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J.M. KEYNES, EL PROFETA OLVIDADO

Mario Guillermo Gómez Olivares

 

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2.6.3. El modus operandi de la tasa de interés y la explicación del desempleo

En el ´Treatise‘ Keynes buscó dar respuesta al modo como la tasa de interés debería servir de instrumento a la banca para asegurar el paso de una situación de ‘slump‘para el nuevo equilibrio, tomando precisamente en consideración las condiciones especiales inglesas después del regreso al padrón-oro.

En la opinión de los entendidos del Tesoro y el Banco de Inglaterra, el regreso al padrón-oro en Inglaterra obligaba a reducir los ingresos, sobre todo los ingresos de los asalariados, a fin de mantener la competitividad externa. El reequilibrio presionaba la disminución de los salarios reales a fin de permitir la reducción de las importaciones; los costos más bajos harían aumentar las exportaciones; con un mayor ahorro se aumentaban los prestamos al exterior, provocando un proceso deflacionario que llevaría a compatibilizar el nivel de los precios con el nivel exterior y, de ese modo, la libra se mantendría con el poder cambial en la cualidad de divisa del centro financiero internacional que era Londres.

Así, se hacía imperativo esclarecer el proceso causal que envolvía la imposición de tasas de ingreso menores por medio de tasas de interés mayores. Ese mecanismo provocaba deflación, pero era considerado un mecanismo de ajuste supuestamente eficaz.

La principal ocupación de Keynes desde el fin del período de publicación del Treatise on Money hasta Junio de 1931, fue la participación en el Comité ‘MacMillan‘‘. Keynes, en esa tribuna, estaba convencido de que expresaba de modo fiel la posición clásica relativamente al modo como la tasa de interés bancaria mantendría el sistema monetario en equilibrio, por lo que, en respuesta a una pregunta en esa sede, declaro: “I have told you the whole history of how the traditionally sound financier think that he can make thy ladjustment required from time to time in our economic system, and think...there is no ned to wdonder why two generations, both of theorists and of practical men, should have ben entranced by it” .

El desacuerdo de Keynes relativamente a sus opositores residía en la apreciación de ese sistema. El regreso de Inglaterra al padrón oro implicó que las reducciones de los salarios deberían alcanzar los 10 % con el fin de hacer competitivos los productos de exportación. Keynes había aceptado en 1924 el argumento que una das causas del desempleo estaba en el generoso seguro de desempleo introducido en 1920, en los efectos negativos que la grande Guerra había provocado en las exportaciones tradicionales de Inglaterra, pero insistía que esta causa explicaba apenas 4 a 5% de los 10 % de desempleo que caracterizaban la actividad económica. Keynes también había aceptado que una decida de los salarios monetarios, podría mejorar la competitividad de los bienes y servicios británicos, permitiendo reducir la tasa de interés, pero pensaba que esa reducción era política y socialmente impracticable. Keynes también defendía los programas de reconversión industrial de los sectores deprimidos y apoyaba el esfuerzo en el sentido de la movilidad del trabajo para los sectores más dinámicos, pero pensaba que estas medidas estructurales eran demasiado lentas para resolver los problemas en el corto plazo. , pues la política de la tasa de interés era llamada a cumplir una tarea que nunca antes realizara en la historia económica del reino .

En una situación de economía cerrada, la situación seria simple: se reduciría la tasa de interés bancaria al nivel en que S = I, pero si las condiciones internacionales obligasen a imponer tasas de interés más altas, teóricamente los mecanismos del sistema podrían reproducir menores costos y precios más bajos .

Si la tasa de interés bancaria fuese usada para provocar las disminuciones de los ingresos saláriales, y si el proceso fuese llevado hasta sus últimas consecuencias se criarían las peores condiciones. Para Keynes, los economistas y políticos no tenían claro el modo como el ahorro y la inversión se encontraban ínter ligados, aunque admitiesen fácilmente la idea de que un aumento del ahorro seria una respuesta para la bajo inversión, siempre que los inversionistas fuesen atraídos por salarios más reducidos a un nivel realista. Cualquier idea contraria impediría la acción de las leyes económicas y ocasionaría un estado artificial en los negocios.

