BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

Comunicación móvil y sociedad, una perspectiva global

Manuel Castells
Mireia Fernández-Ardèvol
Jack Linchuan Qiu
Araba Sey

 

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Uso de la telefonía móvil entre los trabajadores inmigrantes

Es importante destacar que las prácticas de uso de los trabajadores inmigrantes son ciertamente particulares, dado que sus comportamientos comunicativos difieren de los de la clase profesional superior (y media) y de los emprendedores que trabajan en el mismo lugar en el que residen. En general, y contrariamente a la percepción popular, la mayoría de los trabajadores inmigrantes participan activamente en servicios de telecomunicación de todo tipo, incluyendo el teléfono móvil.460 En Singapur, por ejemplo, los trabajadores inmigrantes filipinos, indonesios, indios, de Sri Lanka, tailandeses y chinos utilizaban con frecuencia teléfonos móviles, recurriendo a las tarjetas telefónicas de prepago para llamar a casa.461 La única excepción a esta tendencia la constituían los trabajadores de la construcción de Bangladesh, quienes, comparados con otros, tendían a disponer de menos ingresos y de menos gente a la que llamar en su país de origen debido a la baja teledensidad de Bangladesh.462 En China, donde Qiu ha dirigido una investigación de campo entre 2002 y 2005, lo normal es que los trabajadores inmigrantes posean teléfonos móviles, especialmente en las grandes ciudades como Pekín, Shanghai, Guangzhou y Shenzhen. Además, suelen dedicar una gran proporción de sus ingresos y su tiempo al teléfono móvil en comparación a los residentes permanentes de dichas ciudades. Y todo esto a pesar de que a menudo reciben un servicio deficiente y se sienten maltratados por los operadores móviles.463 En China hay unos 150 millones de trabajadores inmigrantes que han abandonado el campo para buscar trabajo en la ciudad.464 Son una parte importante del creciente colectivo de personas «desabastecidas de información»,465 constituyen una fuerza de trabajo fundamental para los procesos de urbanización y modernización a largo plazo, y en particular de la industria de las telecomunicaciones. Al mismo tiempo, representan un considerable grupo de usuarios con modelos de comunicación propios.466 Mientras llevaba a cabo el trabajo de campo en verano de 2002, Qiu vivió durante dos semanas con trabajadores inmigrantes en una zona industrial del sur de China, al tiempo que coordinaba tres focus groups en Shenzhen, Guangzhou y Zhuhai, para estudiar los modelos de uso de estos trabajadores en relación a las telecomunicaciones, incluidas las tecnologías inalámbricas. Se realizó una encuesta que incluía a 272 trabajadores inmigrantes adecuadamente seleccionados de 10 regiones dialectales diferentes y que cubría la mayor parte de las provincias de China meridional, oriental y central. Aunque debe admitirse que los datos obtenidos tienen una representatividad muy reducida, nos ofrecen una instantánea provisional de la influencia decisiva de la telefonía móvil sobre la vida cotidiana de estos trabajadores.

Qiu convivió con dos trabajadores inmigrantes, diplomados universitarios originarios de las regiones montañosas del norte de la provincia de Guangdong y del sur de la de Jiangxi. Trabajaban para una empresa de fertilizantes y vivían en un dormitorio estilo apartamento equipado con un teléfono fijo. También disponían de un teléfono en su lugar de trabajo, situado a veinte minutos en bicicleta.

Aun así, todos ellos tenían su propio teléfono móvil. Cuando se inició el proyecto, uno de ellos se acababa de comprar un teléfono celular con pantalla a color con los ahorros de todo un año. Le contó a Qiu que el último mes había pasado muchas horas buscando la mejor oferta. «Aunque es algo caro, me siento orgulloso porque todo el mundo dice que es una buena compra.» Para este trabajador inmigrante, poseer un teléfono móvil no es tanto una elección racional con propósitos comunicativos sino más bien una necesidad social y psicológica para alcanzar un estatus simbólico y poder presumir de él ante los amigos o incluso ante desconocidos en el espacio público.

Como ocurría con los obreros industriales de principios del siglo XIX que ahorraban durante años para comprarse un reloj, estos trabajadores inmigrantes también incorporan muchos valores no instrumentales a los teléfonos móviles. Para ellos, conseguir un móvil es un hito que implica éxito, no sólo desde un punto de vista financiero sino también cultural, ya que simboliza la fusión con la ciudad.

