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EL IMPACTO DE LA TECNOLOGÍA EN LA TRANSFORMACIÓN DEL MUNDO

Eduardo Jorge Arnoletto

 

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Dinámica del espacio geográfico nacional argentino

La República Argentina es un “estado nacional” que integra el mundo actual., y como tal posee un territorio nacional. El territorio nacional se organiza como resultado de múltiples proyectos y acciones que surgen del Estado y de la sociedad. El Estado es la organización política con autoridad para cumplir las normas que se consideran legales y que orientan o determinan a las personas sobre qué pueden hacer y qué no pueden hacer en el territorio en que habitan. A través de sus instituciones de gobierno y de administración, establece la organización política de ese territorio. La sociedad nacional está integrada por los habitantes de un territorio que comparten valores, se relacionan entre sí y realizan sus acciones. Es decir, se asientan en determinados lugares, transforman el medio natural, utilizan determinados recursos naturales, construyen asentamientos y desarrollan actividades económicas.

Parece oportuno recordar aquí algunas referencias geográficas sobre nuestro país: El territorio argentino tiene una extensión considerable, y se desarrolla predominantemente según el eje Norte – Sur, abarcando latitudes tropicales, templadas y frías, lo que se manifiesta en una gran diversidad de relieves y climas, que sirven de fundamento a una división regional del espacio territorial, que identifican unidades funcionales distintivas, según la homogeneidad física y la cohesión de la actividad humana de cada una de ellas. Se aclara que en esta enumeración y delimitación de regiones tiene cierto margen de imprecisión, en especial en lo referente a los límites interregionales, que muchas veces no pueden demarcarse con exactitud sobre el terreno.

De todos modos, los estudios al respecto en general aceptan la siguiente división regional:

1. Región pampeana, llanura pampeana o Pampa.

2. Región chaqueña, llanura chaqueña o Chaco.

Algunos autores integran estas dos regiones en una sola, a la que denominan llanura chaco – pampeana.

3. Región mesopotámica, llanura mesopotámica o Mesopotamia.

4. Región de las sierras pampeanas.

5. Región del Noroeste.

6. Región andino – cuyana, andino central o Cuyo.

7. Región de la Patagonia andina, andina del sur, andino patagónica o patagónico fueguina.

8. Región patagónico malvinense, de la Patagonia extrandina o meseta patagónica.

Algunos autores hablan de una sola región patagónica, en la que se presentan dos subregiones: la andina y la extrandina o de las mesetas.

Región antártica e islas australes, Antillas australes o islas oceánicas.

La llanura pampeana era reconocida en la Nación Argentina y en el mundo, como el área generadora de riqueza más dinámica, y mejor conectada con el mercado exterior. La producción de cereales- la más importante del área-, avanzó hacia el norte, penetrando en el sur y el centro de Santa Fe y Entre Ríos, hasta donde el clima se torna más cálido y menos apto para dichos cultivos. De esta manera, la superficie cultivada también se extendió hacia el oeste y el sudoeste hasta áreas más secas, donde los productores vieron limitadas las posibilidades de realizar una agricultura de secano. En el mapa que muestra la red de ferrocarriles, el área de mayor densidad representa la zona de expansión de la agricultura de cereales de secano para exportación.

Como se ve, este desarrollo vinculó vastas extensiones donde proliferaron numerosas ciudades conectadas por el ferrocarril; entre éstas se destaca Córdoba, cuya importancia data de la época colonial, cuando era lugar de paso obligado en el tránsito desde Bs.As. hacia el interior. Con la expansión de la agricultura en el área pampeana cordobesa, también llegaron el ferrocarril y los inmigrantes. La ciudad de Córdoba creció y estrechó aún más el contacto con Rosario y Bs.As.

Otras zonas también se vincularon por medio del ferrocarril, en calidad de exportadoras. Es el caso del área chaqueña donde se explotó el bosque para obtener tanino. El tramo ferroviario que se extiende entre el norte de Santa Fe y el sur del Chaco, recorre esa zona de explotación forestal donde predominan los ejemplares de quebracho ( los de mayor contenido en tanino).

Otras áreas se vincularon con el mercado consumidor pampeano. Esto ocurrió principalmente con la producción de vinos mendocinos y de azúcar del Tucumán. Comenzando el siglo XX, se fueron incorporando otras áreas productivas como abastecedoras de dicho mercado. Además, muchas de éstas recibieron diversos tipos de subvenciones del estado nacional, parte de las cuales fueron otorgadas a los estados provinciales donde se encontraban los centros de producción.

Hubo casos en que la llegada del ferrocarril no bastó para que ciertas áreas productivas se integraran a los mercados, por lo que quedaron estancadas. Es el caso, por ejemplo, de algunos oasis de las provincias del interior, como los de Catamarca y la Rioja.

Los pobladores originarios del territorio que hoy pertenece a la Nación Argentina eran predominantemente tribus nómades, de recolectores, cazadores y pescadores, salvo en el Noroeste, donde habitaban pueblos sedentarios, pastores y agricultores, con gran influencia cultural incaica.

La conquista y colonización española se produjo por tres corrientes: desde el Este, por vía marítima sobre el Litoral; desde el Noroeste, o sea desde el Perú y el Alto Perú, sobre el actual NOA; y desde el Oeste, desde Chile, sobre la región de Cuyo. Vastos territorios en el NEA , en el sur de Buenos Aires y La Pampa, y en la Patagonia quedaron sin ocupación efectiva hasta fechas muy avanzadas, aunque nominalmente figuraban bajo el dominio de la Corona española.

Todo el actual territorio argentino formaba parte originariamente del Virreinato del Perú. En 1776 se creó el Virreinato del Río de la Plata, que incluía ocho intendencias – Buenos Aires, Cochabamba, Córdoba, Charcas, La Paz, Paraguay, Potosí y Salta – y cuatro gobernaciones – Chiquitos, Misiones, Moxos y Montevideo.

Durante el proceso de la emancipación de estas colonias de la Corona española, se produjo un desmembramiento del Virreinato, separándose los territorios de las actuales repúblicas de Paraguay, Bolivia y Uruguay. Posteriormente, Chile extendión su territorio desde el río Bío-Bío hasta el Cabo de Hornos, lo que significó la pérdida de la condición bioceánica del actual territorio argentino.

Las cuestiones de límites emergentes de tales procesos fueron resolviéndose en general mediante arbitrajes internacionales, quedando en la actualidad pocos temas pendientes. El principal es, sin duda, la disputa con Inglaterra sobre las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, territorios que Inglaterra usurpó por la fuerza en 1833. Quedan algunas cuestiones menores con Chile, Bolivia y Paraguay.

