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ESTAMENTARISMO, LIBERALISMO, DEMOCRACIA CRISTIANA Y SOCIAL DEMOCRACIA EN EL DESARROLLO DE MÉXICO, SIGLOS XVIII, XIX y XX

Jorge Isauro Rionda Ramírez

 

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EL SIGLO XVIII:

Arribo del liberalismo a la Nueva España y el naciente liberalismo hispanoamericano

Es bien sabido que en el periodo colonial en América Latina el control que la Corona mantiene respecto a la prosperidad de las actividades económicas de sus colonias se basa en el principio de proteger aquellas actividades exitosas que prosperan en la península, dejando que otras actividades que no representen riesgo o problema alguno para un español se desarrollen en sus provincias coloniales.

Con ello, el desarrollo económico de la Nueva España, como de otras colonias hispanas, queda recluido desde su origen a prosperar al margen de los intereses de los peninsulares, donde las iniciativas constantemente son frustradas ante el temor o riesgo de que éstas perjudicaran a algún ibérico (Stein, 1970a).

No obstante lo anterior, con todo, existen actividades locales de alta prosperidad de donde destacan las primarias tales como la agricultura, la ganadería y la minería en el medio rural, mientras que en las ciudades prosperan las actividades manufactureras de tipo artesanal. Las haciendas agrícolas, ganaderas y mineras de hecho son el fundamento principal de la economía colonial en la región latinoamericana. Crean un circuito económico cerrado de autoconsumo, no obstante la expoliación de la plusvalía minera por parte de la Corona española.

Ya en el siglo XVII la prosperidad colonial es el avío de un desarrollo de industrialización manufacturero incipiente, dominante como parte de una economía urbana naciente, donde el comercio urbano inicia las principales capitalizaciones para conformar un sistema financiero nacional.

El comercio regional, principalmente de tipo urbano, viene a fortalecer y generar la acumulación capitalista necesaria para ir conformando un sistema financiero propio, autónomo, con capacidad de avío para fomentar el surgimiento de industrias con mayor envergadura que la de los mercados locales, propiamente dirigida a lograr abarcar mercados regionales o bien nacionales.

El régimen de control y fiscalización establecido por los Habsburgo en la Nueva España, con ya una tradición de 2 siglos, da ciertas exenciones tributarias como canonjías, a algunas actividades económicas, como bien, a clases sociales donde destaca la que realmente es tributaria en la sociedad novo hispana: los criollos.

Con la dominación francesa sobre España, la nueva casa imperial de los Borbones, en amparo de ser una potencia militar, urgida de recursos financieros, extrema las cargas fiscales en las colonias españolas y en especial a los criollos.

Entre las reformas borbónicas realizadas en las colonias españolas se tiene la supresión de los privilegios que España concede a Inglaterra mediante el tratado de Utrecht, cuestión que incomoda a esta última por lo que el interés de promover el pensamiento liberal y propiamente librecambista es uno de sus principales recursos para pugnar, desde dentro de las colonias, por la apertura comercial contra el control fiscal, primero español y posteriormente de Francia, mediante los controles de los Borbones.

Las logias masónicas son una estrategia para penetrar e influir a los intelectuales iberoamericanos, para con ello promover el liberalismo económico como fundamento del desarrollo nacionalista e independiente del siglo XVII y en adelante.

Por efecto de la sujeción de Francia sobre España, de 1640 a 1740 se tiene un periodo de depresión económica donde propiamente la crisis se genera por la depresión del comercio entre la metrópoli y sus colonias (Florescano y Gil, 1976). La metrópoli crea (desde mediados del siglo XVI), una grave dependencia de sus colonias por ser esta proveedora principalmente de bienes minerales y especies de gran valor para la economía peninsular.

Con el decaimiento de los flujos comerciales, España vive un periodo de estancamiento y depresión económica, que bajo el régimen de los Borbones se profundiza más ante la expoliación de las riquezas llegadas de América a España para amparar a Francia en sus guerras imperialistas contra Inglaterra.

