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LA EDUCACIÓN EN VALORES DESDE LA DISCIPLINA DE MARXISMO-LENINISMO EN LA UNIVERSIDAD CUBANA

Ariel Lemes Batista

 

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2.1. Antecedentes investigativos en relación con la educación en valores desde la Disciplina de Marxismo-Leninismo.

La educación en valores debe ser potenciada entre otros aspectos curriculares a través de la integración disciplinar, en particular, aquellas asignaturas que conforman la Disciplina de Marxismo-Leninismo.

El pensamiento marxista, que se nutre de toda la obra de creación humana que le antecedió, sitúa al hombre no solo como centro de sus preocupaciones filosóficas, sino que propone las vías para lograr una verdadera existencia humana, y en este sentido proyecta la formación de un hombre nuevo, un individuo superior, plenamente emancipado y desarrollado multifacéticamente en todos sus aspectos; es decir, perfeccionado espiritual, moral, física y estéticamente.

La doctora Yolanda Corujo Vallejo reconoce que: “el humanismo marxista no se basa en una concepción general abstracta del hombre, sino en una visión histórica y social, es decir concreta de los humanos; donde el hombre es, a la vez que creador, resultado de la sociedad en que vive”.

Para Marx el hombre es ante todo el conjunto de sus relaciones sociales “…la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. Es decir, en su realidad, el conjunto de sus relaciones sociales”. Relaciones que no son puramente espirituales, entre conciencias, sino la unidad de lo espiritual y lo material, relaciones establecidas a través de la interacción del hombre con la naturaleza en el proceso de producción y reproducción de su vida material y espiritual.

Al tomar como fundamento la teoría marxista, concebimos al hombre nuevo como aquel hombre capaz de transformarse a sí mismo, de apropiarse de forma dialéctica de valores nuevos, de interpretar y transformar la realidad, al tiempo que se enriquece su propia esencia. Un hombre que pueda autovalorarse deliberadamente como sujeto y objeto del desarrollo; un hombre que solo puede ser alcanzable cuando desaparezcan todas las formas de enajenación social, en primer lugar las económicas.

Autores pertenecientes al grupo de estudios sobre la educación en valores existente en la UCLV han abordado el tema. En las conclusiones de las tesis de doctorado del Dr. Edgardo Romero y la Dra. Sheila Galindo Delgado se demuestra la pertinencia de educar en valores a los estudiantes universitarios desde el Marxismo-Leninismo, por ser esta disciplina pionera en la interpretación de la esencia de cada individuo, su personalidad, como el sistema de relaciones que establece con los que lo rodean.

Los rasgos que caracterizan la actividad del hombre hacia sus semejantes tienen como núcleo central al humanismo. La esencia del humanismo marxista está en que no se limita a la explicación teórica del papel y la esencia del hombre como valor supremo, sino que valora como más importante la actividad práctica del hombre en el proceso de transformación de la sociedad, lo que constituye un principio fundamental de la moral socialista. La concepción marxista del humanismo es un sistema íntegro de opiniones que caracterizan la situación, el papel y la designación del hombre en la sociedad y está dirigido a la creación de condiciones favorables, dignas para la vida humana.

Para el doctor Roberto Muñoz González: “La labor educativa, en su estructura y funciones nuevas, juega un papel determinante; no concebida como un simple nuevo mecanismo de reproducción, sino como un proceso profundo y permanente de creación-transmisión-socialización de riquezas espirituales y materiales, pues la práctica educativa debe servir en el socialismo para transformar positivamente al ser humano, lo que incluye su capacidad para contribuir a transformar al otro en su entorno”.

Ciertamente, la esencia del hombre es el conjunto de sus relaciones sociales. La educación misma es un producto social encaminado a formar y preparar al hombre para vivir en sociedad. Este proceso de socialización implica no la adaptación pasiva a las influencias del medio, sino la incorporación activa del individuo a la transformación de este. El proceso educativo debe contribuir al mejoramiento y perfeccionamiento del hombre, a la concientización de su papel en la sociedad, y tiene como objetivo fundamental formar al hombre integral.

Todas las acciones que se realizan en la sociedad deben estar encaminadas al fortalecimiento de la conciencia del ser y del hacer, y por tanto a la transformación del propio hombre. Involucra al individuo como sujeto y objeto de la educación, o como sujeto-objeto, en el proceso en que al transformarse a sí mismo se contribuye a la transformación de los demás.

Otros investigadores, como la doctora Marta Arana, Rafaela Macías Reyes, Ángela Sarlabous Montoya, Francisco Figaredo Curiel y Gerardo Ramos Serpa, han abordado la educación en valores en los jóvenes universitarios de las carreras técnicas a través de las asignaturas socio-humanistas, y en particular las que integran la Disciplina de Marxismo-Leninismo.

Los hombres interactúan en una formación histórico-cultural dada, creada por la propia actividad de producción y transformación de su realidad. La actividad humana, que permite el desarrollo de los procesos psíquicos y la apropiación de la cultura, es siempre social, implica la relación con otros hombres.

Partiendo de los planteamientos más generales de la filosofía marxista, la educación de valores desde el Marxismo-Leninismo es posible debido a que el aprendizaje es una actividad social y no sólo un proceso de realización individual. Es el proceso de la formación de la personalidad del educando, de la adquisición de conocimientos y apropiación de la cultura que tiene lugar a partir de las interacciones que se producen en la escuela y en la clase, de los tipos de actividad que en ellas se desarrollan, en el seno de determinado contexto social, histórico, e institucional, que condicionan los valores e ideales de la educación.

Según autores como Isabel Villarrubia Cabrera, Victoria López Núñez, Gerardo Ramos Serpa, Marta Arana, Fernando Vecino Alegret y N. Esquivel, para el Marxismo-Leninismo la esencia de la educación es fundamentalmente un fenómeno social, que consiste en el influjo sistemático y dirigido en pro del desarrollo del hombre, que lo prepara con el fin de cumplir un determinado papel en el sistema de las relaciones sociales.

La importancia que reviste para los centros de Educación Superior el problema de la organización del sistema de la enseñanza del Marxismo-Leninismo, la consolidación de la concepción científica del mundo en los jóvenes que ingresan en esta esfera de la enseñanza dependerá en gran medida de la forma en que asimilen la Teoría Marxista-Leninista. En correspondencia con ello, su impartición debe estar orientada no solo a la explicación de sus conocimientos, sino además a la adquisición consciente de ellos y a la formación del pensamiento dialéctico-materialista de los estudiantes, lo que influirá decisivamente en la educación en valores, lo que hace imprescindible desde la Pedagogía la coherencia entre lo conceptual y lo metodológico.

El Marxismo-Leninismo como ninguna otra ciencia se ocupa de su objeto de estudio y con ello investiga, analiza y explica diversos aspectos del contenido de la naturaleza, la sociedad o el pensamiento. Estos contenidos representan los elementos que integran el caudal de conocimiento atesorado por la humanidad. A lo largo del proceso docente-educativo se asimilan estos conocimientos, y con ello se contribuye a la educación en valores.

Esta ciencia constituye la concepción científica del mundo, es decir, es la concepción de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento. Su contenido lo convierte en la teoría revolucionaria y la ideología científica del proletariado. Por constituir el Marxismo-Leninismo una ciencia general, íntegra, de la naturaleza, la sociedad y el conocimiento, en él se sintetizan diversas ciencias particulares y cada una de ellas tiene una esfera específica como su objeto de estudio propio, aunque en la realidad concreta no están desvinculadas entre sí.

Como concepción científica de la sociedad, descubre las leyes más generales del desarrollo de esta y las causas que determinan el proceso social único y lógico de sustitución de una formación económico-social por otra, destacando en los diversos campos de la vida de la sociedad el de la economía, que privilegia de todas las relaciones sociales las de producción por ser las fundamentales, las primarias, las que determinan todas las demás.

