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ESTAMENTARISMO, LIBERALISMO, DEMOCRACIA CRISTIANA Y SOCIAL DEMOCRACIA EN EL DESARROLLO DE MÉXICO, SIGLOS XVIII, XIX y XX

Jorge Isauro Rionda Ramírez

 

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ANTECEDENTES

En el siglo XVI el Nuevo Mundo es para los españoles la oportunidad de salvar los problemas existentes en la ciudad del hombre en Europa, con toda su decadencia y corrupción, en crear un nuevo orden que le supera como parte de inventar la ciudad de Dios en América

El primer elemento motor de una sociedad es la identidad que necesariamente tiene que ver con la cultura de los individuos que la comprenden, la que se define como el grupo que se establece históricamente en un territorio, comparten bases culturales comunes como es la lengua y la cosmovisión, se reconocen ante otros grupos como uno son singularidades distintas o bien comunes y se identifican bajo un nombre.

“La nación es un pueblo o un conjunto de personas que comparten una identidad colectiva llamada nacionalidad, y el propósito de seguir formando parte de ella…” (Basave, 2007; 7).

La nación por tanto se compone por personas que comparten una lengua, un origen, la misma historia y una cultural común, se identifican así mismos por sus rasgos comunes y se distinguen de otros grupos por las diferencias que guardan con ellos. Se trata de varias tribus que a su vez se componen de hordas, familias que se ligan por consanguinidad.

La nación se integra mediante un Estado que establece un orden jurídico, o fórmula de gobierno, una población y un territorio determinado. Los conceptos de Estado, nación y etnia por tanto están íntimamente relacionados, en su contexto histórico y social.

Con base a la Basave (op. cit.) se afirma que el Estado se configura cuando una nación ejerce su soberanía en un territorio y bajo un gobierno propio.

Los derechos que las personas adquieren en la sociedad en cuanto a participar en las decisiones del grupo son lo que distingue al ciudadano del nacional. Nacionales son todos aquellos que nacen dentro de un grupo étnico y pertenecen por naturalidad al mismo; ciudadano es aquella persona que por algún mérito adquiere el reconocimiento del grupo en cuanto su derechos y capacidad de influir como de participar en las decisiones del Estado.

Con la ciudadanía nacen los derechos y obligaciones hacia la nación que adquiere un individuo en su vida social, como parte de una nación y sujeto a un orden establecido por el Estado.

Civilidad es el apego que los individuos guardan al orden establecido por el Estado, y civilización es el caso de una sociedad ordenada, organizada, donde existen instituciones que brindan ciudadanía y conlleva respecto y apego a las garantías individuales como sociales manifiestas en un contrato social establecido gracias a la existencia del Estado.

El anhelo de los hombres a pertenecer a un grupo es precisamente lo que se le conoce como nacionalismo, del nacionalismo deriva el concepto nación. Esto es, del deseo de pertenencia e identidad se establece la sociedad humana como condición de nación.

Las identidades sociales crean los grupos nacionales y con ello, surge una geografía social terráquea. Por ello, la historia permite ver cómo estas identidades conjugan sus intereses en proyectos de nación, y los movimientos sociales son efecto del reacomodo de las naciones en la búsqueda de patentar sus intereses de grupo.

La historia de los movimientos sociales implica la historia de la lucha de clases, de la reivindicación de las identidades de grupos identificados por sus intereses, donde su protagonismo es efecto de los antagonismos que enfrentan con otros grupos, dado el reparto económico.

El principal antecedente de la organización social en México, es la formación de cacicazgos en el periodo preclásico del periodo precolombino. Los cacicazgos se definen como un Jefe militar y religioso que organiza a un grupo o tribu y establece un control local. Es quizá la primera organización de Estado, rasgo distintivo de una civilización.

El territorio, como espacio social, se organiza bajo formas de organización que se sustentan gracias a la construcción de un abstracto social que convencionalmente establece las instituciones del grupo. De inicio breves, pero importantes para establecer el orden social bajo garantías sociales como individuales. El espacio territorial también es un espacio cultural, donde quienes viven dentro del territorio comparten una cosmovisión del universo como del valor y reconocimiento del grupo o nación.

