BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


ÉTICA, PSICOLOGÍA Y CRISTIANISMO

José María Amenós Vidal y otros

 

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Introducción.

Estamos seguros de que no hay, de las personas que se atrevan y tengan la paciencia, de leer este trabajo, una sola que no haya visitado en su vida, alguna vez a un psicólogo o psiquiatra. Si Ud. valiente lector piensa dar un paso al frente, antes de darlo encomiendo que analice si no será Ud. el psicólogo o el psiquiatra. Ruego me perdonen esta pequeña licencia.

Hace muy pocos años, las visitas a alguno de estos especialistas se efectuaban en oculto, por temor a ser calificados de desequilibrados.

Hoy en día, con un mundo cada vez más neurotizado, estas especialidades se consideran como de uso casi diario, de frecuencia casi semanal o quincenal. Ya no son anormales, están de moda.

Viendo una estadística reciente de USA, que es un buen reflejo del mundo occidental, leemos que en una población comprendida entre los 18 a 54 años padecen: - Transtornos del talante: 8,6 % - Transtornos de ansiedad: 16,8 % - Transtornos psicóticos: 1,4 % Esto es un 26,8 % de la población padece algún tipo de transtorno. Alcanzando el honroso segundo puesto detrás de las enfermedades cardiovasculares en cuanto a gastos sociales y económicos.

Las causas son ciertamente muy variadas, en este trabajo nos ceñiremos a una que en nuestra experiencia clínica nos ha demostrado ser muy importante: la comprensión reduccionista de lo que es ser persona.

Una vez analizado este punto y su significado, la dignidad de ser persona, atenderemos a lo que consideramos como el medio más idóneo para la trasmisión de este concepto, la institución familiar.

Los psicólogos positivistas nos enseñan que el alma de un niño es como una "tabula rasa", que en ella aparece lo que otros escriben, por eso tal vez, el conductismo, basa todo en el adiestramiento, en el ambiente familiar, pero en este afán de investigar la conducta su predicción y control, los conductivistas pierden por el camino a la persona.

Tal vez por eso toda psicología que quiera solo atenerse a lo perceptible por los sentidos, a la fría observación por si sola, no ve nada esencial. Este no ver lo esencial, es causa, o al menos en gran parte, de la tristeza. Tristeza que es el resultado de un fraude existencial y que la conciencia no tolera.


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