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TEMAS

Francisco Javier Contreras Horta

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SOLILOQUIOS I
 

(Sobre la individualidad humana)

Pienso y hago yo,

piensas y haces tú.

Si tú pensaras como yo,

tú harías lo que hago yo;

si yo pensara como tú,

yo haría lo que haces tú.

Si yo pienso como yo,

y tú piensas como tú:

¿Cómo quieres pues que haga yo,

las cosas como las haces tú ?

SOBRE EL ARTE

El ser humano ha evolucionado, porque intercambia puntos de vista con otros seres semejantes a él. Las sociedades que más han podido compartir ideas con otras, han logrado niveles de civilización, en grados superiores con más rapidez, que las que viven aisladas. La comunicación entre seres civilizados, siempre implica compartir pensamientos y emociones; no se puede intercambiar uno y no el otro, aunque en algunos casos, el canal de comunicación utilizando sea más emocional y en otros más racional.

Si una persona se expresa predominantemente con emociones, tendrá dificultad para entenderse con alguien que sea mayormente racional y viceversa; lo ideal es que utilicemos ambas manifestaciones del ser humano, en una equilibrada combinación; pues de esta manera nos podremos entender con cualquier persona, independientemente de si en ella prevalece la parte emocional o la racional, con tal de que esa preponderancia no sea excesiva.

Una de las formas de expresar las emociones y las ideas, son las artes. Este es otro lenguaje, aparte del uso racional de las palabras. Pero igual que cuando una persona no sabe leer o escribir letras, lo catalogamos como analfabeto; igualmente, no saber expresar emociones e ideas artísticamente o no poderlas leer en el arte, que mencionamos que era una forma de expresión, implica una forma de analfabetismo, es decir de atraso. Quien entiende de arte, tiene formas de comunicar emociones y de entender las ideas, que otros expresan por ese medio.

Es importante destacar que el arte es un lenguaje universal, pero responde a estados mentales determinados y la comunicación solo se da cuando esas etapas son más o menos semejantes; si hay mucha diferencia entre ellos, también será más grande la dificultad para comunicarse que entre ellos exista . Y así como a un niño le puede ser difícil entender cosas de adultos, y más fácil al adulto entender al infante; igualmente, en el lenguaje del arte, una persona con cultura de sociedades más evolucionadas, podrá entender con más facilidad a su mundo y el de sociedades menos evolucionadas, que éstas al de mayor grado de desarrollo.

De esta suerte, habrá analfabetismo a determinadas formas de arte, propias de grados evolutivos mayores o a modos de expresar arte, que impliquen diferentes estados mentales a los propios. Pero aclaremos, que ser miembro de una sociedad con un determinado nivel promedio de desarrollo, no implica el que cada uno de sus miembros tenga ese nivel; pues como todo, habrá niveles máximos y mínimos en la apropiación de la cultura de cada grupo humano por parte de cualesquiera de sus miembros; pero en general, siempre será más fácil a un ciudadano de país desarrollado, entender a una sociedad tribal, que a un miembro promedio de ésta, entender al extranjero que los visita.

Quien tiene analfabetismo en arte, está incomunicado, aislado del mundo de las emociones y las ideas, que otros plasman por este medio.

Idealmente, deberíamos entender las diferentes interpretaciones artísticas de todos los hombres, como forma de entender a la humanidad en su conjunto, pero ello es tan difícil como esperar que alguien estuviera preparado para entender a todas las formas de ser y de pensar posibles en los seres humanos; no obstante, entre más capaces seamos de apreciar y expresarnos por medio del arte, en la misma proporción seremos capaces de entendernos entre los seres humanos. Igualmente, para entender las manifestaciones artísticas de estados mentales diferentes al nuestro, debemos antes entender esos estados mentales y después de ello, los comportamientos que las gentes, expresan a través de ellas.