La tierra, como recurso, compone el territorio, al que se vincula como derecho a su tenencia desde los antepasados, y como sustento de la civilización. El Estado lo primero que sustenta es la propiedad sobre el territorio y la forma de controlarlo. Como centros cívicos ceremoniales, el espacio natural se convierte en ámbito sagrado. Al sembrar la tierra de cultivo y colmarla de monumentos los pobladores adquirieron un “derecho de propiedad” sobre ella. La tierra se convierte en territorio de la comunidad y se vincula a los antepasados y los dioses protectores. (Florescano, 2004; 31)

La tierra de los padres es la base de la legitimidad de la propiedad del grupo sobre el territorio, por ello el territorio pertenece al grupo por derecho de su uso por generaciones en exclusividad, por comer del mismo y regresar en la muerte a ser parte de la tierra, los hombres considera que son parte de la tierra, la madre tierra, de donde se viene y a donde se regresa, y de donde se come por lo que se es de ella por nutrición, por genealogía y por nacimiento, y por ello, se pertenece a la tierra y la tierra es del grupo que la habita desde tiempos de los antepasados.

El culto a los antepasados es el reconocimiento histórico de la presencia sobre la tierra, y por ello, su derecho a habitarla como a valerse de ella. Sobre este espacio cívico se construye una identidad bajo un gobierno, surge por ello el Estado y la nación.

El Estado se establece por el linaje más antiguo y por ello tiene el mayor reconocimiento dentro del grupo; pasa a ser la clase gobernante al ser los primeros en habitar la tierra.

El gobierno por linaje logra el control del grupo; el espacio como reconocimiento de presencia histórica da al gobierno la capacidad de controlar a los moradores del territorio, bajo obediencia y servidumbre de que quienes primero habitan el territorio les dan la tierra en usufructo, y por ello deben pagar con servidumbre y respeto su autoridad, que es su reconocimiento como los primeros moradores – propietarios de la tierra. Alcurnia de abolengo, el linaje finalmente es la base de establecer el Gobierno de una población en un territorio, por lo que es en sí el sustento del Estado mesoamericano.

En el periodo de formación clásica se delinea la forma de Estado, la organización política bajo el gobierno de la identidad pública con mayor linaje, quien tiene el mando militar, el control de las creencias religiosas y la propia administración del territorio, donde los hombres conviven de forma organizada y bajo un mando central.

Los cacicazgos son fórmulas de control de los linajes locales en territorios que comprenden a varios grupos y que por ello, su control local no rebasa la de su propio grupo. La necesidad de controlar una nación da que las contiendas reconozcan ya no por su linaje sino por su mando militar al cacique quien controla a los señores locales.

La religión es el cuento, memoria histórica manipulada, que los señores con linaje dan a los moradores, de la concesión dada por los creadores de la tierra a sus padres como potestad de la tierra. El linaje aumenta de generación en generación, por eso el mando a su vez se hereda en reconocimiento al linaje mismo, y a la acumulación del linaje de generación en generación.

Los creadores o dioses dan a los primeros habitantes los derechos de apropiación y explotación del territorio, la religión trata de crear los elementos simbólicos que patenten (en el conciente colectivo), el derecho y la legitimidad del linaje de las familias, y con ello de las clases, los derechos y las obligaciones de las personas por su solo origen de nacimiento.

Al crecer la población, al juntar distintos grupos humanos en un territorio y al cuenta r con un centro ceremonial común, deriva del centro ceremonial cívico una sociedad urbana, y un control estatal fortalecido por la ciudad sobre la comunidad. Parte de este desarrollo urbano es la necesidad de establecer controles administrativos públicos y delimitación de frontera en el territorio; nace primero la numerología para controlar existencias, después símbolos de identidad de nombres de personas como de su linaje, y fechas, finalmente la escritura que permite tener un registro de hechos, historia y memoria colectiva.

En materia del surgimiento del Estado y el control político, todo indica que su origen en México se basa en los siguientes elementos (Florescano, op. cit.; 140):

1. La aparición de una población estable, con una base económica sostenible.

2. La presencia de un linaje real, del que deriva el soberano y con ello el control político administrativo público que organice el trabajo y la producción.

3. La presencia de una memoria histórica mítica, religiosa y que legitima el control del soberano, como impone sumisión al gobierno del pueblo.

4. La manipulación de la memoria histórica en la procuración de la legitimidad y el control.

La escritura por tanto trata de establecer una memoria manipulada para legitimar al grupo en el poder, y recordar las razones por las cuales se establece el gobierno.

