BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

Comunicación móvil y sociedad, una perspectiva global

Manuel Castells
Mireia Fernández-Ardèvol
Jack Linchuan Qiu
Araba Sey

 

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5. EL ESPACIO DE FLUJOS, TIEMPO ATEMPORAL Y REDES MÓVILES

El espacio y el tiempo son las dimensiones fundamentales, materiales de la existencia humana. De ahí que sean la expresión más directa de la estructura social y del cambio estructural. El cambio tecnológico, y en particular en el caso de las tecnologías de la comunicación, afecta de forma crucial al cambio espacio-temporal, pero la influencia de la tecnología no actúa aisladamente sino en conjunción con otras formas de cambio. La investigación sobre la estructura y dinámica de la sociedad en red ha puesto en evidencia la aparición de nuevas formas o procesos de espacio y tiempo: el espacio de los flujos y el tiempo atemporal.947 En pocas palabras, el espacio de los flujos es la organización material de la interacción social simultánea a distancia a través de la comunicación en red, con el apoyo tecnológico de las telecomunicaciones, los sistemas de comunicación interactivos y las tecnologías de transporte rápido. El espacio de los flujos no es indeterminado, sino que tiene una configuración territorial que está relacionada con los nodos de las redes de comunicación. La estructura y significado del espacio de los flujos no depende de ningún lugar en concreto sino de las relaciones construidas en el interior y alrededor de la red que procesa los flujos específicos de comunicación. El contenido de los flujos de comunicación define a la red, y, por tanto, también define el espacio de los flujos y la base territorial de cada nodo.948 El tiempo atemporal se refiere a la desecuenciación de la acción social, ya sea mediante la compresión del tiempo o por el ordenamiento al azar de los momentos de la secuencia, como ocurre con la distorsión del ciclo vital bajo condiciones de modelos de trabajo flexibles, y una creciente elección reproductiva.

949-950 La difusión de la tecnología de comunicación móvil contribuye en gran medida a la extensión del espacio de flujos y del tiempo atemporal en las estructuras de nuestra vida cotidiana.951 Los dispositivos de comunicación móvil enlazan las prácticas sociales en múltiples lugares. Incluso si la gran mayoría de las llamadas proviene de gente que vive en la misma ciudad, y a menudo habita en un lugar próximo,952 el espacio de la interacción social queda redefinido mediante la creación de un subespacio de comunicación entre gente que utiliza su espacio para construir una red de comunicación con otros espacios. Dado que esta comunicación móvil cambia continuamente de referente espacial, el espacio de interacción se define completamente en términos de flujos de comunicación. La gente está aquí y allá, en múltiples aquís y allás, en una combinación incesante de lugares.

Pero los lugares no desaparecen. Por lo tanto, cuando se planea quedar en algún sitio, la gente camina o viaja hacia su destino al tiempo que decide dicho destino en función de la comunicación instantánea en la que está participando. De modo que los lugares existen, incluyendo los hogares y lugares de trabajo, pero como puntos de convergencia de las redes de comunicación, los cuales se crean y recrean según las necesidades de la gente.

El concepto de «quedar» que manejamos aquí se refiere a la coordinación informal y geográfica de pequeños grupos de amigos, familiares y compañeros de equipo que se producen en el mundo físico.

De hecho, es en el contexto de la sociedad en red donde este concepto alcanza su pleno significado, ya que el propósito de «quedar» implica que varios individuos se reúnen para participar en alguna actividad posterior de grupo. Por tanto, incluye «quedar con un amigo para comer», «recoger a los niños de la escuela» y «detenerse en un punto intermedio para reconsiderar y planear la siguiente fase de la actividad», pero no incluye la asistencia formal o anónima a instituciones como, por ejemplo, «pedir una entrevista en la oficina de Hacienda», o la recepción de servicios tales como «el reparto de pizzas».953 Este fenómeno ha sido descrito por otros autores utilizando distinta terminología. Por ejemplo, lo que Ling y Haddon llaman microcoordinación mediante la comunicación móvil influye en los modelos de desplazamiento, ya que se modifican en tiempo real por instrucciones o negociaciones correlativas al proceso de microcoordinación.

