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ÉTICA, PSICOLOGÍA Y CRISTIANISMO

José María Amenós Vidal y otros

 

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Documentación.

Los siguientes datos históricos y el cuadro cronológico sobre el Imperio Romano y el Martirio Cristiano, son un extracto refundido del libro: ¨La Iglesia de los Apóstoles y los Mártires¨ de Jules Charles Henri Petiot (o Daniel Rops).

Las Actas Martiriales. Archivos oficiales y no oficiales.

Según el cronista Orígenes, se pretendía: ¨exterminar por doquier el nombre mismo de Cristo¨. Podemos enumerar esas víctimas de las grandes persecuciones en todos los países, en todas las clases sociales, en todas las edades y en todas las condiciones. No hay ninguna de las viejas diócesis de Europa, del Asia Menor o del África que no haya contado con ellas. Pero, debemos abstenernos de enumerar en sus detalles las horribles formas con que era aplicado de diversos modos su martirio, y conviene que imitemos la moderación de los narradores y evitar de hacer comentarios porque no existe medio alguno imaginable de torturar seres humanos que no fuese aplicado en los cristianos. Digamos solamente que la decapitación aparecía como medida de clemencia: ¡Seré humano - decía el magistrado de Roma - y te condenaré a que te degüellen!, refiriéndose a la espantosa costumbre de ser entregado a las fieras como espectáculo en el circo para embriagar con el sádico placer de la tortura a las muchedumbres sedientas de sangre cristiana, el motín del pueblo impulsado al crimen y la caza de cristianos.

14-37. Tiberio (dinastía Julio-Claudia). 37-41. Calígula. Persecución de Herodes Agripa: 41. 41-64. Nerón. Incendio de Roma: 64. 81-96. Domiciano. Edicto de persecución: 92-96.

Crucifixión de Cristo: 30. Protomartirio de San Esteban: 36. Evangelio arameo de Mateo: 50-55. Evangelio griego de Marcos: 55-62. Evangelio griego de Lucas: 63. Los Hechos de los Apóstoles: 63-64. Epístolas de San Pablo: 52 -66. Martirio de San Pedro y San Pablo: 66-67. San Juan escribe el Apocalipsis: 82-96.

96-98. Nerva (dinastía de los Antoninos). 98-117. Trajano. 138-161. Antonino. 161-180. Marco-Aurelio.

San Juan escribe su Evangelio. Martirio de San Ignacio de Antioquía: 107. Martirio de San Policarpo de Esmirna: 155. Martirio de San Justino: 163. Mártires de Lyon: 177.

193-249. Septimio Severo (dinastía de los Severos). Comienzo de la persecución sistemática: 202; y de la anarquía militar: 235. Felipe el Árabe: 244-249.

Martirio de Santa Perpetua y Santa Felicitas: 203, ...

