BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LAS PEQUEÑAS Y MEDIANAS EMPRESAS

Horacio Mercado Vargas
Marisol Palmerín Cerna

 

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VI.2. FACTORES DE ÉXITO EN MATERIA DE DESARROLLO REGIONAL: EXPERIENCIAS INTERNACIONALES

El objetivo fundamental de esta obra es presentar una selección de casos para promover el desarrollo regional a nivel mundial y así tener un marco de referencia, que permita a los interesados comparar los proyectos nacionales, estrategias y resultados con los aplicados en otros países y regiones y de este modo, poder diseñar acciones más eficaces y seguras.

Se dice que no es posible aprender en cabeza ajena, pero la experiencia demuestra que sí ocurre. Por tal razón deseamos compartir con ustedes las experiencias de otros promotores del desarrollo. A tal efecto, hemos elegido las que, quizá, aunque menos conocidas, sí son las más útiles para el país. Las experiencias están elegidas buscando que sean útiles para aquéllos que están en la «LÍnea del Frente del Desarrollo». Por eso, más que reflexiones nuestras, dejamos hablar a los actores con casos prácticos sobre sus éxitos o fracasos.

1. Evolución de las estrategias generales de industrialización y desarrollo regional.

1.1. Evolución de algunas estrategias.

En el mundo hay numerosos ejemplos de procesos que revelan la interacción entre políticas industriales y de desarrollo regional, así como sus consecuencias, a veces contradictorias, en ocasiones, complementarias.

Después de la Segunda Guerra Mundial, las políticas para promover la industrialización, tanto a través de la sustitución de importaciones como de la promoción de exportaciones, complementaron, muchas veces con éxito, las políticas de desarrollo regional. Pero pareciera que el reciente cambio tecnológico ha tendido a favorecer a las áreas urbanas, en contra de las rurales, obstaculizando la descentralización. Por otra parte, muchos países ya no aplican políticas generales desde el gobierno central, sino que las delegan a las regiones y provincias, promoviendo, así, la competencia interregional por los recursos, lo que acaba también favoreciendo a las regiones más prósperas fret:lte a las más atrasadas.

Un estudio de Ann Markusen trata estos temas desde la óptica de la interacción entre políticas industriales y políticas de desarrollo regional, comparando los casos de Brasil, Corea, Estados Unidos y Japón.

En Brasil, la aplicación de un modelo económico basado en la sustitución de importaciones arroja un patrón de desarrollo muy desigual a nivel regional, con pobreza en el Noroeste, y crecimiento concentrado en el triángulo de Sao Paulo-Río de Janeiro-Belo Horizonte. Partiendo de una situación tan desequilibrada, las políticas de sustitución de importaciones favorecieron a Sao Paulo, de manera que su participación en la formación del PIB industrial pasó del 16% en 1907 al 58% en 1970. Las políticas de inversión en comunicaciones y transportes tuvieron efectos perversos para el desarrollo regional, ya que favorecieron a las industrias paulistas permitiéndoles llegar a mercados más lejanos y logrando que desaparecieran los competidores que surtían a regiones antes aisladas.

La República de Corea desarrolló una política industrial mediante la selección de sectores clave, trabajando gobierno y los grandes consorcios multi-industriales o «chaebol», simultáneamente con un esfuerzo por reordenar el desarrollo regional mediante presiones sobre el sector privado para que se relocalizara. Esta estrategia creó nuevos enclaves industriales y desaceleró el crecimiento del empleo en Seúl, en particular en la industria pesada y química; empero, por lo que se refiere a los sectores de alta tecnología, las empresas que se localizan fuera de la capital del país se encuentran en desventaja ya que ésta tiene mejores escuelas, oficinas empresariales y servicios.

Los Estados Unidos no parecen tener una política industrial o regional formal. Sobre el particular, opina Markusen que, en la nación estadounidense se ha practicado tanto una política industrial como una regional, aunque sin esos nombres; así, hay una política informal incorporada a la misma estructura federal, a través del Congreso que asigna recursos para infraestructura y otras inversiones, y en el cual los grupos regionales luchan por promover las inversiones en sus estados.

Por otra parte, existe una política industrial informal derivada de la política militar, con compromisos de investigación y desarrollo empresas-gobierno, compras a largo plazo, garantías a la inversión y asistencia a empresas en problemas. El conjunto de estas políticas ha ofrecido canales de participación y apoyado algunas regiones periféricas, pero no ha facilitado la planeación regional a largo plazo o la equidad interregional.

El gobierno del Japón promovió la reconstrucción industrial en sus lugares pre-bélicos como Tokio, Yokohama, Nagoya, Osaka, Kobe e Hiroshima, por lo que se podría decir que el gobierno ha dado prioridad a la eficiencia industrial sobre la regional, si bien en los años ochenta el MITI planeó tecnópolis en regiones alejadas, como forma de combinar industria, tecnología y desarrollo regional; los resultados no parecen haber sido muy satisfactorios ya que no se crearon polos verdaderamente nuevos.

Esta comparación contribuye a detectar políticas regionales que favorezcan la equidad entre regiones y, simultáneamente, logren promover el desarrollo industrial. De ello, resulta la conveniencia de plantear políticas para las aglomeraciones regionales pero por sectores, determinando cuánto se pueden descentralizar las industrias sin perder eficiencia, aprovechando mecanismos de redes, subcontratación, .etc., hasta su mayor potencial.


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