954 La «libertad de contacto» que ofrece el teléfono móvil implica que la gente puede liberarse del contexto espacial de su interacción, trasladando su marco de referencia a la propia comunicación; es decir, a un espacio compuesto por flujos de comunicación, según sea la disponibilidad de la infraestructura tecnológica que lo hace posible.955 Por ejemplo, los profesionales coreanos que salen de fiesta tras la jornada de trabajo, Shi-Dong Kim considera que desarrollan una nueva forma de vida «nómada» porque las citas se acuerdan sobre la marcha para poder asistir a diversas fiestas en una sola noche.956 Tal y como Misuko Ito señala para el caso japonés, cuando se generaliza este tipo de comunicación móvil y en red, aquellos que no tienen móvil o han olvidado traerlo estarán socialmente incapacitados: «No disponer de keitai (teléfono celular) es como estar ciego, desconectado de la información inmediata que te permite saber dónde y cuándo estás en las redes sociales de tiempo y espacio.»957 En Japón, el teléfono móvil y la internet inalámbrica no sólo colaboran a la integración y desintegración de las comunidades, sino que también proporcionan un espacio social genérico en el que se regulan y formalizan las prácticas colectivas, permitiendo la aparición de normas sociales que modelan los futuros desarrollos en los usos sociales de las tecnologías.958 Por encima de todo, esta serie de cambios empieza por el de la noción de tiempo, o la «suavización del tiempo»,959 bajo ciertas condiciones espaciales; por ejemplo, la «aparición de información durante los momentos “intermedios”: mientras se espera la llegada del tren, circulando en taxi, sentado solo en una cafetería».960 En palabras de Fortunati (2005, p. 217), nos hemos convertido en caracoles: «llevamos nuestro hogar de relaciones a la espalda».

Sin embargo, la práctica espacial del teléfono móvil se está transformando.

Según investigaciones de alcance europeo analizadas por Fortunati (2005), en 1996, una quinta parte de las llamadas desde teléfonos móviles se realizaron desde lugares fijos, ya sea en el trabajo o en casa. En 2004, según diversos estudios realizados en institutos del norte de Italia, la mayoría de las llamadas provenían de lugares fijos, fundamentalmente del hogar, el lugar de trabajo o la escuela. La autora también señala lo siguiente: ¿Por qué el teléfono móvil ha pasado de ser una tecnología sobre todo móvil y se ha convertido gradualmente en una tecnología sedentaria? Para responder a esta pregunta, debemos recurrir a la teoría de la co-construcción de la tecnología y la sociedad, según la cual, si es cierto que, por un lado, el diseño de las TIC incorpora el diseño de los usuarios, también es igualmente cierto que los usuarios de las TIC y sus modelos de uso cada vez son más capaces de inventar funciones y servicios que condicionan el futuro desarrollo de las TIC.961 El teléfono móvil se ha convertido en un instrumento individualizado de comunicación, usado en todos los contextos espaciales para dar forma a un nuevo espacio, el espacio de la comunicación selectiva que se conecta en cualquier momento con el resto de comunicadores sin importar el lugar donde se encuentren. Los usuarios de la telefonía móvil han priorizado la conectividad por encima de la móvilidad. Según el análisis de Fortunati, el lugar del teléfono móvil es el del propio usuario. Kellerman denomina a esta característica «convergencia persona-lugar»,962 con el hogar convertido en la localización preferida de la comunicación móvil. Según diversos estudios presentados por Fortunati, esta tendencia está mucho más marcada en las chicas adolescentes que en los chicos963 por la mayor intimidad que proporciona el hogar. De hecho, parece ser que con la difusión de la comunicación móvil y la extensión de la tecnología asociada a ésta, los usos sedentarios de los teléfonos móviles superan a los usos móviles. Esto es especialmente evidente en los países en vías de desarrollo, ya que a menudo el teléfono móvil es el único aparato de comunicación disponible para los hogares con ingresos reducidos (véase capítulo 8). Por ejemplo, Ureta titula su estudio etnográfico sobre los usos del teléfono móvil en familias de bajos ingresos de Santiago de Chile «La móvilidad inmóvil». En él demuestra que el teléfono móvil normalmente se convierte en el aparato de toda la familia, con cierta tendencia a que sea la madre quien se lo lleve cuando sale del hogar.964 Aun así, Fortunati965 resume el resultado de varios estudios, incluyendo el suyo, realizados en Europa e Italia, y llega a la conclusión de que cada vez más se percibe el teléfono móvil como un instrumento de comunicación global, a pesar de que la mayoría de sus usos son locales, incluso sedentarios, y están relacionados con la interacción personal. Esta tendencia parece estar vinculada a la evolución de la propia tecnología, con la aparición del GSM y el creciente número de conexiones a internet, lo que permite que los usuarios sientan la inmediatez de la conexión local/global. Si unimos las dos observaciones anteriores, es decir, la proximidad que caracteriza el uso y la percepción de globalidad, podremos plantear la hipótesis de que la difusión de la comunicación móvil no cancela el espacio sino que crea uno nuevo que es local y global al mismo tiempo. Esto es lo que hemos llamado el espacio de los flujos.