En carta a Werner Sombart, fechada el 11 de marzo de 1895, Federico Engels escribe: “Pero toda la concepción de Marx no es una doctrina, sino un método. No ofrece dogmas hechos, sino puntos de partida para la ulterior investigación y el método para dicha investigación”.

Por su parte, la doctora Marta Arana ha estudiado la educación en valores en los especialistas de perfil técnico y ha señalado que: “La actividad ingenieril en las condiciones actuales de gran impacto social de la ciencia y la tecnología, requiere de una cultura para su práctica tecnológica, que exige del ingeniero una serie de conocimientos y habilidades que permitan una mayor especialización en su saber técnico, y al mismo tiempo una formación humanística contraria a la ideología ingenieril de una supuesta neutralidad técnica y su marcado pragmatismo” .

Gerardo Ramos Serpa reconoce que la formación humanística del profesional que tiene lugar en el mundo tiene varias limitaciones. Entre estas considera :1- Visión historicista limitada de la dinámica social, que presenta a esta como simple sucesión cronológica de etapas y sucesos. Con ello se asume una posición externa, no comprometida con lo ocurrido o lo actual, dificultándose el descubrimiento y la toma en consideración real de las regularidades que permiten comprender tal sucesión y cómo ellas conducen a la situación del presente.

Refiriéndose a ello, de alguna manera se ha considerado que “el problema principal de la enseñanza de las ciencias sociales consiste en la generación y transmisión de una determinada perspectiva acerca de los fenómenos llamados socioculturales”.

2- Presentación descriptivista de los hechos sociales, donde se enfatiza en mostrar en todos sus detalles cada acontecimiento, pero sin llegar a profundizar suficientemente y de manera multilateral en sus causas diversas y contradictorias. Con ello se alcanza, cuando más, el ofrecimiento de un bagaje informativo y una instrucción ilustrativa que no trasciende la mera contemplación de la situación y no promueve efectivamente su transformación.

Respecto a esta limitación, incluso en los marcos de la formación humanística basada en una perspectiva marxista, se opina que aún la misma en numerosas ocasiones “se circunscribe a la exposición y al aspecto instructivo”.

3- Exposición basada en la selección de diversos puntos de vista, usualmente de reconocidas autoridades en los campos abordados. Bajo la aparente y pretendida amplitud de ópticas y actualidad de criterios se conforma, en realidad, una concepción no sistémica, carente de una lógica objetiva estructuradora, que brinda en muchas ocasiones un enfoque científicamente incoherente e incapaz de orientar eficaz y racionalmente la actividad intelectual y práctica en esta esfera.

Al respecto, tomando como ilustración la propia enseñanza de la filosofía, se constata que con frecuencia “somos sin saber por qué althusserianos, después gramscianos, después wittgensteinianos, después posmodernos y nos matamos por Lyotard o por Vattimo y nadie sabe ni por qué. Finalmente, con el agravante de que la manera de enseñar historia de la filosofía en las universidades es el eje vertebral en la enseñanza de la filosofía, pero está completamente divorciado de lo que son las materias sistemáticas dentro de la filosofía”.

4- Separación de lo cognoscitivo y lo valorativo en la comprensión de los hechos y procesos sociales presentándose, por un lado, un intento de explicación neutral y pretendidamente desinteresada de la realidad que efectivamente conduce a un cientificismo vacío; y por otro lado, la pretensión de ofrecer una valoración objetiva y certera pero desprovista de las bases científicamente rigurosas que le son inherentes y que a fin de cuentas se expresa en muchas ocasiones en un subjetivismo desmedido. Lo anterior se expresa en los más variados planos: ético, político, de la ciencia, de la toma de decisiones y personal, tanto dentro de la labor específica del profesional como en su proyección general como parte de la sociedad.

En este sentido, apreciando la presencia y significación de lo anterior en relación con la enseñanza de las humanidades y en especial desde el prisma de su trascendencia político-ideológica, se asevera que “el principio de la 'neutralidad' científico-técnica no es otra cosa que el esfuerzo por neutralizar la acción político-social de los hombres”.

5- Desarticulación e inadecuación entre las propuestas teóricas que forman parte de esta formación y sus implicaciones y realizaciones prácticas.

Quizás esta sea la más importante y generalizada inconsecuencia de la formación humanística que no logra ocupar su auténtico lugar y desempeñar sus genuinas funciones en el contexto de la formación integral de un profesional. Ella es también una resultante de otras de sus limitaciones, las cuales se refractan y expresan en el distanciamiento y la incapacidad de la formación humanística de incidir prácticamente en la transformación del entorno del hombre y sobre sí mismo; esto se encuentra íntimamente conectado tanto a los presupuestos científico-teóricos desde los cuales se concibe dicha formación, como a los modelos pedagógicos a través de los que la misma se implementa.

Al respecto, diversos autores han apreciado que las disciplinas que forman parte de la formación humanista: “Parecen ajenas a la vida cotidiana y práctica del hombre concreto, a las aspiraciones y necesidades urgentes de comunidades y pueblos” a la vez que, incluso a las puertas de la llamada “sociedad poscapitalista”, los hombres perciben que la misma “no los capacita para comprender la realidad y mucho menos para dominarla”.

Tales rasgos o limitaciones, sin ser por supuesto los únicos ni presentarse necesariamente en todas y cada una de las experiencias y contextos en los que se realiza la formación humanística, pueden aparecer de manera relativamente autónoma o en forma de diversas combinaciones en un conjunto apreciable de las diferentes variantes de realización de la formación humanística.

Lo anterior ha conducido, entre otras cuestiones, a que dicha formación manifieste reiteradamente un atraso teórico relativo con respecto a las situaciones y problemas de la práctica histórica del momento; una incapacidad para explicar y prever el curso de los acontecimientos y procesos; una inviabilidad funcional para incidir eficazmente en el cambio del entorno; y por tanto, un descrédito de su valor o una pérdida de su significación.

Variados son los factores que en ello pueden incidir. Sin pretender agotar su espectro mencionaremos entre los que nos parecen más determinantes la separación de la teoría y la práctica en el modo de concebir y realizar la formación humanística del profesional universitario; la tergiversación o incomprensión de la naturaleza esencial y las funciones de la misma; además de la influencia negativa, consciente o no, y la manipulación de dicha formación por parte de sectores sociales objetivamente no progresistas.

Ramos Serpa reconoce que en el caso de Cuba las principales barreras que dificultan la calidad de la formación humanística radican en algunas de las limitaciones anteriores, en especial las referidas a la separación de lo cognoscitivo y lo valorativo (con sus modos peculiares de expresión y sus implicaciones propias para nuestro contexto) y la no completa articulación con las exigencias y finalidades del cambio y la implementación práctica de lo que se ofrece. Según este autor, las limitaciones que presenta la formación socio-humanista en Cuba se deben a: 1- La escasa toma en consideración de problemáticas no usualmente abordadas por la tradición marxista.

2- El limitado empleo de ópticas teóricas explicativas provenientes de posiciones no marxistas, tanto por razones de desconocimiento como de intolerancia ideológica.

3- El poco dinamismo aún presente en la sustitución e inclusión de fenómenos, procesos y contradicciones nuevas, en correspondencia con el acelerado ritmo del devenir epocal.

4- La insuficiente distinción entre la ciencia y la docencia en la estructuración de algunos diseños curriculares, la selección de contenidos y el tratamiento de los mismos.

5- El inmaduro abordaje multi e interdisciplinario de objetos y contenidos que solo de manera objetiva pueden ser científicamente explicados y aprendidos.

6- La no suficiente correspondencia entre los nuevos enfoques explicativos empleados y la literatura mayoritariamente disponible.

7- La inexistencia o endeblez de un sustrato teórico-conceptual que atraviese el tratamiento de los contenidos y engarce las problemáticas abordadas de modo coherente, a la vez que facilite la integralidad y concatenación natural entre los mismos.

