BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales


SERVICIOS ECOLÓGICOS EN HUMEDALES, EL CASO DE TIGRE, BUENOS AIRES

Leonardo Fernández

 

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Conflictos en el manejo de recursos bióticos

La implementación de actividades humanas sobre las praderas herbáceas altas genera conflictos con la conservación de sus características y, especialmente, de su funcionamiento. La construcción de endicamientos y atajarrepuntes causa una disminución de la capacidad de acumulación de los excedentes hídricos. El drenaje a través de la construcción de zanjas y canales acelera el escurrimiento transportando también sedimentos, nutrientes y materia orgánica (Kandus, 1997). En cuanto al sector continental de Tigre ha sufrido el mayor grado de antropización. El avance de urbanizaciones en las últimas décadas fue considerable y redujo cerca de 2500 hectáreas de estos ecosistemas.

La instalación de plantaciones de sauces y álamos actualmente cubren grandes extensiones, siendo el Delta una de las regiones del país que mayor superficie de bosques implantados posee. Estos bosques de rápido crecimiento proveen maderas blandas, livianas y de baja calidad, que se destinan a la construcción de cajones, embalajes, etc. La modificación de las características naturales de las islas, con la consecuente destrucción de la vegetación nativa, ha hecho retroceder significativamente a los ecosistemas naturales y a toda su fauna asociada.

Las plantaciones forestales endicadas afectan drásticamente el paisaje por drenaje de los pajonales y en muchos casos la desaparición de pequeños cursos de agua en su interior, con la consiguiente pérdida de hábitat para las especies adaptadas permanente o temporariamente a los cursos de agua. Sin embargo, resulta interesante notar que, si bien las forestaciones tienden a la homogeneidad en términos de la cobertura vegetal, lo que es un factor adverso para el mantenimiento de la biodiversidad, el patrón de paisaje formado por corredores acuáticos como zanjas y canales y sus ecotonos con las forestaciones permiten mayor heterogeneidad espacial, lo cual es positivo para aquella.

Kalesnik (1997) plantea la necesidad de tomar medidas para conservar los últimos relictos de Monte Blanco que quedan en el Bajo Delta. Las acciones antrópicas en el área tienden a la modificación de los mismos y debería evitarse la pérdida de una comunidad única caracterizada por su elevada riqueza forestal y su importancia ecológica y biogeográfica. Además, resalta la importancia de conservar los “bosques secundarios” o forestaciones con elevado tiempo de abandono” presentes en la zona.

La falta de un tratamiento adecuado de los afluentes contaminantes acarrea periódicamente mortandades masivas de peces y graves problemas sanitarios a las poblaciones costeras. La caza y la pesca desmedida, que muchas veces no respeta épocas de veda, se ve favorecida por la falta de control oficial en toda la región. Esto significa una fuerte y permanente presión sobre las poblaciones de animales silvestres. La caza en el Delta ha llevado a la desaparición de especies como el “yaguareté” y a puesto en peligro de extinción al “lobito de río” y al “ciervo de los pantanos”. Este último, otrora perseguido por alimentarse de los frutales y de las plantaciones forestales, es hoy un preciado trofeo de caza mayor. Otros vertebrados, sobreviven a la fuerte presión de caza por tener un alto número de crías por camada. El coipo y el carpincho, muy cazados tanto por su carne como por su cuero, son otros ejemplos. La pesca comercial y deportiva está centrada en las especies de mayor interés como el sábalo, surubí, patí, boga y dorado. La falta de un criterio uniforme en las reglamentaciones vigentes en las distintas provincias de la zona (tamaños mínimos, artes y métodos de pesca, épocas de veda, especies permitidas y prohibidas) dificultan los controles y comprometen el futuro del recurso natural. La flora introducida, ya sea en forma voluntaria o involuntaria, representa un serio problema para el ecosistema deltaico, que en gran parte desplaza a la flora nativa y coloniza los ambientes naturales. La ligustrina, el ligustro, la madreselva, la zarzamora, ocupan los albardones de las islas, mientras que las zonas bajas inundables son invadidas por el lirio amarillo y la vara de ámbar (www.deltaonline.com).

Tabla 8. Listas de especies de fauna con algún status de conservación
Fuente. Elaboración propia en base a Chébez (1994), FUCEMA (1997), **Merler at al (1997), Dirección de Fauna y Flora Silvestre. En MSF (2000)


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