Por tanto, la comunicación inalámbrica no elimina el espacio, sino que redefine su significado como el lugar donde el individuo elige o necesita comunicarse, incluso si estos lugares a menudo son el hogar y el lugar de trabajo. Los lugares están individualizados e interconectados en función de las redes específicas de las prácticas individuales, una tendencia identificada por diversos especialistas como William Mitchell (2003).966 Más que la móvilidad, el proceso fundamental para la redefinición del espacio es la conectividad ubicua. Los lugares están incorporados en el espacio de los flujos, y, por tanto, pierden su significado como lugares. En otras palabras: el lugar desde donde la gente se comunica con sus aparatos móviles, más que ser el sitio de la comunicación, se convierte en su telón de fondo.967 La comunicación móvil también potencia el tiempo atemporal entendido como la temporalidad que caracteriza la sociedad en red. La disponibilidad de comunicación inalámbrica permite saturar el tiempo con prácticas sociales mediante la inserción de comunicación en todos aquellos momentos en que no se pueden llevar a cabo otras prácticas, como, por ejemplo, el tiempo «intermedio» durante los desplazamientos o cuando se hace cola,968 o simplemente cuando se dispone de tiempo libre. Así pues, los adolescentes usan su tiempo en casa, bajo la vigilancia de la familia, o bajo supervisión en la escuela, para trascender las barreras institucionales de control y crear su propio espacio de interacción, y así rellenar el tiempo de las actividades no elegidas.

Cualquier tiempo de espera se convierte en un potencial tiempo de comunicación, y la noción general de tiempo se «suaviza» para acomodar cualquier tipo de actividad, en ocasiones de forma simultánea.969 Las redes personales de comunicación nunca abandonan al individuo.

El profesional interactúa constantemente con la oficina o recibe llamadas e instrucciones. Todo el mundo se encuentra a una llamada de su contexto de trabajo, de las obligaciones familiares o de las relaciones personales. Todo el mundo transporta su mundo con él/ella. Bajo estas condiciones, presenciamos la aparición de lo que Nicola Green denomina «tiempos móviles». Green cree que las conexiones entre el espacio móvil y el tiempo, que toma la forma de múltiples y heterogéneos lugares y ritmos, no son constantes y no afectan a todo el mundo por igual.970 De ahí que puedan definirse tres ritmos principales de tiempo móvil: los ritmos de uso del dispositivo; los ritmos de la vida cotidiana, y los ritmos del cambio institucional.

En primer lugar, los ritmos de uso del dispositivo se refieren esencialmente a la duración y secuencia de la interacción entre un individuo y el dispositivo. Profundizando algo más en el concepto, Green señala que el tiempo dedicado al uso de dispositivos de comunicación hace que las relaciones se alarguen y continúen, en lugar de «fragmentarse».

