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ÉTICA, PSICOLOGÍA Y CRISTIANISMO

José María Amenós Vidal y otros

 

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b) El significado de la ¨gnosis¨ en los padres de la Iglesia oriental.

A partir de la experiencia montanista, la Iglesia ha alimentado siempre una desconfianza pronunciada hacia los movimientos carismáticos. Lo cual no quiere decir que los carismas hayan desaparecido. Más bien, en el desarrollo postmontanista se verificó - por decirlo con las palabras de Hans Urs von Balthasar - ¨un trasvase a nuevas formas conceptuales¨. Esto sucedió mediante la ¨interpretación y valoración de las figuras profético-carismáticas de la Biblia como modelos ascético-místicos de la vida cristiana, y sobre todo gracias a la mística de los padres de la Iglesia, que comenzó en el siglo III.

Clemente de Alejandría ve la vida espiritual como subida hacia la ¨gnosis¨, al conocimiento perfecto de Dios, que comporta también la experiencia mística de la contemplación. Esta gnosis está unida a la ¨observancia de los mandamientos¨, al amor (¨agape¨) y a la ¨apatheia¨ (la condición que hace al hombre dueño de sus sentimientos y afectos contrastantes e inconciliables y lo hace ¨inquebrantable¨). Aunque en Clemente la ¨gnosis¨ no es entendida en el sentido del gnosticismo, sino como ¨conocimiento¨ en sentido bíblico, plenamente personal, esta teología está aún notablemente influida por motivos de la antigua filosofía...

Orígenes ve también el objetivo de la perfección realizado en la ¨gnosis¨. Una afirmación concreta se encuentra, por ejemplo, en sus homilías sobre el libro de los Números, donde él interpreta el elenco de las etapas del éxodo (Nm 34) como descripción de cada una de las etapas del camino cristiano desde la esclavitud del pecado (Egipto) hasta la tierra prometida de la perfección (Homilías sobre los Números 27, 4-12).

Los orígenes se remontan a los comienzos del monaquismo, más concretamente al ¨esicasmo¨ (o isihía), por el que la perfección del hombre reside en la unión con Dios en una oración incesante (cf. Lc 8, 1; Ef. 6, 18; 1 Ts 5, 17). A este objetivo servía la repetición constante de oraciones breves. Así, por ejemplo, se recomendaba la repetición del Sal 70, 2: ¨Dios, ven en mi auxilio; Señor, apresúrate a socorrerme¨.

Lon fundadores del monacato cristiano fueron San Pablo de Tebas - conocido también como ¨el Ermitaño¨ - y San Antonio. Ambos habían nacido a mediados del siglo III. La palabra monje procede del griego ¨monos¨ (uno, solo) porque los primeros monjes vivieron aislados, como ermitaños, en los desiertos de Egipto. San Pacomio introdujo un principio de organización colectiva, y como ex-oficial del ejército romano, fundó un monasterio con una disciplina militar, con prácticas ascéticas como San Simón, ¨el Estilita¨, que vivió durante años sobre una columna (¨stilos¨). San Basilio, ¨el Grande¨, impuso una Regla que dió origen a la vida ¨cenobítica¨, es decir, con normas comunes y en monasterios. Una triple división del camino espiritual, ya señalada por los autores mencionados hasta aquí, se hace explícita en Oriente gracias sobre todo al Evagrio Póntico (399). A la vida ¨activa¨ de la ascesis (purificación del alma y práctica de las virtudes) sigue la ¨gnóstica¨, que se realiza a su vez en dos fases: en la contemplación ¨física¨ (una contemplación que se refiere a las creaturas), y en la ¨theologia¨, la contemplación mística en sentido estricto. San Agustín definió la praxis de los monjes egipcios como ¨jaculatoria¨ (Epistula 130, 20). La tradición oriental habló de oración monológica, porque contiene una expresión, un pensamiento que es repetido continuamente. El Obispo de Hipona, fundó una comunidad monástica, cuya regla era la oración, meditación y estudio, dando origen a la Orden de los Agustinos.

Agustín de Hipona, que pone el amor como centro de la vida espiritual, entiende el progreso espiritual como crecimiento en el amor: ¨Cuanto más amas, más arriba subes¨. Por esto habla del amor incipiente, progrediente, adulto y perfecto. A lo largo de este camino hacia el amor perfecto con resonancias platónicas no se admiten paradas.

¨Parézcate siempre desagradable lo que eres, si quieres alcanzar aquello que no eres aún. En efecto, allí donde te sientes bien, te paras; y dices sin más; ¨Vale ya¨, y entonces te hundes. Sigue sin parar, camina siempre, procede hacia adelante continuamente: no te pares en el camino, no vuelvas atrás, no te desvíes. Se queda atrás quien no avanza. Vuelve hacia atrás quien retorna al lugar del que se había alejado. Se desvía del camino quien se desvía de la fe. Más vale un tropiezo en el camino que un corredor fuera del camino¨ (Sermo 169, 18).

La designación ¨theologia mystica¨ se hizo usual en latín en las numerosas traducciones de las obras del Pseudo Dionisio, quien con esta expresión indica un conocimiento de Dios oscuro y experimental, que corresponde en cierto modo a la contemplación, o ¨theoria¨, de los padres griegos. Esta teoría está también fuertemente influida por el pensamiento platónico al mismo tiempo que la vida espiritual en tres fases de que hablan los escritos atribuidos al Pseudo Dionisio el Areopagita (Hch 17, 34) nacido hacia el final del siglo V. En ellos se habla de purificación, iluminación y unión.


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