En lo referente al área marítima, valen las disposiciones de la III Convención del Mar, Jamaica, 1982: dominio marítimo sobre el Mar Territorial (hasta las 12 millas, o 22 km); poder de fiscalización sobre la Zona Contigua; y Mar Patrimonial, hasta las 200 millas, o 370 km.

La organización política del territorio se dá en función de que existen distintos organismos de gobierno que toman decisiones y realizan acciones con el fin de atender a las necesidades y requerimientos de la población dentro de las áreas donde ejercen su poder, es decir en sus jurisdicciones territoriales. En particular, si centramos la mirada en la “división política del territorio” podemos observar, que en la última década se han producido importantes modificaciones.

Por un lado, el último de los territorios nacionales: Tierra del Fuego, Antártida e islas del Atlántico sur- fue organizado como provincia en 1991. Por otra parte, luego de la reforma constitucional de 1994, la ciudad de Bs.As., capital del país, se organizó como “la ciudad Autónoma de Bs.As.” En ambos casos implicó la sanción de una Constitución y la elección de un gobierno propio. En la actualidad, entonces, el territorio del país, jurisdicción territorial del gobierno nacional, se encuentra dividido en 23 provincias y la Capital Federal.

Tanto las provincias como la ciudad de Bs.As. son autónomas, es decir, dictan su propia Constitución y sus leyes, tienen un gobierno propio y representantes en el Congreso de la Nación, elegidos por sus habitantes. La organización de nuestro país bajo el sistema federal se basa en esta autonomía; por ella los gobiernos provinciales ejercen dentro de su territorio todas las facultades que no han delegado en el gobierno nacional. En algunas provincias también se produjeron transformaciones en la división política de su territorio. Un ejemplo es la Provincia de Buenos Aires, en la cual se dividieron antiguos municipios para crear otros nuevos.

En las distintas provincias hay gobiernos locales, cuyas jurisdicciones territoriales se denominan, en general, “municipios”. Las funciones y atribuciones de estos gobiernos locales están definidas en la Constitución de cada provincia y presentan importantes diferencias entre sí. En algunas provincias, coexisten distintos gobiernos locales que se clasifican tomando en cuenta la cantidad de habitantes que tienen. Así, por ej, en Tierra del Fuego hay municipios y comunas, los primeros tienen un mínimo de 2000 hab. Y las segundas de 400. Algo similar ocurre en muchas otras provincias.

Por lo gral., estamos acostumbrados a ver los mapas que muestran el territorio de las provincias con su división administrativa en departamentos. Esta división no necesariamente se corresponde con el área donde ejercen su autoridad los gobiernos locales. Sólo en algunas provincias, cada municipio coincide con un departamento; ello sucede, por ejemplo, en el caso de Buenos Aires - donde se llaman partidos - o en Mendoza.

Las instituciones gubernamentales y administrativas de los gobiernos locales, provinciales y también del nacional, toman decisiones y llevan adelante acciones que van otorgando características particulares a la organización del territorio.

En general, las decisiones adoptados por esos distintos niveles de gobierno se encuentran muy relacionadas y se influyen mutuamente. Muchas de las acciones de los municipios están vinculadas con acuerdos realizados con el gobierno de la provincia a la cual pertenecen, así como las provincias, a su vez, mantienen acuerdos con el gobierno nacional. En sentido inverso, muchas de las decisiones y acciones que desarrollan los gobiernos nacional y provinciales pueden transformar –beneficiando o, a veces, dificultando- la forma en que se desarrolla la organización del territorio en lugares concretos. Por ejemplo, la decisión - propiciada por el gobierno nacional - de que los ferrocarriles dejaran de realizar algunos recorridos ha transformado negativamente en muchos casos, las posibilidades de vinculación entre distintos lugares, y con ello, las condiciones de vida de su población respectiva.

La reforma del Estado ha ocasionado cambios profundos en las relaciones entre gobierno y sociedad. A nivel de los gobiernos nacionales, tras la crisis del “Estado social de bienestar” se ha producido un proceso de achicamiento de estructuras, de abandono o transferencia de funciones, especialmente en dos aspectos:

Hay una transferencia de actividades que eran públicas al ámbito de lo privado, por vía de la privatización de empresas estatales, otorgamiento de concesiones, etc. En muchos casos, los antiguos proveedores del Estado se han convertido hoy en los nuevos dueños de las empresas privatizadas, lo que ha planteado el problema, hasta hoy mal resuelto, del control estatal del desempeño de tales empresas y la defensa de los usuarios - consumidores forzados en muchos casos por situaciones monopólicas u oligopólicas.

Por otra parte, hay un proceso de descentralización, de transferencia de funciones, con o sin transferencia de recursos, desde el gobierno nacional hacia los gobiernos provinciales y desde los gobiernos provinciales hacia los gobiernos municipales. Estos últimos han visto notablemente acrecentadas sus incumbencias, especialmente en los sectores de educación, salud y promoción del desarrollo.

A su vez, en la sociedad, la acción combinada de diversos factores ha producido un incremento muy fuerte de la exclusión social, por vía del desempleo. La innovación tecnológica expulsiva de mano de obra no calificada, las políticas restrictivas de los gastos fijos por parte de las empresas enfrentadas a la competencia, las privatizaciones y la reducción de las funciones estatales, han elevado las tasas de desempleo a cifras que no se conocían en Occidente desde la crisis de 1930, y esta situación parece destinada a perdurar, o a resolverse muy lentamente, con o sin paraguas de protección vía subsidios al desempleo.

El crecimiento del sector servicios parecía destinado a absorber los excedentes expulsados por la industria y el Estado, pero no lo hace en medida suficiente y tiene, además, exigencias de idoneidad que pocos satisfacen, de modo que se da la situación paradojal de que por un lado hay miles de personas que buscan un trabajo que no encuentran, y por otra hay ofertas de puestos de trabajo que no hallan los candidatos idóneos para cubrirlos. En otros casos, las ofertas de trabajos en empresas de servicios se formulan en términos de extrema precariedad y bajísima remuneración. En forma directamente relacionada con toda esta situación, crecen en nuestras sociedades la violencia, la delincuencia, la drogadicción, los suicidios y los abandonos de personas.