La gran hecatombe demográfica del siglo XVI que se vive se debe a diversas epidemias y hambrunas (1521 cocoliztli, 1546 matlazáhuatl y 1576 sequía y crisis agrícola), son causa del despoblamiento indígena que causa que de 1519 a 1600 la población residente en el área mesoamericana caiga de 21 millones de indígenas a 1 millón 200 mil aproximadamente. Cuestión que marca para el siglo XVII que deba existir una organización de la producción y el trabajo basado en el reparto del territorio en unidades productivas basadas en haciendas agrícolas y ganaderas, como en haciendas mineras. Las mercedes reales que establecen esquemas de producción ampliada, que dan usufructo de los terrenos reales a criollos y peninsulares, fundan la forma de expoliación colonial que convive con las cementeras indígenas, propiedades comunitarias basadas en esquemas de producción simple.

El carácter ampliado de la producción de las Haciendas dan que continuamente procuren ampliar sus extensiones territoriales hasta encontrarse con lo límites de las cementeras indígenas, razón que causa continuas invasiones a estas últimas y por tanto conflictos entre indígenas y españoles. El resentimiento indígena es una patente de la vida colonial ante el sistemático despojo de sus propiedades ante la incontenible expansión de las economías agrícolas criollas.

La organización del territorio obedece por tanto a la lógica de acumulación basado en el desarrollo de las actividades primarias, de tipo campesino, rural y artesanal. La prominencia de las economías españolas de carácter ampliado subordina desde un inicio a las economías indígenas, que con su depresión económica presenta un avío a las economías de los españoles al trasladar plusvalía, mediante términos de intercambio comercial desproporcionados e injustos.

El comercio de arrieros es la actividad de corte más capitalista que para entonces se tiene puesto que después de la Iglesia, representan los capitales más fuertes. El comercio interurbano es la fuente de los nacientes capitales nacionales que se tiene en la Nueva España como fórmulas de capital financiero y avío de otras actividades tales como la minería. Los comerciantes condicionan a los productores bajo fórmulas de monopsonio y se vuelven los prestamistas, junto con la Iglesia católica, de la sociedad colonial.

De 1550 a 1630 la Iglesia acumula grandes capitales principalmente por efecto del impuesto basado en el diezmo y por las llamadas “manos muertas”.

Las reformas borbónicas restan poder a las oligarquías de la Nueva España, especialmente a la Iglesia y a comerciantes. En 1760 José Galvez promueve algunas iniciativas que van en perjuicio de la Iglesia como es la cédula de desamortización de bienes que perjudican las canonjías de ésta, como de otras clases oligárquicas. Asimismo, las reformas borbónicas benefician bien a unos como los mineros y los comerciantes, pero perjudican a otros desmantelando las relaciones establecidas durante la administración de los Habsburgo, restándoles poder y privilegios.

Con estas reformas aumenta la expoliación de la Nueva España por parte de la Corona española al grado que es la colonia que más aporta a los erarios reales. La extracción minera es el fundamento clave de las economías novo hispánicas como de la propia España, su producción es tal que para entonces dos terceras partes de la plata que circula en el mundo proviene de la Nueva España.

La economía urbana empieza a ser prominente a partir de 1790 y 1800, donde se consolida en pleno el esquema de producción artesanal, cuyas características son las siguientes:

REGÍMENES DE PRODUCCIÓN ARTESANAL
Esquema de Producción Artesanal

http://webs.uvigo.es/cfacal/esquema2_1.htm
http://webs.uvigo.es/cfacal/esquema2_3.htm
http://webs.uvigo.es/cfacal/esquema2_4.htm