“La clase dirigente no solo utiliza el pasado como un instrumento para sancionar el poder establecido, también hace de la memoria histórica un poderoso proyector de conductas y prácticas sociales y la tradición oral y el ritual se encargan de difundir, con el auxilio de la danza, la música, la pintura, la escultura y la escenificación ceremonial.” (Florescano, op. cit.; 147).

La legitimidad del grupo en el poder es importante para sostener el poder en mesoamérica. Las artes y las manifestaciones espirituales son la base del orden institucionalmente establecido. A la llegada de los españoles este elemento es fundamental para el logro de la conquista.

Los problemas que durante la historia de México se dan, son efecto de la conquista donde se gestan los elementos de inclusión y exclusión de dos culturas, que si bien, tienen elementos incluyentes y sintéticos, también presentan componentes que enfrentan a sus pobladores no solo por la cosmovisión, sino por el reparto económico entre conquistados y conquistadores.

Es de esperar que el mestizaje resuelva parte de estos conflictos de exclusión al unir las sangres de los conquistadores y los conquistados en una sola. Así se hereda a los nuevos mexicanos tanto la conquista como la derrota. Los hijos ya no son ni conquistados ni conquistadores, o bien, son tanto conquistadores como conquistados. La cuestión es que el mestizaje es un componente importante en el surgimiento de la nueva nación mexicana.

Los componentes religiosos de los indígenas se sincretizan con los elementos de la religión católica de los españoles en un sincretismo que es el fundamento del mestizaje.

El cristianismo reconoce el orden europeo como el orden natural, el orden de Dios, y trata de reproducir en América el estilo de vida de la Europa feudal. El etnocentrismo europeo establece al resto de las culturas como primitivas, ignorantes, paganas, no civilizadas y hasta cierto modo salvaje.

El antiguo orden del mundo rural que basa su vida en la explotación directa de los recursos naturales, ahora se reestablece pero bajo fórmulas de compulsión económica que parte de la expoliación de la fuerza de trabajo cuyas fórmulas históricas son el repartimiento, la encomienda y la esclavitud.

Las relaciones serviles, por otro lado, establecen una estratificación social, de principio basada en los estamentos de las castas y que, en su jerarquía social también suponen la sumisión de los pobladores de tipo indígena y mestizo a los criollos y peninsulares.

La primera misión de la colonia consiste en cómo organizar el territorio con base a sus intereses de implementar un esquema de producción primario extractivo exportador de bimetálico, principalmente.

La forma de organización del territorio en relación a la población indígena de México tiene su antecedente en las cédulas reales de 1546, 1551 y 1568 (Florescano, 2004; 151), donde el rey dispone que se junte a la población indígena en asentamientos urbanos similares a los de Europa, donde se demarcan los márgenes de las tierras consideradas monte, labranza, ejidos y del pueblo en sí. La población es concentrada en congregaciones, donde existe un hospital que supone la atención espiritual como física de los habitantes y con ello, se inicia la creación y transmisión de los valores de civilidad propios del orden colonial.

Se fundan pueblos indígenas y villas españolas. Las poblaciones indígenas que existen al margen de la producción económica que se establece durante la colonia, acaban por ser compelidos a residir en los pueblos que son nuevas fundaciones españolas que proveen de mano de obra a las haciendas mineras, ganaderas y agrícolas de los españoles.

Cementeras indígenas y mercedes reales son el nuevo contrato de propiedad que rige el reparto económico entre la República de indígenas y la República de españoles.

Las barreras sociales que se dan entre indígenas y españoles son las mismas que hasta ahora explican la separación entre los indígenas mexicanos y los mexicanos mestizos: barreras territoriales, lingüísticas, étnicas y económicas. Esta última no se refiere tanto a un nivel de ingreso o socioeconómico, sino a la marginación que los indígenas enfrentan respecto a acceder, igual que el resto de los mexicanos, a las oportunidades de prosperidad (sin dejar de lado que puede tener variantes en cuanto los valores de los pueblos).

Como una ironía, el propio aislamiento de las comunidades hace que se mantengan, como bien, surjan, elementos culturales propios, singulares y que otorgan a los pueblos su propia identidad como preservan costumbres, lengua, tradiciones y valores.