Sin embargo, un problema frecuente de no saber de arte, es que no sabemos que no sabemos, y con facilidad, algunos, elaboramos juicios sobre cualquier forma de expresión artística; cuando es quizá, de las formas de comunicación humana, una de las más difíciles de juzgar; y como la mayoría de los juicios implican la condena de la obra, luego resulta que muchos que no saben de arte, pero saben que no saben, buscando orientación voltean a escuchar a los que nos oyeron hablar como si supiéramos, aunque tampoco sabemos, pero no sabemos que no sabemos, y ponen atención a lo que decimos, y por ello consideran como una obra de mala calidad, algo que quizá si la tenía y en abundancia; y así, por nuestra insolencia y petulancia, a un artista que se le debía reconocimiento y consideración, se le condenó al olvido, hasta en tanto el tiempo ponga las cosas en su lugar y se le aquilate adecuadamente; aunque lastimosamente, cuando eso ha sucedido, el virtuoso tendrá tiempo ya de haber muerto.

Cuando usted, amigo lector, tenga frente a su persona cualquier manifestación artística; limítese a observarla con atención y deseche el juicio previo que al respecto haya escuchado; y esa, la percepción que haya logrado, esa será su visión de esa obra; sin que esto quite que como usted y yo nos iremos perfeccionando con el tiempo; cuando la vuelva a ver, puede ser que perciba cosas diferentes; y es así como debe ser: conforme pase el tiempo, la obra le dirá cosas que antes no le dijo, le motivará reflexiones que antes no había hecho; y esa será la constancia de que está usted evolucionando.

Por lo que tendremos que decir esto: si usted tiene mucho tiempo teniendo un mismo juicio sobre algo, lo que sea, ¡aguas!, se está usted petrificando, fosilizando: ¡su juicio no vale! No importa como piense usted, si coincide o no conmigo; ¡eso no tiene importancia!, lo que sí importa es que esté usted cambiando, que confronte sus puntos de vista con otros y que revise sus conclusiones previas... porque ese es el camino a la perfección; eso es existir, eso es lo que nos hace diferentes a los animales y a las plantas.

Un punto a considerar al respecto es el siguiente: durante la infancia artística del ser humano, se expresan emociones y sólo se pueden captar emociones: aquí es donde caben las canciones populares, que nos gustan porque nos recuerdan gustos y tristezas que hemos vivido, porque nos tocan las fibras más intimas de nuestro ser; y donde tienen su lugar las tiras cómicas y las películas populares, que sin dificultad nos permiten entender situaciones no complejas, donde queda bien claro quién es el malo y quién el bueno de la cuestión.

La madurez artística implica la manifestación y la interpretación de ideas donde campea la belleza con exposición mínima de la emoción; aquí es donde podemos apreciar una obra por la combinación agradable de colores, formas o ritmos: Canciones que no nos tienen que recordar emociones para llegarnos; películas donde se logra un buen proceso de comunicar un punto de vista sobre algo; pinturas o dibujos, que por sí mismos valen la pena de verse, o porque nos armonizan con el todo.

Pero ojo, no cualquiera, aunque esté muy evolucionado, puede disfrutar una obra de arte, en cualquier momento. ¡No señor! Para ello antes tiene que estar en armonía con su entorno y con usted mismo. Si usted es presa de la angustia o de la desesperación; si anda preocupado por esto o por aquello; si se enojó con su suegra... ¡olvídese del arte! En ese momento, usted sólo puede apreciar manifestaciones artísticas elementales de las que se elaboran para transmitir emociones fuertes.

Para manifestaciones artísticas superiores, aparte de su estado mental elevado, necesita estar tranquilo y sano de su mente, no tener conflictos con su subconsciente. Un mismo atardecer, si estamos calmos y en paz y sin conflictos con los que nos rodean, será una belleza, un pedazo del paraíso; pero si estamos con prisa, preocupados o irritados; difícilmente podremos encontrarle la hermosura. Sería el mismo evento, con su misma majestuosidad, pero nuestra disposición personal cambiará la capacidad de percepción que tenemos.

Recordemos lo que decía atinadamente nuestro gran poeta, Salvador Díaz Mirón: Un lago, sólo refleja el cielo cuando está en calma.


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