Dominada por:
1 Producción Manufacturera La Empresa
2 Producto Heterogéneo durable El Estado
3 Mano de obra altamente calificada El Mercado
4 La empresa trabaja al ritmo del trabajador
5 Técnicas de producción diferenciadas según trabajador
6 Instrumentos de trabajo elementales o herramientas simples
7 Proceso de producción extensivo en jornada de trabajo
8 Insumos vitales de la producción: carbón y acero
9 Precariedad en las condiciones de trabajo
10 Trabajo manual
11 Trabajador libre formalmente pero cautivo del empleador de forma convencional bajo acuerdo compromiso o chantaje
12 Inmovilidad laboral
13 Concreto objetivo del trabajo
14 Contrato laboral convencional, moral o de palabra
15 Domina la economía primaria
16 Ruralidad y desarrollo urbano incipiente
17 Garantías laborales bajo cautiverio del trabajador por la empresa
18 Pocas o nulas prestaciones laborales
19 Producción Onerosa
20 Producción a baja escala
21 Trato digno al trabajador artesano con reconocimiento
22 Relaciones industriales obrero patronales bien definidas entre empleador y empleado
23 Artesanía o manufactura
24 El proceso de la producción subsume a la circulación, no hay presencia del estado
25 Procesos productivos simples y técnicas que se habilitan según artesano, tradicionales o de costumbre
26 Contrato laboral a largo plazo
27 Tecnología simple y básica consistente en las herramientas de trabajo
28 Factores productivos monovalentes y básicos
29 Mano de obra de oficios integrales
30 Proceso productivo desarticulado con inmovilidad laboral y permanencia
31 Producción desorganizada
32 Era de la destreza y el talento
33 Tecnología básica y Mecánica
34 No existe el seguro de desempleo ni de retiro
35 Capacitación en el taller y desarrollo de oficios
36 Peonaje libre y proletarización
37 Producción regional y local independiente
38 Organización obrera incipiente o inexistente
39 Estado Liberal
40 No existe la previsión social
41 Derecho normativo idealista teológico moral
42 Nula intervención y ninguna intervención
43 Estado Liberal
44 Estado con nula intervención
45 Mercados nacionales y locales competitivos
46 Mercados competitivos y oligopólicos
47 Domina el trabajo doméstico y a domicilio
48 Economía objetiva

Se trata de una economía urbana manufacturera donde la industria es incipiente pero inicia el ascenso de talleres y telares pequeños, con escalas productivas que no rebasan el autoconsumo. El régimen de producción artesanal tiene dos fases, la primera implementada con base al esquema europeo (basada en economías domésticas de autoconsumo con esquemas de producción simple y sobre todo de tipo rural). La segunda correspondiente al finales del siglo XVIII e inicios del XIX, de tipo ampliado y con una lógica de acumulación, destinada al mercado aunque sea de un mercado local, de tipo industrial urbano incipiente.

El desarrollo del régimen de producción artesanal urbano se da principalmente en la ciudad de México, Puebla, Guadalajara, Morelia y el Bajío. En la aparición de este régimen de 1770 a 1800 se crean fuerzas desestabilizadoras entre la economía artesanal doméstico rurales y las ampliadas, urbano semi industriales. Se tienen fuerzas tendientes a la divergencia entre lo rural y lo urbano. La desigualdad social crece y se marca la diferencia de clases entre poseedores y trabajadores.

El encasillamiento que crean las haciendas rurales de la mano de obra a través de un sistema de deudas heredables, el ascenso artesanal industrial urbano que se vive (que pide la liberalización de mano de obra), genera fuerzas a favor del liberalismo y la libertad, no solo de la independencia de España, sino de la libre movilidad de la mano de obra trabajadora. El peonaje se vuelve una rémora ante la creciente proletarización urbana, y el salario urbano es una instancia más legítima y remunerativa que el pago por servidumbre en las Haciendas basado en el sistema de raya.

Las reformas borbónicas causan un reacomodo de la configuración en la organización social del trabajo y la producción dentro de la sociedad novohispana, reforzando las medidas de sujeción colonial como de expoliación. Esta última recae con mayor fuerza en los criollos y los clérigos. De alguna forma resulta en el reforzamiento del régimen anterior de los Habsburgo. Pero sobre todo, propicia el surgimiento de una economía industrial urbana que engendra en su seno la nueva clase de la burguesía naciente con aspiraciones independentistas como libertarias.

