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ESTAMENTARISMO, LIBERALISMO, DEMOCRACIA CRISTIANA Y SOCIAL DEMOCRACIA EN EL DESARROLLO DE MÉXICO, SIGLOS XVIII, XIX y XX

Jorge Isauro Rionda Ramírez

 

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INTRODUCCIÓN

El presente trabajo pretende ilustrar cómo el pensamiento liberal europeo del siglo XVIII influye no solo los movimientos independentistas y libertarios en América Latina en el siglo XIX, sino que funda todo la movilización social a favor de implementar en capitalismo industrial en la región, especialmente en el caso de México, donde la ética liberal es el marco del pensamiento que inspira el proyecto de nación del siglo XIX e inicios del XX.

La problemática deriva de la transición de fórmulas de organización privada de la producción de tipo artesanal a organizaciones más rígidas de tipo modernista, con mayores tasas de capitalización, donde los procesos de producción de mayor grado de organización derivan en formas de deshumanización y mayor expoliación de la mano obrera. Los movimientos sociales que desata procuran reformas institucionales que protejan al trabajo y otorguen, ante el incremento continuo de la productividad, mayores prestaciones laborales dirigidas principalmente a la seguridad y previsión social.

El México moderno trae consigo movilizaciones sociales sui géneris, que son el marco por el cual se explica el nacimiento del estado de bienestar en México, donde el Estado adquiere un mayor protagonismo en la economía y la sociedad como benefactor, conciliador, interventor, regulador, socio e inversionista, que acompaña a los nacionales desde su nacimiento hasta su muerte.

Supone que el régimen de producción artesanal heredado desde la colonia, donde la industrialización básica del país se sustenta en pequeñas factorías manufactureras rudimentarias (con mercados locales altamente competitivos), transita a una secundarización liderada por factorías que logran organizar su producción. Cuyos mercados ahora son bien regionales o incluso nacionales o internacionales, con altas escalas productivas e intensivas en capital, que para el siglo XIX implica la necesidad de organizar la producción para transitar a fines de la centuria al régimen de producción rígida o moderna. En este tránsito, el Estado liberal propio de administraciones públicas que desde el proyecto de Lucas Alamán tipifican la ética de la regulación desde el inicio de los tiempos independientes a 1930.

Los movimientos sociales que desencadena el tránsito de un régimen de producción artesanal a uno de modernidad conlleva a su vez movilización social que pugna por establecer nuevas instituciones no liberales por social demócratas, propias del periodo posrevolucionario que abarca de la década de los 30 a inicios de los años 80.

El régimen de regulación keynesiano o social demócrata otorga una mayor participación al Estado en la economía a nivel de la empresa y el mercado, aspecto que vendrá en conflicto con los intereses de organizaciones empresariales, sindicales, corporativas como incluso con la Iglesia católica.

La herencia colonial centralista (replicada en el periodo independiente y enfatizada en los tiempos del capitalismo monopolista), ante los regímenes de regulación fiscal, son por otro lado la cuna de las aspiraciones federalistas, que desde el seno de las contradicciones del desarrollo del capitalismo fordista encuentran aliados en los intereses extranjeros (quienes pugnan por una mayor intervención en la economía mexicana, en las empresas resentidas por la carga que les representa la seguridad social, la iglesia respecto a su gradual pérdida de poder desde tiempos liberales), como de las oligarquías locales (por el exacerbado centralismo propio del periodo modernista).


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