Las sociedades se están volviendo duales, o mejor dicho, “dobles”, en un nuevo sentido, no entre ricos y pobres, como antes, sino en grupos integrados al sistema de producción y consumo (con una gran mayoría de receptores de salarios empobrecidos) por una parte, y los grupos sociales excluidos de dicho sistema, o que participan de el en forma precaria, ocasional o delictiva, por otra.

En muchas partes, los grupos sociales excluidos se están organizando para intentar salidas a esta situación y resolver problemas relacionados con ella, como habitación, salud, educación, recalificación laboral, etc. Esto explica la aparición y auge de ese “tercer sector” de la economía y la sociedad, del que las organizaciones no gubernamentales son una clara expresión. Desde ellas se intenta el asesoramiento, la ayuda, la promoción y ejecución de actividades que tratan de resolver los problemas de la pobreza e intentan la reinserción en el sistema de los marginados, o el desarrollo de lo que se ha dado en llamar “la formalización de la economía informal”.

En el interior de grandes organizaciones se suelen adoptar estrategias de desconcentración y descentralización. La descentralización responde a un principio general de eficiencia en la gestión, que es el de llevar la capacidad de decisión y la actividad lo más cerca posible de los receptores de la misma, a fin de actuar directamente sobre el terreno, en base a una percepción directa de los factores del contexto, sin intermediaciones deformantes que produzcan luego una mala asignación o derroche de recursos.

En organizaciones grandes y complejas, el gran problema para aplicar la descentralización es cómo hacerlo sin perder la coordinación general de las actividades. Actualmente, el desarrollo de la tecnología informática permite lograr una retroalimentación en tiempo real que resuelve el problema. Queda en pié un problema de tipo cultural, derivado de la lógica interna del poder, de su tendencia cuasi - biológica al movimiento centrípeto (a concentrar más poder) mientras que la descentralización es un planteo racional y voluntarista hacia un movimiento centrífugo en la distribución del poder para elevar la eficiencia de la gestión.

Como un modo de transición que facilite el paso desde una gestión centralizada hacia una gestión descentralizada, suele apelarse a la desconcentración, que es una dispersión territorial de las estructuras de contacto de la organización con el contexto social externo, para facilitar su atención y acostumbrar a las partes a un contacto más frecuente y fluido, pero sin modificar en esa fase los órganos y procedimientos internos de decisión centralizada. A partir de allí, en una fase posterior, puede intentarse la verdadera descentralización, con otorgamiento de autonomía, transferencia de incumbencias y potestades, manejo de recursos propios y elección de sus propias autoridades.

Todos los procesos que acabamos de describir: revolución científico - tecnológica, globalización financiera y comercial, apertura de los mercados, radicaciones financieras, industriales y comerciales, así como los fenómenos políticos colaterales o derivados, como la reforma del Estado, las privatizaciones de empresas públicas, la transferencia de incumbencias hacia niveles estatales inferiores, han tenido numerosas consecuencias sobre el ámbito de la problemática social:

• La cantidad de personas que han perdido sus antiguos empleos como consecuencia de las privatizaciones y los ajustes en las estructuras del Estado, una parte de los cuales, con o sin disponibilidad de dinero proveniente de sus indemnizaciones, con o sin capacitación para hacer el cambio de actividad, tratan de llevar adelante actividades autónomas.

• La tecnificación de las actividades en las empresas privadas ha incrementado la productividad del trabajo (y el ratio de capital invertido por puesto de trabajo) de suerte que la actividad ha podido expandirse sin requerir más mano de obra, o mantenerse expulsando parte de la mano de obra que tenía, y la gente afectada por esos procesos está en la misma situación anterior.

• Una parte considerable de esa porción de la población que todos los años intenta incorporarse al mercado de trabajo no ha encontrado colocación; ese déficit se acumula año a año y una parte de esos desocupados jóvenes busca la posibilidad de algún desempeño autónomo.

• Lo mismo cabe decir de una parte de los egresados universitarios, los que no logran desempeñarse en tareas afines con su profesión.

Cuáles son los elementos componentes de la problemática social afectados por esos procesos? Ciertamente no son totalmente nuevos, pero se han visto agravados en los últimos años en casi todo el mundo. Entre los principales podemos mencionar:

• La distribución regresiva del ingreso.

• La precarización de las relaciones laborales.

• El desempleo y subempleo estructurales.

• La marginación social cuasi irreversible.

• El incremento de la violencia y de la delincuencia.

• El incremento de las drogadicciones.

• Las crecientes dificultades para acceder a la salud, a la educación y a la vivienda.

• El éxodo desde las áreas rurales a las urbanas.

• Los conflictos culturales relacionados con el sentido de la vida individual y social.

La Argentina es uno de los países menos densamente poblados del mundo, si nos guiamos por el promedio general del mundo. Para una superficie de aproximadamente 2.770.000 km2, y una población cercana a los 35.700.000 habitantes, su densidad promedio es de 13 habitantes por km2, bastante menos que sus vecinos (Chile: 19,3; Brasil: 19,2) y mucho menos que la mayoría de los restantes países del mundo, desarrollados o no. De hecho, en cuanto a su densidad promedio, la Argentina ocupa el puesto 161 entre los aproximadamente 190 países considerados en la estadística comparativa entre países del mundo.

Siempre la Argentina tuvo una escasa población en relación con su territorio. El primer dato de cierta precisión es del llamado Censo de Derqui, hecho en 1857, que indica 1 200 000 habitantes. El Tercer Censo, de 1914, registra un salto notable: 7 900 000 habitantes, crecimiento debido más a la gran oleada inmigratoria de fines del siglo XIX y principios del siglo XX que al crecimiento vegetativo de la población. A partir de allí se produce un crecimiento paulatino, de orígen predominantemente vegetativo: 1947: 16 000 000; 1960: 20 000 000; 1980: 28 000 000. En el ultimo Censo (1991) se alcanzó la cifra de 33 000 000. En la actualidad la población se estima en 36 000 000.

El actual índice de crecimiento anual de población es bajo: 1,5 % anual. El 10% de su población actual tiene 65 años o más, y esa tendencia al envejecimiento poblacional se viene acentuando en los últimos años; del mismo modo que la disminución de la tasa de fecundidad, ya muy cerca del límite del reemplazo generacional, que es de aproximadamente 2,3 hijos por pareja.

Otros datos vienen a completar la significación de esa información: la población está distribuída de manera completamente concentrada en ciertas regiones del país: el litoral, la pampa humeda y sus grandes ciudades, mientras que otras regiones: el noreste, el noroeste y sobre todo el sur patagónico presentan grandes áreas (el Impenetrable, la Puna, la meseta patagónica) con muy escasa población y densidades inferiores a 1 habitante por km2, lo que habla de una débil ocupación de esos territorios periféricos.