8- La parcial inconsciente comprensión y montaje del proceso docente-educativo, sin el empleo riguroso de los fundamentos cosmovisivos, gnoseológicos, lógicos y sociológicos de la concepción científica del mundo.

9- La no siempre justificación y demostración de la significación práctico-instrumental de los conocimientos ofrecidos.

10- La no clara precisión del tipo de habilidades a conformar y su inserción en los modos de actuación del profesional.

11- El empirismo y la no suficiente atención consciente, sistemática y no forzada a la formación axiológica, tanto en su aspecto objetivo de los valores como en su aspecto subjetivo de la valoración, en especial desaprovechando muchas de las potencialidades de la dimensión curricular.

El propio doctor Ramos Serpa establece que tal fundamentación se puede lograr a través de la delimitación y caracterización de las diversas funciones que debe desempeñar la misma.

1- Función de formación económica: permite una comprensión de las leyes del devenir económico de la sociedad, tanto en lo referido a la micro y la macroeconomía, a su expresión en el plano nacional e internacional, como en cuanto a la teoría económica general que esclarece las leyes básicas del funcionamiento económico de la sociedad y aquellas inherentes a los modos de producción fundamentales que existen en la actualidad.

De este modo el profesional estará mejor preparado para comprender las condicionantes económicas que permean su labor, y que van desde la acertada evaluación económica de una propuesta de innovación tecnológica en la entidad productiva o de servicios donde se desempeña, hasta el entendimiento de los lazos que conectan como un todo a la política económica de su país con el contexto mundial.

2- Función de formación política: ofrece una explicación de la existencia e incidencia de las clases sociales y de sus intereses en la dinámica social, así como de los mecanismos, organizaciones e instituciones en los que ello se plasma y sustenta.

Ello formará parte de la necesaria cultura política de quienes vivimos, querámoslo o no, en un mundo marcado por la existencia de clases no sólo diferentes sino contrapuestas, con intereses contrarios en muchos casos, lo cual se manifiesta en todas las esferas de la vida social de los individuos en esta época.

Precisamente, no estar preparados para saber leer e identificar detrás de las posiciones, interpretaciones y decisiones que se toman a diario en la sociedad, la expresión de los criterios e intereses de la clase social a la que objetivamente cada quien pertenece y que subjetivamente asume de manera más o menos consciente, es parte inseparable de nuestra capacidad de entender el mundo en que vivimos, saber insertarnos en él y favorecer su desenvolvimiento; ya que en este abigarrado mosaico de entrecruzamiento de las acciones de los hombres en función de sus posiciones socio-clasistas, tiene lugar el enfrentamiento entre las fuerzas y sectores sociales progresistas y reaccionarios, los que efectivamente promueven el progreso o el estancamiento y regreso de la sociedad, y cuya resultante plasmada en la configuración del tipo de sociedad en la que se vive o en la que se desea vivir es, por tanto, algo que no es un producto externo a nuestro comportamiento sino un producto también de él.

Además, este componente político de la vida social actual existe y se expresa no sólo y no tanto en una esfera aparte o profesionalizada de la sociedad, sino que en realidad el mismo aparece en mayor o menor medida en y a través de prácticamente todos los fenómenos y procesos de la sociedad, ya sean económicos, científicos, artísticos, educativos, etc. De aquí que estar preparados para comprender los diversos puntos de vista socio-políticos, identificar sus modos de existencia en cualquier campo o fenómeno, asumir una actitud y realizar una acción consecuente con ellos, es una necesidad para el progreso humano y un indicador de nuestra formación en ese campo, con lo cual el profesional tiene que ver no sólo en su labor técnica inmediata, sino en el contexto más amplio del tipo de sociedad y del mundo en que se desenvuelve.

3- Función de formación intelectual-cognoscitiva: caracteriza las regularidades generales del proceso del conocimiento y propicia el establecimiento de habilidades lógicas para el razonamiento, la demostración, la autorreflexión y la realización del carácter más plenamente consciente de la capacidad de reflejar de modo más exacto las propiedades y nexos esenciales de la realidad, propiciando así la creatividad y la independencia para la búsqueda y resolución de problemas.

En este sentido, resulta claro que si el conocimiento humano es un proceso que objetivamente opera según determinados cauces y regularidades, entonces un profesional adecuadamente preparado debe dominar de manera consciente (y no espontánea, fragmentaria o coyuntural) las leyes de dicho proceso. Hoy, cuando la sociedad apuesta cada vez más al impulso de la ciencia y la tecnología para su desarrollo, los profesionales tienen la misión de llevar sobre sus hombros el peso mayor de las innovaciones y perfeccionamientos de todos los procesos de la sociedad, para lo cual se necesita de una madurez intelectual y una capacidad cognoscitiva que, como cualquier otro órgano humano, es preciso cultivar, modelar y perfeccionar constantemente para extraer de él todas sus potencialidades.

Así, desde que el estudiante tiene ante sí la tarea de elaborar un proyecto de tesis, hasta la fundamentación de propuestas alternativas de mejoramiento tecnológico en una empresa por parte del profesional ya en funciones, detrás de todo ello se encuentra el grado de maduración que en él haya alcanzado la formación de su capacidad intelectual-cognoscitiva, a la que no siempre dedicamos la atención necesaria ni el espacio curricular que merece en el proceso de formación de dichos profesionales.

4- Función de formación ética: contribuye a la elaboración y asimilación de las normas y patrones de conducta que regulan las relaciones de los hombres en la sociedad, inculcando un sistema de principios humano-universales e histórico-concretos en el comportamiento social de la persona.

Ello significa que la formación integral de un profesional en la actualidad supone no sólo su preparación en lo estrechamente técnico, sino también (y no como un componente externo) de su formación ciudadana, de su capacidad de insertarse en el contexto de los grupos y comunidades de las más diversas esferas de la sociedad, que poseen sus propias normas de conducta y aceptación de lo debido, lo bueno, lo justo, etc.

Así, desde los colectivos laborales en que necesariamente el profesional desenvolverá su labor (y que poseen sus propios códigos profesionales, de tradición, etc.), pasando por los sujetos y grupos familiares y de amistades en que el profesional se conecta como individuo, hasta aquel contexto más amplio de la sociedad en que se desenvuelve, en todos esos planos la socialidad y el propio carácter de la actividad a desarrollar en ellos exigen tanto de la adecuación a los patrones éticos aquí existentes, como de la capacidad crítica de superarlos y enriquecerlos cuando esto sea necesario, todo lo cual exige de un individuo éticamente preparado.

5- Función de formación estética: esclarece una concepción científicamente argumentada acerca de lo bello y de sus parámetros, participando en la conformación de capacidades para la creación y la percepción estética de la realidad.

A tono con ello, queda claro que las exigencia de calidad en la producción de bienes y servicios supone cada vez más un componente estético en los mismos, que representa tanto una ventaja competitiva como un indicador del grado de satisfacción de las necesidades crecientes de la humanidad. Por eso, estar al nivel de tales exigencias implica encontrarse preparado para diseñar, producir y promover un producto estéticamente apto.

Tal dimensión de la formación también se expresa en el plano individual del profesional, quien tanto con arreglo a su persona como a su entorno, será apreciado integralmente, y no sólo por ser el más actualizado conocedor de los últimos avances de su campo profesional.

6- Función de formación patriótico-nacional: favorece la elaboración del sentimiento y la autoconciencia de pertenencia e identidad nacional, sobre la base de las tradiciones y valores históricos, sociales y culturales del país. La conformación de esta identidad y sentido de pertenencia se convierte en el mundo de hoy en una exigencia cada vez más importante a ser satisfecha por la educación de nivel superior, en tanto debido a las desigualdades sociales existentes entre tipos de sociedades y regiones del planeta, así como a la diferencia de oportunidades entre los países más avanzados industrial y tecnológicamente con respecto a los que (sobre todo por razones de dominación pasadas y actuales) presentan hoy una situación más desventajosa, se hace común observar cómo una nación (a veces con escasos recursos) invierte en formar a un profesional que después se establece y revierte su preparación allí donde es mejor remunerado o donde sus condiciones de trabajo son más cómodas o atractivas, dejando de retribuir a la sociedad que lo formó y que espera y necesita muchas veces de su aporte al desarrollo.