La persecución de Septimio Severo fue la más dura, vasta e inexorable de cuantas la precedieron, si hasta ese momento hombres y mujeres cristianos eran llevados ante los jueces, condenados y ejecutados, porque habían sido denunciados, el rescripto de 202, ordenaba la persecución sistemática y metódica de los cristianos: redadas y tandas de víctimas en los anfiteatros de Roma y sus provincias, atestados de mártires de todo el mundo romano, presos de las fieras y las hogueras, habían sido acusados de pertenecer a una secta proscrita, según narra la leyenda acusados de antropofagia en sus liturgias rituales, de incesto entre sus hermanos fieles, de infanticidio y otras peores atrocidades, etc... En las Galias, la muerte de San Ireneo, San Andeol, patrono de la Iglesia de Viviers, fue ejecutado ante el mismo Emperador; San Alejandro, Epipodio, Marcelo, Valentín y Sinforiano, cuya memoria se venera en Chalons, Tournus y Autun, ... pero debemos recuperar de entre las muchas historias que forman parte de la herencia de la Iglesia y el martirologio de los santos, la narración de los siguientes hechos: Santa Perpetua, fue encadenada con Felicitas y Revocato, esclavos, y arrojados al calabozo de Cartago, entre los diáconos y catecúmenos, se hallaba Saturnino y Secundulo, y su santo catequista Saturio; en la mazmorra de los fosos entraron en éxtasis místico envueltos en visiones celestiales y entregados a las fieras; pasado el invierno llegó el interrogatorio de Perpetua que reza del siguiente modo: ¡Apiádate de las canas de tu padre y de la niñez de tu hijo !, ¡ Sacrifica ! - No sacrifico. - ¿ Eres cristiana ? - ¡ Soy cristiana !. Santa Felicitas había llegado al octavo mes de embarazo y llegó al parto, el guardián se mofó: ¨Si ahora te quejas, ¿ qué vas a hacer delante de las fieras?; y respondió: ¨Mi sufrimiento actual, soy yo quien lo padezco, mientras que allí habrá otro en mí, y yo sufriré por él¨. Su martirio el 7 de marzo de 203 en las arenas del anfiteatro fue una carnicería salvaje que se repetía hacía 150 años y en las que hombres, mujeres y niños fueron presas de los leones ... en cuanto a las dos santas aun vivas de ser devoradas por un oso, un leopardo, un jabalí, etc ... se recurrió a la espada, y encargóse a un gladiador que las degollara. Las actas de los mártires, fueron redactadas en su mayor parte por Santa Perpetua: ¨Todos los que fuisteis testigos de estos hechos os acordaréis de la gloria del Señor - escribe el cronista -, y quienes los conozcáis por este relato, os sentiréis en comunión con los santos mártires y, por ellos, con Jesucristo, nuestro Señor, para quien son la gloria y el honor¨.

En Alejandría, la escuela de Clemente fue perseguida, llevaron al suplicio a varios catecúmenos, y Potamiana, muchacha cristiana, a la que arrojaron junto a su madre a una caldera de betún ardiente. Durante los últimos meses del reinado de Felipe, la muchedumbre reaccionó brutalmente, y los cristianos fueron agredidos en las calles o en sus casas, apaleados y lapidados. Apolonia, una joven cristiana, fue golpeada hasta romperle la mandíbula y luego la quemaron viva. Serapio, precipitado desde lo alto de su casa, ... continuando el motín con pillaje de las casas cristianas.

250-260. Edictos de persecución de Decio: 250 - 253; y Valeriano: 257 y 258 – 260.

Martirio de San Cipriano: 258, ... y los mártires de Europa, Asia Menor y África.

Fue en la época de Decio que la incertidumbre de los regímenes en plena decadencia, sin el sentimiento de culpabilidad y de debilidad que el heroismo de los mártires inscribiría en sus perseguidores, lo que hizo se promulgara el edicto de persecución de 250 seguido por los de Valeriano en el mes de agosto de 257 dictando un edicto imperial contra la Iglesia, que prohibía el culto y la visita a los cementerios cristianos obligando a sacrificar a los ídolos, reforzando estas medidas de persecución con el nuevo edicto de 258.

El primero fue el Papa Sixto II, en Roma, sorprendido con su clero en una cámara del cementerio del Pretextato, fue decapitado allí mismo, en la catedral episcopal donde estaba sentado; su diácono Lorenzo, fue torturado hasta la agonía y muerte, colocado en una parrilla lo asaron vivo a fuego lento... En esta época se trasladaron los cuerpos de San Pedro y San Pablo, del cementerio Vaticano y la cripta de Lucina, en la Vía Ostiense, y fueron depositados ad catacumbas en la Vía Appia para su seguridad.

Los cristianos, sacerdotes y laicos fueron deportados a las minas, las celebraciones litúrgicas severamente castigadas, como la historia del acólito en la catacumba de Calixto que fue ejecutado inmediatamente, también las jóvenes Rufina y Secunda, de la alta aristocracia, o la del grupo de fieles de la cripta de la Vía Salaria que fueron sepultados vivos, etc...