Otro dato importante es el altísimo porcentaje de población urbana: 89%, con lo que ocupa el puesto 19 en la ya mencionada estadística general. Este fenómeno de la alta urbanización está acompañado, como habitualmente ocurre, de una muy baja tasa de crecimiento anual de la población: 1,3% ( Argentina ocupa en este concepto el puesto 111). Esto se refleja claramente en los porcentajes de los diversos tramos de edad de la población: de 0 a 4 años: 9,5% (puesto 118); de 5 a 14 años: 18,1% (puesto 127); de 15 a 24 años: 17,5% (puesto 122) y de 24 a 65 años: 44,8% (puesto 69).

Desde el punto de vista étnico, predomina de manera casi absoluta la raza blanca, de ascendencia europea, principalmente latina. De la población originaria solo quedan grupos aislados en el NEA, el NOA y la Patagonia. El orígen de la mayor parte de la población es inmigratorio, principalmente de españoles e italianos, y en segundo término de otros países europeos, del Cercano Oriente y, en las zonas fronterizas y en las grandes ciudades, de otros países de América Latina, sobre todo de los países limítrofes.

Esta población tiene una composición general por sexos de 96 hombres por cada 100 mujeres; una esperanza de vida al nacer de 74 años (puesto 44); un alto índice de mortalidad infantil: 22 por mil (puesto 123), muy superior a sus vecinos, Chile: 13; Uruguay: 17; y a otros países mucho más pobres, como Cuba: 7 por mil, y Costa Rica: 12 por mil. Este dato es un claro indicador del atraso de Argentina en la atención de las cuestiones sociales. También tiene un alto índice de mortalidad materna: 1 por mil (puesto 94).

Esta población tiene una alfabetización del 96% (puesto 56) , con una tasa de escolarización entre 12 y 17 años del 79% y una alta tasa de escolaridad terciaria: 38% (puesto 25). Los gastos en educación, como porcentaje del PIB, ascienden al 4,5% (puesto 90), y como porcentaje del gasto estatal ascienden al 15% (puesto 76). Es de notar el bajísimo nivel de los recursos asignados a investigación pura y aplicada: 0,3% del PIB (puesto 45).

En cuanto a indicadores de salud y relacionados, podemos decir que el 68% de la población tiene acceso a servicios sanitarios (puesto 53); que el 71% tiene acceso al agua potable (puesto 61) y que la alimentación, medida en energía per capita asciende a 2950 calorías/día, lo que ubica a Argentina en el puesto 43 en el mundo. Argentina tiene una alta proporción de médicos en relación con su población: un médico cada 373 habitantes; y una baja proporción de enfermeras: una enfermera cada 1.783 habitantes (puesto 48).

La población en situación de pobreza asciende al 25% del total (puesto 35) con un alto porcentaje de población desnutrida: 9% (puesto 81), lo que es casi increíble en un país con un PIB per capita relativamente alto: 9530 dólares, y con una de las relaciones más favorables del mundo en la cantidad de suelo cultivable: 717 hectáreas cada 1000 habitantes. La desocupación oscila entre el 15 y el 19% (puesto 4 en el mundo) y la subocupación se estima en un 10 a 12% . En total, entre un 25 y un 30% de la población económicamente activa, estimada en cerca de 14 000 000 de personas, está desocupada o subocupada, y por la virtual ausencia de sistemas de seguros de desempleo, se encuentra en serios problemas para subvenir a sus necesidades personales y familiares.

La economía argentina presenta muchos rasgos de economía desarrollada: su PIB total asciende a 335.600 millones de dólares, y viene creciendo a un promedio del 4,9% anual (puesto 36), lo que define un PIB per cápita de 9 530 dólares (puesto 36). La composición del PIB es también un indicador de alto desarrollo: 6% corresponde a las actividades primarias o extractivas (básicamente a agricultura y ganadería); 31% a las actividades secundarias o industriales (principalmente metal mecánicas y agroindustriales) y el 63% corresponde al sector servicios.

Para concluir, daremos los datos de los indicadores de desarrollo humano, elaborados por las Naciones Unidas. Argentina, en 1995, en función de su esperanza de vida al nacer, su índice de alfabetización de adultos, su indice bruto de escolaridad y su PIB por habitante, tenía un índice de desarrollo humano de 0,888 y ocupaba el puesto 36 en el mundo, entre 174 países. El promedio de los países desarrollados es 0,911, y el de los países en desarrollo, 0,586.

• Los asentamientos humanos y la trama de sus relaciones: formas de asentamiento rural y urbano

Una característica importante de Argentina es el alto porcentaje de población urbana, que asciende al 89%. De una población total que ronda los 36 000 000 de habitantes, viven en ciudades de más de 300 000 habitantes bastante más de la mitad, algo así como 20 000 000 de personas. Según el censo de 1991, hay 16 ciudades principales, con el siguiente detalle de población:

Buenos aires 10 686 163 Gran Córdoba 1 179 885 San Justo 1 111 811 Gran Rosario 1 095 908 Gran Mendoza 773 559 Morón 641 541 Gran La Plata 640 406 Gran S.M. de Tucumán 622 348 Lomas de Zamora 572 769 Mar del Plata 519 707 Quilmes 509 445 Lanús 466 755 Gral San Martín 407 506 Gran Santa Fe 394 888 Salta 367 099 Avellaneda 346 620

Otros 12 000 000 de personas viven en ciudades y pueblos de menor tamaño, dispersos por el territorio, principalmente en la región de la pampa húmeda y en los valles de las sierras pampeanas y de la precordillera, y solamente 4 000 000 de personas viven en zonas realmente rurales. Las características extensivas de la mayor parte de las actividades agropecuarias en nuestro país no han favorecido la población de nuestras áreas rurales, que, por el contrario, debido a la mecanicación agrícola, han sido más bien expulsivas de mano de obra.

En general, las ciudades de nuestro territorio han cumplido una función de centros administrativos, políticos y comerciales para las economías regionales de cada zona, con la eventual incorporación de funciones industriales en algunos casos, como Rosario, Córdoba, Villa Mercedes, etc.