Puede decirse por ello que el origen del nacionalismo en México tiene que ver precisamente con este aislamiento de los pueblos que bien preserva como crea una identidad propia, suficiente para la prosperidad de sus moradores dadas sus propias potencialidades locales, donde el exterior representa una oportunidad, como un atentado contra el orden interno. Los componentes endogenistas del desarrollo del país tienen su raíz en esta herencia que desde tiempos coloniales se fomenta.

Los cacicazgos son efecto inminente de este desarrollo local autónomo y endógeno. El orden hacia el interior de la comunidad se establece con base a la distinción de personalidades locales con distinción y reconocimiento comunitario. Normalmente por linaje, pero principalmente por su capacidad económica de ordenar la vida social del pueblo.

Los caciques van a ser las personas cuyo nivel económico implica una distinción en el pueblo.

Los cacicazgos se benefician del orden colonial puesto que son los representantes de los pueblos indígenas antes las autoridades virreinales, y mediante ellos se establecen las ordenanzas como menesteres de la jurisprudencia y los derechos.

La situación no es similar para todo el país: Si el modo de la República de indios implantado en el centro y sur de la Nueva España es el espacio político que modela la vida de los indígenas de la tradición sedentaria, en el norte el doblamiento disperso e itinsonte de los numerosos grupos étnicos, la dilatada extensión del territorio y la ausencia de asentamientos españoles obligan a formas de colonización diferentes… (Florescano, 2004; 158).

La invención de la ciudad de Dios en el Nuevo Mundo inspira a los urbanistas de la época (los clérigos de las misiones llegadas a Nueva España), en ordenar el medio urbano con base a los ideales cristianos del orden en comunión y hermandad. Un caso es Vasco de Quiroga quien se inspira la Utopía del inglés Tomás Moro para inventar la nueva configuración urbana de las ciudades coloniales.

Misiones de la iglesia católica de órdenes distintas emprenden la invención de la ciudad de Dios en América, de donde destaca la obra de los jesuitas, quienes tratan celosamente de evangelizar a los naturales con base a su ilustración occidental, tratando de infundir los valores cristianos de convivencia y civilidad entre los indígenas, pero a su vez erradicando toda forma cultural que apareciera sospechosamente como pagana al cristianismo. La occidentalización del Nuevo Mundo es encabezada sobre todo por esta orden quien no procura el sincretismo cultural sino la implantación en la mejor forma, incluso superior a la europea, de los valores occidentales cristianos.

El centro y sur del país inician sus procesos de ordenación urbana bajo la directriz de las órdenes de misioneros franciscanos, agustinos, entre otras, todas ellas quienes procuran sincretizar los elementos culturales indígenas con aquellos valores cristianos similares. Así se sincretiza y confunde la idealidad de la tonanzin (nuestra madrecita), con el de María, madre de Jesús, o bien las festividades indígenas son revestidas de elementos culturales cristianos tales como las festividades de llamado de las lluvias realizadas por los tlahualiles (o tahualiles, danzantes llamadores de la lluvia), con las festividades del patrón Santiago. Celebración común en muchas partes del México central y del sur. En el norte la colonización en manos de los jesuitas crea fundaciones de pueblos bajo una lógica distinta a la del resto del país. El componente indígena como componente cultural es desde luego menos significativo.

A la par de la maduración de la República de los indígenas, se da la de la República de los españoles quienes, en los primeros tiempos son de tipo peninsular, posteriormente se vuelve una República de criollos, hijos de españoles peninsulares pero nacidos en tierras americanas. Esta nueva clase social de blancos naturales de las tierras americanas, crean desde inicio su propia identidad y pronto se enfrentan como clase los españoles peninsulares.

Sus intereses locales son (desde luego) de tendencia independentista y procuran la autonomía de la Corona Española quien no les da el mismo trato de distinción que la que da a los peninsulares.

La falta de abolengo de los criollos no les otorga título nobiliario alguno por parte de la Corona Española, por lo que en España, no obtienen cargo o canonjía alguna. Su reconocimiento como hombres de empresa es con base a sus propias propiedades y empresas en el Nuevo Mundo, por lo que ante la sociedad española los criollos son una clase menor jerárquicamente hablando. Más aún si se carece de nobleza.

Los criollos ven en la sociedad novo hispana la legitimidad de su clase y la posibilidad de erigirse en el poder. Engrosan las filas de la burocracia novo hispana aunque no aspiran a llegar a los principales puestos administrativos del virreinato, pues estos son dados a los peninsulares. Son por otra parte ricos comerciantes, mineros, y hombres de hacienda. Representan la clase alta de la sociedad, pero están por debajo del grupo de españoles peninsulares.