Keynes se negó a seguir esa línea de raciocinio, pues determinados presupuestos de la teoría no poseían soporte empírico y no correspondían a la observación del mundo: “I do not think it is any more economic law that wages should go down easily than they should do not”...” it is a question of fact. Economic law does not lay down the facts, it tells you what the consequences are” .

Keynes aclaró frente a la comisión MacMillan el diagnóstico que justificaba sus opciones y recomendaciones políticas. Para tal, utilizó sus habilidades de persuasión, buscando demostrar el modus operandi de la tasa de interés y desafiando las interpretaciones sobre la harmonización entre inversión y ahorro.

Según su diagnóstico el regreso al padrón-oro provocaría restricciones en la posición internacional de la Gran Bretaña, la cual no estaba en condiciones de sustentar inversiones en el exterior por la insuficiencia de ingresos exteriores. El Banco de Inglaterra, para salvaguardar las reservas de oro que sustentasen el poder cambial de la libra, utilizaba una tasa de interés alta que no aconsejaba los préstamos al exterior, sacrificando al mismo tiempo la inversión de las empresas nacionales. De eso resultaba una cantidad de ahorro que no era utilizada para fines potencialmente útiles. El ahorro, concluye Keynes, era utilizada en el financiamiento de las pérdidas de los empresarios y no en inversión lucrativa.

El modus operandi de la tasa de interés bancaria presentada por Keynes atacaba los efectos de una subida de la tasa de interés y las consecuencias perversas sobre el crédito interno, la inversión y el empleo.

M. Norman del Banco de Inglaterra, insistía en la idea de que el problema del des-empleo se resolvería con la racionalización de la industria, aunque concedía que esta no tendría efectos inmediatos, admitía aun que una tasa de interés menor permitiría disminuir la desocupación, pero sin explicar como una subida de la tasa de interés no iría a contribuir para aumentar la desocupación. Los consejeros del Banco y del Tesoro admitían que las altas tasas de interés reducirían el crédito, pero argumentaban que la política de crédito no resuelve sola todos los desequilibrios, más allá de que la exigencia de unas finanzas saludables impone un limite a la expansión del crédito, es decir, la base del crédito reside en la probabilidad de que las transacciones tengan lucros.

O. Sprague reconoce que el crecimiento de los precios es un buen estímulo para los negocios, luego para el empleo, pero que cuando la economía se encuentra en una situación de desequilibrio grave, como una depresión, la inflación monetaria no sería adecuada para restablecer el equilibrio. Como se trata de una situación estructural, los medios monetarios no serían apropiados.

El objetivo de la tasa de interés bancaria no es reducir la actividad empresarial y los precios o causar desempleo, ella se destina a vincular la moneda nacional con otros padrones-oro, subraya O. Sprague, aunque admitiendo ser inevitable una disminución de la actividad empresarial, una reducción de los precios y algún des-empleo: “ (...) if gold padron is functioning normally and trade is active, an increase in Bank rate should have a very small effect in diminishing enterprise and causing unemployment, because the higher Bank Rate should produce the required effect in a very short time, and therefore be again lowered in a short time” . De hecho, como Sprague testemunha: “I should recommend anything. I should expect a declines of the economic position of this country until it reached a breaking point, and an explosion” .

En concreto, esto significaba que se podría promover la inversión a través de la re-estructuración institucional del mercado de capitales, admitiendo que existía un exceso de ahorro, la cual, una vez depositado en los bancos, podría obtener mayores ingresos que su aplicación en oportunidades de negocios inexistentes. Más allá de eso, insistía en la necesidad de bajar los costos de modo a aumentar la competitividad de la industria británica en el mercado internacional.

La principal disputa teórica se colocaba en la relación entre la tasa de interés bancaria y la actividad económica industrial, y en las consecuencias prácticas de esa relación. Para Keynes la experiencia demostraba que la situación normal era aquella en que la abundancia de oferta de crédito permitía una actividad industrial normal, con la ventaja de ser más controlable por las autoridades de modo harmónico.