Y, en segundo lugar, la medida de duración de la actividad en tanto medida relevante de la usabilidad de los terminales no puede considerarse tan dominante como se había creído. No obstante, debemos añadir, para aclarar la primera afirmación, que cuando hablamos de usabilidad debemos distinguir entre el tiempo dedicado por el usuario porque éste así lo desea (por ejemplo: enviando mensajes, jugando, etc.) y el tiempo que se ve obligado a dedicar para completar ciertas actividades.Aunque este tipo de categorías son subjetivas, y pueden de hecho aparecer mezcladas con diferentes efectos combinados sobre profesionales, estudiantes y amas de casa, sólo en el segundo caso la larga duración de una actividad erosionará dicha usabilidad. Al fin y al cabo, y de forma similar a lo que ocurre con internet,971 la usabilidad se vincula con la opción de hacer lo que deseas con la mayor rapidez posible.

Los ritmos de la vida cotidiana, la segunda categoría descrita por Green, se refiere a las temporalidades locales asociadas a las relaciones sociales y culturales donde se implantan los usos específicos de los dispositivos. De hecho, estos aspectos del uso de los dispositivos están integrados en las pautas emergentes de organización de las comunicaciones móviles y las relaciones de la vida cotidiana (véanse los análisis presentados en el capítulo 3). Por último, los ritmos del cambio institucional tienen que ver con los elementos históricos e infraestructurales que permiten el uso móvil, incluyendo aquí dimensiones como la institucionalización del viaje, los ciclos de desarrollo tecnológico o el tiempo dedicado a construir y mantener las tecnologías de red. En este sentido, [...] los dispositivos móviles actúan como dispositivos «Lázaro»: dispositivos que «resucitan» el tiempo móvil que anteriormente se había considerado tiempo «muerto».972 Este hecho ya ha sido percibido por los adolescentes, que este tiempo vacío (o muerto) lo llenan jugando, enviando SMS o escuchando música, y las definen como actividades «para matar el tiempo»973 porque, sea cual sea la circunstancia, les ayuda a evitar el aburrimiento. De modo que la «resurrección del tiempo móvil» afecta al tiempo de trabajo, al del ocio, al doméstico, etc., contribuyendo al desdibujamiento del tiempo gracias a la desecuenciación de actividades que ahora son posibles por el «contacto perpetuo»974 o el «espacio de conectividad persistente».975 Además, y mientras sean de utilidad para el usuario, las nuevas actividades que aparecen durante los «tiempos muertos» generan valor tanto para el usuario como para las empresas. Al saturar los «tiempos muertos» con comunicación, la gente comprime, y, por tanto, niega, el tiempo. Como escribe Meyrowitz: «Paradójicamente, cuanto más actividades instantáneas nos permite realizar la tecnología, mayor sensación tenemos de no disponer de tiempo.»976 Como ocurre en todas las configuraciones espacio-temporales, la transformación del espacio y el tiempo también provoca la reorganización de sus relaciones. De ahí que en la «ciudad a tiempo real»977 se produzca una reconfiguración de los espacios donde se desarrolla la vida social urbana que introduce oportunidades para nuevas continuidades a través del espacio y el tiempo y que anteriormente se encontraban disociados a causa de la centralización.978 Como afirma Green, las personas organizan sus actividades en compartimentos flexibles de tiempo, y no tanto en compartimentos de tiempo asociados a espacios geográficos específicos. Gracias a las comunicaciones móviles, deviene posible una especie de «reorganización de los límites» espaciales y temporales.979 Además, es esta organización de actividades basada en el tiempo (más que en el espacio) la que define la «accesibilidad», lo que conduce a una redefinición del «tiempo público» y del «tiempo privado» convirtiéndolos en «tiempo conectado» y «tiempo desconectado».980 Así pues, en EE.UU., la mayoría de la gente que usa los mensajes de texto lo hace para comunicarse con amigos (73 %), familiares (70 %) y, con menos frecuencia, con contactos relacionados con el trabajo (26 %),981 y lo hacen aprovechando el tiempo sin determinar o el que ha sido definido para otra actividad. La tecnología inalámbrica permite a la gente hacer un uso «productivo» de los «periodos de inactividad» así como subvertir el tiempo que en principio debería dedicarse a actividades productivas. El volumen de uso en reuniones de negocio y en las aulas ilustra esta última afirmación (véase tabla 14). De hecho, algunas organizaciones han instaurado normas anti-portátiles durante reuniones importantes de la empresa para corregir esta situación,982 y el Pew Internet & American Life Project983 anticipa la existencia de tensiones entre estudiantes y profesores provocadas por la extensión de internet inalámbrica en las aulas, tal y como ya ha ocurrido con los teléfonos celulares.