En Pérgamo, el Obispo Carpo y sus compañeros fueron quemados en el anfiteatro, y durante el martirio, una mujer del público, Agatónica, se levantó de repente, gritó su fe cristiana e, inmediatamente, fue arrojada a la misma hoguera.

San Dionisio, obispo de París, fue decapitado, con sus compañeros Rústico y Eleuterio; San Saturnino, en Toulouse, fue atado a un toro furioso al que se precipitó desde lo alto del Capitolio; ... En las Galias, San Victoriano,en Puy de Dôme; San Privato, en Javols; San Patroclo, en Troyes; San Poncio, en Cimiez; el sacerdote Hipólito, en Porto ... En España, del Obispo de Tarragona, San Fructuoso, se conoce el siguiente diálogo ante el gobernador de la provincia: ¿ Eres Obispo ? - Lo soy; - Lo fuiste; y sin más fue llevado a la hoguera.

En Asia, los tres cristianos de Cesarea de Palestina: Malco, Alejandro y Prisco, que se entregaron a los magistrados. En Lycia, Paregorio y el asceta León. En Capadocia, el niño San Cirilo, ... En Cartago, los cristianos eran llevados a las piras de fuego de aceite ardiendo, sino eran muertos por linchamiento; San Lucio y San Montano fueron decapitados por ser clérigos. En Utica, la massa candida, el Obispo Cuadrato y sus fieles, que fueron arrojados a un horno de cal viva, incluyó a toda la comunidad cristiana, con el clero al frente.

Esmirna, el gran puerto de Asia, había de ser duramente castigado. El sacerdote Pionio fue detenido con sus fieles, y después de increparles, zanjó: ¡Sí, ya sé que la vida es dulce, pero nosotros esperamos otra vida!. ¡Sí, la luz es bella, pero nosotros soñamos con tener la verdadera luz!... Tu consigna es covencer o castigar. No me puedes convencer, ¡castígame entonces!. El encarcelamiento en el más infecto de los calabozos precedió a su suplicio, tendido sobre un caballete lo desgarraron con garfios de hierro, y en la arena del estadio clavado en un poste fue quemado entre gritos: ¡Tengo prisa de morir para despertarme cuanto antes en la resurección!.

Egipto y Palestina fueron especialmente castigadas por las persecuciones, fue entonces cuando se produjo el episodio de Marino, oficial de las tropas palestinianas aspirante a centurión, que obligado a sacrificar a los emperadores, se negó y fue decapitado.

San Cipriano, el gran Obispo de Cartago, en África, dejó una narración de penosos hechos, fue desterrado a Curube, y al año siguiente el Estado Mayor del procónsul lo devolvió a Cartago. ¨Tu sabes - dijo el magistrado - que los santísimos emperadores han ordenado que sacrifiques. - Sí - respondió el obispo-, pero no lo haré.- ¡Ten cuidado!, ¡reflexiona!. Haz, pues, lo que se te ha ordenado, pues es un asunto tan sencillo, verdaderamente que no hay necesidad de deliberación. El acta martirial describe que el magistrado inscribió en sus tabletas: Ordenamos que Tascio Cipriano sea degollado, y la respuesta: ¡ Gracias a Dios !. La ejecución ordenada en 258 llevóse a cabo en el campo de Sextio, y la multitud increpaba: ¡ Queremos morir con él !, ¡Somos de Tascio Cipriano!, lo enterraron después de decapitado en el cementerio de Mappala, en Piscinas.

