BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


ANTROPOLOGÍA DEL TURISMO

Maximiliano Korstanje

 

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La Teoría del Apego, sus alcances y limitaciones.

“El comportamiento de apego es una forma de conducta instintiva que se desarrolla en el hombre, al igual que en otros mamíferos, durante la lactancia y tiene como finalidad o meta la proximidad de la figura materna. La función del comportamiento de apego consistiría en la protección contra depredadores. Tal conducta se muestra especialmente intensa durante la niñez, cuando está dirigida hacia figuras parentales, pero continúa activa durante la vida adulta, en la que generalmente es encauzada hacia alguna figura activa y dominante que, con frecuencia se trata de un pariente, pero también a veces de un jefe o alguna persona de más edad que pertenece a la comunidad” (Bowlby, b1986:111).

¿Cómo se activa el vínculo con la madre?

En su obra Una Base Segura el auto señala “la conducta de apego del niño es activada especialmente por el dolor, la fatiga y cualquier cosa atemorizante, y también por el hecho de que la madre sea o parezca inaccesible”. (Bowlby, a1989:15)

Según los experimentos de Klauss y Kennell (1975) el comportamiento de las madres después del parto (cuando tienen la libertad de hacer lo que desean) está inmediatamente orientada al contacto físico con el bebe. Ante este acto, el infante se muestra complacido estableciendo su primer lazo con la madre o el cuidador. Luego se llevarán a cabo las primeras interacciones entre ambos con motivo de afianzar la relación. Durante este período se da una sincronía con la cual tanto el bebe como la madre se vinculan vocal y gestualmente.

Aquellos niños que han respondido sensiblemente a los estímulos maternos tienen menos posibilidades de resistirse a los deseos de sus padres, así parecía observar Mary Ainsworth (Bowlby, a1989:21).

Según los hallazgos de Frommer y O Shea (1973) las mujeres que durante su embarazo han presentado antecedentes de separación con sus propios padres antes de los once años de edad, están más predispuestas a interactuar menos con su hijo que aquellas que han tenido una infancia estable. Eso a grandes rasgos coincide con el concepto freudiano de neurosis.

Sin ir más lejos, Rutter (1979) encontró que las personas criadas en hogares hostiles o “quebrantados” tienen mayor posibilidad de formar matrimonios y hogares con esas mismas características.

Otros estudios encuentran que aquellos individuos que en su niñez han recibido maltratos son producto de un parto anormal o de haber sido separados de su madre por más de cuarenta y ocho horas. Además los niños maltratados parecían enfermar con mayor frecuencia que sus hermanos no maltratados (Lynch, 1975). Los resultados volvieron a ser validados cinco años más tarde por otros dos investigadores, Cater y Easton (1980).

Bowlby estaba convencido, según todos los casos que observó y pudo recopilar en La Base Segura , que la relación entre niño y padres a una edad temprana influía en la vida del sujeto hasta su adultez. El apego no sólo condicionaba el tipo de personalidad sino que también fijaba la manera de relacionarse con un modelo de autoridad.

Aunque la teoría de Bolwby parezca muy ilustrativa, ¿que tiene que ver entonces la relación de una figura de autoridad con la elección de un destino turístico? O precisamente ¿Qué trabajos certifican que el apego se correlaciona con la capacidad de exploración?

Para responder satisfactoriamente estas cuestiones, es necesario introducir a la base segura como elemento de análisis; precisamente sobre ella Bowlby advierte que “la provisión por parte de ambos progenitores de una base segura a partir de la cual un niño o un adolescente puede hacer salidas al mundo exterior y a la cual puede regresar sabiendo con certeza que será bien recibido, alimentado física y emocionalmente, reconfortado si se siente afligido y tranquilizado si está asustado … sólo cuando el oficial que comanda la fuerza expedicionaria se siente seguro de sí mismo, su base tiene la certeza de que él se atreve a seguir adelante y correr riesgos”. (Bowlby, 1989:24)

Algunos estudios, como los de Schaffer y Crook (1979) validan la hipótesis del autor, al observar una cierta correlación entre el apego y las técnicas de los primeros pasos del bebe cuando se decide comenzar a caminar.

Bolwby (mismo) reconoce que la ansiedad que manifiesta el individuo ante la pérdida o el duelo no se deriva del dolor como creía el psicoanálisis tradicional, sino que es consecuencia de un aumento en el riesgo y el peligro que se percibe del entorno; “el hombre al igual que otros animales, responde con temor a determinadas situaciones, no porque éstas conlleven un alto grado de dolor y peligro, sino porque indican un aumento del riesgo” (Bowlby, a1989:44). Esa ansiedad termina despertando ira hasta que en algunos casos se vuelve disfuncional para la propia persona.