La estructura general de los asentamientos humanos en Argentina es aún tributaria del esquema de asentamiento en abanico, con centro en la ciudad de Buenos Aires, que se configuró en la etapa de la economía agroexportadora de fines del siglo XIX, y que fue apenas modificada durante el período de la economía de sustitución de importaciones, o de industrialización no integrada, de mediados del siglo XX.

Recién en nuestros días comienza a experimentarse muy levemente la posibilidad de una modificación de dicho esquema, por la presencia del corredor bi- oceánico relacionado con el desarrollo del Mercosur y que marca una línea o área transversal, de noreste a sudoeste, desde Misiones y Corrientes hasta Mendoza y San Juan, atravesando la región central de Córdoba, Santa Fé y Entre Ríos. Este corredor aparece hoy como el área favorita de las inversiones industriales metal mecánicas y de agroindustria y puede llegar a modificar el esquema geopolítico básico del país, pero por ahora ese proceso está solo en sus comienzos. Si se concreta, generará a su vez dos áreas nuevamente excluídas del gran desarrollo en el futuro cercano: el noroeste (por ahora centro de inversiones mineras, que no desarrollan los territorios donde se asientan) y la Patagonia (objeto de compras especulativas de enormes extensiones de tierra, con miras a su desarrollo en un lejano futuro).

• Localización de los principales sectores de la actividad económica

Agricultura: La actividad agrícola es un pilar fundamental de la economía argentina. Su extenso territorio y variados climas permiten muy diversos cultivos, de clima templado y tropical. Predomina el cultivo de cereales, principalmente en la Pama Húmeda, con una producción anual global cercana a los 33 millones de toneladas. Los principales son el trigo (14 millones de toneladas/año) y el maíz (15 millones de toneladas). También se cultiva arroz, principalmente en la Mesopotamia, (1,4 millones de toneladas), sorgo granífero, avena, cebada cervecera, mijo y alpiste. Le siguen en importancia los oleaginosos comestibles e industriales (girasol, maní, lino, soja, etc.), principalmente en las provincias de Córdoba y Santa Fe, con una producción anual global cercana a los 20 millones de toneladas. Otros cultivos importantes son el algodón, principalmente en el Chaco y en Santiago del Estero (un millón de toneladas), la yerba mate, el te, el tabaco, el tung, la caña de azúcar, principalmente en las provincias del NOA (18 millones de toneladas), el olivo y la vid, principalmente en Cuyo (2 millones de toneladas de uva). Los cultivos forrajeros (alfalfa, sorgo y cebada forrajera) tienen gran importancia en relación con la actividad ganadera. La producción hortícola abarca muy variados rubros: papa (2,7 millones de toneladas), principalmente en Buenos Aires y en el oeste de Córdoba, tomate (0,9 millones de toneladas), zapallo (0,6 millones de toneladas), pimiento, cebolla (0,6 millones de toneladas), ajo, batata, espárragos, alcauciles, arvejas, melones, sandías, etc., principalmente en Cuyo y en el NOA. La producción frutícola abarca especies de todos los climas: predominan los cítricos, principalmente en la Mesopotamia y en Tucumán,con naranjas (0,9 millones de toneladas), mandarinas (0,4 millones de toneladas), limones (0,7 millones de toneladas), pomelos (0,3 millones de toneladas).Le siguen los frutos de pepita, principalmente en el Valle del Río Negro y en Cuyo, que están representados por manzanas (0,9 millones de toneladas), peras (0,3 millones de toneladas) y membrillos. De los frutos de carozo, los principales son duraznos (0,2 millones de toneladas), ciruelas (56 mil toneladas), damascos (22 mil toneladas), cerezas y guindas, principalmente en Cuyo y la Patagonia Andina. Hay una producción incipiente, en valles tropicales exentos de heladas, en Salta principalmente, de bananas, café y otros frutos de esa región. Entre las frutas secas destacan nogales y dátiles, principalmente en Catamarca y La Rioja. Tiene también importancia la floricultura (claveles, gladiolos y rosas, entre otros), en lugares especiales de Buenos Aires, principalmente.

Producción forestal: Argentina tiene unas 50 millones de hectáreas forestales, de las cuales 36 millones son de montes maderables y el resto de matorrales leñosos. La producción forestal alcanza las ocho millones de toneladas (de las cuales, 6 millones son de rollizos y 1,2 millones de leña). En general los bosques presentan una gran densidad y una baja frecuencia específica (número de ejemplares de la misma especie por hectárea). Las regiones forestales naturales más importantes son la selva misionera, la selva tucumano-salteña y los bosques de los Andes patagónicos. Fueron muy explotados en el pasado los quebrachales chaqueños y los algarrobales del monte santiagueño. En general predominan las maderas semiduras, mezcladas con maderas finas duras y pocas maderas blandas. La actual superficie forestada alcanza las 800 000 hectáreas, existiendo planes para duplicar la misma en los próximos cinco años.

Ganadería: La ganadería es otro pilar fundamental de la economía argentina. El ganado bovino, para carne y leche, ocupa el primer lugar, con 53 millones de cabezas, de las cuales 19 millones se encuentran en la provincia de Buenos Aires. El ganado ovino le sigue en número, con 17 millones de cabezas, 4,6 millones de las cuales están en Chubut, 3 millones en Santa Cruz y 2 millones en Río Negro. El ganado porcino alcanza las millones de cabezas, principalmente en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. El ganado caprino tiene 4 millones de cabezas, de las cuales 0,7 millones en Neuquén, 0,7 millones en Mendoza y 0,5 millones en Santiago del Estero. Tiene importante significación la producción avícola, en especial de pollos parrilleros, huevos y ponedoras. La faena total anual se eleva a 12 millones de vacunos, 1 millón de ovinos, 2 millones de porcinos y 350 millones de aves. La apicultura ha convertido a la Argentina en el segundo exportador mundial de miel, con . También puede mencionarse la cría de conejos, chinchillas y nutrias.

Actividad pesquera: Tiene una gran significación comercial. Desde 1992 es la principal exportación primaria, con un 5% de las exportaciones totales. Las capturas pesqueras desembarcadas rondan el millón de toneladas por año. La mayor parte de la actividad se realiza en el Mar Argentino, con zonas pesqueras como la bonaerense, patagónica y fueguina. Entre las especies explotadas, la merluza representa más de la mitad del total. Los mariscos tienen menor importancia cuantitativa pero destacan por su alto precio. La pesca de agua dulce (lacustre y fluvial) tiene relativamente menor importancia económica y tiene principalmente carácter deportivo.