Del punto de vista del Banco, la relación causal entre las tasas monetarias de interés bajas y actividad empresarial eran siempre interesantes, frecuentemente importantes, pero raramente decisivas. Si el regreso al padrón-oro había generado una deflación del nivel de los precios, los trabajadores podrían optar por mantener ingresos reales con un sacrificio de la tasa salarial nominal, por lo que: “(...) wage adjustments as ever so much important in industry than changes in Bank Rate olr anything bankers can do”...” so how one can approach the problem on the presumption that wages are to be left untouched” .

Keynes aclaró la actuación de la tasa bancaria, pero el Banco no aceptó esa inter-pretación, que era una explicación monetaria, insistiendo en que los problemas eran provocados por la falta de competitividad de la industria británica, por lo que: “(...) devices provided by monetary policy could only have ben palliatives, which might have disguised the real situation for some time, but would not haves elbvi hasta d the necesite of facing realities sooner or later” .

Para el Tesoro, las soluciones de Keynes eran inconsistentes. La acusación de inconsistencia se basaba en la idea de que, defendiendo también el lugar – común de que los costos de producción estaban muy altos, el efecto de los programas de inversión domestico irían a acentuar las dificultades que afectaban la industria británica,

Leith-Ross, aconsejado por Niemayer, denunciaba la inadecuación estructural de la industria británica exacerbada por la política social que había permitido un nivel inadecuado de consumo. Niemayer argumenta: “The fact is that Keynes, likes other economist, lives in a world of abstractions”...”it is very ease to produce a simple theo-retic exposition which by its very simplicite seems cogent and attractive: but in fact the economic world is very far from simply and any single explanation seems to me to be almost certainly wrong by the very fact that it is single” y concluye: " It is not possible that the orthodox theory is correct and that our real trouble is not oversaving but undersaving” .

Paradoxalmente, Keynes y el Tesoro coincidían en la idea de que uno de los facto-res del desempleo residía en los salarios monetarios elevados, y que la teoría no se basaba en los hechos del mundo real; de cualquier modo las conclusiones e ilaciones que defendían eran diametralmente opuestas. El presidente y gobernador del Banco de Inglaterra, M. Norman, alegaba que el problema del desempleo debería ser resuelto a través de la racionalización de la industria. Relativamente a la tasa de interés elevada, este expresó frente al Comité la opinión de que, aunque la decisión de mantener la tasa elevada se justificase por razones externas, los efectos perniciosos que se le atribuían eran exagerados, más por razones psicológicas que por razones reales.

M. Norman no consideraba ninguna relación entre el regreso al padrón-oro y la necesidad de reducir los ingresos, designadamente los salarios; las razones alegadas asentaban en el hecho de Francia, Bélgica y Alemania habían regresado al padrón-oro estabilizando el valor de sus monedas a niveles más bajos que la relación libra-dólar. Era evidente que, así, las razones del regreso de Inglaterra a la paridad cambial del preguerra se mostraban obscuras.

Keynes reafirmaba que las efectos del crédito más barato en la inversión eran de máxima importancia, no dejando de apuntar una restricción que obligaría a otras consideraciones políticas: “Very much depends upon whether the new investment and new consumption which are brought into existency are divided in the right or wrong proportions betwen home activities and foreign activities” .

Keynes insistía que la grande dificultad residía en la incapacidad de los bancos cen-trales del mundo de permitir una disminución suficientemente rápida de la tasa de interés, afirmando que una verdadera y completa recuperación solo tendría lugar si esa caída no se hubiese verificado . Pero la política económica no controlaba las decisiones de los bancos centrales extranjeros. La posición de los banqueros era moralista, aconsejando el regreso a las virtudes del Calvinismo: “The remedy is for people to stop watching the ticker, listening to the radio, drinking bootle of gin, and dancing jazz; forget the new economics and prosperity founded upon spending and gambling, and return to the old economics based upon saving and working” .

La eventualidad de ganar aceptación y adeptos en los medios políticos y academi-cos era lo que Keynes buscaba arduamente, con habilidad y maestría, pues sería un medio camino para un cambio de política. No actuar, y por consiguiente, no recomendar ninguna corrección de los desequilibrios significaba para Keynes una banca-rrota intelectual. Debemos considerar que Keynes frecuentemente extremaba sus argumentos, dramatizaba sus palabras, engendrando una retórica implacable.


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