BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


TERRITORIO Y POBLACIÓN

Fabricio Vázquez

 

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Subsistema productivo energético

El peso económico y geoestratégico de la represa Itaipú para la economía paraguaya es de vital importancia, además de haber sido el origen de la urbanización de la zona con obreros y profesionales de la construcción que se establecieron desde la década de 1970. Así mismo, su importancia económica, concebida territorialmente como toda la cuenca del río Paraná que coincide con la franja fronteriza Este, entre la cordillera del Amambay y Ciudad del Este, constituye un armazón que refuerza la frontera ya que el espacio es administrado por Itaipú, especialmente a través de las reservas naturales a lo largo de la cuenca, aunque paradójicamente, ello no impidió el ingreso masivo de colonos brasileños siendo esta franja una de las más “brasilerizadas” del país.

La represa de Itaipú constituye también una de las principales fuentes de divisas para la economía nacional sin que existan inversiones directas, creando la imagen de productora de riqueza “sin esfuerzo”. Esta actividad económica, o más bien recaudadora, no tiene en general desarrollo local ni regional, pues está concebida como empresa nacional relacionándose muy poco con su entorno. No obstante, se puede notar en los últimos años una mayor presencia zonal medida en obras de infraestructura: construcción de escuelas, mercados, terminales, instalación de alumbrado público y concesión de becas estudiantiles, entre otras, con una clara estrategia de reposicionamiento social.

Subsistema productivo comercial y urbano

Si la región tiene a la soja como un producto clave en el área rural, en el área urbana, polarizada por la capital departamental, Ciudad del Este representa otro elemento clave para entender la configuración de esta región que cuenta con el segundo centro urbano más poblado del país después de Asunción.

Analizando territorialmente Ciudad del Este se observa que coexisten dos modelos de estructura y funcionamiento urbano con usos y utilidades diferentes. El más pequeño, pero también el más dinámico, está conformado por el micro centro con sus casas comerciales que ofertan productos diversos, especialmente electrónicos e informáticos. El más grande está constituido por la ciudad “verdadera”, asiento de las instituciones locales y los conjuntos habitacionales.

A escalas diferentes, se nota también el surgimiento en la región de nuevos centros urbanos secundarios que acompañan y sirven de impulso a la expansión del cultivo de la soja, proveyendo la logística necesaria además de servicios financieros y de recreación, propios de una zona productiva exitosa. Las ciudades de San Alberto, Nueva Esperanza, Katuete, Puente Kyha (distrito Francisco Caballero Álvarez), María Auxiliadora, Santa Rita y La Paloma se han convertido en centros urbanos importantes, con casi la totalidad de los servicios que puede ofrecer una ciudad: alojamiento, comunicación, servicios financieros, profesionales, gastronómicos y recreativos.

Otra característica importante de la mayoría de estas ciudades es el sistema de organización de la vida urbana, el cual está separado de la vida regional y nacional por un dispositivo de avenidas paralelas a la ruta asfaltada que pasa por las mismas.

Las avenidas paralelas crean un espacio urbano y socioeconómico “interior” que disminuye el efecto “regional” de la ruta asfaltada. Esta separación entre la vida regional (personas y productos que pasan por la ruta asfaltada y cuyo destino no es la ciudad por la cual transitan) y la vida local, entendida como el conjunto de flujos que se producen al interior de una comunidad o ciudad, evita que esta última se contamine por los flujos externos, aunque los mismos “pasen por” o “atraviesen” la ciudad.

Con este esquema urbano, aunque las ciudades se expanden y crecen en forma perpendicular a la ruta asfaltada, las residencias se ubican en las manzanas interiores y más alejadas de la misma de modo que ella, si bien se constituye en un eje de la vida económica local y regional, no ejerce una influencia determinante en la existencia de sus habitantes que tienen en las avenidas paralelas un armazón protector de su rutina comunitaria.

Otro fenómeno encontrado en estas estructuras urbanas consiste en la fijación explícita de los límites de la ciudad, con la ubicación de grandes carteles con expresio-nes como “Bienvenido a…”, o “Buen viaje, le desea la Municipalidad de….”. Estos carteles constituyen marcas territoriales explícitas que de alguna manera actúan en la creación de límites, sin descartar la existencia de planes de desarrollo urbano en estas ciudades que no permiten urbanización fuera de sus límites.

Como se indicó con anterioridad, las avenidas paralelas a la ruta asfaltada protegen la vida local propia conjugándola con la vida regional, pero en forma delimitada.

En efecto, las casas comerciales, hoteles y residencias se encuentran a una distancia mínima de 60 metros de la ruta asfaltada lo que, aunque parezca no tener mayor significación, es suficiente para crear una atmósfera local separada físicamente del mundo regional que fluye por la ruta asfaltada.

Esquema N° 5. Sistema Urbano de las Ciudades Agro Exportadoras El rol principal de estas ciudades es aportar la logística necesaria al sistema productivo sojero, notándose una influencia clara y explícita de la cultura brasileña en la mayoría de las mismas, constituyendo en el territorio regional un frente alineado que acompaña el avance del cultivo y almacenamiento de la soja. Si el paisaje agrícola y los actores del sistema de la soja son, en esta zona, mayoritariamente brasileños, las ciudades que alimentan este sistema también se caracterizan por esa influencia, la cual no se refleja exclusivamente en el predominio de idioma portugués y de la nacionalidad brasileña, sino que se reproduce en varios ámbitos no productivos. La mayoría de los poderes locales, especialmente el más fuerte, la Municipalidad con la figura del intendente y los miembros de la Junta Municipal, están bajo el control del sistema brasileño representado en gran parte por los “brasiguayos”, es decir, inmigrantes brasileños con nacionalidad paraguaya.