Minería: En el territorio argentino hay numerosos yacimientos mineros, pero la actividad minera recién ha iniciado un desarrollo significativo en los últimos años. Las explotaciones de minerales metalíferos más importantes corresponden a hierro (Zapla y Santa Bárbara, en Jujuy), plomo, plata y zinc (en Aguilar – Jujuy, La Poma – Salta y Uspallata – Mendoza), carbón (Río Turbio – Santa Cruz), uranio (en Sierra Pintada – Mendoza y Cerro Solo – Chubut). Hay cobre en El Pachón – San Juan y en Famatina – La Rioja, oro y cobre en Agua Rica y Bajo de la Alumbrera – Catamarca; berilo, tungsteno, manganeso, oro y plata en Farallón Negro – Catamarca, litio en Salar del Hombre Muerto – Catamarca y sales de potasio en Río Colorado – Mendoza. Los minerales no metalíferos más abundantes incluyen azufre, sal común y boratos; y las rocas de aplicación abarcan calizas, mármoles, arenas, yeso y canto rodado.

La producción petrolífera alcanza los 40 millones de m3 y la gasífera los 30 millones de m3, con yacimientos en explotación principalmente en Neuquén, Mendoza, Salta, Jujuy, Formosa, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Existen varios gasoductos, oleoductos y poliductos, nacionales e internacionales.

Energía: En Argentina, la generación de energía eléctrica es fundamentalmente de orígen térmico (45%), hidráulico (44%) y nuclear (10%). Entre las centrales térmicas existentes, cabe mencionar a las usinas “a pié de pozo”, como la Central Neuquén, ubicada cerca del yacimiento gasífero de Loma de la Lata – Neuquén, de 375 MW, y a las usinas de ciclo combinado, como la ubicada en Cañuelas – Bs. As., que con sus 660 MW es la más grande de su tipo en América Latina. Las principales centrales hidroeléctricas están ubicada en el oeste del territorio. Las principales son El Chocón (1320 MW), Planicie Banderita (450 MW), Futaleufú (448 MW), Alicopá (1000 MW) y Piedra del Aguila (1400 MW). También cabe citar las centrales del Nihuil, Agua del Toro, El Carrizal y Los Reyunos, en Mendoza; Cabra Corral, en Salta; Rio Tercero, Los Molinos y Cruz del Eje, en Córdoba; Quebrada de Ullun, en San Juan; Escaba y El Cadillal, en Tucumán; Río Hondo y Los Quiroga, en Santiago del Estero; Las Pirquitas, en Catamarca; Potrero de Funes y La Florida, en San Luis; Las Maderas, en Jujuy; Florentino Ameghino, en Chubut, etc. Hay también complejos hidroeléctricos binacionales, como Salto Grande, sobre el río Uruguay ( MW) y Yaciretá, sobre el río Paraná (4050 MW). Las centrales nucleares son la de Atucha ( MW) y Embalse (600 MW).

Existe un sistema interconectado nacional para optimizar la generación y uso de la energía eléctrica, y se trabaja en un sistema interconectado internacional, en el ámbito del Mercosur, habiéndose logrado avances notables con Uruguay.

Están en marcha estudios y experiencias (si bien aún no en escala comercial) para el uso de fuentes de energía no convencionales: mareomotriz, en Puerto Santa Cruz, Río Gallegos, Cabo Vírgenes y sobre todo en Península Valdez; geotérmica, en Bahía Blanca y en Copahue – Neuquén; eólica, en usos domésticos rurales y en mayor escala, para pequeñas comunidades, en Río Mayo – Chubut, Comodoro Rivadavia – Chubut, Cutral – Co – Neuquen, Punta Alta – Buenos Aires, Pico Truncado – Santa Cruz; fotoeléctrica o de energía solar, en El Balde, Balde de Leyes y Laguna Seca, en San Juan; San José – Mendoza; Casa Grande y Lagunillas del Farallón, en Jujuy.

Industrias: La mayor concentración industrial en Argentina se encuentra sobre la márgen derecha del río Paraná, entre las ciudades de Santa Fe y La Plata, y en algunas ciudades del interior, como Córdoba, Tucumán y Mendoza.

Entre las principales actividades industriales de tipo alimentario cabe citar la industria frigorífica, en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Entre Ríos principalmente; la industria lechera, en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba; la industria molinera (Buenos Aires, Capital Federal, Santa Fe y Córdoba); la industria azucarera, en Tucumán, Jujuy, Salta y Santa Fe; la industria aceitera, en Buenos Aires, Capital Federal, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y Mendoza; la conserva de pescado, en Mar del Plata, Necochea, Puerto Deseado y Ushuaia; la industria vitivinícola, en Río Negro, Mendoza, San Juan, La Rioja y Salta; la industria cervecera, en Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza; y la industria láctea, en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. Las industrias procesadoras de frutas tienen su mayor desarrollo en Río Negro, Neuquén, Cuyo y la Mesopotamia.

La industria textil del algodón se localiza principalmente en Buenos Aires, Chaco, Corrientes y Santiago del Estero; la de la lana se ubica en Buenos Aires, Chubut, Santa Cruz y Río Negro; y la de fibras acrílicas, en La Rioja y San Luis.

Entre las industrias forestales (maderera, mueblera, tanino, etc.)cabe mencionar especialmente por su importancia económica la industria de la celulosa y el papel, con empresa como Papel Prensa, en Buenos Aires, Celulosa Argentina y Alto Paraná en Misiones, y Papel de Tucumán, en la provincia homónima.

Entre las industrias de base mineral se destacan las destilerías de petróleo, como la Destilería La Plata, y las destilerías de Luján de Cuyo (Mendoza), San Lorenzo (Santa Fe), Campo Durán (Salta) y Plaza Huincul (Neuquén). También se debe citar aquí la industria petroquímica: Petroquímica Argentina S.A. (San Lorenzo – Santa Fe), Petroquímica Río III (Córdoba), Petroquímica General Mosconi (Ensenada – Buenos Aires), Carboclor (Campana), Fertineu S.A. (Neuquén) y Fertinoa S.A. (Salta).

Un gran polo petroquímico es el llamado Complejo Bahía Blanca, punto de convergencia de los gasoductos y poliductos patagónicos, con puerto propio, salinas, servicios públicos y mano de obra capacitada. Allí se encuentran Polisur, Indupa (que produce el 80% del PVC del país), Petroquímica Bahía Blanca y una nueva planta de oleofinas.