Por lo tanto, esa contradicción realmente existente entre necesidades objetivas de los países o regiones en desventaja y las ofertas y oportunidades en otras, no puede solventarse nunca sólo por la vía estrictamente económica, sino que requiere de la formación de un profesional consciente de su lugar y papel en el marco de la nación con la que está raigalmente unido y comprometido, lo que supone un grado de interiorización del deber ético-ciudadano y de la responsabilidad cívica que no puede establecerse en función sólo de intereses personales o de ventajas económicas. Y ello significa estar formado en el plano patriótico-nacional.

7- Función de formación axiológica: contribuye a formar y concientizar una comprensión adecuada acerca de cuáles son los valores auténticamente humanos y de cómo realizar una valoración correcta de la realidad con la que el hombre se vincula.

La esencia de la cuestión aquí reside en que al igual que la educación superior debe garantizar la preparación al más alto nivel de la capacidad del profesional para adquirir, producir y aplicar conocimientos, tampoco puede desatender ese otro momento indispensable de la integralidad de su formación que se refiere a prepararlo para saber valorar los variados fenómenos y procesos, tanto técnico-profesionales como sociales, en que el mismo desenvuelve su actividad. Ello requiere tanto de una comprensión axiológica adecuada como de una correcta modelación pedagógica para su implementación.

Entonces, un profesional que es capaz de llevar a efecto satisfactoriamente el proceso de toma de decisiones en su entorno laboral y a la vez apreciar acertadamente los complejos fenómenos de su vida personal y social, será entonces un sujeto formado valorativamente, lo que evidentemente no es el resultado espontáneo e inconsciente de las mayores o menores capacidades o disposiciones de la persona, sino que el proceso educativo debe fundamentada, sistemática y responsablemente contribuir a lograr.

8- Función de formación emocional: favorece el establecimiento y la maduración de sentimientos, emociones y estados de ánimo en los diversos planos de la vida, que propicien la realización del sujeto y su equilibrada existencia afectiva. Esto significa que la formación multilateral de un profesional incluye como elemento indispensable la configuración de un mundo interior emocional que se integre armónicamente a su personalidad, en tanto la educación (y menos la de nivel superior) no persigue la formación de fríos y estandarizados individuos que sepan conocer y hacer en lo técnico específico, pero incapaces de sentir y captar la realidad a través de su esfera emotiva.

Ello, además, se constituye en un componente mismo de la actividad laboral, en tanto la influencia del individuo sobre sus estados de ánimo, el autoconocimiento emocional, la capacidad de manejo de las relaciones personales, el control y aprovechamiento productivo de las emociones, entre otros elementos, influirán significativamente en la disposición para el trabajo, la integración y conducción de equipos de personas, así como el manejo de conflictos y la búsqueda de soluciones, lo que evidencia la presencia y madurez de la esfera emocional-afectiva e influirá a su vez positiva o negativamente (según sea el caso) sobre todos los aspectos y dimensiones de la vida profesional, individual y social del individuo, a lo que la formación humanística debe contribuir por su propia naturaleza y posibilidades.

9- Función de concepción del mundo: permite la estructuración consciente a nivel teórico de las coordenadas y principios directrices más generales de la actividad social del individuo, mediante una visión integral de conjunto acerca del hombre, la realidad y la activa relación entre ambos.

Por supuesto que estas funciones no se separan ni contraponen absolutamente, sino que en realidad las mismas, aunque presentan sus campos de acción propios y su nivel de generalidad o de alcance peculiar, se interpenetran e integran en un todo único, o al menos así debiera ser. Ello, además, se conecta con la cuestión de lo que le corresponde y se logra en cada nivel de enseñanza, lo que hace que el nivel superior efectivamente se encuentre comprometido con al menos tres tareas fundamentales: establecer y/o completar aquellos aspectos o dimensiones que presentan vacíos o espacios no completamente ocupados en el estudiante que accede a este nivel, rectificar las deformaciones que en el mismo pudieran estar presentes, y potenciar y hacer madurar aquellos elementos que en este nivel deben ser llevados a su grado más alto de expresión.

Lo dicho no significa que tales funciones se realicen única y exclusivamente a través de la formación humanística del profesional. De lo que se trata es de que ésta facilita, optimiza, racionaliza, teoriza y fundamenta las mismas, todo lo cual exige de una dinámica y sistemática interconexión con el resto de los componentes de la formación técnica de dicho profesional.

La composición y estructuración de las asignaturas y materias del ciclo de formación humanística, de su relación con el resto de las disciplinas científicas que toman parte en la formación del profesional, de los presupuestos teóricos que la sustentan y de los fines prácticos hacia los que se orienta, de los modos de su impartición por el propio profesor, de la preparación y maestría de este último, de la visión pedagógica en que se asiente su concepción y montaje, así como de los enfoques e intereses político-ideológicos que en su proceso intervengan, entre otros, son algunas de las condicionantes y factores que caracterizan la manera en que se concibe la educación en valores en la formación del profesional de perfil técnico en las universidades cubanas.

Marta Arana adopta diferentes puntos de vista a partir de la necesidad de determinar los rasgos comunes que caracterizan la actividad profesional del ingeniero. Entre estas tenemos: 1- Deducir las necesidades sociales de la profesión de la conceptualización de la ingeniería: la aplicación creativa de los conocimientos científico-técnicos mediante la innovación tecnológica en la producción de bienes y servicios, de forma óptima con criterios económicos, ecológicos y sociales. Esto distingue al ingeniero como profesional que aplica el conocimiento científico-empírico.

2- Definir el objeto del profesional como el sistema tecnológico: conjunto de tecnologías que entrelazadas de forma coherente y jerárquica garantizan la viabilidad técnica y económica del mismo y la conexión del mundo tecnológico con la organización económica y con el sistema social en su conjunto, en particular en las condiciones del paradigma técnico-económico actual. En él interviene: el componente material (máquinas, energía, instalaciones y obras, materias primas, procesos, información), y el componente intencional, incluidas la ejecución operacional y gerencial, que orienta la actividad hacia acciones, objetivos y resultados, por lo que el objeto directo de la actividad del ingeniero se centra en la técnica y el propio hombre.

3- El modo de actuación del ingeniero visto a través de sus funciones principales que abarca: explicación, mantenimiento, reparación, diseño y proyecto, dirección, investigación y desarrollo y su despliegue en un campo de acción específico (atendiendo a las funciones y modalidades en que se realiza, área de aplicación, nivel de decisión) determinan los objetivos del profesional.

4- Las necesidades sociales son cambiantes, en dependencia del entorno. Hoy son unos los problemas o tareas profesionales y mañana son otros. De ahí la necesidad de determinar también las características de calidad del egresado en períodos más largos de actuación profesional. En estas circunstancias junto a los conocimientos que sustentan la formación académica del profesional, es necesario ponderar adecuadamente los otros dos aspectos que forman la educación integral: el desarrollo de habilidades y el fomento de actitudes.

Dentro de las habilidades que le permiten al egresado aplicar los conocimientos adquiridos en el manejo de la tecnología y del personal humano a más largo plazo, con independencia de los cambios del entorno y de la ciencia y la técnica, están: poseer conocimientos de amplias posibilidades de aplicación; creatividad; juicio crítico; comunicación oral y escrita; trabajo en equipo y relaciones humanas; mentalidad analítico-sintética; mentalidad flexible y de cambio; liderazgo.

El desarrollo de actitudes sustentada en un sistema de valores es fundamental para que el egresado como parte de su autorrealización individual, adquiera un compromiso con su profesión y una amplia responsabilidad ante la sociedad que oriente su actividad. Entre ellos se destacan: identificación con su realidad social; responsabilidad individual y colectiva; honestidad; modestia; seguridad en sí mismo e iniciativa; preocupación por el medio ambiente; sentimiento de calidad y excelencia.