En los archivos no oficiales tenemos la impresión de que los verdugos actuaron días y días liquidando a los mártires por hornadas; así debió suceder según se observa en las cartas de San Montano de África y sus compañeros mártires, que según relata el cronista después de la pasión, las madres cristianas exclamaban: ¡Gloria!, ¡Gloria!, ¡Nadie tuvo un martirio tan hermoso!; o las de Santiago y Mariano de Lambesa, cuyo relator se mostraba en estos términos: ¿Qué pensáis de todo eso, paganos?. ¿Todavía creéis que los sufrimientos de la prisión hagan sufrir de veras a los cristianos y que basten las tinieblas de un calabozo para espantar a quienes les aguarda la dicha de las luces eternas?. ¡Un alma sostenida por la esperanza de la próxima gracia y que vive ya en el Cielo por el espíritu, ni siquiera se percata de los suplicios con los que vosotros la aniquiláis!. Nuestros hermanos consagrados a Dios, tienen, día y noche, un apoyo: Cristo. Les siguieron tantos otros, el tendero de Éfeso, que fue Máximo, el jardinero Conon, ... Las actas martiriales muestran a multitudes turbadas por el espectáculo de las torturas de los cristianos en Cirta y otras muchas ciudades.

284-311. Diocleciano. Terrible y suprema persecución: 293-305. Galerio, moribundo (311) renueva las medidas de persecución. Constantino gobierna el Occidente. Persecución de Maximino Daia en Oriente.

Martirios de Santa Inés, San Sebastián, San Cosme y San Damián, Santa Catalina, San Ginés, San Mauricio y la legión tebana, ...

Preparóse el Edicto de Nicomedia que ordenaba el cese de las asambleas cristianas, la demolición de las Iglesias, la destrucción de los libros sagrados y la abjuración. Fue la última de las grandes persecuciones, pero también la peor. En Arabia, mataban a hachazos. En Capadocia, cortaban las piernas. En Mesopotamia, colgaban de los pies, cabeza abajo, y los quemaban con hogueras, les cortaban la nariz, las orejas y la lengua. En el Ponto, hundían bajo las uñas cañas afiladas o les vertían plomo fundido. En Frigia y Palestina, hasta los posos del suplicio a las cristianas por ser vírgenes se las martirizaba, y pueblos cristianos fueron exterminados íntegros....

En Italia, Santa Inés, virgen y mártir adolescente, condenada a ser encerrada en un lupanar y decapitada; San Sebastián, tribuno de una cohorte pretoriana acribillado por flechas; En Roma, el Papa Marcelino; y en Sicilia, en Siracusa, Santa Lucía, cuya sangre derramada aún se venera hoy en Nápoles ...

El Obispo de Sirmium, sobre el río Danubio, cuando fue detenido y mientras le torturaban en el potro, el gobernador le repitió: ¡ Sacrifica de una vez !, y en medio de sus espantosos sufrimientos , respondió: ¿...Sacrificar...?. Estoy sacrificando a mi Dios, a quien siempre lo sacrificaré todo; mientras la multitud le gritaba : ¡ Apiádate de tu juventud !.

Con la persecución de Diocleciano que prendió a su chambelán cristiano, Doroteo, al Obispo Antino y a muchos sacerdotes y fieles que perecieron entre horrorosas torturas, se enlazan tres nombres de mártires que figuran en el canon de la Misa, los de San Cosme y Damián, médicos de origen árabe, martirizados en Palestina, y el de Crisógono, que pereció en Aquilea. Y también San Jorge, cristiano que la tradición afirma rasgó el edicto de Nicomedia, proclamado patrón de los soldados; San Blas, Obispo de Armenia; San Erasmo, ermitaño del Líbano, martirizado en Campania; San Pantaleón, patrono de los médicos. Santa Margarita de Antioquía, venerada por los Cruzados; y Santa Catalina, joven estudiante de Alejandría, que la hicieron despedazar por unas ruedas armadas de espadas, cuyo cuerpo fue transportado al Sinaí donde se yergue el convento que lleva su nombre.

Otros episodios de esta terrible y suprema persecución han arraigado, tal sucede con la historia del martirio de la cristiana de Egea de Cilicia cuando gritaba al gobernador: ¡... Deshonras a tu madre y a tu esposa, tratándome así ...!; o con la tortura y muerte de San Ginés.