Corresponde citar ahora las industrias privatizadas que funcionaban en la esfera del Ministerio de Defensa: Talleres Navales Tandanor, Area Material Córdoba, astillero Domecq García, fábricas militares en Rosario, San Francisco, Villa María, Río Tercero, Pilar y Azul; y empresas como Satecna (salvataje de barcos), Sisteval S.A. (mantenimiento electrónico de barcos), Tecnología Aeroespacial y Centro de Exploración Geológico – Minero.

La industria siderúrgica tiene su centro principal en San Nicolás, con Siderar SAIC (ex Somisa); además encontramos a Altos Hornos Zapla y Aceros Zapla en Jujuy, TAMET en Puerto Vilelas – Chaco, Aceros Bragado, en Bragado – Buenos Aires y en Granadero Baigorria – Santa Fe. Hay proyectos importantes en marcha: SIDINSA en Bahía Blanca, y SIDESUR, en San Antonio Oeste – Río Negro.

La industria del aluminio concentra su actividad en Puerto Madryn – Chubut, donde funciona la empresa ALUAR S.A.

La industria automotriz (autopartistas y plantas terminales) está principalmente radicada en Buenos Aires y en Córdoba, con algunos desarrollos menores en Rosario, Tucumán y Río Cuarto, entre otros.

La industria nuclear tiene varios desarrollos importantes: la planta de enriquecimiento de uranio en Pilcaniyeu – Río Negro, la planta de combustibles nucleares de Ezeiza, la planta de purificación de uranio en Córdoba, las plantas concentradoras de uranio de Malargüe y San Rafael – Mendoza. En Arroyito – Neuquén – se encuentra la planta productora de agua pesada, con una capacidad de 250 toneladas por año, para abastecimiento propio y exportación, que es única en Sudamérica.

La industria del cemento se localiza en Buenos Aires, Córdoba, Mendoza, Catamarca, Salta, Entre Ríos, Neuquén, Chubut y San Luis.

La industria electrónica está localizada principalmente en Tierra del Fuego, por su régimen arancelario de promoción industrial.

La primera refinería de oro y plata (Refinería Riojana S.A.), funciona en La Rioja desde 1994.

En Argentina existen áreas promocionadas para su desarrollo industrial, como los parques industriales de Trelew, Neuquén, Allen, Reconquista, La Banda, Paraná, General Pico, Gualeguaychú, Luján de Cuyo, Salta, Ushuaia, Formosa, Villa Mercedes y La Rioja.

Medios de transporte y de comunicación: La red ferroviaria argentina presenta un diseño radial, con centro en la Capital Federal, que refleja el modelo agroexportador vigente al momento de su implantación y posteriormente. Los FFCC siguen siendo propiedad de la Nación, pero su operación ha sido privatizada, directamente o a través de un traspaso a las provincias, separando el transporte de cargas del de pasajeros, de modo que en general hoy operan solamente los tramos rentables de la red, cuya extensión total es de 34 000 Km.

Los caminos en Argentina tienen una extensión total de 218 000 Km, de los que aproximadamente 100 000 están pavimentados. Esta red abarca caminos nacionales, provinciales y secundarios. Las rutas nacionales presentan un diseño en abanico, en muchos casos paralelo al FFCC, o vinculan entre si regiones fronterizas (como la Ruta 40, desde La Quiaca hasta Tierra del Fuego por el Oeste), mientras que los caminos provinciales y secundarios realizan predominantemente enlaces transversales. Entre las obras viales más importantes podemos citar el túnel subfluvial “Hernandarias” entre Santa Fe y Paraná, el puente “General Belgrano” entre Barranqueras y Corrientes, y el complejo ferrovial Zárate – Brazo Largo. Se destacan también los puentes internacionales, como el “San Martín” entre Puerto Unzué y Fray Bentos, el puente “Artigas” entre Colón y Paysandú, el puente “Presidentes Justo – Vargas” entre Paso de los Libres y Uruguayana, el puente “Tancredo Neves” entre Puerto Iguazú y Porto Meira, el puente “San Ignacio de Loyola” entre Clorinda y Falcón – Paraguay, el puente “Agua Blanca” entre Agua Blanca y Pozo Bermejo – Bolivia, y el puente “Encuentro” entre Carrenleufú y Palena – Chile. La intgración del Mercosur ha originado varios proyectos para crear corredores bioceánicos, con inclusión de nuevos puentes.

Respecto de la navegación, hay que diferenciar el transporte fluvial y el marítimo. El transporte fluvial se centraliza en los ríos de la Plata, Paraná, Paraguay y Uruguay, con puertos tales como Buenos Aires, La Plata, Rosario, Santa Fe, Campana, San Nicolás, Goya, Reconquista, Barranqueras, Formosa, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay. Entre los puertos marítimos se destacan Mar del Plata, Ingeniero White, Quequén, Deseado, San Antonio Oeste y Comodoro Rivadavia. La marina mercante argentina tiene una capacidad de 586 000 toneladas brutas registradas, con 480 barcos. Los operadores más importantes son YPF, ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentinas), Flota Fluvial del Estado Argentino y YCF (Yacimientos Carboníferos Fiscales).

El transporte aéreo en Argentina incluye servicios internacionales y de cabotaje. El sistema cuenta con 70 aeropuertos y 170 aeródromos públicos y privados. Existen muchas compañías de aviación, entre las que cabe nombrar a Aerolíneas Argentinas, Austral, LADE, DINAR, LAPA, SW, TAN, CATA, etc. Llegan además a nuestro país numerosas compañías internacionales.

Los sistemas de comunicaciones abarcan los sistemas telefónicos, de correos y telégrafos, radio, télex, televisión por aire y por cable, y la intercomunicación vía satélite, bajo empresas públicas como ENCOTEL, o privadas, incluyendo el acceso a la “autopista informática” de Internet. Cabe mencionar las estaciones terrenas de Balcarce – Buenos Aires y de Bosque Alegre – Córdoba, para las comunicaciones internacionales, y la labor de la CONAE para crear un sistema satelital de comunicaciones propio, así como su infraestructura terrestre.

Impacto ambiental de la actividad humana

Argentina padece muchos problemas ambientales asociados con la actividad humana, que constituyen amenazas para un desarrollo sustentable hacia el futuro. Las cuestiones más evidentes, por sus dimensiones y la cantidad de personas afectadas, se refieren a la contaminación atmosférica en las principales ciudades, el volúmen y deficiente disposición de los residuos y efluentes urbanos e industriales y la congestión vehicular en los grandes centros urbanos, especialmente en la ciudad de Buenos Aires y en el conurbano bonaerense.

