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TEMAS

Francisco Javier Contreras Horta

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¿CÓMO SÉ SI SOY EDUCADO O NO?

Todos alguna vez nos hemos hecho esta pregunta; pero la mayoría de las veces, o la dejamos sin respuesta o simplemente pensamos que por supuesto que somos muy educados, pero para empezar, tenemos que preguntarnos: ¿Bueno, y qué es educación?

Para responder a esta cuestión, lo más sencillo, antes que manejar teorías o ideas de grandes pensadores, es recordar las buenas razones que nos han enseñado nuestros mayores desde los principios de los tiempos. Ellos nos decían cosas como: no hables con la boca llena, no interrumpas cuando alguien está hablando, no te metas en la plática de otros, cede la acera o el asiento a las personas mayores, etc. y todos coincidíamos que quien no actuaba de tal forma era un maleducado.

Hasta aquí con toda seguridad que todos estaremos de acuerdo en que quien cumple las normas que acabamos de mencionar, es alguien que sí es educado, y por consiguiente, quien no lo hace no lo es.

Bueno, ¿Pero en cada ocasión tendré que recordar normas establecidas por mi abuelita para saber si actúo con educación en mi relación con mis semejantes?

Yo creo que no, si tomamos en cuenta cuál era la razón de ser de que nos inculcaran esas reglas de vida, que fueron buenas y que lo seguirán siendo, para propiciar una mejor relación entre las personas:

Cuando nos enseñaron que no hablemos con la boca llena de comida estaban pensando en nuestros compañeros de mesa que podrían sentirse incómodos si nos vieran actuando así. Quien recomendaba esa regla intentaba que los demás no se sintieran a disgusto con nuestra actitud, y ello mejoraba las relaciones humanas.

Cuando nos decían: No interrumpas cuando alguien esté hablando; nos estaban dando una norma de comportamiento que evita la molestia de los que nos rodean y por ello mejora las posibilidades de que nos llevemos bien con ellos.

En ambos ejemplos, el objetivo de quien nos dio una norma fue el de que pensáramos en el otro, el que moderáramos nuestro comportamiento en atención a quienes nos rodean, y ello se consideraba buena educación. Luego podemos decir que una persona es bien educada si es capaz de pensar en los que le rodean antes de actuar.

Con lo que platicamos, podemos decir que es educado el que es atento con los demás, el que considera a los demás antes de hacer esto o lo otro, o hablar de una u otra forma; luego, es educado el que es atento: educación es atención.

Hasta aquí tenemos dos ideas básicas que nos pueden servir para saber si somos o no educados: Educación es pensar en los demás antes de actuar, y es ser atento con los que nos rodean.

Con esto podemos ver que no es necesario recordar todas las normas que nos inculcaron nuestros mayores para actuar con urbanidad, pues correríamos el riesgo de olvidar alguna; con ello notamos que es suficiente con que antes de cada paso que demos entre nuestros semejantes, pensemos un poco en ellos y nos pongamos en su lugar para que estemos actuando con el decoro y la urbanidad necesarios para propiciar una buena relación interpersonal.

Con lo que hemos visto hasta aquí, podemos estar de acuerdo en que la persona mal ilustrada es hermana gemela del egoísta, porque mal educado es el que sólo piensa en sí mismo y actúa de acuerdo a lo que cree conveniente según sus particulares intereses, importándole un soberano comino lo que otros piensen.

La palabra educación pues, no tiene que estar indisolublemente ligada a la palabra escuela. Una persona puede ser educada, aunque nunca haya ido a un colegio; y por consiguiente: el hecho de haber pasado por un aula, no implica el que se sea atento, o que a más años dedicados a los libros se tenga necesariamente mayor capacidad de pensar en los demás. No todos nuestros mayores fueron a la escuela, sin embargo no se caracterizaban por su mala educación, sino todo lo contrario.

A veces, buscando tener buenos modales, algunos hemos abusado de las formas de comportamiento atento, creando normas rígidas de relación humana que ahogan la creatividad y la libre desenvoltura del hombre en su relación con los demás, pero que son necesarias en determinados estadios de desarrollo de las sociedades: le llamamos "etiqueta".

Cuando alguien no domina estas reglas del "buen" hacer y actuar, frecuentemente se siente confundido y se considera mal educado, pero nada tan lejos de ello; pues conocer o no estos procederes, está tan cercano a la buena o mala educación, como lo puede ser la capacidad de trabajar con la yunta o levantar una barda: son elementos de la cultura humana que ojalá todos domináramos, pero que el hacerlo o no, implica sólo una fracción del casi infinito mundo de la cultura humana, y no es decisivo en cuanto a determinar el concepto de educación

Esforcémonos por ser atentos y considerados con los que nos rodean, como requisito indispensable de la buena convivencia humana, y estaremos seguros que nuestra actuación no dejará nada que desear ante quien sea que tengamos que alternar; tenga éste la cantidad de estudios que pueda tener y sea cualquiera el nivel de cultura que posea.


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