BIBLIOTECA VIRTUAL de Derecho, Economía y Ciencias Sociales

 

MÉXICO EN LA ALDEA GLOBAL

Coordinador: Alfredo Rojas Díaz Durán

 

 

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LA INTERCULTURALIDAD

La mundialización económica ha suscitado un enorme aumento de la migración internacional contemporánea, reactualizando y agudizando la discriminación institucionalizada y sistemática contra nuestros pueblos, marginándonos de los beneficios del desarrollo a través de políticas públicas excluyentes. Los pueblos indígenas consideramos necesario contribuir a la unidad y a continuar construyendo procesos que armonicen lo particular y lo universal, todo esto a través de un diálogo intercultural. La normativa sobre derechos humanos debe aplicarse respetando su carácter universal e indivisible para todos los pueblos e individuos, sin excepciones. Estos principios, por tanto, deben aplicarse plenamente al reconocimiento y ejercicio de los derechos de los pueblos indígenas.

Las nuevas relaciones interculturales deben ser justas, democráticas, igualitarias, de cooperación y solidarias. Deben basarse en la igualdad de derechos e, incluso, convertirse en el sustento de la unidad nacional. Las relaciones interculturales, así entendidas, hacen factible la convivencia pacífica entre culturas en términos justos y equitativos.

La interculturalidad permite crear nuevos mecanismos, nuevas formas e instrumentos de relación entre pueblos indígenas y Estados; una relación cimentada en el diálogo y la consulta permanente, resultado de un proceso de refundación de los Estados para convertirlos en algo profundamente demo
crático, incluyente y tolerante. El proceso de creación de este nuevo marco de relaciones entre culturas debe ser un punto común en la agenda de todos: mujeres y hombres, indígenas y no indígenas, pueblos y gobiernos, sociedades y Estados, porque es necesario cuando se habla de paz trabajar por la humanización de las relaciones entre los pueblos y sus Estados. Debemos trabajar juntos para el logro y mantenimiento de un justo equilibrio en las relaciones humanas que propicien el desarrollo integral de todos y que desemboque en la convivencia armónica y pacífica. Pienso que vale la pena trabajar arduamente para que esto deje de ser una hermosa utopía.

Construir un nuevo lenguaje es el reto que los científicos deben asumir; intelectuales, estudiosos e investigadores sociales. Las ciencias tienen una función social, que es la de estar al servicio del bienestar de las personas y de los pueblos. El conocimiento comprometido con su realidad construye nuevas relaciones interculturales. Todos debemos aportar nuestro grano de arena a la nueva sociedad, todos necesitamos naciones justas, democráticas, incluyentes y tolerantes. Que la diversidad cultural sea vista como sustento y punto de partida para dar vida a la identidad y al desarrollo nacional.

El futuro de los pueblos indígenas depende de su plena participación en los espacios políticos, sociales, económicos y culturales. Exigimos las mismas oportunidades para garantizar el pleno desarrollo de nuestras culturas, y contribuir activamente en la construcción de una verdadera nación, cuyas características sean pluriétnicas, multiculturales y plurilingües: como lo son en la realidad. Los pueblos indígenas no desean impulsar su desarrollo al margen de otras culturas (no indígenas), porque sería estar en contra de la historia. Sobre todo en estos momentos, en que el mundo vive la mayor globalización de la economía y de la política, se acentúa la imposición de una visión materialista y mercantilista del mundo, desplazando a todas las demás. Es urgente empezar a construir las nuevas relaciones interculturales, solidarias y democráticas entre los pueblos.

Existe una persistente negativa de algunos Estados y otros actores internacionales, a reconocer a los pueblos indígenas como lo que han sido por milenios y siguen siendo hoy: pueblos con plena capacidad de determinarse libremente, con un bagaje cultural que aportar a una humanidad cada vez más confundida sobre su destino común, cada vez menos solidaria y consciente de su responsabilidad en la preservación del equilibrio natural y cada vez más impotente frente a minorías que imponen sus designios a costa del bienestar y la dignidad generales.

En el nuevo milenio, las condiciones económicas y sociales que viven los pueblos indígenas son indignantes, ofenden la conciencia humana y sólo mejorarán si se parte de nuevas relaciones que tengan como principio: la justicia, la equidad, el desarrollo colectivo de los pueblos y la democratización de las estructuras y relaciones mundiales que permitan la participación plena en la determinación del destino de nuestros pueblos, lo cual constituye nuestras principales aspiraciones y demandas. Los pueblos indígenas exigimos nuestro derecho inalienable a la plena representatividad política, sin intermediarios ni condicionamientos de ningún tipo. Ésta debe darse en los niveles locales, regionales y nacionales de cada país donde habitan pueblos indígenas. Por supuesto, sin perder de vista la necesidad de la unidad nacional sobre la base de las relaciones interculturales solidarias, que implican la aceptación y el respeto mutuos entre las distintas culturas que se practican en el planeta Tierra.


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