Estas reformas agravan la situación de los jornaleros, especialmente mineros. (Di Tella, 1972). El ascenso industrial urbano causa el aumento del lumpen proletarios en las ciudades, en su gran mayoría mestizos desposeídos que no encuentran acomodo en la sociedad estamentaria virreinal, que los discrimina y les recluye a actividades poco remunerativas y de bajo prestigio social.

Por otra parte, en las regiones mineras se sustituye el jornal por el salario y esto conlleva al empobrece de los mineros. Los minerales de Guanajuato y Zacatecas necesariamente son quienes más recienten la precarización del empleo minero al sujetarse al trabajador a la forma de pagos basada en un salario, mientras que antes se beneficia del mineral que saca de la mina, ahora independientemente de su productividad respecto a la extracción de mineral, su remuneración es una cuota fija, y desde luego menor.

En las ciudades abundan los gañanes, mestizos que se encuentran en lo más bajo de la sociedad novohispana y que engrosan el ejército industrial de reserva y el lumpa proletariado. El rompimiento de esquemas serviles putativos basados en el cautiverio de las Haciendas agrícolas, ganaderas y mineras por las nuevas fórmulas de proletarización de un capitalismo incipiente, junto con la explosión poblacional que se vive del siglo XVII al XVIII de forma sostenida, son la razón por la cual el empobrece de la masa de trabajadores es inminente.

Las clases peligrosas entonces no son propiamente los indígenas, sino los mestizos como carne de cañón, los criollos y clérigos como clases intelectuales y líderes del movimiento de independencia, conspiradores con intereses entendidos.

La inconformidad se generaliza y profundiza entre los mestizos, y las nuevas responsabilidades y cargas fiscales aplicadas a los criollos, como la pérdida de canonjías otorgadas a ciertas clases aristócratas novo hispanas por los Habsburgo, mismas que reciente fuertemente la Iglesia católica principalmente, son el principal causal que promueve las aspiraciones independentistas como libertarias en la Virreinato de la Nueva España a fines del siglo XVIII e inicios del XIX.

Por otra parte, debe considerarse que los conflictos entre Inglaterra y Francia en 1793 favorecen lograr una mayor autonomía de la economía estadounidense y a su vez, una mayor ingerencia en las naciones latinoamericanas, cuando España se ve envuelta en dicho conflicto, vencida por Inglaterra y postrada ante Francia. Esta relevancia norteamericana explica en qué momento se vuelve líder de las economías latinoamericanas.

Según se aprecia en las rentas de alcabalas de 1792, las principales ciudades de la Nueva España son la ciudad de México, Puebla, Guadalajara, Veracruz, Orizaba, Córdoba, Oaxaca, Mérida, Valladolid y el Bajío (Moreno, 1974). Ciudades que se desarrollan dentro de la óptica del desarrollo exogenista, donde la extracción de la plusvalía delinea el entramado de comunicaciones y sistemas metropolitanos de la Nueva España.

La traza de caminos reales viene desde los minerales del Norte del país hasta el puerto de Veracruz donde se embarcan los productos minerales y las especies rumbo al puerto de Cádiz. Por ello, los caminos unen los centros metropolitanos de los que depende la economía colonial, como fundamento de una organización del territorio basada en la extracción del bimetálico y las especias, así como del comercio regional intrazonal entre los centros mineros y los de producción agrícola.

Es en el siglo XVIII que el sistema metropolitano del país ya está bien consolidado y el sistema de comunicaciones logra integrar el territorio (al menos el de interés bajo la lógica de la expoliación colonial), como una unidad productiva. Existen algunos lugares desarticulados del centro metropolitano de la ciudad de México, el caso más grave es el de Mérida en Yucatán, cuyo aislamiento le hace una isla autónoma del resto del país. Regiones dependientes de áreas metropolitanas como Puebla, Guadalajara y Oaxaca operan con cierta autonomía del centro y las divergencias regionales son notorias por la especialización de la producción. Por decir, mientras en el Bajío la agricultura adquiere un fin comercial gracias a la seguridad del mercado agrícola, en Puebla los hacendados rentan sus tierras a terceros o medieros por los riesgos que corren en un mercado más débil.


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