Si la apreciación del autor no es equivocada, entonces la percepción que el sujeto tiene de su medio ambiente es producto de su relación parental. Siendo así, la capacidad de desplazarse como de explorar el ambiente sin necesidad de recurrir constantemente a una base (hogar) tiene cierta y seria vinculación con la figura materna o paterna. Esto presupone, entonces que las distancia que el sujeto está dispuesto a recorrer desde su base sin experimentar sentimientos de ambivalencia, temor o incertidumbre se explican a través de la relación sentimental con una figura de referencia. Aquellos con personalidad “segura” podrán recorrer mayores distancias en comparación con “evitativos” o “ambivalentes”

¿Ha podido Bowlby proveer experimentos empíricos sobre esta hipótesis?, ¿Qué validez científica muestran los mismos?

Mary Ainsworth en su proyecto de Baltimore encontró similitudes entre el comportamiento de los niños y la forma de exploración que éstos mostraban hacia el observador. Del grupo de niños catalogados como seguros la exploración se observaba activa; en el grupo ansioso, por llamarlo de alguna manera, las conductas de exploración eran pasivas en presencia de la madre. Luego el autor, mediante el estudio de la personalidad de los progenitores llega a la conclusión de que existen patrones de conducta comunes entre madre e hijo, las cuales también (presupone) fueron parte de la crianza de la propia cuando era hija.

Estos resultados, como bien señala Bowlby presenta una limitación importante. “aunque el descubrimiento de Ainsworth de una correlación entre la sensibilidad de una madre ante su hijo y el modo en que el hijo se comporta con ella a los doce meses es estadísticamente muy significativo y ha sido confirmado por sucesivos estudios, siempre es posible argumentar que quien desempeña el papel más importante al determinar si la interacción se desarrolla felizmente o no, es el niño y no la madre.” (Bowlby, a1989:63)

En 1972, Anderson demostró según un estudio que durante el segundo o tercer año de vida un niño raramente se aleja de su madre más de sesenta metros antes de retornar. Si la pierde de vista, olvida la exploración ya que su deseo es volver con ella. Si el niño es pequeño atraerá la atención “haciendo berrinches” pero si es un niño de más edad emprenderá una búsqueda hasta dar con ella nuevamente. En base a esta observación Bowlby intuye que “podemos entonces dar por sentado que la conducta que lo aleja de su madre hacia el vasto mundo- que se denomina correctamente conducta exploratoria- es incompatible con la conducta de apego y tiene menor prioridad. Así, sólo cuando la conducta de apego está relativamente inactiva, tiene lugar la exploración … a medida que un individuo se hace mayor, su vida continúa estando organizada del mismo modo, aunque sus excursiones se vuelven continuamente más prolongadas en el tiempo y en el espacio …Durante la adolescencia pueden durar semanas o meses, y es probable que se busquen nuevas figuras de apego … todos nosotros, desde la cuna hasta la tumba, somos muy felices cuando la vida está organizada como una serie de excursiones, largas o cortas, desde la base segura proporcionada por nuestra figura de apego.” (Bowlby, a1989:78)

En pocas palabras, por el modelo de la base segura el sujeto tiene tres tipos de comportamientos posibles a la hora de explorar el entorno. Aquellos con un apego seguro se atreven a explorar el mundo que los rodea y se reconocen en él; luego están los que demuestran un apego ansioso resistente; llegado el caso estos individuos son propensos a aferrarse y demuestra rasgos de ansiedad ante la posibilidad de exploración; finalmente, de los que poseen un apego elusivo o ansioso elusivo, algunos diagnosticados como narcisistas, se ven propensos a la autosuficiencia y a tendencias autoritarias. Su capacidad de exploración es pobre y su inseguridad muy alta.

Según experimentos realizados por Sroufe (1985) la estabilidad de las pautas de apego tiende a perpetuarse a través del tiempo. A medida que el infante crece esas pautas van conformando su percepción de sí, y comienzan a condicionar las relaciones con los demás. Por un proceso de “internalización”, el autor está convencido de que según vínculo de apego entre madre-hijo, se puede predecir el comportamiento del individuo tres años y medio más tarde. Estos descubrimientos si bien refuerzan las hipótesis de Mary Main y otros, no existen pruebas o trabajos que prologuen la observación por un lapso más largo. Esto trae consigo algunas complicaciones de tipo teóricas que se analizaran en el siguiente apartado.


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