El resentimiento criollo se recrudece cuando a fines del siglo XVI la Corona española les retira de las encomiendas, y les excluye de los principales puestos del virreinato. Aunque posteriormente les venden los puestos, lo que llaman la criollización de la burocracia virreinal.

Puede afirmarse que fuera de los problemas de exclusión que se dan en el seno de la sociedad colonial, la religión dan las veces de fuerza incluyente y unificadora, al crear una sociedad que, aunque dada su alta heterogeneidad socioeconómica y estratificación, no obstante comparte un mismo sistema de creencias: la religión católico cristiana.

La evangelización practicada por las órdenes mendicantes, y posteriormente seguida por el clero secular es el elemento de inclusión cultural dentro de la nueva sociedad colonial naciente. La iglesia católica por otra parte trato de ordenar el reparto económico con base a la posición étnica y origen de las personas. Los estamentos raciales son fundamento para estratificar a la sociedad novo hispana por criterios de castas. Algo ridículos, los estigmas con que se bautiza a la gente son del todo caprichosos como prejuiciosos.

Los blancos encabezan la cúspide de esta sociedad colonial, y los mestizos e indígenas le siguen. Los mestizos son clasificados con apelativos tales como lobos, salta pa’tras, no te enriendo, cuarterón, chinos, pardos, entre otras más. Las mezclas son del tipo:

Español con india Mestizo.

Español con negra, Mulato.

Mulato con española, Morisco.

Mestizo con española, castizo.

Mulato con española, morisco.

Morisco con española, salta atrás.

Salta atrás con india, chino.

Chino con mulata, lobo.

Lobo con mulata, gíbaro.

Gibaro con india, albarrazado.

Albarrazado con negra, cambujo.

Cambujo con india,sambaygo.

Sambaygo con mulata, calpan mulata.

Calpan mulata con sambaygo, tente en el aire.

Tente en el aire con mulata, no te entiendo.

No te entiendo con mulata, ahí te estás.

Se afirma que este tipo de estamentación social si bien de principio pudo obedecerse, pronto desaparece puesto que la sociedad mestiza se funde en una sola expresión producto de españoles, indígenas y negros. Las matizaciones se vuelven múltiples e inespecíficas. Los estamentos o castas pronto desaparecen y se distinguen finalmente cuatro componentes principales: peninsulares, criollos, indígenas y mestizos.

Los conflictos entre estas castas o grupos étnicos se deben a la sujeción, de principio al ordenamiento al que están predestinados quienes por estigma eran bautizados con alguna de esta clasificación, puesto que por otra parte, las castas se distinguen por el tipo de trabajo que le confiere su estamento. Desde luego, esto no funciona para una sociedad que pronto se vuelve mestiza por lo que las castas desde el siglo XVII ya son cosa del pasado.

La disrupción social obedece a elementos culturales excluyentes, como a una estratificación social a veces intolerante, pero sobre todo obedece al mal reparto económico en una sociedad que se complica y vuelve caca vez más heterogénea. Parte del origen de la disrupción es efecto de la imposición de, bien un gobierno extranjero, o bien una cultura con valores extranjeros. El rechazo es inminente.

Funcionalmente, existe cierta reticencia a aceptar elementos de fuera o bien a cambios de lo tradicional respecto a lo novedoso. El temor al cambio es una fuerza de disrupción importante en toda sociedad. Muchos de los movimientos disruptivos del país parten de este aspecto.

Estructuralmente, los problemas surgen por la pérdida del orden social debido a la obsolescencia institucional que ocasiona la continua reestructuración económica, que causa conflictos diversos en la sociedad, donde los más críticos obedecen al reparto social de la riqueza.

Ante la conquista la descomposición y recomposición social es bastante violenta. La sociedad naciente tiene que luchar desde un principio por, bien rescatar su antigua identidad, o bien crear una nueva que le procura comunión y cohesión social.

El marianismo efecto del sincretismo cultural, es parte de esta búsqueda de una nueva identidad nacional o nacionalismo, que es un componente importante en crea una unidad nacional bajo la imagen de la virgen Guadalupana. Los patrones locales precisamente procuran eso, una identidad local del pueblo que mantenga la unidad y la cohesión social, de tal manera que bajo este patrón se pueda establecer un orden institucional moral como parte de una conciencia colectiva de pertenencia, identidad, unidad y nacionalidad. Nace así la patria chica.