5- La actividad ingenieril requiere de una cultura tecnológica, como la forma en que los ingenieros organizan y desarrollan su práctica profesional combinando el aspecto técnico, organizacional y propiamente cultural (valores, creencias, objetivos, etc.). Esta es una manifestación de la cultura en una esfera concreta de la actividad.

6- El modelo de Educación Universitaria debe tributar al uso de los conocimientos, habilidades y valores ya adquiridos, en una forma concreta de actividad profesional, única manera de alcanzar un nivel superior de sistematización de los mismos. Al asumir el hacer como la manera de formar a los hombres, la relación sociedad-profesión se torna núcleo central de la formación de cualquier profesional y la salida social de los conocimientos, habilidades y valores profesionales en idea rectora del proceso docente-educativo. “Lo profesional, el ejercicio de la profesión se convierte en el elemento rector de la carrera y caracteriza de arriba abajo, de quinto a primer año todo su diseño. La sistematización se produce cuando cada una de las disciplinas responde a la necesidad social del tipo de profesional que debemos formar. El todo, la carrera, es un sistema cuando cada una de sus partes responde al objetivo, que es el modelo del egresado”.

Por ello, uno de los problemas más urgentes en el perfeccionamiento de las Ciencias Sociales es determinar su objetivo como disciplina a partir de su relación con el objetivo del profesional. Existe una tendencia bastante generalizada entre los profesores de Ciencias Sociales en carreras de Ciencias Técnicas a considerar como su objeto: la relación dialéctica individuo-sociedad, separando lo individual, lo profesional y lo social. El individuo no existe en abstracto, ni tampoco existe la sociedad sin las individualidades, por lo que toda relación que escojamos está mediada por la actividad que despliegue el hombre en su entorno social, familiar, laboral, etc. Ello evidencia la necesidad de comprender la relación individuo-actividad-sociedad.

La cuestión estriba en que las Ciencias Sociales como metodología, gnoseología e ideología de la relación individuo-sociedad sistematicen sus conocimientos y habilidades, que los lleven a la práctica, mediante su actividad profesional. Significa encontrar el nexo entre el individuo y la sociedad a través de su profesión, ayudando así a la comprensión, interpretación y evaluación de la realidad social desde una concepción dialéctico-materialista del mundo.

Partir del objetivo profesional, en la explicación de la relación individuo-sociedad, es interpretar los problemas profesionales que ya existen y que pertenecen a la realidad como un todo, como un sistema compuesto de atributos éticos, estéticos, económicos, ecológicos, políticos, etc. Y que al desentrañarlos permiten su mejor tratamiento.

La formación socio-humanista transita desde la comprensión e interpretación del sentido de la vida, la comunicación, la ética, la personalidad, etc. (que van dirigidas a transformar la individualidad) hasta el sistema y estructura social, el humanismo y la historia que se encaminan a la caracterización social y su evolución. Sin embargo, si bien ellas son importantes para la actuación del hombre en la sociedad, será mucho más completa su utilización si se funden al modo de actuación y a los intereses más particulares como profesional.

El análisis de la actividad profesional como concreción de la relación individuo-sociedad desde una posición dialéctico-materialista exige tomar en consideración los aspectos siguientes: - La dialéctica de lo universal y lo singular, a través de lo particular que expresen las conexiones y las formas objetivas del mundo constituye uno de los instrumentos metodológicos más importantes.

De este modo podemos decir que “…es inútil buscar las determinaciones generales que expresan la esencia de la especie…, entre los rasgos abstractos comunes que posee cada representante, tomado por separado (…)” “El individuo por separado es hombre en el sentido exacto y riguroso de la palabra sólo en la medida en que realiza uno u otro conjunto de capacidades –precisamente su personalidad- que se desarrollan históricamente —modos de actividad vital humanas específicas—. “Desde tal punto de vista, la personalidad humana puede considerarse… como una relación singular de la cultura de lo general en el hombre”.

Lo dicho nos permite afirmar que la profesión como lo particular expresa la unidad de lo singular y lo universal, y por tanto, la unidad de lo individual y lo social.” El mundo contemporáneo y sus problemas globales exigen cada vez más de enfoques integrados y sistémicos. La integración disciplinar del Marxismo-Leninismo en la investigación o como método problémico en el proceso de enseñanza-aprendizaje, tiene su fundamento en el enfoque sistémico, lo que permite el abandono del conocimiento especializado y aislado de cada parte del objeto, por la profundización del todo mediante puntos de vista especializados que inciden en sus interconexiones, lo que sólo es posible en la medida en que las ciencias o disciplinas manejen un lenguaje y método comunes.

En el campo de las Ciencias Sociales es necesario atender a las peculiaridades de su objeto de estudio: la sociedad contemporánea, caracterizada por la interdependencia, pluralidad y globalización de los fenómenos, procesos y relaciones de una realidad dada, como resultado de lo cual los límites formativos, que fijan los objetivos de las ciencias y las disciplinas sociales, se tornan cada vez más imprecisos por las interconexiones reales entre los fenómenos y los procesos de la realidad social.

Ello conduce a la necesidad de conformar un marco conceptual y valorativo, para la comprensión e interpretación del mundo de hoy, con una visión integradora o de conjunto que elimine la atomización y desagregación que ha caracterizado el estudio de la realidad social hasta el presente. Pero requerirá incorporar, de forma integrada conocimientos y métodos de las diferentes asignaturas que integran el Marxismo-Leninismo; esto significa lograr un diseño de disciplina que conjugue la especialización (aspecto teórico-epistemológico de la ciencia) y la integración disciplinar en la enseñanza para recuperar el análisis de la totalidad del objeto, y superar la fragmentación del conocimiento impuesta por la especialización de la ciencia y la tecnología.

Marta Arana, además, reconoce los objetivos y contenidos en la formación del ingeniero a partir de las Ciencias Sociales. Según esta autora, “para las Ciencias Sociales, uno de los problemas más urgentes en su perfeccionamiento, es determinar su objeto a través de la relación con el problema y el objetivo profesional, como la manera en que pueden acercar sus funciones cognoscitivas, metodológicas e ideológicas a la interpretación, valoración y transformación de la realidad social y del propio individuo desde la perspectiva de su profesión.

La disciplina de Ciencias Sociales en la ingeniería no debe abarcar totalmente el objeto de las ciencias; sino que debe estructurarse a partir de ella en función de los objetivos a alcanzar.

La búsqueda de eficiencia y competitividad en las relaciones del profesional de ingeniería con la naturaleza y la sociedad; en tanto preservación del medio ambiente, comunicación social y evaluación del impacto social de la tecnología son responsabilidades que debe garantizar con racionalidad económica y criterios éticos, estéticos, de justicia y equidad para alcanzar el desarrollo sustentable. Aquí reside el problema a resolver en la formación del ingeniero desde el ángulo de las Ciencias Sociales.

La comprensión, interpretación y evaluación del componente social y humano en la actividad ingenieril, rebasa los marcos de la relación individuo-sociedad como objeto de estudio de la disciplina de Ciencias Sociales en las carreras de Ciencias Técnicas. La tecnología como el instrumento con el que el ingeniero transforma la realidad, punto de partida de su actividad y forma de realización profesional a través de la innovación, deviene objeto de la misma.

La definición de la interacción individuo-tecnología-sociedad (triada de interacción dialéctica) como objeto de estudio de la disciplina se fundamenta en la comprensión del carácter social de la tecnología en su desarrollo. La conceptualización teórica de la tecnología como fenómeno social comprende tres momentos esenciales: la técnica como medio de prolongación de las capacidades, relaciones y valores humanos; el factor humano que orienta su actividad a las acciones, objetivos y resultados; como subsistema intencional, operacional y de gestión, propio de toda técnica; la cultura tecnológica como forma de despliegue de la práctica tecnológica que combina los aspectos técnicos, organizacional y cultural.