En Corea del Sur también están cambiando las formas de reunión social. Existía una costumbre entre los colegas consistente en llamarse a través de los teléfonos de la oficina para quedar a tomar una copa tras la jornada de trabajo, sobre las 5 o 6 de la tarde. La generalización del teléfono móvil no sólo facilita este tipo de llamadas sino que permite acordar citas durante toda la tarde y que la gente asista a diversas fiestas al estilo «nómada»984 descrito anteriormente. Lo mismo sucede con los amantes. En el pasado, la gente fijaba la siguiente cita al final de un encuentro romántico. Hoy en día, en cambio, los jóvenes amantes dicen «llámame luego».985 Por tanto, esta facilidad para realizar llamadas y establecer citas está haciendo mucho más flexible la noción de tiempo.

A medida que se integran cada vez más en la existencia cotidiana, la incidencia de las comunicaciones inalámbricas da lugar a inquietudes sobre las transformaciónes en el ritmo de vida producidas por la irrupción de esta tecnología. En EE.UU., las inquietudes van desde la ansiedad general por el aumento del ritmo vida hasta cuestiones relacionadas con los comportamientos públicos, la disolución de las fronteras entre lo laboral y lo privado, los peligros de conducir y hablar por móvil o las consecuencias para la salud de la tecnología inalámbrica. La tecnología de comunicación inalámbrica ha hecho posible que la gente ocupe todos sus momentos de ocio, ya sea comprobando el correo electrónico en la parada del bus o mientras espera un avión, enviando mensajes de texto cuando se aburre o realizando llamadas clandestinas o indagaciones personales durante las reuniones. Aun así, la saturación del tiempo mediante la tecnología inalámbrica es culturalmente específica. Según diversas encuestas, los estadounidenses son más reticentes a recibir llamadas del jefe fuera de las horas de trabajo que los chinos, y los primeros tienden más a utilizar dispositivos que ofrecen información sobre quién llama, tales como buscas o sistemas para el reconocimiento de llamada, para mantener la separación entre el tiempo laboral y el personal.986 Resumiendo, al permitir una comunicación interactiva durante todo el día y en cualquier lugar, sea local o global, sin importar la ubicación de los nodos en la red, la comunicación inalámbrica homogeneiza el espacio: ser ubicuo significa redefinir el espacio y transformarlo en un espacio de comunicación. Al comprimir y desecuenciar el tiempo, también crea una nueva práctica de tiempo. Sin embargo, el espacio y el tiempo siguen existiendo, porque las prácticas sociales son materiales que necesitan un soporte tangible para existir.

De todos modos, este soporte tangible está integrado en los sistemas de comunicación, así como en la geografía social y en el contexto cultural de dichos sistemas de comunicación. Existe una nueva formación espacio-temporal construida a partir de los flujos de comunicación y de su infraestructura. Dado que dicha infraestructura depende de nodos situados en ciertos lugares (puntos de acceso) y de sus redes, el espacio de los flujos da lugar a un tiempo atemporal. El lugar donde te encuentras determina tu habilidad para trascender el tiempo y el espacio. La estructura espacial de la comunicación inalámbrica determina la capacidad de la gente para acceder a la nueva configuración espacio-temporal de nuestro tiempo. Cuanto mayor sea el número de sistemas de información y bases de datos a los que podamos acceder y con los que podamos interactuar desde dispositivos móviles, más decisivo será el acceso al espacio de los flujos como elemento de organización social.


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