Todo ello no es parte de un plan estatal de reconversión productiva del espacio paraguayo teniendo como estrategia la cesión voluntaria pero controlada de la dinámica productiva y económica a actores brasileños, sino más bien el resultado directo de la inexistencia de una política y de planes de ordenamiento y desarrollo territorial para estas zonas. Lo cual es aprovechado por los agricultores e inmigrantes brasileños en general, que disponen además de un apoyo incondicional de sus autoridades en Brasil y de sus representantes en Asunción, defendiendo los intereses de sus ciudadanos y creando la imagen de Paraguay como país de inmigrantes que construyen el país. Expresiones como “paraguayos no son solo los que nacen, sino también los que trabajan en Paraguay” sirven de muestra para ilustrar la justificación del discurso que apoya, alimenta y racionaliza económicamente la inmigración brasileña.

Se constata de esta forma que la brasilerización de las actividades productivas conlleva también una brasilerización de la vida socioeconómica y cultural, tanto urbana como rural, con bienes, servicios y pautas típicamente brasileños, como las antenas parabólicas y los restaurantes con comidas y servicios del estilo del país vecino, carteles y letreros en idioma portugués y las iglesias cristianas-protestantes originarias del Brasil.

El proceso de territorialización de los colonos brasileños en esta región se desarrolla sobre la reproducción total del sistema del país vecino, impidiendo el proceso de integración de los mismos al sistema socioeconómico y cultural paraguayo, alterando los roles de los migrantes quienes no solo no se integran ni aceptan el funcionamiento del país que les acoge, sino que logran imponer su idioma, sus preferencias culturales, gastronómicas y religiosas e imprimir una dinámica territorial propia.

La expansión del sistema productivo agro exportador provoca serios conflictos por el acceso y uso de la tierra entre empresarios, campesinos, indígenas y autoridades locales y nacionales. La alta rentabilidad de la soja, a excepción de los años de sequía, genera un mercado especulativo de tierras, donde la informalidad jurídica de un gran número de propiedades, especialmente campesinas e indígenas, facilita el paso de parcelas de agricultura familiar o de bosques a las actividades agro exportadoras.

Una parte de los agricultores paraguayos, en su mayoría campesinos, vende su tierra y migra a las zonas urbanas, preferentemente fuera de la región, en cuya periferia se instala con el dinero de la venta de sus lotes o sus mejoras. Este ingreso por la venta del inmueble representa para el mismo una suma considerable si se toma en cuenta sus escasos ingresos anuales en efectivo y que los brasileños pagan hasta tres o cuatro veces el valor de las tierras en Paraguay, que son siempre inferiores a los precios vigentes en los estados brasileños vecinos, especialmente en el de Paraná.

Para los agricultores paraguayos la reconversión residencial y productiva, de agricultor rural a poblador urbano desocupado u ocupado en actividades informales, es vivida como evolución económica y modernización, pero al costo de una migración forzosa y una alta concentración urbana con déficit habitacionales y de servicios básicos.

En otras palabras, se producen procesos migratorios del tipo “desplazamientos” no originados en la toma de decisiones individuales voluntarias y relacionadas con mejores oportunidades de vida, sino resultado de presiones directas ejercidas por el modelo de la agricultura de exportación.

Tampoco se dispone de un mercado de tierras dinámico y de nuevas fronteras agrícolas donde los agricultores paraguayos desplazados puedan asentarse y continuar con la producción agrícola; por el contrario, la presión es una oportunidad para la modernización que tiene un espacio privilegiado: la ciudad.

Si se compara el funcionamiento de las ciudades “a la brasilera” descrito más arriba, con el sistema de organización urbana propio de la gran mayoría de las ciudades del país que se sitúan sobre una ruta asfaltada, se puede apreciar las notorias diferencias entre uno y otro modelo. Mientras aquellas desarrollan su propia vida interna, alejándose de la dinámica de la ruta asfaltada, estas últimas viven de y para la ruta extendiéndose a lo largo y en paralelo a la misma sin desarrollarse lateralmente más allá de unas pocas manzanas. Ejemplo claro de ello son ciudades como Itacurubí de la Cordillera o San Miguel en Misiones y Caapucú en Paraguarí, fenómeno peculiar de la falta de planificación urbana y regional.

Esquema N° 6. Sistema Urbano Paraguayo Tradicional de las Ciudades-Ruta.

En este tipo de ciudades, la mayoría de los servicios disponibles están orientados hacia los clientes que “pasan”, como por ejemplo estaciones de servicio, gomerías, venta de alimentos, artesanías y plantas, chiperías, provisión de agua caliente y yuyos para mate y tereré.

Esta proyección de la economía local hacia los actores o clientes externos no es negativa, pero sí crea disfunciones espaciales al contaminar las ciudades con “ruido” externo, compuesto por todos los flujos de personas y bienes que pasan por la ruta sin tener relación directa con la ciudad y sin generar aportes suficientes a su economía, conformando lo que hemos dado en llamar los pueblos-ruta que han sido tipificados más arriba.

Este fenómeno denota no solamente la falta de planificación y ordenamiento urbano, sino además una visión particular del desarrollo concebido en su forma territorial como un estar o asentarse cerca de las infraestructuras de comunicación, calculando que el simple hecho de la proximidad produce ventajas como acceso a mercados (por la simple oportunidad de contar con una casilla en la banquina), a transportes, a informaciones, etc.

Algunas excepciones a este funcionamiento constituyen las ciudades de Piribebuy, Eusebio Ayala y Santa Rosa de Misiones, que no se encuentran directamente “sobre” las rutas, sino que han sido bordeadas por ellas, lejos de sus respectivos centros urbanos.


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