La interacción individuo-tecnología-sociedad como célula, se despliega a partir de la lógica de las Ciencias Sociales que intervienen, y de los requerimientos de la profesión.

El despliegue se realiza desde los conocimientos más esenciales: el análisis de la relación individuo-sociedad con énfasis desde el ángulo de la profesión, expresado en la relación personalidad-ingeniería-sistema social. En un segundo momento, el componente tecnología se manifiesta a través del concepto de cultura tecnológica, conformando una nueva relación: profesional-cultura tecnológica-impacto social. Tanto una relación como la otra pretende que el estudiante se responda quién soy y seré y cuál es el campo de mi actividad, desde el ámbito de la sociedad.

En un nivel superior de concreción la célula se desarrolla como: profesional-estrategias y políticas de desarrollo tecnológico-desarrollo sostenido; donde desde un enfoque social el futuro profesional debe valorar el contexto socio-histórico internacional y nacional en que tendrá que actuar eficiente y competitivamente.

Por último, el despliegue conduce a formas más superficiales y concretas, como son las expresadas en la relación ingeniero-innovación tecnológica-desarrollo organizacional, con el fin de hacer su actividad más eficiente mediante instrumentos, técnicas y métodos que aportan a las Ciencias Sociales.

Así, el estudio de las Ciencias Sociales y Humanísticas para el ingeniero, desde un enfoque interdisciplinario y dialéctico-materialista, conduce a que su sistema fundamental de invariantes se concentre en el estudio de los aspectos sociales de la tecnología o la también llamada sociología de la tecnología.

El objetivo de la disciplina es evaluar la dimensión socio-humanista de las soluciones tecnológicas que demanda el desarrollo científico-técnico y socio-económico sostenible, en las condiciones histórico-concretas del país.

Este objetivo resume el cargo social de la transformación socio-humanista básica en las carreras de ingeniería: su POR QUÉ Y PARA QUÉ, la acción de EVALUAR como habilidad fundamental; y los contenidos esenciales a alcanzar por los estudiantes finalizados sus estudios.

El logro del objetivo propuesto es posible solo como resultado de la derivación del mismo a través de la actividad académica y laboral investigativa de los estudiantes en el marco de los objetivos de los diferentes años de la carrera. Los objetivos determinan y se concretan en la categoría pedagógica CONTENIDO. El contenido requiere de una adecuada selección de las ciencias, de parte de ellas, o de sus interrelaciones, acorde al modelo de ese profesional. Además, permite alcanzar la unidad entre los motivos y los objetivos, pues se parte de las inclinaciones motivacionales del estudiante por esa carrera, siendo válido aún más para aquellas disciplinas menos cercanas al perfil.

Del POR QUÉ y PARA QUÉ nos trasladaremos al QUÉ, al CONTENIDO, el cual se estructura de la forma siguiente:Sistema de conocimientos:El sujeto de la actividad y la comunicación. Personalidad, clases sociales y grupos humanos. Responsabilidad y regulación moral. El sentido de la vida. Ingeniería: su historia. Las relaciones económicas como base del sistema social. Creación espiritual y conciencia social: su estructura. Ética de la profesión. Humanismo y sentido de la historia. Emancipación y el ideal socialista.

Ciencia y tecnología: evolución y revolución. Cambio tecnológico y paradigma técnico-económico y social. Impacto social de las nuevas tecnologías. Ecología e ingeniería. Actividad científico-técnica. Innovación tecnológica. Cultura tecnológica. Ética, estética e ingeniería. Transferencia de tecnología e identidad cultural. Desarrollo tecnológico. El Estado y la política innovadora.

El capitalismo como sistema social. Crecimiento-desarrollo-subdesarrollo. El cambio tecnológico y el desarrollo sostenible. Socialismo: transición al socialismo. Modelos de desarrollo. Estrategias y políticas nacionales. Estrategia de desarrollo económico y social de Cuba. Organización, cultura y eficiencia empresarial.

Cambio tecnológico y desarrollo organizacional. Cultura estratégica y prospectivas. Factor humano: motivación, liderazgo y relación interpersonal. Lógica y metodología del conocimiento científico-tecnológico. Métodos científicos y técnicas sociológicas. Creatividad científico-técnica.

Sistema de habilidades:-CARACTERIZAR el papel activo y creador del sujeto en la sociedad, a partir de su compromiso individual y social como profesional.

-CARACTERIZAR las variables sociales que intervienen en el proceso tecnológico en una empresa.

-IDENTIFICAR la interrelación entre los factores económicos, científicos-tecnológicos, socio-políticos de los diferentes modelos de desarrollo en el contexto mundial, como parte de su entorno profesional.

-VALORAR las tendencias de desarrollo económico, científico-tecnológico y socio-político en las condiciones histórico-concretas de Cuba como parte del entorno y esfera de acción de su actividad profesional.

-IDENTIFICAR los problemas de índole social que afectan la eficiencia socio-económica y competitividad en una empresa.

-FORMULAR un diagnóstico de los factores sociales que intervienen en la solución de los problemas profesionales en el marco de un proyecto tecnológico, como resultado de la aplicación de diferentes métodos y técnicas de investigación.

-VALORAR alternativas y FORMULAR propuestas de solución a problemas de carácter social propios de un colectivo laboral.

Al ser la tecnología objeto de las Ciencias Técnicas desde el ángulo de los sistemas tecnológicos e incorporarse como objeto de estudio de las Ciencias Sociales, dada la dimensión de los procesos económicos, sociales y propiamente humanos en que esta se desarrolla, el estudio de las Ciencias Sociales adquiere una significación decisiva para el perfil profesional, con objetivos bien definidos no solo de carácter educativo sino instructivos y directamente vinculados a la disciplina integradora de cada carrera.

Lo significativo en esta renovación reside en el enfoque y contenido que adquieren las Ciencias Sociales en la enseñanza, a diferencia de lo existente en otras universidades. El movimiento de reforma de la educación iniciado en la década de los ochentas, que tuvo su origen en los Estados Unidos, con el enfoque de ciencia-tecnología-sociedad con vistas a que la enseñanza y el aprendizaje de la ciencia se den en el contexto de la experiencia humana. Está orientado fundamentalmente a la enseñanza media y carreras profesionales no técnicas, y no ofrece un sistema lógico y estructurado de conocimientos y habilidades a través de los diferentes años de estudio.

-Es impostergable el fortalecimiento de la formación científica humanista en los futuros ingenieros, porque la sociedad contemporánea necesita algo más que personas adiestradas para la función especifica del trabajo, necesita profesionales con motivaciones, capacidades y móviles humanos para la actividad creadora e independiente en el campo de las ciencias y las tecnologías: factores estratégicos del desarrollo.

-La renovación de la concepción socio-humanista de los ingenieros abarca los aspectos siguientes:a) el diseño de una nueva disciplina de formación socio-humanista básica para los ingenieros con enfoque interdisciplinario y dirigido no solo a la transmisión de conocimientos, sino en lo fundamental a la creación de habilidades y valores, definidos en cada período académico e integrado al resto de las disciplinas y objetivos del modelo profesional.

b) extensión de la enseñanza de las Ciencias Sociales al componente laboral-investigativo, que permite la formación y desarrollo de habilidades y convicciones en la práctica social trasladando la enseñanza del nivel reproductivo al productivo: saber hacer.

c) cambios sustanciales en las formas, los métodos y la evaluación de la enseñanza, y en el trabajo docente-metodológico que garantiza cómo lograr los enfoques interdisciplinarios, poniendo el énfasis en el aprendizaje.

d) garantizar la educación continua, ampliando la formación socio-humanista al nivel de enseñanza post-graduada que asegure mayor especialización según el perfil ocupacional del egresado.

e) propiciar una renovación crítica de las estructuras académicas vigentes en cuanto a la integración de colectivos de profesores de disciplinas y asignaturas, la especialización y superación de éstos, la proyección de la actividad científico-investigativa y la propia optimización del proceso docente.

f) el profesor como agente fundamental del cambio, debe transformar su perfil estrecho con una mayor flexibilidad y amplitud del conocimiento, que le permita explicar la totalidad y no la parte del problema a tratar, es decir; abandonar el paradigma de la especialización y de enseñar sólo lo que requiera el profesional.”El doctor Jorge Núñez Jover plantea que: “Los practicantes de las ciencias técnicas, naturales y médicas, por diversas razones, y aun sin saberlo, están tan necesitados de las Ciencias Sociales como de aquellas disciplinas científicas y técnicas que pueblan los planes de estudio de pre y postgrado en que se forman”.