Las rebeliones campesinas se suceden primero por los despojos de los españoles, posteriormente por la expansión de las haciendas y propiedades de los mestizos sobre las cementaras indígenas. El reparto agrario es delicado y el crecimiento urbano demanda del campo la proveeduría necesaria. La disrupción radica en la existencia de un reparto que tiende a ser latifundista, y la existencia de parcelas que funcionan como pequeñas unidades productivas, de las que la mayor parte de la población campesina vive. La necesidad del reparto, pero también la necesidad de romper con fórmulas de compulsión económica basadas en la expoliación de la mano de obra bien bajo servidumbre, o bien bajo endeudamiento, dan otra razón para que continuamente en la historia del país se venga suscitando las disrupciones campesinas.

Las rebeliones tienden a ser locales y pronto se desgastan. Son más que todo revueltas y no revoluciones. La historia mexicana desde tiempos coloniales esta plagada de este tipo de disrupciones. La gran mayoría no van contra el orden establecido y en la búsqueda de implementar uno nuevo, sino más bien el la búsqueda de proteger y demandar los derechos adquiridos y legítimos. Son luchas de legitimidad, donde un acto corrupto o fascista impone una voluntad sobre el derecho de las personas a favor de los intereses de algunos. La disrupción histórica en México es una disrupción a favor del derecho adquirido y no de carácter revolucionario. Son disrupciones por la preservación del orden y no por su transformación. La reivindicación del orden y no su cuestionamiento es la preocupación de la disrupción en el país.

Las rebeliones urbanas (debidamente mejor llamados motines), son efecto del rompimiento del circuito mercantil entre el campo y la ciudad. Son protestas a razón de carestías, escasez o falta de proveeduría. No tienen que ver un tanto con la cuestión del reparto económico o bien con respecto a la demanda de derechos civiles, sino irrupciones a efecto de la carestía y la escasez de productos básicos.

Existen otro tipo de rebeliones que tienen que ver con cuestiones de fe religiosa o de orden cultural. Muchos de estos movimientos tienen que ver con al abrupta disolución de un icono o símbolo cultura donde radica localmente una creencia, tales como un centro ceremonial, o bien por cuestiones de tradición, costumbre, donde alguna autoridad violenta la costumbre.

Otras más de tipo cultural son de tipo milenarista, esto es, tienen que ver con el enfrentamiento de valores de origen indígena y los nuevos valores de corte colonial o extranjero. En otros momentos son fuerzas conservadores en respuesta a la presencia de elementos ajenos externos o bien de cambio. El chauvinismo regionalista es una expresión en este sentido.


También están las disrupciones de tipo mesiánico donde alguien que se identifica con cierta legitimidad por su origen, demanda antiguos derechos perdidos, como reconocimiento, y promueve la restauración de un viejo orden donde existen quienes ven con buenos ojos rescatar los privilegios perdidos. No se dejan de lado las aspiraciones mesiánicas de corte religioso.

En la historia de México la violencia colectiva deviene principalmente de los siguientes causales:

1. Tienen que ver con los subversivos relativos a las cargas fiscales y la subordinación tributaria del pueblo al Estado.

2. El conflicto que surge respecto al reparto de las tierras arables. Las mercedes reales y las cementeras indígenas se enfrentan en cuanto las primeras desean expandir sus márgenes invadiendo terrenos comunales y despojando a los indígenas de sus propiedades.

3. Conflictos políticos de corte chauvinista, normalmente expresados entre caudillos locales con los de otras comunidades. Los conflictos facciosos, a veces por rivalidades familiares destacan en esto. También con un exacerbado centralismo.

4. Violentar el orden establecido, tratar de romper reglas e instituciones son otro fundamento de las disrupciones colectivas. Como ya se dijo, normalmente son disrupciones en razón de preservar el orden y no de cambiarlo.

5. Conflictos de odio por diferencias raciales, de lugar de origen o pertenencia cultural, creencias o bien por diferencias sociales.

Con base a lo anterior entonces, se tiene en síntesis cuáles son los orígenes de los conflictos sociales, sus disrupciones y las movilizaciones que causan. Con esto, se puede ir comprendiendo para las siguientes centurias, especialmente a partir del siglo XIX, la historia de los movimientos sociales en México.


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