BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


ÉTICA, PSICOLOGÍA Y CRISTIANISMO

José María Amenós Vidal y otros

 

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2.3. La Declaración sobre la persona humana en la Conferencia Episcopal Española.

Los Obispos de la Comisión Permanente del Episcopado Español, en la nota titulada: "Matrimonio, familia y uniones homosexuales” quieren resaltar la dignidad de los homosexuales en cuanto a personas, pero igualmente quieren subrayar, recogiendo palabras de Juan Pablo II, que "no puede constituir una verdadera familia el vínculo de dos hombres o dos mujeres, y mucho menos se puede atribuir a esa unión el derecho de adoptar niños".

Se dedica un apartado para el análisis de la condición y el comportamiento homosexual: "deploramos que las personas homosexuales sean todavía objeto de expresiones malévolas y, mucho más, de acciones violentas. Condenamos con firmeza estos comportamientos que ignoran la dignidad de las personas y lesionan los principios más elementales de la buena convivencia civil". No obstante, "hemos de decir también que no se puede pedir a la sociedad que reconozca la condición o el comportamiento homosexual como una modalidad del ser humano comparable, por ejemplo, a las diferencias naturales de raza o sexo". Y puntualizan, por el contrario que "la orientación sexual sí que ha de ser tenida en cuenta por el legislador en cuestiones directamente relacionadas con ella, como es el caso, ante todo, del matrimonio y de la familia".

Se distingue entre lo que es la "condición" y lo que es el "comportamiento" homosexual. La primera no es de por sí éticamente reprobable, ni en sí misma pecaminosa; es el comportamiento homosexual el que es siempre de por sí éticamente reprobable.

También se señala que los argumentos se basan en "la verdad sobre la naturaleza del ser humano, asumida y desvelada en plenitud por la Revelación cristiana". Y se dice que la relación homosexual es contraria al carácter personal del ser humano y contraria a la ley natural, pues separa la sexualidad tanto de su significado procreador como de su profundo sentido unitivo, "que son las dos dimensiones básicas de su naturaleza misma".

La Comisión Permanente advierte que el amor entre personas del mismo sexo no puede confundirse con el amor conyugal, ya que "ninguna de las notas de totalidad y fecundidad que constituyen la naturaleza misma del amor del que se nutre el matrimonio, se dan ni pueden darse en las llamadas uniones homosexuales". Así, "cualquier equiparación jurídica de dichas uniones con el matrimonio supondría otorgarles una relevancia de institución social que no corresponde en modo alguno a su realidad antropológica." Cabe citar la Nota del Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española “En favor del verdadero matrimonio”, Madrid, el 15 de julio de 2004. En el que la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española comenta la votación en el Congreso de los Diputados en la que se votó favorablemente una proposición no de Ley del Partido Socialista que solicitaba la equiparación legal plena de las uniones de personas del mismo sexo con el verdadero matrimonio.

La Comisión comenta como “las personas homosexuales, como todos, están dotadas de la dignidad inalienable que corresponde a cada ser humano. No es en modo alguno aceptable que se las menosprecie, maltrate o discrimine. Es evidente que, en cuanto personas, tienen en la sociedad los mismos derechos que cualquier ciudadano y, en cuanto cristianos, están llamados a participar en la vida y en la misión de la Iglesia”. Asimismo se subraya que “condenamos una vez más las expresiones o los comportamientos que lesionan la dignidad de estas personas y sus derechos; y llamamos de nuevo a los católicos a respetarlas y a acogerlas como corresponde a una caridad verdadera y coherente”. Pero la Comisión se pronuncia al respecto afirmando que: “las relaciones homosexuales, al no expresar el valor antropológico de la diferencia sexual, no realizan la complementariedad de los sexos, ni pueden engendrar nuevos hijos.

Pensamos, pues, que el reconocimiento jurídico de las uniones homosexuales y, más aún, su equiparación con el matrimonio, constituiría un error y una injusticia de muy negativas consecuencias para el bien común y el futuro de la sociedad”.


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