En Palestina, de Cesarea, Afianos y Eclesios, dos estudiantes de la Universidad de Beirut, cuando el gobernador iba a proceder al sacrificio, Afianos le impidió derramar las libaciones rituales, fueron detenidos, empapados en aceite ardiendo y arrojados al mar.

El Obispo africano Félix, intimidado a entregar los Libros Sagrados, respondió al Juez: ¨Prefiero abrasarme, a dejar que quemen las Sagradas Escrituras¨, y el diácono Hermes de Heraclea dijo: ¨Si el éxito coronase tus despiadadas búsquedas, juez, si incluso llegases a hacerte entregar todos nuestros Santos Libros y ya no quedase la menor huella escrita de nuestra Santa Tradición en todo el Universo, sabe que nuestros hijos, fieles a la memoria de sus padres y animados del celo de su propia salvación, reharían pronto en mayor número sus volúmenes y enseñarían con redoblado entusiasmo el respeto y el temor del Señor¨. En Salónica, la joven Santa Irene, cuyas dos hermanas habían sido ya martirizadas, declaró: ¨Preferimos ser quemadas vivas, o sufrir todo lo que queráis, a entregar los Libros¨.

Aún se conserva el archivo oficial de interrogatorio de las tres hermanas Agapé, Chionia e Irene y de las otras cristianas de Salónica que les acompañaron en el trance: ¿ Qué contestas tu, Agapé ? - Que creo en Dios vivo y que no abandonaré el camino verdadero. - Y tú, Irene, ¿ por qué desobedeces a los Emperadores ? - Por temor de Dios. - ¿ Y tú, Chionia, qué dices tú ? - Que creo en el Dios vivo y que no he cometido ninguna impiedad. - ¿ Y tú, Casia ? - Que quiero salvar mi alma. - ¿ No quieres, pues, sacrificar ? - No. - ¿ Y tú, Felipa ? - Lo mismo. - ¿ Qué quieres decir con ¨lo mismo¨? - Que prefiero morir a comer víctimas ofrecidas a los ídolos. El interrogatorio continúa así durante tres páginas.

En cuanto al célebre episodio de San Mauricio, de sus compañeros y de sus soldados de la Legión Tebana, reclutada en su mayoría en Egipto, y acampada en el Valais, en el alto Ródano, recibió la orden de ir a ejecutar a unos cristianos de las Galias. Y como ella misma estaba compuesta, en su mayoría, de cristianos, exhortada por sus jefes, Mauricio, Exuperio y Cándido, negóse a obedecer. Fue diezmada por dos veces, pero perseveró en su rebeldía y fue enteramente aniquilada. Y también como los ¨cuarenta soldados mártires¨ que murieron en Armenia tras haberlos expuesto en pleno invierno sobre un lago helado, y cuya suprema carta colectiva poseemos.

Galerio ordenó la depuración de los mandos cristianos. En Tevesta, allá en Numidia, el recluta Maximiliano, se había proclamado objetor de conciencia; en Tánger, el Centurión Marcelo, en medio del banquete de aniversario del Emperador, arrojó su cinturón e insultó a los ídolos; ambos fueron ejecutados.

Con Maximino Daia, en Palestina, la pasión de San Pánfilo, sacerdote y doctor; en Egipto, la muerte del Obispo Fileas, de muchos jóvenes y doncellas que también eran marcados con hierro candente y llevados a las canteras tebanas o entregadas a la prostitución, y de Filoromo, oficial convicto de las tropas romanas que fue decapitado por orden del Prefecto; Metodio, Obispo de Patarea; el Obispo Silvano, de Emesis; y el exégeta Luciano, de Antioquía; etc ...

306-337. Fundación de Constantinopla. Edicto de Milan (313). Teodosio: 378-395. Decreto de 380 que convierte al Cristianismo en la religión oficial.

¿Cuántas historias seguirán en el anonimato hasta que - como leemos en el Apocalipsis - el Cordero rompa el quinto sello? (Ap 6:9).


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