Sin embargo, existe una diferencia crucial entre un teléfono móvil y un reloj mecánico: aunque ambos comportan un desembolso inicial considerable, el móvil requiere una inversión continuada. Incluso si se utilizan las tarjetas prepago, los gastos continúan acumulándose a medida que se utiliza el teléfono. Cuanto más se llama, más se gasta. Y si no se utiliza demasiado, la adquisición del aparato resulta injustificada. Por tanto, no es sorprendente que los trabajadores inmigrantes de la encuesta gastaran en telecomunicaciones una media mensual de 37,4 dólares (309,5 RMB), es decir, un 20,2 % de sus ingresos.467 Por el contrario, aunque los residentes permanentes disponen de mayores ingresos, sólo gastan un 13,8 % de su renta mensual en telefonía móvil. Además, a medida que aparecen nuevos teléfonos celulares, el aparato queda anticuado en un par de años. La gente siente la necesidad de renovarlo, con un coste aproximado, según la encuesta, de 231,1 dólares (1.912,4 RMB). Y así se inicia de nuevo el círculo vicioso del consumo compulsivo, lo que, por otro lado, también puede interpretarse como una forma encubierta de control del trabajo, ya que para poder adquirir aparatos móviles y pagar las facturas telefónicas, los trabajadores inmigrantes deben disciplinarse, hacer horas extras y trabajar más intensamente.

Al mismo tiempo, aunque los trabajadores inmigrantes gastan una gran proporción de sus ingresos en telefonía móvil, a menudo se ven sujetos a servicios deficientes. Todos los participantes de los tres grupos de trabajo dirigidos por Qiu en Shenzhen, Zhuhai y Guangzhou coincidían en señalar que los servicios que recibían eran insatisfactorios.

La telefonía de voz era demasiado cara. El servicio al cliente era pésimo: las disputas sobre facturas solían quedar irresueltas y las quejas desatendidas. Debido a la falta de seguridad en los lugares de residencia de los trabajadores inmigrantes, se producían numerosos robos de teléfonos móviles. También existen individuos u organizaciones con pocos escrúpulos que engañan a los trabajadores inmigrantes mediante el uso de teléfonos celulares o el SMS ofreciéndoles trabajos inexistentes tras conseguir información de contactos en los mercados de trabajo locales. La lista de trampas y suplicios es interminable. Pero es evidente que, aunque existe una infraestructura técnica para la telefonía móvil, la infraestructura social que ofrece cobertura al uso de dicha telefonía entre los trabajadores inmigrantes es prácticamente inexistente. Esto se debe a que, desde los proveedores de servicios hasta los gobiernos locales, la atención suele situarse exclusivamente en la clase media urbana y en las corporaciones multinacionales, mientras que se ignora el hecho de que los inmigrantes se están convirtiendo en un grupo de consumidores cada vez más importante para el mercado móvil.

Por otro lado, la ausencia de una infraestructura social más amplia explica mejor el auge de la telefonía móvil entre los trabajadores inmigrantes. En los grupos de trabajo, los participantes de las diversas ciudades indican la existencia de problemas generalizados en el uso de la telefonía fija. Aunque los graduados con los que Qiu compartía la habitación-apartamento tenían la suerte de disponer de teléfonos fijos, la mayoría de los participantes en los grupos de trabajo sólo tenían un título de graduado escolar o bachillerato y se veían obligados a vivir en peores condiciones y sin teléfono fijo para compartir.

Al mismo tiempo, varios de ellos informaron sobre restricciones de uso en el teléfono del lugar de trabajo, especialmente los que trabajaban como camareros en restaurantes. Prohibir el uso del teléfono en el lugar de trabajo a los trabajadores inmigrantes es una práctica habitual. Un jefe obligó a sus empleados a pagar una cantidad cada vez que utilizaban el teléfono en el trabajo. En otros dos casos, se permitía que los trabajadores inmigrantes recibieran llamadas pero no que las iniciaran. Esta situación convierte a las cabinas públicas en la principal opción para los inmigrantes que desean ponerse en contacto con sus familiares o amigos tanto por cuestiones emocionales como para obtener información relacionada con el trabajo.

De todos modos, las cabinas telefónicas son famosas por cuestiones de seguridad porque la mayoría de las veces están diseñadas con pocos sistemas de protección de la privacidad. Al usar las cabinas telefónicas, los trabajadores inmigrantes corren el riesgo de que les roben el código secreto o el número de seguridad de sus tarjetas prepago.

Con todas estas dificultades de acceso a los teléfonos del domicilio, la oficina y los públicos, disponer de uno propio significa una ventaja evidente. En este sentido, parte de la gran demanda de teléfonos móviles entre los trabajadores inmigrantes puede explicarse por las limitaciones impuestas por la estructura social en su conjunto.

Sin otra opción que adoptar el teléfono celular en estas circunstancias, estos trabajadores pueden obtener un limitado poder para controlar cuándo, dónde y cómo comunicarse con los demás.

En ciertas ocasiones, pueden tomar decisiones racionales tales como usar más el SMS para ahorrar algo de dinero. Pero a un nivel superior, éste no es un sistema racional para los trabajadores inmigrantes, que deben pagar más y reciben menos, que deben superar una serie de dificultades, al usar la nueva tecnología, que no existen para los urbanitas residentes. A pesar de que los trabajadores inmigrantes se muestran muy activos en la persecución del sueño urbano en el que tanto tiene que ver la telefonía celular, esta nueva condición tecnológica entre los que sufren una «limitación de la información» se sitúa en un nivel tan reducido que es incapaz de resolver los problemas generales, cuyas soluciones dependen de una mejor integración de las políticas públicas, las estrategias empresariales y la cultura.


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