En Argentina, varios ecosistemas naturales están amenazados por la actividad humana, por la expansión de las fronteras agropecuarias y urbanas, en condiciones de mínima inversión y máxima especulación económica, sin consideraciones de gestión medioambiental: la selva subtropical, la selva misionera, los bosques fríos, la pampa originaria, los algarrobales del espinal. El principal factor es la deforestación sin reposición de árboles, con el agregado de otras actividades que aceleran la degradación de los ambientes naturales: la industrialización forestal, el pastoreo inadecuado, la caza indiscriminada.

Lo concreto en este aspecto es que la superficie forestal se redujo en un 66% en los últimos 75 años, a un promedio de 1 millón de hectáreas por año. De seguir a este ritmo, la Argentina perderá todo su patrimonio forestal hacia el año 2025.

Otro problema importante es la degradación de los suelos en las zonas agrarias, tanto en la región pampeana como en la región chaqueña. En este tema, cabe citar la salinización de los suelos por obra de las inundaciones reiteradas (en las que a su vez influye la deforestación) y la contaminación con agroquímicos. También es preocupante la erosión eólica, que afecta al 40% de las 41 millones de hectáreas de tierras áridas y semiáridas que tiene la Argentina.

En la región patagónica, el principal problema ambiental es la desertificación, provocada por el sobrepastoreo ovino y la erosión eólica e hídrica, que afecta actualmente al 70% de la superficie patagónica. La desertificación ha venido avanzando en esta región a razón de 200 a 300 mil hectáreas por año. En algunos lugares, principalmente en las costas y las desembocaduras de los ríos, esta región está afectada por la contaminación del vertido de petróleo, que muchas veces se concentra en piletones y provoca la muerte de muchas aves acuáticas.

En las áreas urbanas y suburbanas, donde vive la gran mayoría del pueblo argentino, el impacto ecológico más visible es la contaminación de los suelos, del agua superficial y del aire. Esto es especialmente notorio en esa franja de aproximadamente 400 km de largo, sobre la costa derecha del Paraná, entre Santa Fe y Rosario y la desembocadura del Río de la Plata. En esa área, que representa aproximadamente el 2% del territorio nacional, se concentra el 45% de la población y la mayor parte de la actividad económica. Allí encontramos, entre otras cosas, una producción de basura domiciliaria de 0,3 a 1,1 Kg por persona por día, o sea algo así como 11 200 toneladas por día, lo que significa aproximadamente 4 millones de toneladas por año, de las cuales solo el 50% es recolectada y dispuesta más o menos adecuadamente, lo que produce la proliferación de basurales a cielo abierto, que contaminan el suelo, el aire y las aguas subterráneas.

Pero los residuos orgánicos, pese a su impactante presencia, no son lo peor: mucho más grave es la presencia de materiales plásticos, que demoran décadas en degradarse, y mucho más aún, el vertido o enterramiento clandestino de residuos industriales peligrosos. Se calcula que solamente en el área metropolitana de Buenos Aires se producen anualmente 560 millones de m3 de residuos líquidos y 280 000 toneladas de residuos sólidos y semisólidos de orígen industrial, que en su gran mayoría son vertidos al medio ambiente sin tratamiento alguno.

En este aspecto muchas empresas siguen una lógica pura de mercado, con minimización de las inversiones, ya que una instalación industrial no contaminante cuesta entre 10 y 20% más que una con gestión ambiental cero. También se aprovecha la inexistencia o débil configuración de normativas específicas y la casi absoluta ineficiencia de la capacidad de control estatal. Estos efluentes industriales, altamente contaminantes y de difícil y lenta asimilación, son generados en un 50% por la industria química y petrolífera, en un 40% por las industrias sidero-metalúrgicas y en un 10% por el resto de la actividad industrial.

Para analizar el tema de la contaminación del aire urbano, debe tenerse en cuenta la presencia de gases tóxicos por una parte, y por otra los niveles de ruido. Respecto de los gases tóxicos en general, y en particular del monóxido de carbono, la OMS considera como “máximo tolerable” las 9 ppm (partes por millón) y el “nivel ideal” de 0,01 ppm. En el microcentro de la ciudad de Buenos Aires los promedios medidos oscilan entre 10 y 13 ppm. Los principales agentes contaminantes con monóxido de carbono son los automóviles, con un 86 por ciento del total. Otros elementos contaminante muy peligroso es el plomo de las naftas, que es un veneno acumulativo, de excreción lenta. Este tema es especialmente grave en la ciudad de Córdoba, por su configuración geográfica en forma de hondonada y por la frecuente “inversión térmica” de las capas de la atmósfera, en condiciones de poco viento.

Respecto del ruido, el límite tolerable en zonas residenciales es de 45 dB (decibeles) en zonas residenciales y de 60 dB en áreas comerciales e industriales. En la mayoría de las principales calles de Buenos Aires (y algo similar ocurre en las otras ciudades principales del país) el nivel promedio de ruido es de 91dB, con picos de hasta 105dB.

Frente a estos problemas urbanos es muy beneficiosa la presencia de espacios verdes. La OMS recomienda disponer de 10 a 15 m2 por habitante. En la ciudad de Buenos Aires la superficie de espacios verdes total no alcanza los 3 m2 por habitante, y algo similar ocurre en otros conglomerados urbanos del país.

Otro problema importante es la contaminación de las masas superficiales y subterráneas de agua, a lo cual hay que agregar en varios casos la sobreexplotación de los mantos acuíferos existentes. Planteamos aquí, como muestra, tres casos paradigmáticos: el río de la Matanza – Riachuelo, en el que se vuelcan anualmente 80 000 m3 de efluentes industriales sin tratamiento, y que tiene los más altos índices de contaminación del país; el lago San Roque, contaminado por las descargas cloacales de Carlos Paz y otras localidades vecinas, lo que encarece y eventualmente pone en riesgo la provisión del agua potable a la ciudad de Códoba; y el lago Nahuel Huapi, contaminado con descargas cloacales en los 25 km costeros de Bariloche.

De modo que Argentina, pese a su baja densidad promedio de población y a su nivel medio de desarrollo, presenta en varias regiones problemas ecológicos similares o incluso más graves que los de otros países mucho más densamente poblados. Esta situación se debe principalmente a la gran concentración de la población en áreas limitadas, a la operativa extractiva e industrial de mínima inversión, máxima especulación y nula preocupación ecológica, y a la escasa o nula efectividad de los controles estatales.


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