BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


TEMAS

Francisco Javier Contreras Horta

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¿ES USTED INMADURO?

Ante la pregunta, ¿Es usted un inmaduro?, la mayoría responderemos, que ¡Qué va!, que somos súper maduros como personas, pues somos ecuánimes, prudentes y etc. etc. que son otros los inmaduros.

Porque eso sí, para inmaduros, uno que otro pariente político que tenemos por ahí, y el vecinito aquel que hasta pita con sus ocurrencias, ¡Ah! Y mi compañero de trabajo fulanito, que ese si que se pasa la raya... pero, ¿yo?, ¡Qué bah! si soy el estereotipo de la madurez andando.

Bueno, para no meternos en veriguatas, lo más simple es que tratemos de pensar en lo que nos molesta “de los otros”, de los que “son inmaduros”, de esos que se quedaron permanentemente estacionados en la adolescencia, aunque tenga ya sus cincuenta añotes o más. Tengamos confianza; que no nos va a doler: que a fin de cuentas estaremos hablando de otros. (Si nos viene el saco, nos hacemos los occisos, y luego en lo privado nos practicamos un autoanálisis más completo, ¿O. K?)

Por principio de cuentas, los inmaduros siempre les echan la culpa a otros de sus problemas, siempre se quejan de los parientes, de los compañeros de trabajo, de los vecinos, del gobierno... a todos consideran responsables de su triste situación, menos a ellos; y como no aceptan tener la culpa de su realidad, no ponen remedio y se pasan la vida lloriqueando y culpando al destino por su mala suerte, y por ello, cuando ven que otros los rechazan, dirán que no los quieren por racistas o cosas por el estilo, en vez de reconocer que ellos son, por ejemplo: sucios, holgazanes y que no hacen su parte por mejorar; por lo que podemos concluir que a los inmaduros les gusta vivir con el complejo de víctima.

El inmaduro se justifica mucho, y jamás acepta que se equivocó, y entonces, busca “peros” donde no los hay, para utilizarlos como descargo de por qué salió de tal manera la cosa; por ello, por no reconocer sus errores, siempre está cometiendo las mismas equivocaciones y alejando a los que una vez fueron sus amigos, y llenándose de rencor, dirá que aquellos fueron unos ingratos, que lo han abandonado; pero no se enmienda, y como no acepta opiniones en contra, jamás mejora y acaba la vida mintiéndose a sí mismo, y diciéndose que él es el único bueno y que todos los que una vez le rodearon, no valen pa jija.

Sus juicios están siempre permeados por la envidia, y no se dan cuenta que por resentimiento, critican agriamente a cualquiera que logra más éxito que ellos en la vida... y vaya que si encuentran personas más exitosas que ellos; porque su mentalidad mezquina siempre les hace creer que el pedazo de pastel que le tocó al otro es más grande que el de ellos y como consecuencia lógica, que la chamba del otro es más papita y que la carga que a ellos les tocó es la más pesada; por ende, el inmaduro cree que a él siempre le toca la peor parte.

Su lema es el de no se puede, está difícil, nos va a ir mal, no vamos a poder salir adelante, estamos jodidos, etc... es el eterno pesimista que en cualquier situación que enfrente su grupo, rápido le apuesta a la derrota; pues encuentra dondequiera razones para justificar su punto de vista de por qué de seguro van a fracasar; pero aparte, porque la primera vez dijo que iban a salir mal las cosas, y él cree que así salieron, entonces creyó tener la razón y lo pregonó a los cuatro vientos: “se fijaron que salió todo mal, y que yo ya se los había dicho”, “por no hacerme caso”, etc. De ahí en delante, para que su opinión gane a los demás, siempre se adelanta a decir que van a salir mal las cosas, va a recalcarlo y al final a pregonar, que el vaso que otros ven medio lleno, está en realidad muy vacío y lo importante es que esta vez él también tuvo la razón.

El inmaduro no acepta perder; y si vive en una democracia, sólo da por buenos los acuerdos que le benefician e inventa pretextos para no acatar los dictámenes aprobados por la mayoría, contrarios a su punto de vista; lloriquea y se dice víctima y por ello justifica cualquier acto de violencia dirigido contra los que dice que son sus opresores o sea: “los malos”.

El inmaduro no puede ver a lo lejos en la organización social; no puede sembrar para mañana. Generalmente le gustan los puestos importantes porque sólo así se siente bien, y lucha por ellos, pero sólo va al nopal cuando tiene tunas, y para entonces, los que llegaron primero ya las cosecharon todas y por ello se amarga diciendo que la vida no le da lo que merece, y que fulano o zutano, que él esperaba que lo apoyaran, dieron su voto por otro, y que por eso son una hijos de la jijurria.

Nunca entiende que hay que acercarse al nopal a tiempo para que cuando haya tunas, él ya esté ahí; no deduce que hay que sembrar su propia huerta para que cuando haya cosecha nadie se la pueda objetar; no lo razona por que es un miope social; sólo ve lo cercano, lo inmediato y cree que los que logran lo que él no, es por buena suerte, y que por lo tanto a él le falla la mala estrella.

Si este personaje pudiera entender que sus lentes están empañados y que si ve feo el mundo, es por que lo mira a través de sus experiencias previas, de las que no se ha querido sacudir; y no necesariamente porque el mundo esté como él supone. Si este tipo se diera cuenta que el problema está en él, empezaría a poner remedio en su vida y pronto sería feliz, pero como siempre insiste en que los otros son el problema, ahí lo seguiremos viendo, día tras día; dándose topes en la vida y lloriqueando por que no le puede ganar.

Pero bueno, eso les pasa a otros, a los inmaduros; qué bueno que usted y yo estamos bien.


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