Y agrega que: “Esta afirmación, sin embargo, dista de ser obvia; tropieza con la percepción cotidiana, casi unánimemente compartida por estudiantes, profesores y especialistas, que aceptan una “división del trabajo científico” que aísla no solo las ciencias naturales y técnicas de las sociales, sino también las diferentes ciencias que constituyen esos campos, por ejemplo la Química de la Biología, la Ciencia Química de la Ingeniería Química y de otro lado, la Filosofía de la Sociología y esta de la Psicología, y así sucesivamente.

Esas separaciones están bien afirmadas en el orden institucional vigente: se estudian en carreras y postgrados separados, a veces situados en centros universitarios diferentes.

El desarrollo de las especialidades, proceso indudable de la evolución del conocimiento y la práctica científica, conduce con frecuencia a una ignorancia no desestimable de todo aquello en lo que no se es especialista, perfil que, por lo demás, es cada vez más estrecho. Surge así una paradoja: el desarrollo del conocimiento puede conducir a grandes zonas de ignorancia y el especialista puede ser un gran conocedor de casi nada y un ignorante de casi todo. Especialmente profundo es el abismo que separa las ciencias sociales y las humanidades de las ciencias naturales, técnicas y médicas.

En su trabajo Las dos culturas, de 1977, C.P. Snow denunciaba desde la década de los cincuenta la fractura introducida en la cultura contemporánea en dos territorios distantes: ciencias a un lado y humanidades a otro. El resultado de esa escisión es el empobrecimiento que experimentan los campos situados en uno y otro lados de la brecha.

Contra esto la formación de los profesionales de perfil técnico necesita una mirada más humanista, más centrada en el hombre, en su felicidad y sus valores cuando analizamos la ciencia y la tecnología, así como también un fundamento más científico y tecnológico cuando de comprender al hombre y su vida espiritual se trata.

El propio Carlos Marx expuso: “La Historia misma es una parte real de la historia natural de la naturaleza que viene a ser hombre. Las ciencias naturales llegarán a incluir a las ciencias del hombre, lo mismo que la ciencia del hombre incluirá a las ciencias naturales: Habrá una sola ciencia”.

A través de estas investigaciones previas se evidencia que estos autores han estudiado la educación en valores desde el Marxismo-Leninismo, que han determinado varias regularidades, como son:- La pertinencia de la educación en valores desde esta disciplina.

- La Disciplina de Marxismo-Leninismo ha potenciado siempre un lugar privilegiado la relación del hombre con la sociedad.

- La educación en valores como parte de la formación integral del profesional universitario rebasa el ámbito exclusivamente académico y posee gran alcance social.

- El fortalecimiento de la educación en valores se basa en la interrelación tecnología-sociedad.

- La necesidad de una mayor interacción y unificación de las ciencias naturales y técnicas de las sociales.

Sin embargo, la necesidad de la estructuración e integración de la Disciplina de Marxismo-Leninismo para la formación del profesional no ha sido abordada y estudiada con profundidad.

No hay coherencia en el tratamiento y la instrumentación de la educación en valores a través de la disciplina entre lo teórico, lo metodológico y lo práctico. Si no hay una integración disciplinar, si no hay coherencia entre lo teórico, lo metodológico y lo práctico, no se puede alcanzar la educación en valores que se pretende.

En teoría se trabaja en este empeño, pero esto no llega a la práctica porque subsisten problemas en el enfoque metodológico, lo cual requiere de una consolidación a través de la integración disciplinar. Este deviene uno de los mayores retos del Marxismo-Leninismo.

En la Tesis y Resoluciones sobre Política Educativa del Primer Congreso del PCC se señala que: “La Educación Superior es la encargada de formar los cuadros de alta calificación para todas las ramas de la economía, la ciencia, la técnica y la cultura de la nación […] formar a las nuevas generaciones y a todo el pueblo en la concepción científica del mundo […] desarrollar plenamente las capacidades intelectuales, físicas y espirituales del individuo y fomentar en él elevados sentimientos humanos y gustos estéticos; convertir los principios ideológicos, políticos y de la moral comunista en convicciones personales y hábitos de conducta diaria; formar, en resumen, un hombre libre y culto, apto para vivir y participar activa y conscientemente en la edificación del socialismo y el comunismo”.

Este mismo documento reconoce la importancia y necesidad del estudio del Marxismo-Leninismo en las universidades cubanas para educar en valores, cuando afirma: “La formación de una sólida concepción científica del mundo es una de las tareas más importantes que se presenta a la escuela cubana en el complejo proceso de educación de la joven generación, de ahí que en la formación intelectual de nuestros niños y jóvenes ello debe ocupar el lugar central”.

Si la sociedad cubana pretende formar personalidades íntegras, que no sean simples observadores pasivos, sino que sean capaces de luchar activamente en la transformación de la realidad, la educación deberá desarrollar en los estudiantes una posición firme en la vida, y convicciones estables expresadas en la concepción científica del mundo. La enseñanza sistemática como proceso docente-educativo sienta las bases de la formación de la concepción científica del mundo a través del estudio de las diferentes asignaturas que integran la disciplina de Marxismo-Leninismo.

Según Isabel Villarrubia Cabrera: “En la doctrina Marxista-Leninista ha ocupado siempre un lugar importante la concepción acerca del hombre, su esencia, su naturaleza, su relación con la sociedad, el papel que juega en su desarrollo,” y agrega que la educación en valores de “las nuevas generaciones tiene una gran importancia en Cuba, pues está dirigida a formar en los jóvenes las ideas socialistas y a erradicar los perjuicios de la sociedad capitalista y las condiciones semicoloniales del trabajo en la conciencia social. Es continuación de la lucha de clases contra el imperialismo y los explotadores de ayer, que tratan de desvirtuar la naturaleza y el carácter de nuestra Revolución, de sembrar la indiferencia hacia las conquistas del socialismo real, a la memoria de las generaciones anteriores, al heroico pasado del pueblo cubano, e ignorar nuestras mejores tradiciones […], a ignorar las luchas sociales por lograr la verdadera independencia y la emancipación de los trabajadores de la explotación, a restar el papel que el trabajo juega en el surgimiento y desarrollo de la humanidad”.

Por su parte, para Irma Victoria López Núñez la educación en valores a través del Marxismo es fundamental para la sociedad y debe desarrollarse entre los estudiantes universitarios ya que: “el valor imperecedero de las ideas científicas de Carlos Marx y Federico Engels está en que reflejan las leyes internas más profundas y objetivas, así como las fuerzas motrices del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento; además ponen al descubierto un enfoque metodológico correcto para su estudio y transformación”.

El doctor Gerardo Ramos Serpa, de la Universidad “Camilo Cienfuegos” de Matanzas, ha abordado el tema en sus investigaciones. Según su criterio: “la formación humanística representa la elaboración y la apropiación por parte del sujeto, a través de la vida curricular, de una concepción integral acerca de la naturaleza del hombre y de la sociedad, así como de la activa y multilateral interrelación entre ambos. Ello hace que la formación humanística posea un sistema de componentes cosmovisivos, económicos, políticos, intelectuales, éticos, estéticos y patriótico-nacionales que se nutren y establecen a partir de las más diversas disciplinas científicas acerca del hombre y de la sociedad, tales como la Filosofía, la Economía, la Sociología, la Politología, la Jurisprudencia, la Lógica, la Epistemología, la Ética, la Estética, la Psicología, la Pedagogía y la Historia, entre otras”.

