradicionalmente:

Las novedades tecnológicas imponen un ritmo creciente de adaptación y cambio. Estas novedades pueden afectar a elementos fundamentales del cuerpo teórico de la gestión de la información como el mismo concepto de documento.

La respuesta que las organizaciones demandan requiere que estos elementos se combinen en adecuada proporción, para ser capaces de proponer soluciones con proyección de futuro que se integren en la estrategia institucional.

La autora se adhiere a estas Tendencias Internacionales, la misma defiende que datos, información, conocimiento y contenido tiene un significado semejante. Sólo se puede gestionar una información cuando está registrada, ya sea en formato duro o en soporte electrónico. Existe una gran aceptación hacia los documentos electrónicos, así como al correo electrónico para facilitar el trabajo, y utilizarlo como vía para diseminar el contenido en toda la comunidad universitaria. El formato duro no podrá desaparecer nunca, pero la digitalización seguirá avanzando cada día más y para ello deben estar preparados los profesores e investigadores, para realizar una selección eficiente de la información, siguiendo el siguiente algoritmo de trabajo: Gestionar, Seleccionar, Adquirir, Procesar, Utilizar y Diseminar, que se explicitan en los epígrafes precedentes.