A decir del Dr. Fernando Vecino Alegret: “La función formadora de la universidad no se limita a conocimientos y habilidades, sino también, y a la par, a la formación y consolidación de valores. La universidad debe ganar cada vez mayor conciencia de que los retos son académicos y científicos, morales y éticos. Lograr una formación integral para un desarrollo sostenible presupone no solo altos niveles de capacidad técnica que garantizan el desarrollo, sino personalidades plenas que, de manera consciente y activa, repudien todo vestigio de injusticia social, que sientan el orgullo de formarse y trabajar en el país en que nacieron y de su identidad latinoamericana y caribeña”.

El desarrollo de una formación integral y de valores en los profesionales universitarios de perfil técnico ha sido una preocupación de la universidad cubana. Al respecto, Armando Hart Dávalos manifestó que: “Los centros docentes deben enrumbar orgánicamente su labor pedagógica en relación con una visión científica y el estudio y empleo de los métodos de ese carácter, con rigor y seriedad, y hacia el fortalecimiento de la cultura humanista en el sentido que se entiende en nuestra América”.

Resulta imprescindible tener en cuenta la fundamentación de la educación en valores en los estudiantes de perfil técnico. Según Marta Arana, la misma debe contribuir a “evaluar e interpretar las decisiones profesionales; desarrollar la capacidad de comunicación; desarrollar conocimientos y predicciones futuras; desarrollar capacidades estéticas, económicas y organizativas; sustentar valores científicos, éticos y humanos y brindar una metodología para la acción revolucionaria,” a la vez que se insiste en que: “Las ciencias sociales y las humanidades vienen a ser ...”áreas prioritarias en los currículos de ingeniería de manera que la enseñanza tecnológica pueda responder a uno de los paradigmas educativos del tercer milenio: el profesionista técnico como entidad de interacción y cambio social.” Según Esquivel, “la realización efectiva de la formación humanística como parte de la formación integral del profesional universitario rebasa el ámbito exclusivamente académico y posee irrenunciables resonancias sociales. La formación humanística está llamada hoy a potenciar esos esfuerzos, a contribuir a fundamentar científicamente ese control y a concientizar y orientar esa acción autónoma. Es por ello que no se puede dejar de reconocer que: “Si uno de los objetivos fundamentales de la Universidad es resguardar, promover y ejercer el humanismo, como formación integral, entonces su función trasciende la formación profesional y adquiere una dimensión de servicio social”.

Para Marta Arana, las Ciencias Sociales, y entre estas el Marxismo-Leninismo, como disciplina en sus objetivos y contenidos: ”Constituye una derivación de los requerimientos sociales y científico-técnicos del entorno mundial y nacional, expresados en el modelo del profesional, el sistema de conocimientos de esta disciplina en las carreras técnicas debe incorporar en su objetivo de estudio la tecnología, como fenómeno social y medio a través del cual se da la interacción dialéctica individuo-sociedad, y por tanto, elemento decisivo en la actividad individual-profesional-social, del ingeniero como sujeto activo y creador de la sociedad.” El reforzamiento de la formación socio-humanista tiene su fundamento en su interrelación tecnología-sociedad. La comprensión de la tecnología como resultado del desarrollo humano, y por tanto como fenómeno social, que caracteriza en su evolución y revolución al desarrollo social, conduce al principio de que los ingenieros deben estudiar disciplinas de las Humanidades y Ciencias Sociales, como el Marxismo-Leninismo, para poder brindar soluciones más apropiadas a la lógica de la sociedad, así como que el humanista debe estudiar tecnología, para entender mejor el cambio social.

La tecnología se desarrolla en un complejo sistema cultural. En el mismo están presentes los conocimientos, hábitos, necesidades y valoraciones que en cada sociedad imperan siempre de acuerdo con sus rasgos universales y particulares. La tecnología existe como un elemento de la cultura humana.

Marta Arana plantea que: “un ingeniero que no sea capaz de tomar una decisión profesional acompañada de claros conceptos de racionalidad económica, de cuidado y conservación del medio ambiente y asumir gustos y costumbres sociales, podrá obtener resultados exitosos en tanto factibilidad técnica, pero no en cuanto al desarrollo social.” La formación humanista es, ante todo, el conocimiento del valor de la vida humana, el autorreconocimiento como hombre, el ubicarse como agente de cambio y con responsabilidad transformadora de la realidad, teniendo en cuenta circunstancias naturales, sociales e históricas. Es descubrir la propia capacidad de autorrealización para asumir su compromiso ante la vida. A las Ciencias Sociales, y en específico al Marxismo-Leninismo, le es inherente la formación cultural, socio-humanista y la educación en valores de los educandos.

Sin embargo, existen diferentes criterios y opiniones sobre el papel de esta disciplina en la formación del ingeniero en la práctica del proceso docente-educativo. A pesar de los planes llevados a cabo en la Educación Superior en nuestro país por lograr la vinculación entre el trabajo manual e intelectual, aún existe una dicotomía entre lo humanístico y lo tecnológico, entre las Ciencias Sociales y la Ingeniería, que se expresa tanto en los planes de estudio como en el propio proceso de enseñanza-aprendizaje de las carreras de ciencias técnicas, y lo que es peor en la práctica profesional.

Todo lo anterior indica que todavía resulta necesario profundizar en la integración disciplinar del Marxismo-Leninismo para lograr la educación en valores a que aspiramos para la formación de los futuros profesionales. Esto nos permitió diseñar un nuevo proceso de investigación que tiene como objetivo proponer un sistema de acciones con enfoque disciplinar en las asignaturas de Marxismo-Leninismo, el cual contribuya a la Educación en valores en la carrera de Ingeniería Biomédica, de la Facultad de Ingeniería Eléctrica, de la UCLV.

La integración disciplinar del Marxismo-Leninismo constituye un proceso que caracteriza el desarrollo de las ciencias y la tecnología de avanzada en el mundo actual. De ahí su importancia en la educación en valores en la formación ingenieril universitaria.

El enfoque sistémico y la integración disciplinar en la educación significa un cambio de paradigma en cuanto a la ciencia y su relación con la docencia. Requiere de un conjunto de conceptos, teorías, métodos lógicos, invariantes que se relacionen con el objeto de estudio, que puede generar una nueva disciplina que como estructuración pedagógica es un conjunto coherente de los conocimientos de las ciencias en torno a un problema profesional o tareas generalizadas.

Resulta necesario que la educación en valores del estudiante de perfil técnico se sustente en la relación individuo-profesión-sociedad, lo que metodológicamente significa que el sistema de objetivos y contenido, que parte de la interacción individuo-sociedad constituya una derivación de los requerimientos sociales y científico-técnicos del entorno nacional y mundial que se expresa en el modelo del profesional.

La educación en valores desde los objetivos y contenidos propios de la Disciplina de Marxismo-Leninismo debe contribuir a: consolidación de valores éticos y humanos; el desarrollo de capacidades estéticas, económicas y organizativas; la capacidad de comunicación en las relaciones personales e intergrupales; el desarrollo de los conocimientos científico-técnicos y predicciones futuras y la utilización de métodos e instrumentos para la acción social.

En los objetivos de los programas de la carrera de Ingeniería Biomédica debe tenerse en cuenta que estos planteamientos se señalan como una de las dificultades a resolver. Por tanto, su consecución es fundamental, ya que la literatura consultada tanto por estudiantes como por profesores de estas especialidades en la mayoría de los casos proceden del área capitalista y presenta serios problemas ideológicos.

Por otra parte, no puede concebirse que una sola asignatura posibilite que se alcance la educación en valores, sino que resulta necesario establecer los nexos existentes entre las distintas asignaturas de la disciplina.


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